|
|
|
Yo
te agradezco porque aquí estoy. Tú eres mi única madre. Te agradezco, aunque me
voy; avergonzada con ser parte de la especie que hoy te viola en un patético
festín. ... Nuestra desidia fue por tenerte regalada; el creer que no vales
nada. De estar pariendo hijos ciegos estás cansada. ….No hay más ofrendas, sólo
este ataque mortal al medio de corazón. ("Madre hay una sola" Bersuit Vergarabat) [Laud estereo] |
||
LA DOSIS MÁXIMA DE GLIFOSATO, UNA POLÍTICA DE DAÑOSMaría Mercedes Moreno
La coca es
justamente lo opuesto de la cocaína. La Coca
es la planta sagrada de los Incas, de muchos
pueblos indígenas y campesinos de la Región Andino Amazónico. Es un arbusto perene del genus
Erythroxylum
y existen 25 especies de coca silvestre y cultivada. La mata de coca es un arbusto
ornamental cuyas hojas tienen un alto
contenido en hierro, fibra y muchos más elementos además de sus 14 alcaloides. Bebida en
infusión, tiene el poder de relajación. Ha sido utilizada para contrarrestar el
síndrome de abstinencia en casos de dependencia química (Sigmund Freud y en
tratamientos posteriores). La coca mascada con un
poco de cal es un gran energizante natural. Preparada con la fórmula
Coca-Sek, simbiosis del mundo indígena y el gusto occidental,
es una refrescante y deliciosa bebida. La coca ha sido tradicionalmente, y sigue
siendo, uno de los más apreciados complementos dietéticos de la región. Es un
bien cultural cuyo deseo de desaparición forzada ha sido, y seguirá siendo,
fuente de discordia entre la Región Andino Amazónica y la Comunidad
Internacional. La Prohibición de las plantas alóctonas a los países promotores de la proscripción se inició con la Convención del Opio de 1912 y se consolidó con la Convención Única de Estupefacientes de 1961. [Moreno, 2001] Ésta incluyó a la coca en la lista 1 de sustancias controladas. Posteriormente se suscriben otras convenciones cuya obligatoriedad acaba abarcando hasta los países no firmantes. La lista de "sustancias" prohibidas se extiende día a día y no sólo prepotentemente abarca plantas "alucinógenas" sino hasta animales. Esta dinámica prohibicionista ha llegado a convertirse en un sistema de economía de guerra y las cifras revelan que estas convenciones no han hecho mella en el cultivo de marihuana, amapola y coca ni en el consumo de las sustancias químicas que de ellas se derivan; objetivo con el cual fueron promulgadas las convenciones. Dentro de esta óptica prohibicionista, la primera fumigación en Colombia, efectuada de manera experimental con el hoy prohibido Paraquat, se llevó a cabo a finales de 1978 en la Sierra Nevada de Santa Marta bajo la Administración de Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982). [Carta 19 de junio de 1978, Carrizosa Umaña, Gerente Inderena]. El objetivo era erradicar 25,000 hectáreas (62,000 acres) de marihuana.
En la segunda mitad de los
años 1980, desafortunadamente para Colombia, la política asumió que la
fumigación química podría llevar la coca a la extinción y que ésta era la
respuesta al abuso de drogas.
En un informe conjunto
del 2001 emitido por
el Departamento de Estado (DoS) ye la
Dirección Nacional de Estupefacientes (Cultivos_Sif),
en 1987, Colombia cultivaba 25,600 hectáreas de coca; 34,000 en 1988; 42,400 en
1989; 40,100 en 1990; 37,500 en 1991; 37,100 en 1992; 39,700 en 1993; 45,000 en
1994; 50,900 en 1995; 67,200 en 1996; 79,500 en 1997; entre 92,00 y
101,800 en 1998; 160,119 en 1999; 163,289 en el 2000; 144,800 en el 2001;
102,100 en el 2002; 86,300 en el 2003; 114,000 en el 2004. La discrepancia reina
en las cifras.
Al
principio fue la marihuana. Los primeros reportes de prensa sobre el cultivo y
uso de la marihuana en En julio
de 1978, antes de que se efectuara la primera fumigación, el Instituto Nacional
de los Recursos Naturales Renovables y del Medio Ambiente (Inderena) y los
representantes políticos y habitantes de la Sierra manifestaron su desacuerdo,
su temor. El Inderena advirtió al gobierno del Presidente Turbay [1978-1982]
sobre la obligación del Estado de cumplir “la exigencia prevista por el artículo
28 del
Código nacional de los recursos naturales renovables y de protección del medio
ambiente, de realizar un estudio ecológico ambiental previo de las áreas
sobre las cuales se proyecta llevar a cabo la fumigación para tomar toda las
previsiones "necesarias para que no pueda posteriormente imputarse a falta de
previsión del Estado, la ocurrencia de alteraciones o deterioros ambientales que
puedan producirse en perjuicio, bien para la salud humana o para recursos
básicos de toda actividad económica como son el aire, el agua, los suelos y la
fauna”.
