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Jóvenes, coca y amapola: Un estudio sobre las transformaciones socio–culturales en zonas de cultivos ilícitos
Juan Guillermo Ferro, Graciela Uribe, Flor Edilma Osorio, Olga Lucía Castillo
IER - Facultad de Estudios Ambientales y Rurales - Universidad Javeriana

Capítulo 3
Contexto sociopolítico

3.1 VIOLENCIA Y DESARROLLO EN EL CAQUETÁ

Para trabajar este capítulo partimos de la hipótesis de que la dinámica de una economía ilícita tal como la del Caquetá, va de la mano de la violencia. En este caso encontramos que a mayor "desarrollo" mayor violencia.

Cuando hablamos de desarrollo en esta región estamos hablando de un desarrollo basado en la economía de la coca. En las condiciones actuales, difícilmente se pueden encontrar otras posibilidades de desarrollo en el Caquetá diferentes a la economía de la coca. Este producto ha generado desarrollo en este departamento porque es un cultivo de carácter permanente, y además provee ingresos constantes. Sus exigencias en cuanto a la calidad de la tierra y el clima se acomodan a las características de la región. La apropiación de la tecnología para la transformación de la hoja en pasta base de coca ha sido un fenómeno masivo. Además, existe un amplio abanico de posibilidades para trabajar con la coca, ya sea como propietario o arrendatario de plantes, raspador, químico, comerciante, entre otros. Estos factores unidos generaron un cultivo masivo en la región con un mercado asegurado. Cultivo masivo que involucra a su vez a toda la familia. La coca, si bien no ha generado acumulación de capital en la mayoría de los cultivadores, ha permitido una estabilidad económica en el nivel regional en todos los sectores de la economía: agroindustria, transporte, comercio y banca.

Sin embargo, se trata de un desarrollo estrictamente económico o productivo, en términos de mercado, que se rige por la ley de la oferta y la demanda, pero efectivo en cuanto satisface las necesidades materiales inmediatas. Es la penetración salvaje y acelerada del capitalismo en una región donde el manejo del dinero y el consumo no eran alcanzables. Este tipo de desarrollo fomentó el individualismo en detrimento de la organización y las obras de beneficio común. Es un desarrollo basado en el monocultivo, y por lo tanto monodependiente y no administrado por instituciones del Estado ni de la sociedad civil a través de obras o programas. Es un modelo frágil y vulnerable.

Podría decirse que un desarrollo integral en términos de organización y participación, difícilmente se puede dar en estas condiciones. Además, la afluencia de personas de diferentes regiones del país, motivadas únicamente por las utilidades del mercado de la coca, hace que estas regiones pierdan la poca identidad que habían logrado alcanzar con la consolidación de la colonización.

En forma esquemática la coca aportó soluciones a algunos problemas, no resuelve otros y crea nuevos:

AYUDA A SOLUCIONAR
NO RESUELVE
CREA
- Escasos ingresos
- Poco empleo
- Poco comercio
- Precaria alimentación y salud
- Vivienda deficiente
- Malas vías de comunicación
- Deficiencia en los servicios de educación y salud
- Pocas alternativas económicas comerciales
- Ausencia de créditos y de asistencia técnica
- Conflicto armado y violencia política
- Institucionalizada pública precaria
- Poca inversión privada y escaso desarrollo industrial
- Deforestación de la selva amazónica
- Vacío estatal
- Mayor violencia y delincuencia común
- Mayor represión estatal
- Mayor corrupción de las autoridades
- Desmovilización de la organización en el nivel de la sociedad civil
- Estigmatización por parte del resto del país
- Disminución del sentido de pertenencia regional
- Monodependencia económica

3.1.1 ¿ Por qué la economía ilícita genera un desarrollo con violencia?

El avance de la economía ilícita va de la mano con las manifestaciones de la violencia. Esta economía se encuentra soportada por agentes económicos y políticos que actúan por fuera de la ley, lo que significa un enfrentamiento con las autoridades legales, llámense Ejercito, Policía, justicia ordinaria o autoridades del Estado. Pero también es cierto que la enorme afluencia de dinero y la intempestiva liquidez monetaria son la fuente principal de la violencia común, en la que participa una variada gama de actores no organizados.

No toda actividad económica ilegal genera una violencia organizada, pero sí es el paso previo para que esta se dé. No podemos decir que economía ilícita es igual violencia, pero sí es el piso sobre el cual se construye. Los actores que están sobre este escenario, son actores armados, dispuestos a utilizar las armas para defender sus intereses. Los beneficios económicos son tan cuantiosos, que la guerrilla y el narcotráfico, como actores protagónicos obtienen los recursos suficientes para estar en capacidad de enfrentarse con las armas y defenderlos.

Este desarrollo, en el caso concreto del Caquetá tampoco se puede separar de la violencia común. De hecho, el costo de este tipo de generación de ingresos es una enorme violencia asimilada por la población cotidianamente. En el Caquetá habita una generación nacida y criada dentro de la cultura de la coca y de la violencia, teniendo en cuenta que la coca, como cultivo comercial, se inicia al finalizar la década de los setenta.

A la población relacionada directa o indirectamente con el cultivo de coca le interesa que esta economía se mantenga, por cuanto su subsistencia se deriva casi exclusivamente de ella. Para los narcotraficantes a su vez, la economía ilícita es su razón de ser, de ahí que todo lo que conduzca a que se mantengan los cultivadores con una oferta permanente de coca les interesa por la vía que sea. Para la guerrilla, es un instrumento que tiene un beneficio en cuanto los cultivos constituyen una base económica importante de financiación de sus actividades políticas y militares.

A su vez, los pequeños y medianos cultivadores y los demás actores económicos y sociales que se mueven en este contexto, están atrapados dentro de la lógica de los actores más fuertes: el capitalismo salvaje de los narcotraficantes y la lógica militarista de la guerrilla.

La disminución de la violencia, no siempre tiene que ver con la disminución de la pobreza. De hecho, en la historia del país, la conservación del desarrollo económico ha implicado el uso de la violencia. De igual manera para sostener una economía ilícita, hay que sostener una violencia contra el Estado.

3.1.2 Las violencias en zonas de cultivos de coca

El desarrollo del que estamos hablando está acompañado por tres tipos de violencia que se entrecruzan. Una, la que se genera al calor de la cantidad de dinero circulante, por la compra y venta de la pasta base de coca y que se traduce en asaltos, robos, riñas y venganzas. Dos, la violencia del narcotráfico, que es una violencia organizada para la defensa del negocio, y que se manifiesta en ajustes de cuentas, asesinatos selectivos y enfrentamientos entre bandas y carteles. Y tres, la violencia ejercida por la guerrilla que tiene una dimensión política fruto de la lógica del conflicto armado, cuando se enfrenta a las fuerzas armadas del Estado, y una dimensión policiva, cuando interviene para sancionar y ejecutar a quienes consideran traidores de su causa o delincuentes comunes.

En la práctica, el cruce de estas violencias es difícil de delimitar. Ejemplos de esta complejidad ocurren cuando las FARC asesinan asaltantes de comerciantes de coca y campesinos cultivadores, cuando matan fumadores de bazuco o “sapos”, cuando asesinan funcionarios corruptos, y cuando la población civil se organiza para combatir a los asaltantes. En estos y otros casos, con frecuencia se da el hecho que con el uso de la violencia, se castiga otro hecho violento.

Violencia del narcotráfico y violencia común

El narcotráfico genera una larga cadena organizada de delincuencia que tiene como finalidad que el producto (pasta base de coca o clorhidrato de cocaína) llegue desde el primer comprador hasta su último destino. En este proceso hay un riesgo continuo de enfrentamientos armados entre los dueños de la mercancía (o del dinero para su compra), y los que buscan apoderarse de ésta, ya sea la fuerza pública, otro grupo de narcotraficantes o delincuentes comunes.

Un joven comisionista de Curillo, así se expresa:

Si usted la embarró con la cogida o la embarró con la comprada, a usted lo pueden matar y esa es la ley; si un joven de aquellos que cogen la coca tiene su arma, a usted le dicen ese joven ya tiene vicio o lo han cogido, entonces dicen, le voy a pagar quinientos mil pesos para que le dé a uno de sus compañeros que robó o está haciendo trampa, ese joven por esos quinientos mil pesos, lo hace, yo desafortunadamente he vivido la situación real sobre eso.