[Carta Inderena 1978]
Desoyendo esta advertencia, el Presidente Julio Cesar Turbay, seguramente
intimidado por acusaciones de lazos con el narcotráfico y la promesa de fondos,
permitió la experimentación de erradicación con Paraquat. Se violan así las
normas nacionales vigentes y la Convención sobre la Prohibición de Utilizar
Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u Otros Fines Hostiles (ENMOD)
, que proscribe el uso del medio ambiente como arma en los conflictos.[Darío González
Posso, 2002].
El Estado colombiano hace asimismo caso omiso de la alternativa nacional y
descarta de tajo la propuesta económica planteada por la Asociación Nacional de
Instituciones Financieras (ANIF), presidida por Ernesto Samper Pizano, para
ejercer un control legal sobre la expansión de la producción y comercialización
de la marihuana en Colombia.[Anif. 1979] La incapacidad de la clase dirigente
colombiana de defender abiertamente una posición coherente frente los complejos
nexos del narcotráfico con la política, economía y nación acabó por convertir a
miles de campesinos colombianos en víctimas del Estado y condenó a Colombia a
una desgarradora guerra que se caracteriza por el uso de químicos para derrotar
al enemigo. No se puede alegar ignorancia. Todo lo
contrario, se niega lo que se afirma –el carácter religioso, tradicional,
medicinal y natural de la coca -y se abona la guerra y la coca a punto de
agroquímicos. De hecho, es la industria químico farmacéutica la que inicia el
impulso al cultivo y comercialización de la de la coca, en hoja y/o pasta de
sulfato de cocaína. Es así que, de la importación de 500 kilos de hoja de coca
en 1884, la Merck, para 1903 ya estaba importando 6,000 kilos, ya no de hoja de
coca sino de pasta de cocaína pura. De tal forma que, para la época, ya se
producían 15 toneladas métricas de cocaína pura y la Merck consolidaba el primer
cartel de la cocaína. [Gootenberg]
Este fabricante de precursores para pesticidas, como suele suceder [Aventis, Bayer,
Dow, Monsanto, Basf.....], fabrica asimismo los remedios para los cánceres y
otros daños a la salud que ocasionan los agroquímicos. Los químicos para
aumentar la productividad de la coca, Ni las
incongruencias de la lucha antidrogas; la cómoda o forzosa convivencia que
mantenía
La impotencia frente a la
violencia sin tregua a la que se abocó el Gobierno de Belisario Betancur
seguramente facilitó la imposición de las fumigaciones y, entre 1984 y 1985, se
regaron 11.418 galones de glifosato sobre 5.446 hectáreas de marihuana. En 1986,
se cubren con
Glifosato otras 12.000 has.
El 31 de julio de 1986, dos años después de que se adoptara
oficialmente la medida de fumigaciones, en
oficio número 07364 enviado por la gerencia del Inderena a consideración del
Consejo Nacional de Estupefacientes, la entidad reitera que ha visto con
preocupación durante los últimos ocho años las noticias sobre la fumigación en
la Sierra Nevada de Santa Marta y constata los daños. Respondiendo a la
solicitud de la Procuraduría de la Nación y la Policía Nacional, el INDERENA
comisiona a dos funcionarios para que sobrevuelen las áreas de la Sierra Nevada
de Santa Marta que han sido sometidos a la fumigación aérea. Los funcionarios
señalan realidades de deterioro ambiental muy preocupantes en las Vertientes
Norte de la Sierra Nevada en áreas que forman parte del Parque Natural Nacional
como son los valles del río Guachaca, Burítaca, Río Molino, Don Diego. Palomino,
Río Ancho y Río Jerez”. En consecuencia,
el Inderena, en reuniones sostenidas con Jesús Idrobo y la Subgerencia de Medio
Ambiente del INDERENA, propone el Estudio socioeconómico de la fumigación con
Glifosato en la Sierra Nevada de Santa. Plantea la necesidad de realizar una
serie de estudios a corto y mediano plazo que permitan confirmar o rechazar las
hipótesis de daño y plantear medidas de manejo ambiental y decisión sobre las
alternativas de control a los cultivos ilegales. Para tal efecto, el INDERENA
consulta al ICA, al Ministerio de Salud, al Instituto Nacional de Salud y a la
División de Recursos Naturales del Ministerio de Agricultura para la propuesta
de Investigaciones y estudios ambientales y de salud. En marzo de 1986,
funcionarios de la Sección Toxicológica del Ministerio de Salud visitan las
zonas fumigadas de la Sierra Nevada de Santa Marta. En su informe de visita, el