A esta violencia, se une la de tipo común propiciada por el manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo, las venganzas, los atracos, las peleas de borrachos, los líos de faldas, que terminan con muertes violentas en la mayoría de los casos.

Unas jóvenes trabajadoras sexuales en Santiago de la Selva, hablan de los riesgos que tienen en su trabajo,

el trabajo es muy riesgoso, tiene riesgos de muerte violenta en medio de las peleas de cantina, de borrachos, que bien por matarlas a ellas o bien por una riña y por matar a otros les disparan a ellas, también el peligro de la contaminación, el tipo viene y le dice : usted está así o asá, entonces yo sólo quiero lo de la droga y ella le tiene que dar plata para la droga al tipo, pues si ellas le dicen que no y se ponen a alegarle a los tipos aunque estén o no enfermas, corren la posibilidad de que las maten.

Esta violencia ha llegado a formar parte de la rutina cotidiana de los pueblos donde hay mayor movimiento de coca, creando así, una indiferencia ante la muerte que se da por venganza o ajusticiamiento pues en la mayoría de los casos le encuentran una justificación.

Si en lo económico nos han favorecido los cultivos en este problema de la violencia ha sido desastroso, porque nosotros nunca hemos tenido una cabeza como propia de pensar, porque a nosotros la plata nos ha enloquecido. [1]

Violencia guerrillera

La guerrilla en el Caquetá prioriza la dimensión militar. En este momento su estrategia parece consistir en desplazar al Estado y lograr una conquista territorial. La guerrilla ejerce un control sobre el manejo de los recursos y sobre la política y la justicia. El secuestro de los sesenta soldados, las marchas campesinas de 1996 y las elecciones del 26 de octubre de 1997, significan un avance en la consolidación del poder de las FARC. Su proyecto político es de tipo autoritario tanto en el campo político militar como en el accionar cotidiano, por la forma como se impone sobre la población civil. En la medida que los grupos armados han adquirido una autonomía económica, son menos sensibles a lo que piensan sus supuestos “representados”. A su vez, la relación de la gente con la guerrilla es pragmática, se acude a ella en la medida en que se necesita, pero no siempre se trata de una adhesión política, es fruto de una correlación de fuerzas entre quienes tienen el poder por las armas y quienes están en condición de indefensión.

Comentan los raspachines de Santiago de la Selva que

otro problema son los pajaritos voladores y el conflicto con la guerrilla y el ejército, los que llevan del arrume, son los vivientes de la región..

Para la guerrilla el dinero proveniente de una economía ilícita se constituye en un medio para los fines de la guerra, sin desconocer que la obtención de estos recursos en algún momento se pueda convertir en un fin. Dicen hacer la guerra para llegar a una mesa de negociación, y desde allí redefinir el modelo de desarrollo y la institucionalidad política.

Violencia paramilitar

El interrogante interesante frente a la guerrilla ubicada en el Caquetá, se refiere al porqué de la escasa y reciente presencia de paramilitares en la zona.[2] Una respuesta tentativa, y por ahora simplificada, podría ser que los paras están en contra de la guerrilla ahí donde ésta impide que las utilidades de cualquier negocio sean buenas. Es decir, donde la ganadería deja de ser un buen negocio por culpa del accionar de la guerrilla, los ganaderos se organizan para sacar a la subversión con la colaboración del Estado a través de las Fuerzas Armadas. En el caso del Caquetá, la guerrilla no obstaculiza los procesos de acumulación de los actores económicos importantes de la zona: los compradores de base de coca, los comerciantes, los transportadores y los ganaderos. Los primeros trabajan con la anuencia de la guerrilla y son defendidos por las comunidades frente a las amenazas de la delincuencia común y de la presencia del Ejército. Los cultivadores y los pequeños compradores locales saben que su economía depende de la llegada de los compradores de coca que vienen de afuera. Hay entonces una alianza de intereses muy clara entre la guerrilla, la población y los que llegan con el dinero.

Los comerciantes, por su lado, viven también en buena parte del negocio de la coca. Los precios de ésta afectan directamente sus negocios, pues si los agricultores tienen buen dinero hay buenas ventas. El gasto de los colonos se concentra en remesa, insumos para la producción de coca, vestuario y sobre todo en el consumo que se realiza en bares y cantinas.

Con relación a los ganaderos, hipotéticamente se podría argumentar que éstos se diferencian de los que habitan en zonas paramilitares, pues no se encuentran tan acosados por las vacunas que no son la fuente de ingreso más importante para la guerrilla. Además, los ganaderos del Caquetá en su gran mayoría también tienen coca, luego eso los hace entrar en el juego de las alianzas estratégicas. [3]

A la explicación de porqué no se ha desarrollado el paramilitarismo en el Caquetá, habría que agregar el hecho de que esta región no tiene la importancia económica que tienen las zonas en donde ha entrado el paramilitarismo, como por ejemplo el Magdalena Medio o el Urabá. En estas dos regiones el Estado, la industria y sobretodo la agroindustria, tienen enormes intereses que defender. Adicionalmente, son zonas que se encuentran geográficamente en medio de las grandes ciudades y polos de desarrollo económico del país, situación que no presenta el Caquetá por su condición de región marginal de frontera agrícola.

En ese sentido, actualmente el Caquetá es más preocupante para el Estado que para los intereses económicos privados y del paramilitarismo. La presión internacional contra los cultivos ilícitos, y en concreto la ejercida por los Estados Unidos, ha obligado a las instituciones del Estado a darle especial atención a estas zonas y a tratar de resolver el problema de los cultivos ilícitos combinando la ejecución de planes de sustitución de cultivos ilícitos con la represión ejercida por la fuerza pública.

3.1.3 La violencia y el caso de los indígenas Korebaju (Coreguages)

A partir de un hecho concreto sucedido durante el desarrollo de la investigación, presentaremos y analizaremos las diversas implicaciones que tienen los cruces de violencias ya señalados en zonas de cultivos de coca y con presencia de actores armados. Aunque el caso está referido a la zona de los indígenas coreguages este tipo de hechos se presentan con relativa frecuencia entre los colonos.

Durante el desarrollo de la investigación, ocurrió la masacre de siete indígenas en San Luis, una de las comunidades con las que trabajamos. Cuando ocurre esta masacre, una de las investigadoras se encuentra en la región para la realización de un encuentro con caciques y maestros. El desarrollo de los acontecimientos y la responsabilidad asumida con los indígenas nos llevó a tener una participación más activa dentro del conflicto que se estaba viviendo en el interior de este pueblo desde años atrás, pero que con la masacre adquirió dimensiones de tragedia. En un período de tres meses fueron asesinados 22 indígenas y desde 1993, 34, un número muy apreciable si se tiene en cuenta que la población actual es de 2000 personas aproximadamente, y que algunos de los asesinados fueron líderes o caciques de sus comunidades.

Como investigadores universitarios, somos invitados a colaborar en la elaboración del diagnóstico del pueblo coreguage y desde allí se han ido asumiendo responsabilidades para acompañarlos en su proceso de búsqueda de soluciones a la situación de crisis interna y a la violencia ejercida por actores armados externos. Adicionalmente se está trabajando en el perfeccionamiento y puesta en marcha del Proyecto de Vida.

Para entender la problemática actual es importante recordar algunos momentos claves en la historia del pueblo coreguage. Esta etnia, habitante primitiva de la región ubicada sobre los ríos Orteguaza, Caquetá y Peneya, recibe la afluencia del proceso colonizador que se inicia desde el siglo pasado con las compañías extractoras de caucho y que hacia la segunda mitad de este siglo se presenta de manera masiva, invadiendo su territorio. Esta colonización, que trae un modelo de desarrollo desorganizado y desbastador de la selva, se impone sobre la cultura del pueblo coreguage que progresivamente va siendo desplazado de sus tierras hasta verse reducido y cercado por los colonos. Es la primera violencia que se da sobre este pueblo. Sus valores y cultura se ven enfrentadas a una presencia más fuerte que termina por imponerse. El indígena adopta poco a poco la forma de vida del colono, su religión, su vivienda, el modo de vestir y sus consumos. A su vez, el Estado ha jugado un papel ambiguo en cuanto a las políticas hacia estas comunidades, una veces ha querido respetar sus procesos a partir de su cultura y otras, les ha impuesto las mismas reglas de juego de la cultura occidental, trasladando todos los vicios de la burocracia y de la corrupción administrativa.

Al llegar los cultivos de coca a esta región del Caquetá, se impone para los colonos un nuevo desarrollo basado en el monocultivo de la coca, su transformación y comercialización. Para los coreguages la coca era sagrada y utilizada para el mambeo, sin embargo penetra a sus chagras y comunidades como cultivo comercial en forma violenta. Con ella, al igual que le sucede a los colonos, llegan el dinero, el consumismo y la delincuencia. Es un desarrollo que fomenta el individualismo en detrimento de la organización, la solidaridad y los intereses colectivos. Este hecho hiere de muerte su cultura, que ya había sido violentada por la colonización. Sus tradiciones han cambiado, y al perder el respeto a la autoridad y a los mayores, pierden también el control sobre estos cambios y no tienen internamente quién les oriente sobre la forma como deben asumirlos.

Los proyectos de desarrollo, desde la cultura occidental, sin entrar en la discusión sobre su comprensión de cómo deben ser, difieren mucho de la comprensión del “desarrollo” que se tiene en las comunidades indígenas. Lo que para nosotros puede significar desarrollo, para ellos es proyecto de vida porque está íntimamente ligado a su cosmovisión y a su territorio desde donde se relacionan con el universo. Con esta visión entienden la producción, la salud, la educación, la organización y la autoridad. Por eso, cuando se llega a ellos, con un tipo de desarrollo orientado desde la perspectiva occidental de llevar salud, escuelas y créditos, se está violentando su cultura.

En el desarrollo económico que llega con el cultivo de coca a una región habitada por indígenas y colonos, confluye una diversidad de actores: campesinos-colonos, indígenas, comerciantes, narcotraficantes y guerrilla. Este se traduce en un bienestar económico que satisface las necesidades básicas fundamentales, pero que conlleva la presencia de la violencia propia de este tipo de desarrollo. Hablamos de una violencia generada por el movimiento de pasta base de cocaína para el comercio y la circulación de grandes cantidades de dinero para su compra, la imposición del dinero como valor primordial, la defensa armada de los intereses económicos y el armamentismo.

Del diagnóstico y análisis que hemos realizado, priorizamos los siguientes aspectos:

La violencia, manifestación central

La problemática interna tiene como núcleo central la violencia que se ha generado en el interior de las comunidades.

Causas externas del conflicto 

Se reconoce que en la crisis social, cultural y organizativa que se vive actualmente, la influencia de hechos y actores externos ha sido muy fuerte. Entre ellos se identifican:

Efectos en el pueblo korebaju (coreguage)

Una de las realidades más fuertes que se perciben en el interior del pueblo korebaju (coreguage), es el resquebrajamiento de su organización interna que se manifiesta en aspectos como: la pérdida de la autoridad tradicional, la atomización de las familias y comunidades tradicionales, la delincuencia, la delación, el alcoholismo, el abandono de los cultivos tradicionales por el cultivo, proceso y comercialización de la coca, y la progresiva toma de autoridad de actores externos para ejercer el control social.

Soluciones al conflicto

Es urgente encontrar soluciones. Unas en el corto plazo, que tienen que ver con la detención de los asesinatos y sobre las cuales ya se han empezado a dar pasos importantes, como la búsqueda de diálogo con los actores armados. Otras, a más largo plazo, en relación con el proyecto de vida y la recuperación de su identidad como pueblo. En ambos casos, los korebaju (coreguages) son conscientes que existe una problemática interna de su exclusiva responsabilidad, pero a su vez también saben que necesitan del apoyo y asesoría externos, que solicitarán en la medida en que lo consideren conveniente.

Las amenazas a la organización por parte de la violencia y del desarrollo caótico de la coca afectan también a los grupos de colonos del área de influencia de la producción y la comercialización del cultivo. Tal efecto será analizado en el siguiente aparte.

3.1.4 Dificultades para la organización

El trabajo que se realiza a través de pequeños proyectos de desarrollo, en su mayoría impulsados a través de organizaciones no gubernamentales, contribuye al desarrollo de la democracia, a fomentar la tolerancia, la disminución de la pobreza, a la defensa de la vida, de los valores y de los derechos humanos. Coadyuva la formación de hombres críticos para el desarrollo integral y para el liderazgo. En esa medida, tiene una enorme importancia. Pero en otro nivel, su contribución a la paz y a la disminución de la violencia es muy limitada, pues la búsqueda de la paz es un problema político de dimensiones nacionales, en la medida en que el conflicto armado busca el control del Estado. Este trabajo si bien forma ciudadanos conscientes que pueden exigir al Estado y a la guerrilla la terminación de la guerra, supone un proceso lento que es desbordado permanentemente por el conflicto armado.

La organización comunitaria: un espacio seriamente afectado

La coca debilitó el espíritu y las dinámicas de organización. Las personas que venían con una dinámica organizativa no han perdido el interés por la misma, pero se han visto amenazadas por los efectos sociales y económicos que han generado los cultivos ilícitos.

Uno de los principales efectos de los cultivos comerciales de la coca, para colonos e indígenas, es el debilitamiento y a veces extinción de sus organizaciones socioeconómicas, aunque sus implicaciones para unos y otros pueden ser diferenciadas.

Para los colonos fundadores, la organización constituyó la única posibilidad de construir una región donde no existía nada y en donde la unión de esfuerzos era imprescindible. En las regiones de estudio, a partir de la bonanza de la coca se dio un debilitamiento de las organizaciones sociales existentes, de mujeres, de jóvenes y de productores, entre otras. Una de las hipótesis que se podría esgrimir es que tales organizaciones fueron creadas para resolver colectivamente necesidades básicas. Este objetivo es difícil de alcanzar por la falta de recursos económicos, por las resistencias al trabajo comunitario, por la ausencia de proyectos regionales y por la falta de articulación entre las instituciones del Estado y de la sociedad. Con la llegada de la coca, sus miembros encontraron que tales necesidades se podían solucionar de manera individual. La coca ofrece ingresos y trabajo permanente, sus ritmos de producción son diferentes a los de los cultivos anteriores que estaban determinados por los ciclos de invierno y verano. El ciclo de la coca es permanente: cada 45 días hay recolección de hoja y los tiempos ociosos se reducen. Para la organización comunitaria tales tiempos de ocio son fundamentales para las reuniones, la capacitación y las gestiones propias de cualquier proceso organizativo.

Uno de los planteamientos más fuertes por parte de los miembros de la Vicaría del Sur[4] sobre los efectos de la coca es la pérdida de la dinámica organizativa de los diferentes grupos de la sociedad acompañados por ellos. Según ellos, la economía de la coca puso a la gente a trabajar y a pensar sólo en esa actividad, incluso por las mismas exigencias que tiene el cultivo:

Antes habían meses de más trabajo en el campo y meses de menos trabajo, pero el campesino podía sacar unos días para los cursos y las reuniones. Hacer un trabajo comunitario era más fácil, pero llega la coca y hay que recoger la hoja, usted puede hacer el programa que quiera pero hay que recoger hoja. Muchos ya no trabajan en sus fincas sino que van a otra parte y eso hace que el tiempo del campesino ya no lo programe él. Antes la gente cultivaba productos tradicionales y las mujeres preparaban comida para 5 o 6 personas que habían en la finca, hoy esa misma señora tiene que ponerse a preparar la comida de su marido y 25 campesinos más que hay en la finca. Ahora toca programar los cursos según las épocas en que sea la cosecha[5].

La sensación que existe entre la mayoría de los habitantes es que a través de la coca se resuelven muchos problemas y, por lo tanto, no es muy necesario estar en cuanto grupo y reunión que busquen solución a los problemas en forma comunitaria. Esto se complementa con la enorme dificultad que representa para los oriundos interesados en crear región, controlar la nueva población que invade literalmente sus espacios.

Hay una mayor dificultad de generar organización con una población flotante tan grande como la que hay en el Caquetá. Esta población no tiene arraigo ni claridad sobre su futuro. No está interesada en construir región. Entre las personas que llegan a las zonas de cultivos ilícitos, algunas vienen con un marcado interés utilitario ligado a las bondades económicas de la coca y permanecerán allí hasta que duren estas bondades. Otros, con menos recursos, requieren de cierto tiempo para saber si pueden establecerse y eso dependerá del éxito económico y de su capacidad de adaptación y arraigo a la zona. La coca es una oportunidad al alcance de la mano, pero que por su condición de cultivo ilícito presenta mucha incertidumbre ante la posibilidad de las fumigaciones, de la erradicación o frente a la fluctuación de los precios.