Ministerio de Salud señala que la devastación de la Sierra es un hecho cumplido,
que la aspersión de herbicidas es un factor contribuyente y que se requiere la
aplicación urgente de soluciones. Precisa que, dado el riesgo potencial para la
salud de las personas que ofrece la exposición a éstas sustancias, es imperativo
vigilar estrechamente la población en riesgo. Aclara que, teniendo en cuenta que el
daño observado en la Sierra Nevada de Santa Marta y la perspectiva de su
incremento afectará directa o indirectamente la salud de las personas, considera
urgente establecer los mecanismos para evitar que este daño se siga
incrementando. Todos los informes conminan al Estado a apoyarse en los recursos
institucionales existentes (entre otros, el ICA, IGAG, INCORA, INAS …la
Universidad Tecnológica del Magdalena y otros que podrían contribuir a la
evaluación del impacto de las fumigaciones.
Desconociendo
estos llamados de atención, su propia normatividad, los conocimientos
científicos de la época y su deber de proteger el presente y proyectar el futuro
de la nación, el Estado colombiano procede a
fumigar otras 760 has de coca con Glifosato en 1986, bajo el mandato de
la Administración Barco.
Ya para 1988, bajo el
impulso del glifosato,
la coca cubre
25,000 has. del territorio nacional y Colombia surte el 11% de la coca de los cultivos comprados por el narcotráfico. Contra lo
cual, el Estado colombiano
de inmdiato
aplica glifosato a otras 230 has.
A golpe de agroquímicos y, según dice el Departamento de Estado,
hoy Colombia suministra el 70% de la cocaína del mercado mundial y el 50% de
todos los estupefacientes.
En 1988, los cultivos de marihuana
resurgieron transitoriamente
en Colombia.
Las fumigaciones y la codicia, que
llevó a muchos narcotraficantes a descuidar la calidad (entre otras, rindiéndola
con boñiga), y el desarrollo en Estados Unidos del cultivo de invernadero y de
la famosa “sin semilla”, determinó definitivamente el traslado del control
del mercado de la marihuana hacia Estados Unidos que, para 1997 producía
aproximadamente, según cifras oficiales, entre 2,000 y 7,000 toneladas.
Se calcula que actualmente la
producción estadounidense de marihuana sobrepasa las 10,000 toneladas anuales.
Estados
Unidos, hoy por hoy, se constituye en el 2ndo productor mundial con un mercado
anual de cerca de 36 mil millones de dólares [Gettman
2006]. Aún así no alcanza a abastecer totalmente su mercado interno de 29
millones de consumidores domésticos e importa yerba de Méjico y Canadá. Gettman
afirma que la marihuana es el primer cultivo comercial de ese país y que genera el equivalente de la suma del maíz y la soya. En el 2006, USA tenía
56.4 millones de plantas de marihuana cultivadas al
aire libre con un valor de $31.7 mil millones y 11.7 millones de plantas
cultivadas en invernaderos cuyo valor se estima en $4.1 mil millones de dólares.
[Gettman,
John 2006].
La marihuana, al igual que la
coca, ha sido por milenios un vehículo de comunicación y de sanación.
Actualmente, la marihuana es, en muchísimos países, legal
de facto
y, en Estados Unidos, bajo el impulso y reconocimiento
de sus usos medicinales, ha ido ganando aceptación nacional. Como señala Ethan
Nadelman, posiblemente, por los menos para los Estados Unidos, el modelo de marihuana
medicinal sea lo que permita reducir los costos y daños de la
Prohibición sin que se dé pie a
incrementos
significativos de casos de abusos reales.
[Nadelmann
2007].
El
mercado de la marihuana es, por otra parte, un negocio que alimenta las arcas
del Estado estadounidense y, a medida que se legisla para que las multas suplan
el vacío que deja la no imposición, los dineros que se recaudan ganan en
transparencia y los usuarios de marihuana, medicinal por ahora, sufren menos la
vulnerabilidad y riesgos a los que el abandono de la ley somete a ususarios de
sustancias químicas. En el mercado, se comercia un THC sintético llamado
Dronabinol,
el
nabilone (Cesamet),
el
atomizador Sativex y dosis personales que se consiguen en máquinas
dispensadoras concebidas explícitamente para este fin. La vistosidad de las
tiendas de accesorios da fé de que lo más
oculto del fenómeno de las “drogas” son los dineros que, gracias a la
Prohibición, contribuyen a la corrupción política y alimentan el mercado y tráfico de armas.