En Curillo, el coordinador del grupo juvenil comenta:

por ahí hicieron un censo de la población juvenil entre los 14 a los 24, no recuerdo bien si eran como 1.600 o 2.600, si uno habla de 2.600, uno puede decir que por ahí el 60% está metido en eso.

Es difícil de verificar esta cifra, sin embargo es importante la percepción que tiene este joven que ha buscado llegar de alguna manera a esta franja de la población a través del grupo juvenil.

Yo creo que en este pueblo es difícil llegar a rescatar esta población, porque yo vengo y abro la puerta y los que quieran jugar ping-pong pues que jueguen. Los jóvenes tienen las puertas abiertas del grupo juvenil de Curillo... la cuestión de ellos es, en estos momentos y anteriormente es que el día de trabajo como lo llaman ellos son los sábados y domingos, el lunes es para descansar y dormir, el viernes ya salen a dar la vueltica en el pueblo y a esperar las órdenes del patrón, se echaron el billete al bolsillo, sus 5 o 10 millones de pesos y uno los encuentra en la heladería que van a pagar una cerveza y sacan el rollo de billetes, es el rollo, la costumbre que ya tienen. Lo otro es cada uno ya maneja su propio revólver, eso es tan delicado, Ud. sabe que toda esa gente que maneja su revólver, maneja su plata, ellos mantienen en otro cuento, y uno como llegar así y le diga vamos a jugar fútbol esta tarde, es como ofenderlos, le da su balazo de una vez.

Para el caso de los indígenas korebaju (coreguages), la posibilidad de controlar comunitariamente la producción de coca está muy distante, pues los efectos económicos son muy grandes frente a la ausencia de otras posibilidades, generando un proceso creciente de individualismo en el trabajo y el consumo:

En la chagra, los cultivos, sobretodo el maíz, era comunitario, lo sembraba toda la comunidad. Los jóvenes lo recolectaban y lo apilonaban para echarlo en una lancha hacia Florencia, pero sobretodo eran los jóvenes los encargados de eso... Ahora la gente se acostumbró al trabajo fácil, la comunidad perdió ese ambiente comunitario del trabajo y de trabajar la tierra, porque la coca era más fácil de picar con una guadaña, de fumigarla, de rasparla, entonces el trabajo es ahora menos duro. La gente se volvió individualista, egoísta, ya no lucha comunitariamente.[6]

Además, los mismos líderes se han involucrado de uno u otro modo en la actividad comercial de la coca, lo cual dificulta imponer su autoridad al respecto. "Por la plata la gente no obedece, la plata es como un Dios, la plata manda” dicen los líderes.

La organización entre los indígenas constituye una cuestión de orden vital, en la medida en que sólo a través de ella será posible dar continuidad a su identidad étnica. Su permanencia como etnia y la interlocución frente al Estado, dependen fundamentalmente de sostener una organización socio-política propia e independiente. No es este el caso de los colonos, puesto que si bien la organización es un instrumento importante para su desarrollo, no es imprescindible para su sobrevivencia étnico-cultural.

Es muy diferente el caso de los Inganos, puesto que entre ellos se está dando un proceso de recuperación de la organización del Gobierno Mayor y del Consejo de Ancianos. Esto ha servido para que haya un mayor entendimiento y respeto hacia las autoridades tradicionales. En concreto, se ha recuperado el castigo con rejo para quienes cometen faltas. Los ancianos determinan el número de rejazos que debe recibir la persona castigada de acuerdo al delito cometido. El castigo se hace en comunidad frente a un Cristo y la persona que lo recibe permanece acostada boca abajo.

Los Inganos, aunque han perdido muchas de sus tradiciones y costumbres, y están muy mezclados con los colonos y dejando de hablar su lengua nativa, conservan aún un gran respeto por la autoridad de los ancianos. Además, han iniciado un proceso de recuperación de la medicina tradicional en torno a los curacas, que aún se conservan en muchas comunidades. Este proceso, les ha permitido, a pesar de la colonización y la fuerte influencia que sobre ellos ejerce, conservar valores tradicionales en torno a la organización familiar, la religión católica y el respeto a sus padres y mayores.

En este proceso ha influido también el hecho de que en el Caquetá la colonización de la cordillera ha sido más lenta y menos agresiva. Además, la estrecha unión con las familias del grupo mayoritario de Inganos en el Putumayo, les permite un mayor arraigo a sus tradiciones.

Podríamos concluir, que en la perspectiva de un desarrollo integral, el trabajo de promoción, organización y educación popular en zonas de cultivos ilícitos, es una alternativa válida en el largo plazo, por cuanto en este momento la dinámica de los cultivos ilícitos y los dictámenes de la guerra, afectan significativamente los procesos organizativos.

Esto no significa que el trabajo de organización no sea válido, lo es para la democracia y la educación popular, pero sus efectos tienen una temporalidad diferente a la dinámica del conflicto y de la paz. En el Caquetá, el movimiento armado está en una fase de crecimiento militar que, de acuerdo a las acciones que está realizando, busca llegar a una negociación a través de la radicalización de la vía armada. Esta estrategia desborda e interfiere los proyectos de promoción, organización y participación comunitaria. Con estos proyectos, se tiene incidencia en el nivel de la conscientización, la formación para la participación ciudadana, pero no en el nivel político-militar.

Las Marchas de los cultivadores de coca[7]

Aunque las marchas hubieran tomado por sorpresa a todo el país y aún a la mayoría de los marchistas, todo parece indicar que no fueron improvisadas. Se esperaba una coyuntura propicia, la hora cero y en el Caquetá, fue la política de fumigaciones en el Bajo Caguán, y el inicio de la "Operación Conquista" por parte del Ejército.

Es en la región del Bajo y Medio río Caguán donde primero se iniciaron los cultivos de coca, y donde se puede hablar de cultivos comerciales con mayor número de hectáreas sembradas. También las FARC tienen allí tienen más historia y organización. Su presencia y expansión en esta zona es casi simultánea a la llegada de la coca, en el año de 1979. Son ellos quienes con las Juntas de Acción Comunal y el Comité de Colonos del Caguán, elaboran la propuesta de un plan de desarrollo para la región apuntando a la sustitución del cultivo de la hoja de coca en 1985.[8] Después del fracaso de este proyecto, apoyan el cultivo de coca como alternativa económica. Igualmente, la influencia del Partido Comunista y sus diferentes organizaciones en el norte del departamento ha sido mayor.

Estas razones explican por qué las marchas, que tienen como objetivo abanderar la no fumigación de los cultivos, se inician en el norte del departamento. En Santuario, una Inspección de Policía distante 20 kilómetros de Florencia, se van congregando los marchantes del norte provenientes de localidades como: Remolino, Cartagena del Chairá, Puerto Rico, Doncello, Rionegro y los que habitan a lo largo de los ríos Orteguaza y Peneya, San Antonio de Getuchá, Remolino del Orteguaza, Granarios.

Provenientes del sur del departamento y de la Baja Bota Caucana, se movilizan campesinos de Sabaleta, La Novia, Yurayaco, Fraguita, San José del Fragua, Curillo, Solita, Valparaíso. Llegan hasta Morelia, también distante de Florencia 20 kilómetros. Los puentes y los ríos son los lugares estratégicos de los enfrentamientos entre los marchistas y el Ejército, que coloca alambres de púas conectados a cables de alta tensión, para impedir el paso de la marcha hacia la capital, Florencia.

La organización y participación en las marchas no se da de la misma manera en todas las regiones. Esto obedece a diferentes factores: las distintas formas de presencia de las FARC, la actitud de los comandantes de los frentes guerrilleros, y la manera cómo los campesinos fueron reaccionando frente a la presión de movilizarse hacia Florencia.

Podemos decir, que en algunas regiones la presión y el control de la marcha por parte de las FARC son mucho más directos. En otras, se da mayor independencia en cuanto a la organización y al nombramiento de los representantes y los coordinadores de las diferentes comisiones. Sin embargo, el temor y la intimidación por parte de las FARC es un denominador común. Este temor se genera en algunos lugares por presión directa, a través de notas y mensajes enviados a los Presidentes de las Juntas de Acción Comunal, y en otros por rumores. Seguramente, sin la presión de las FARC, no se hubiera dado una movilización de estas dimensiones. Directa o indirectamente, la orden se cumple en todo el departamento.

Las diferencias en la organización de la marcha afloran en la medida que se va avanzando hacia Florencia y la concentración de la población va creciendo. La combinación de lo legal con lo ilegal causa incertidumbre, desconcierto, miedo, contradicciones. Así mismo, la participación de un grupo tan diverso de actores sociales tales como: los colonos tradicionales con sus familias, los raspadores de hoja, los trabajadores ocasionales, los arrendatarios y los dueños de plantes, los comerciantes, los infiltrados de parte de la guerrilla, y de los organismos de seguridad del Estado, hace más difícil cualquier tipo de acuerdo.

Se puede decir, que la dirección legal de la marcha va surgiendo durante ella y que las condiciones de cumplir una "orden", dificultan el surgimiento de líderes naturales. Son ellos los que tienen que sortear todas las dificultades, desde la solución a las primeras necesidades (alimentos, ollas, carpas, medicinas), hasta los contactos con las autoridades civiles y militares, la elaboración de los pliegos de peticiones al gobierno y los contactos con los marchistas de las diferentes regiones del departamento. Además, el temor creado por la campaña del Ejército hacia los "organizadores de la marcha", por quienes ofrecen recompensa y por la presión de la guerrilla a cumplir sus órdenes, los hace vivir en una continua situación de tensión que necesariamente se refleja en la coordinación, en la falta de comunicación con los marchistas y en la contradicción entre las diferentes órdenes.

A esta situación se une la permanente confrontación militar, el efecto de los gases lacrimógenos, los muertos y heridos, las incomodidades por el hacinamiento, la distribución de alimentos, las altas temperaturas y los fuertes aguaceros, las enfermedades, y la espera de una negociación que les permitiera regresar a sus fincas abandonadas durante 45 días. Todos estos factores unidos, van caldeando cada vez más los ánimos. Cualquier tipo de acción, hace explotar la bomba de tiempo allí concentrada. Además, el alto porcentaje de raspadores de hoja -jóvenes sin ningún control-, que no atienden a los coordinadores, termina por desbordar la difícil capacidad de organización y es causante de la mayoría de los desórdenes, en los que se abstienen de participar los campesinos-colonos.

La vinculación de los raspadores de hoja evidencia un nuevo actor social que no existía: los raspachines. Como tales, nombran en la mesa de negociaciones su representante. Este hecho, no se puede desestimar de ninguna manera, dada su caracterización y la influencia que tienen dentro de la población general.

Un dirigente campesino hace la siguiente síntesis de las marchas:

Las originaron las fumigaciones. Las orientaron e impulsaron, las FARC. Las hicieron los campesinos. Las financiaron, lo campesinos y el comercio en general.

3.1.5 El futuro de la coca visto por los jóvenes

En los talleres realizados, los jóvenes representan a través de dibujos cómo se imaginan el futuro con o sin coca. Los siguientes cuadros muestran la tendencia de dichas opiniones:

Futuro optimista CON coca
Futuro pesimista CON coca
- Se mantendrían la oferta de trabajo en los laboratorios y en los plantes.
- Habría progreso, mucho comercio y movimiento de personas, carros y lanchas
- El pueblo giraría alrededor de bares y cantinas, de la compra de coca y del comercio en general
- Más baile y juegos de azar.
- Habría más plata
- La gente usaría ropa buena y de marca (Manpower, Rifle y Gamín) y comería bien
- Habría casa con materiales de buena calidad con ladrillo, cemento y teja
- Tendrían planta eléctrica y más electrodomésticos en las casas
- Habría fumigaciones aéreas y destrucción ecológica. Muerte de animales, peces y naturaleza en general.
- Mucha coca dejaría de ser rentable
- La gente se iría a otras ciudades porque le daría pereza trabajar en otras cosas diferentes a la coca
- Los niños querrían estudiar y los papás no lo permitirían por las exigencias del trabajo con la coca
- Más guerra, violencia generalizada y egoísmo
- Más persecución por parte del gobierno colombiano y de los extranjeros.
- Más angustias y bandas subversivas
- Vamos a ser más nombrados como narcotraficantes
- Más riñas y muertes callejeras
- Más narcotraficantes
- Desunión y distanciamiento en las familias
- Más degeneramiento por la prostitución y el licor

Futuro optimista SIN coca
Futuro pesimista SIN coca
Se recuperarían las fincas y sembraría maíz, plátano, piña, yuca, frutales etc.
- Habría más ganadería y pesca
- La gente se volvería más católica y volvería a misa
- La producción no sólo sería para el consumo sino para el comercio
- Un panorama desolador. Los pueblos y las fincas quedarían solos, no habría movimiento de carros y de canoas
- Los jóvenes no tendrían dinero
- Los negocios se acabarían, las discotecas estarían vacías y las casas quedarían desocupadas o en venta
- Habría peleas porque no hay plata para pagar las deudas.
- Habría robos y atracos a las casas y fincas a las personas y a los buses porque la gente no tendría que comer.
- No habría antenas de televisión
- El terreno donde se sembró la coca quedaría estéril. Desastre ecológico
- Se aguantaría hambre
- Habría más sicarios
- Habría más presos en la cárcel por la delincuencia
- La gente estaría aburrida sin trabajo
- Todo sería guerra y desgracia. Habría muchos muertos y el cementerio estaría lleno de tumbas

En la ampliación de los temas que aparecen en las diferentes carteleras se da una amplia discusión que trataremos de recoger enseguida. En los cuadros se hace la separación entre los que tenían una visión más optimista y los que tenían una visión más pesimista del futuro con o sin coca. Es importante aclarar que los muchachos se imaginan un futuro con coca diferente al presente con coca, en la medida en que lo vislumbran como una acentuación de los problemas actuales o como una situación de nueva bonanza cocalera.

Futuro con coca optimista

Los que miran con optimismo el futuro de la región con coca basan sus argumentos en las ventajas económicas y materiales de dicho futuro, que tienen que ver con las posesiones, con el consumo, y con la adquisición de bienes “modernos”[9], que en otras circunstancias no se podrían obtener.

Esto refleja que frente a un pasado de carencias, se valoriza enormemente la posibilidad de comprar lo que antes les estaba negado. [10]

Futuro con coca pesimista

Para algunos el futuro visto de una manera pesimista, está más relacionado con las consecuencias negativas de la coca, tanto por las acciones del gobierno encaminadas a la erradicación de los cultivos ilícitos como por los hechos de violencia que se han generado por el movimiento de dinero y las consecuencias ecológicas de la tala de montaña, las fumigaciones y el empleo de los químicos. Sin embargo, el grupo de los jóvenes que ve más las consecuencias negativas es minoritario frente a las opiniones de los otros jóvenes.

En general, los jóvenes comentan que la coca no se va a acabar y que la única forma de erradicarla sería a través de la legalización, porque de esta manera el negocio dejaría de ser rentable. Mencionan también, que habría muchos huérfanos de la violencia que se irían para la ciudad y otros se quedarían vagando en el campo.

En cinco años la situación va a ser muy difícil, no va a haber confianza ni en la mujer porque ella también lo puede a uno robar. Todos se acostumbraron a tener dinero. El tener cambió la manera de pensar. Comer y vivir para mañana morir. Las familias vivirán en la inseguridad cotidiana por la violencia. Va a haber muchos hijos regados sin padres. Para la guerrilla va a ser difícil que la coca se acabe porque ellos viven del impuesto. Van a haber más recursos para la guerra. Aunque la coca le haga daño a mucha gente hay que seguir cultivando y raspando porque no hay otra alternativa, el maíz no compensa, el ganado da un poquito. Los créditos del Plante no son alternativa porque un crédito de un millón vale millón y medio en los papeles para sacarlo.

Así resume un grupo de recolectores de hoja de Sabaleta, miembros de un grupo de jóvenes animadores cristianos, lo que pasaría en un futuro con coca dentro de cinco años.

Futuro sin coca optimista

En general, los jóvenes no se plantean la posibilidad de un futuro sin coca. Esta generación no conoce cultivos diferentes a la coca. Sin embargo, hay una tendencia con visos de resignación, hacia la recuperación de la producción agropecuaria tradicional orientada hacia el comercio, y de las tradiciones religiosas abandonadas por el desarrollo de la coca.

El templo estaría lleno porque no habría plata para tomar, se acude al templo cuando hay necesidades. Esto sucedió cuando las marchas cocaleras[11].

Futuro sin coca pesimista

Los jóvenes tienen como único referente al cultivo de la coca. Esta realidad les permite vivir con cierta solvencia económica, y le da posibilidades de trabajo a toda la familia. Por ello, con dificultad pueden imaginar un futuro sin la presencia de este cultivo y cuando lo vislumbran, su visión es más pesimista.