Segûn las cifras oficiales que se
manejan, el mercado mundial de la cocaína mueve unos USD $71.000.0000 mientras
que el mercado de la hoja de coca colombiana representa aproximadamente unos USD
$843 millones, el equivalente al 6% del PIB del sector agropecuario colombiano.
En Colombia, según un estudio del 2005 de la DNE y ONDCP, en Colombia, existen
340,000 personas dedicadas al cultivo de hoja de coca. Estas 68,000 familias
facilitarían los 244,000 toneladas métricas de hoja seca para la producción de
las 640 toneladas de cocaína que exporta Colombia que, según los mismos
organismos, representa el 70% de lo que consumen los 13,000 de consumidores de
cocaína a nivel mundial. El estudio estima los ingresos anuales de estos
cultivadores a US $2,700, un poco por encima del promedio nacional de US $2,500.
Todos
los informes de la JIFE confirman la tradición milenaria de la coca en la
región, incluso en Venezuela, Ecuador, Argentina y Brasil. El artículo del
galeno Jorge Bejarano "Further Conisderations on the Coca Habit in Colombia"
pulbicado en el informe de 1952 de INCB, que por demás consolidó la negación de la coca
tradicional colombiana, señala que la coca en Colombia antecede al Imperio Inca
y que su expansión se da con la Conquista española. En esa época, los
terratenientes pagaban parte Los
funcionarios de la Cancillería y la Dirección Nacional de Estupefacientes se ven
obligados a retirar del mercado la coca indígena, con todas las repercusiones
que implica este nuevo ataque a los pueblos originarios. Además de las
implicaciones económicas y atropello del derecho a la divulgación cultural, esta
visón conlleva a Colombia a "reinterpretar" —coartar— las funciones
jurisdiccionales de los Pueblos Indígenas al limitar la venta de los productos
de coca a los territorios indígenas. Se da así al traste con un exitoso
proyecto económico y autónomo de los Pueblos Indígenas. Se desconoce que,
gracias al amplio mercado que lograron crear estos Comuneros del Cabildo de
Calderas (
Colombia
lleva treinta años de autodestrucción química sistemática. Tres décadas de
envenenamiento sin tregua de campesinos y
sus niños, ríos, alimentos,
ganado y tierras que tardarán años en sanar, si es que se recuperan. Hoy, en
plena guerra por la coca, nuestros socios comerciales no reparan en el
índice del contenido químico de los productos agrícolas colombianos. Sin
embargo, no podemos darnos el lujo de pretender esquivar el contragolpe a punto
de discursos. De ahí, el reconocimiento que merece el propósito la actual
Administración de erradicar manualmente 100,000 hectáreas de coca, aunque la
fumigación
manual posterior para evitar la resiembra no deja de ser lamentable.
En previsión
de cuestionamientos por parte de mercados cada vez más reglamentados,
sería conveniente apuntalar este afortunado viraje en la
política de erradicación promoviendo
estudios serios a fin de
diseñar planes de saneamiento
tras los millones de litros de pesticidas vertidos indiscriminadamente a lo
largo de 30 años. El Índice
de Rendimiento Ambiental (EPI, por sus siglas en inglés), propuesto por la
Universidad de Yale, acaba de asignar a Colombia un puntaje de 88.3/100, el
séptimo puesto entre 149 países. Sin embargo, el EPI carece de datos sobre el
uso e impactos de pesticidas por país. De tal suerte que
la medición
del rendimiento para este indicador ambiental se limita a una apreciación sobre
lo alcances de su
reglamentación ambiental de país. En el caso excepcional colombiano (por
haber servido de laboratorio químico),
lo que habría que tener en cuenta es
el Índice
Técnico Agrícola (ITA). Este índice determina los kg de fertilizantes empleados
por hectárea con base en la media de los coeficientes de variación por país con
respecto a la media del conjunto de países. La consideración de que el ITA
colombiano debe ser desproporcionado
debería por lo menos alertarnos sobre la urgencia de controlar la proliferación
de agroquímicos en el país y agilizar modalidades alternativas de erradicación
de los millones de arbustos de de coca sembradas actualmente en Colombia.
2008 .. |