Curiosamente, se da una coincidencia en la forma negativa como tienden a percibir el futuro con o sin coca. Esta coincidencia puede entenderse, desde los jóvenes, por varios motivos. Los pesimistas ante el futuro con coca, son los que le ven más elementos negativos al presente con coca y en un escenario futuro los perciben agravados. Los que ven el futuro sin coca con pesimismo son los mismos que le conceden más elementos positivos al presente con coca, que dejarían de existir en la hipótesis de la ausencia de este cultivo.

Las consecuencias negativas de la coca en un futuro pesimista, están muy relacionadas con hechos de violencia. En el análisis ésta aparece tanto con coca como sin ella, con una preocupación de que crecerá aún sin coca, por las costumbres que se han generado en el manejo del dinero. Al no haber coca no habrá trabajo, y la recuperación de los suelos para la agricultura será muy lenta después de veinte años de monocultivo, “donde hay plante ya no sale ni rastrojo. La tierra habría que dejarla descansar diez años o ararla”, dicen los jóvenes entrevistados. En la ampliación del tema, los jóvenes comentan ya haber tenido la experiencia de no tener coca después de las marchas campesinas de 1996, cuando los cocales fueron abandonados por más de 45 días. Debido a esto surgieron bandas de delincuentes que robaban toda clase de cosas (dinero, zapatos, comida).

La gente considera que es peor la violencia que se genera por la pobreza, que la que se genera por la alta circulación de dinero. Cuando hay dinero roban los maleantes, cuando no lo hay podría robar cualquier persona. No es la condición de ser pobre lo que genera la violencia, sino volver a la pobreza después de haber vivido las dinámicas generadas por la circulación del dinero de la coca. Esto se da en forma diferenciada según el actor social que sea. La franja de población (en su mayoría jóvenes) que creció en la cultura de la coca ya sea como raspadores o comisionistas, va a ser la principal gestora de esta nueva violencia. Según ellos, los campesinos colonos tradicionales sí conservarían el valor del trabajo honrado.

Así mismo, los muchachos comentan que aquellos que han vivido de la coca ya no van a querer vivir de otra cosa, y los que han conseguido dinero se irán del pueblo. En donde había coca, aparecerá monte. Se empezará a cultivar comida porque hoy todo se compra con la ganancia de la coca. Los muchachos se van a quedar en la casa y los "raspas" se irían a robar, o ingresarán a las filas de la guerrilla o del Ejército.

El escenario de la post-coca presenta un problema mayor para el campesino pequeño cultivador que no tiene recursos para irse en la medida en que cultiva por necesidad. Este tipo de cultivador, es el que tiene que buscar otras alternativas, a pesar de los costos que le represente en tiempo, tecnología y dinero.

Indígenas Korebaju (Coreguages)

Futuro con coca
Futuro sin coca
- La gente se vestiría con ropa de marca
- Habría mucho dinero
- Se podría hacer casas de materiales de buena calidad (ladrillo, cemento y teja)
- Se podría comprar electrodomésticos (televisión, nevera y planta eléctrica)
- Se podría comprar deslizador (lancha rápida)
- El dinero alcanzaría para sostener a dos mujeres y a dos familias
- Habría mas animales (ganado y especies menores)
- Habría distanciamiento entre las familias
- Mayor producción de maíz, plátano, yuca, pesca y ganadería tanto para el autoconsumo como para el comercio con los colonos
- Habría una vida comunitaria más intensa
- Mayor número de niños estudiando y participando en las escuelas
- Familias sembrando en la chagra y trabajando unidas
- Recuperación de la cultura tradicional en fiestas, bailes, artesanía, construcción de la maloca y comida

En el trabajo con los coreguages participa toda la comunidad. A diferencia de los colonos ellos tienen una mayor tradición de trabajo comunitario, pues han vivido congregados en comunidades y han tenido la chagra como centro de producción de la familia.

Los korebaju (coreguages) no se diferencian mucho de los colonos en relación con el consumo y manejo del dinero que se ha generado con la coca. Por eso el futuro con coca tiene que ver con lo que hasta ahora ha significado para ellos el acceso al vestido, a los electrodomésticos y a la alimentación. Sin embargo, cuando se les pregunta acerca de un futuro sin coca, lo asocian con la recuperación de las tradiciones culturales seriamente afectadas.

Las opiniones sobre el futuro con o sin coca en el seno de la comunidad korebaju (coreguage), muestran las distintas percepciones que existen sobre los efectos de la coca en la comunidad. Hay un grupo de jóvenes no estudiantes que analizan positivamente las consecuencias del desarrollo de este cultivo. Su pensamiento es muy parecido al de cualquier joven colono pragmático que valora enormemente los recursos que llegaron a través de la producción y comercialización de la coca. Hay otro un grupo de líderes y de maestros bilingües que manifiestan gran preocupación por los efectos que ha tenido la coca sobre la cultura. Curiosamente, los que más contacto han tenido con la cultura y la educación occidental, a través de estudios superiores, son los más interesados en acabar con la comercialización de la coca y en la recuperación de su uso y significación tradicional. De la resolución de este conflicto interno va a depender el futuro de la etnia korebaju (coreguage), ya sea hacia el fortalecimiento cultural propio, o hacia la asimilación de la economía y los valores occidentales.

3.1.6 Intervención del Estado

Es claro cómo los planes que el gobierno ha formulado para la substitución de cultivos no son apropiados para los diversos actores económicos de la zona. La queja más común son los exagerados intereses que tienen los créditos del programa PLANTE. Los colonos que ya llevan un buen tiempo criando y engordando ganado, sacan sus cuentas y concluyen que con esos costos es imposible hacer crecer sus ganaderías. Si el programa no se reforma rápidamente, se verá destinado al fracaso total pues son muy pocos los colonos y ganaderos que han asumido dichos créditos para la sustitución:

Las instituciones han frenado el desarrollo de la organización. Por la necesidad hemos caído en la trampa de lo que ofrecen. Hacen con nosotros lo que les da la gana. Nosotros hemos tocado todas las puertas. Pero más es el tiempo que se pierde. A uno lo mandan de oficina en oficina y es que entre ellos mismos no están de acuerdo. Cada rato cambian de parecer. Con los fracasos que hemos tenido aprendimos a conocer mucha cosa, conocer los engaños. Es que no hay políticas que favorezcan al campesinado. Parece que estuviéramos pidiendo una limosna, cuando es una obligación del Estado. Al gobierno no le interesa que el campesino progrese. Mucho menos la organización. Vinieron los de Naciones Unidas, ahora vienen los de PLANTE, que la Red de Solidaridad, pero todos tienen los mismos vicios y aquí no llega nada, o si llega, ya se han robado la mitad y nos dejan las migajas. Además, nunca nos preguntan cómo deben ser las cosas y cuando opinamos, ellos ya tienen las decisiones tomadas, entonces ¿para qué creerles?[12].

La represión es la otra cara de la intervención estatal. Su acción es más disuasiva que ofensiva o destructiva. Es decir que la presencia de la fuerza pública se traduce en una mayor dificultad para el cultivo y el trafico de ilícitos, pero no afecta sustancialmente a esta actividad económica. En concreto, los compradores de base de coca cambian sus rutas según sea la movilidad militar en la región. En cuanto a la fumigación, el gobierno ya sabe que esta acción puede generar una nueva y masiva movilización de la región entera. No es claro el panorama en ese sentido, pues el gobierno sigue hablando de fumigación y la guerrilla sigue hablando de nuevos paros en el Caquetá. Algunos testimonios recogidos muestran que mucha gente preferiría salir definitivamente de la región antes que volver a marchar, debido a los sacrificios que se derivaron de su presencia en el paro. Es decir, una fumigación masiva puede que no genere una protesta tan grande como la del segundo semestre de 1996, pero sí una migración masiva de personas hacia otras regiones, fenómeno que muy seguramente traería consigo nuevos problemas sociales y económicos.

En el Caquetá las fumigaciones se iniciaron en Cartagena del Chairá a mediados de 1996 y dieron origen a las marchas cocaleras mencionadas anteriormente. En el sur del departamento las fumigaciones comenzaron, según comentarios de los colonos, en los meses de julio y agosto de 1997:

Por las veredas de San Antonio de Getuchá ya empezaron a fumigar, la gente comenta que les han fumigado las plataneras y las yuqueras. No se han fijado si son cultivos grandes y pequeños. Han fumigado igual por todas partes[13].

3.1.7 Las posibilidades de la guerra y de la paz

Una de las alternativas que se están poniendo en marcha para terminar con el conflicto armado, es que la sociedad civil se movilice masivamente a favor de la paz elevando así el costo político de hacer la guerra. Se trataría de concientizar a los actores armados en el sentido de que la continuación de la guerra equivaldría a atacar a la sociedad misma. La dificultad de esta propuesta reside en el enorme fraccionamiento que caracteriza a la sociedad civil colombiana y que le impide actuar en bloque, como sí sucede en el caso de la sociedad española con su repudio frente a la ETA. Detrás de los actores armados: guerrilla, paramilitares y Ejército, existen también muchos sectores de la sociedad civil interesados en la continuación de la guerra. Buena parte de la sociedad civil colombiana no es civilista y de ahí la dificultad para crear una hegemonía en torno de la paz. De esta división de la sociedad sacan provecho los actores armados para crear e incrementar sus propios públicos.

La otra alternativa es el desarrollo de la guerra misma hasta que los actores armados consideren que la vía militar agota sus posibilidades. Lo que se buscaría es el acorralamiento del enemigo para después sentarse a la mesa de la negociación. Sería una situación en donde la buena voluntad de las partes poco importaría y se trataría de imponer la lógica de la fuerza al proceso de negociación. Se negociaría con base en la correlación de fuerzas existentes y no con base en los llamados de tipo humanitario provenientes de algunos actores de la sociedad civil. La limitación de esta otra salida es que las dos partes siempre considerarán que están en condiciones de someter militarmente al enemigo, y difícilmente reconocerán que están acorralados y por lo mismo obligados a la negociación. Los bandos en conflicto han demostrado que prefieren el uso del terrorismo antes que aceptar que están en importante desventaja militar. Esta situación puede prolongarse indefinidamente a un costo muy alto para la sociedad colombiana.

Estas dos vías que reflejarían dos polos o tendencias opuestas, en la realidad se presentan en forma simultánea. Su diferenciación es importante en términos del análisis y de la comprensión del problema, y porque creemos, desde la realidad del Caquetá, que la segunda tendencia (la militarista) es la que se está imponiendo hasta ahora. Somos conscientes de que es una ingenuidad desconocer que hay importantes sectores de la sociedad civil que están a favor de la guerra, y que se encuentran detrás de los actores armados atizando el conflicto.

Podríamos concluir que la economía ilícita de la región va a estar determinada por la evolución del conflicto armado, y más específicamente, en el caso del Caquetá, por el tipo de intervención de la guerrilla.

3.2 VIOLENCIA Y DESARROLLO EN EL HUILA

La coca y la amapola son cultivos ilícitos que han hecho que se establezca un corredor comercial entre el Caquetá y el Huila. Entre los aspectos que identifican a los cultivos de coca y de amapola  encontramos: un mercado asegurado del producto; participación de toda la familia, así sea en pequeñas cantidades; no hay generación de riqueza, pero sí una estabilidad económica; generación de un desarrollo estrictamente económico; ausencia de presencia institucional del Estado; aparición de un modelo de desarrollo acompañado de hechos y de actores violentos que controlan la economía ilícita, y que tiene un efecto de estancamiento sobre los procesos organizativos de la sociedad civil.

A su vez, en la medida que hay un crecimiento sostenido y / o un decrecimiento, los efectos en la población y en la economía, van a ser más o menos determinantes y se van a establecer diferencias como las que señalan en el siguiente cuadro, elaborado a partir de la información obtenida durante los talleres realizados con jóvenes y adultos de la población de Rionegro:

COCA
AMAPOLA
Su crecimiento es sostenido
Su crecimiento ha estado determinado por las bonanzas
En el Caquetá no ha disminuido el ritmo de los cultivos, tampoco han disminuido los índices de violencia
Al disminuir el ritmo de los cultivos han disminuido los índices de violencia
Es un cultivo permanente
Es un cultivo transitorio
La coca, al ser un monocultivo, hace más frágil la producción
Al ser un cultivo diversificado, es menos frágil
Los cultivadores la procesan y comercializan
El trabajo es más segmentado, en la medida que el productor no es transformador
Ofrece posibilidades de trabajo permanente
La población cultivadora se sostiene
Al no darse un crecimiento sostenido, la gente que había llegado motivada sólo por el cultivo, salió
Se mantienen el cultivo campesino y el comercial
Se mantienen básicamente los cultivos campesinos
La estrategia frente a la fumigación ha sido la protesta masiva y la intención de un conflicto abierto contra el Estado
La estrategia frente a la fumigación ha sido de no protesta para evitar el conflicto y el enfrentamiento entre guerrilla y ejército

En relación con la violencia, se dan características similares a las zonas de cultivo de coca por tratarse de los mismos actores. En el caso de la guerrilla en zonas amapoleras su presencia es fuerte y parece manifestarse más claramente en las zonas rurales que en las urbanas. Según los testimonios, la entrada de la amapola a finales de los años ochenta contó con el beneplácito de la guerrilla. La sensación que se tiene es que aquí la guerrilla se toma de vez en cuando los cascos urbanos de los pueblos amapoleros (Isnos, San Agustín, Iquira), mientras que en el Caquetá los pueblos siempre están tomados y es el Ejército el que de vez en cuando los recupera. Aun así, la presencia cotidiana de la guerrilla es un hecho palpable:

En Rionegro la guerrilla no nos ha hecho estragos porque ellos vienen siempre a colocar el orden. Ellos nos colaboran en lo de altas horas de la noche, en las discotecas. En los billares nos colaboran para que los jóvenes no los dejen ir a esos sitios. Controlan mucho lo de la prostitución, que vengan con sus respectivos carnés. A nivel de robos también castigando a las personas, llamándolas a que reaccionen diciéndoles porque hizo eso. Entonces no podemos decir que ellos son malos han sido como partes de nosotros[14].

En 1993, cuentan los pobladores, se organizó una banda de ladrones y la guerrilla la acabó. Según ellos, en Rionegro no prosperan las bandas de atracadores pues tanto la comunidad como la guerrilla se encargan de controlarlas.

En el nivel económico la guerrilla también cumple un papel determinante pues controla los cultivos y cobra un impuesto a los compradores de $40.000 por kilo (agosto de 1997). Además la guerrilla obliga a la gente a sembrar árboles y a no pescar trucha en las quebradas. El que siembre una hectárea de amapola debe sembrar una de comida, al igual que sucede en el Caquetá.

En relación con la actitud que la guerrilla ha asumido frente a las fumigaciones la gente manifestó:

La guerrilla no hizo nada, de pronto ellos si quisieran, pero la gente no quiso por evitar que viniera el ejército. Ellos decían: nosotros estamos a lo que nos diga la gente, si nos dicen que tumbemos las avionetas lo hacemos[15].

Con respecto a la violencia ejercida por los narcotraficantes en la zona de producción de amapola, los pobladores no tienen memoria de este tipo de acciones. Ello puede explicarse porque las actividades comerciales de los "narcoamapoleros" se han concentrado en Pitalito y Neiva. Inclusive, la imagen que los cultivadores tienen de los comerciantes de amapola es la de “personas muy serias” que no se enredan en los casos de violencia que se presentan en la zona.

El auge de la amapola es recordado como un periodo que marcó historia en la vida del pueblo y todos lo tienen muy presente. Uno de sus efectos más notorios es el incremento de la violencia. Incluso cuando se realiza el taller sobre la época anterior a la aparición de la amapola y sobre el apogeo de la misma, un niño expresa: “Yo quiero participar en el grupo del apogeo de la amapola, para poder dibujar harta gente muerta”. Los adultos también tienen el mismo recuerdo:

De los muertos un 30 o 40 por ciento era de los que llegaron porque venían debiendo cosas de por allá. Un muchacho que vino de Valledupar y que tocaba con un coco lo mataron y duró como dos días y nadie lo enterraba hasta que nos tocó a los del pueblo[16].

Al recordar la época del apogeo de la amapola así se expresan:

La gente se escondía en las casas por temor a las peleas y balaceras que se presentaban en cualquier momento. Había una caseta comunal en la que cada día aparecían dos y tres muertos muchas veces sin saber como se llamaban ni de donde eran. El fin de semana, es decir, el mercado se extendía hasta el día lunes y hubo necesidad de cerrar el colegio ese día por el peligro que representaba para los muchachos las balaceras en la calle de enfrente[17].

“Pero la solidaridad sí siempre existió”

En Rionegro y al igual que con la coca, la organización de la comunidad se ve afectada por la bonanza de la amapola en la medida en que ésta desborda sus alcances.

El espíritu de organización se perdió, lo que pasaba, es que como el problema de la inseguridad se puso tan terrible, a todo el mundo le daba miedo. Entonces la organización se acabó en ese tiempo, dos o tres años del apogeo, pero la solidaridad si siempre existió. (...) El párroco de Iquira de ese entonces nos decía a nosotros miren por favor, hagamos algo por Rionegro, cobremos un impuesto a esa gente que viene a comprar, que ellos nos colaboren y dejemos algo del apogeo, que no queden solamente muertos. Pero no hubo una persona que encabezara[18].

En la comunidad siempre se mantienen el espíritu de solidaridad y algunos comités de salud, templo y deporte. Pero estas actividades se dificultan por la gran cantidad de gente que se radica en el pueblo atraídos por la bonanza amapolera.

3.2.1 El futuro de la amapola visto por los jóvenes

La población en general y los jóvenes en particular, pareciera que se han acostumbrado a las fumigaciones y las han integrado a sus estrategias productivas y de supervivencia. Ante las fumigaciones sistemáticas, los cultivos comerciales de amapola ya no se dan con la misma intensidad. Sin embargo, el campesino conserva sus pequeños lotes, lo que demuestra una cierta habilidad para proteger sus intereses. Por eso, cuando se pregunta a los jóvenes acerca de un futuro con amapola, su referente es el que tienen en la actualidad: ha pasado el auge, pero el mercado se sostiene con los cultivos pequeños. El futuro con amapola sería una continuación del presente.

El futuro sin amapola lo ven más difícil, lo asocian con un pueblo desolado y pobre porque la gente de afuera se iría a otros sitios para seguir con los cultivos ilícitos. Los que tienen sus fincas permanecerían, volverían a los cultivos tradicionales y pedirían ayuda al gobierno, aunque no crean en ésta y desconfíen de lo que los políticos pidan a cambio.

“El alcalde no ha puesto un grano de maíz ni para una mazamorra”

Sobre el abandono estatal no habría muchos comentarios que hacer, pues los siguientes testimonios son suficientemente esclarecedores.

Aquí hay concejales municipales, pero llegan políticos departamentales. Las ayudas que llegan se quedan en el municipio de Iquira. El alcalde no ha puesto un grano de maíz ni para una mazamorra. Hay un concejal de una vereda cerquita a Rionegro, pero los recursos son pocos. El alcalde ha dicho que para Rionegro ni una gota de agua. De pronto tuvimos un alcalde que era sociable, tomaba trago y se emborrachaba, ganaba puntos así no hiciera nada. Aquí había Inspector, pero lo recogieron, hubo Inspector mientras hubo inscripción de elecciones, así que no hay ni quien levante un muerto.

En un diálogo sostenido con un grupo de personas acerca de porqué han sembrado amapola, ellos responden que por causa de la pobreza. Y frente a la pregunta de que si eso significa que la pobreza es una excusa para violar la ley, un campesino contesta:

Es que aquí no había ley (...) esta región ha sido muy abandonada por el gobierno. El mismo gobierno tiene la culpa porque hemos sido abandonados por él. No es que estemos violando la ley porque se nos antoja, sino por necesidad[19].

El Estado sí ha sido eficiente en lo que se refiere a las políticas represivas. La zona de Rionegro es de las primeras en ser fumigadas en 1992. Desde entonces las fumigaciones han sido sistemáticas y se calcula que entre Rionegro y Riochiquito, en los límites entre Huila y Cauca, se han erradicado de 5.000 a 6.000 hectáreas[20]. Sobre las fumigaciones los campesinos comentan:

En el auge entraba el ejército y la policía. Eso corría la gente. El que se dejaba coger se lo llevaban. El ejército ayudo a apagar un poco, lo primero donde no podían fumigar mochaban con peinilla. La primera vez entraron un sábado como 50 soldados, hicieron como 25 viajes en helicóptero y los metieron por allá arriba. Ellos decían que venían por lo alto que eso lo mandaban los gringos (...) Ese sistema de fumigación daña el cultivo. Cuando es consecutivo daña la tierra. Tardan como varios meses en recuperarse los cultivos[21].

3.3. A manera de cierre

En este estudio se constata que la violencia va de la mano de la economía ilícita porque los narcotraficantes, uno de sus principales protagonistas, crean su propia ley y una manera violenta de dirimir sus conflictos. Igualmente, porque los guerrilleros que operan como guardianes del negocio, hacen uso de la violencia para enfrentar al Estado colombiano y para imponer su propia justicia. Finalmente, la gran afluencia de dinero y la ilegalidad de la economía, atrae y favorece las acciones violentas de la delincuencia común, que son las más frecuentes en la región. Si tenemos en cuenta la confluencia de diferentes tipos de violencia que se presentan en las zonas de cultivos de coca y amapola, podríamos decir que no se está muy lejos de la tendencia nacional pero sí con algunas particularidades. La primera es que hasta el momento la polarización guerrilla –paramilitares está en sus momentos iniciales y con desarrollos muy localizados que sin embargo constituyen una preocupante amenaza. Por otra parte, pareciera que el ejercicio de la autoridad realizado por la guerrilla, disminuye los márgenes de “impunidad” y por ende, podría atenuar el efecto multiplicador de la delincuencia.

Parece existir la percepción por parte de la población residente y migrante, de que la “violencia del desarrollo” es el costo que hay que pagar por los beneficios de la dinámica económica articulada con los cultivos de coca y amapola. Frente a la falta de oportunidades sociales y económicas distintas, se teme con mayor fuerza al efecto que se dará cuando se acabe la coca, pues sobrevendrá la ” violencia del hambre”

Finalmente, el impacto de la situación de violencia y de una economía basada en el cultivo de la coca, repercute en los procesos de organización social y dificulta la creación de espacios de participación y búsqueda de alternativas para la construcción y desarrollo de la democracia participativa.


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Índice
[1] Entrevista colectiva a raspachines, Valparaíso.
[2] Se menciona la posible presencia de paramilitares en la zona de Curillo. Sin embargo, esta es una versión por confirmar.
[3] Un ganadero medio (con cerca de 250 hectáreas) nos comentaba como él era el único de su región que no tenía coca, pero que ya pronto la iba a tener porque el negocio de la ganadería no daba para mantenerlo sin la ayuda de este cultivo.
[4] La Vicaria del Sur es una organización no gubernamental que pertenece a la diócesis de Florencia y desarrolla un trabajo de promoción y organización de la comunidad en 5 municipios del suroriente del Caquetá.
[5] Entrevista con un promotor social de la vicaría de Morelia.
[6] Entrevista Profesora Milán.
[7] Uribe Ramón, Graciela, “Caquetá: contexto y dinámica de las marchas campesinas”, en Revista Coloquio, Bogotá, Año 5, Número 3, marzo de 1997.
[8] Jaramillo Jaime, Mora Leonidas y Cubides Fernando, Colonización, Coca y Guerrilla, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia Editorial, 1986, página 136.
[9] Por bienes “modernos” entendemos aquellos artículos o productos que antes no se conseguían en la región y que llegan con el auge de la coca. Por ejemplo: electrodomésticos, joyas, ropa de marca, plantas eléctricas y motobombas, entre otros.
[10] En la época de mayor bonanza, se puede observar en las casas de los campesinos, muebles que desentonaban dentro del ambiente, y las gallinas y los cerdos paseándose por encima de ellos. Otro caso interesante, es el de un televisor sin imagen, complementado con otro que sí tiene imagen, pero no tiene sonido. La gente no sabe usar los electrodomésticos y si estos se dañan no tienen dónde llevarlos a reparar.
[11] Raspachin de Sabaleta. [12] Valparaíso, grabación de talleres.
[13] Entrevista líder de la comunidad de San Antonio de Getuchá.
[14] Entrevista mujer adulta Rionegro (Iquira).
[15] Entrevista colectiva Rionegro (Iquira).
[16] Ibid..
[17] Entrevista Directora Colegio Rionegro.
[18] Entrevista colectiva adultos Rionegro.
[19] Ibid..
[20] Declaraciones del Coronel Gallego en el "Seminario Internacional de Cultivos Ilícitos", Bogotá, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, junio de 1996.
[21]Entrevista colectiva colegio.

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