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Jóvenes, coca y amapola: Un estudio sobre las transformaciones
socio–culturales en zonas de cultivos ilícitos
Juan Guillermo Ferro, Graciela Uribe, Flor Edilma Osorio, Olga Lucía Castillo
IER - Facultad de Estudios Ambientales y Rurales - Universidad Javeriana
Capítulo
5
Espacios de socialización de los
jóvenes
Los cultivos ilícitos repercuten de manera importante sobre muchos de los ámbitos de la vida sociocultural regional y local de las zonas estudiadas. La gran modificación que se evidencia en la cultura económica tiene también sus contrapartes en la socialización, entendida
como el conjunto de procesos vividos por una persona a través de la vida, mediante los cuales aprende a vivir en sociedad a través de la internalización de normas, la estructuración de valores y la configuración de patrones afectivos de relacionamiento con los demás. A través de las múltiples experiencias de socialización y resocialización, el individuo desarrolla (o inhibe) sus facultades motoras, intelectuales, afectivas, el conocimiento, los hábitos y los patrones de relacionamiento con los Otros y Otras, de acuerdo con la identidad que tenga de sí mismo(a) y la representación que construya de las demás personas.[1]
Desde esta perspectiva nos centraremos en identificar y analizar las modificaciones que se han generado en los espacios de socialización ya existentes, y la aparición de nuevos escenarios que se tornan vitales para la interacción de los jóvenes entre sí y entre estos y los demás actores de la vida social.
En términos generales y dentro de las zonas y grupos aquí estudiados, es evidente que el impacto de los cultivos ilícitos sobre los espacios de socialización presenta las siguientes tendencias:
Los escenarios de socialización a los cuales nos vamos a referir, corresponden a la familia, la escuela, el trabajo, la localidad y los escenarios del ocio y la recreación. Sin ser los únicos, constituyen los referentes más importantes para cada uno de los tres grupos sociales con los cuales trabajamos.
Desde distintas disciplinas, a sido reiterativa la afirmación sobre el papel clave que tiene la familia en la experiencias de socialización, particularmente de los hijos. La familia constituye un referente permanente para la vida de las personas: sus valoraciones, conductas, actitudes, expectativas, para la construcción de su presente y de su futuro. En el análisis de este escenario nos referiremos a dos tipos de familia en donde se ubican los jóvenes de las zonas de cultivos ilícitos, según sea el papel de hijos o de padres que asumen en cada una de ellas.
La familia de origen es fundamentalmente rural para la gran mayoría de jóvenes de las regiones. Ello significa que se caracteriza por ubicarse en contextos menos densamente poblados, con una economía relacionada con la explotación agropecuaria. Usualmente, allí se dan dos ámbitos retroalimentados entre sí, pero diferenciados: uno, el predial cuya producción es orientada a la comercialización y otro, el doméstico, donde se generan productos para el autoconsumo.
La familia rural de procedencia de los jóvenes en las zonas de estudio, parece estar marcada por las profundas conmociones y transformaciones sucedidas durante las últimas décadas, siguiendo el ritmo de cambio socioeconómico del país. La tradicional familia campesina caracterizada como unidad de producción y consumo y como espacio básico de socialización y sociabilidad del campesino, está tendiendo a desaparecer. Jóvenes y adultos deben emigrar de manera temporal o permanente, buscando mejor remuneración, con lo cual se redefinen papeles, funciones y expectativas de los distintos miembros de al familia[2].
Muchos de los jóvenes trabajadores y residentes en áreas de cultivos de coca y amapola, provienen de familias en donde el desarraigo temprano de parte de sus miembros, especialmente de ellos mismos, ha estado presente. Para otros jóvenes, los que nacieron y viven en el seno de familias tradicionales de colonos residentes del Caquetá, la coca ha estado acelerando cambios importantes, particularmente alrededor de los patrones de ejercicio y acato de la autoridad hacia los padres y los adultos. Sin embargo, estos padres y madres, adultos de hoy, parecen tener también historias de enorme desarraigo, con rupturas y grandes desobediencias:
Yo fui criada con padrastro, tuve poco estudio y fui criada muy pobre. Mi padrastro intentó abusar de mi, le conté a mi mamá y ella no me creyó, entonces me fui de la casa, cuando regresé, fue casada” o ”Cuando nos vinimos al Caquetá, fue casi a escondidas de mi mamá. La volví a ver cuando ya iba a morir. Estuvimos muy lejos de ella.[3]
Hay un reclamo explícito y latente de los adultos colonos y de los padres a los jóvenes propios y foráneos, por no estar aportando mejoras lo que ya encontraron hecho en esos territorios abiertos literalmente por ellos, los colonos de la segunda mitad del siglo.
Esto era montaña, unas trochas de barro que sacaba uno el pie y cochineaba el otro. Los muchachos aquí trabajando, jugando, y se iban y ayudaban a los otros que estaban por allá, mas para allá, y les ayudaban y así hicieron el escumbre, hasta que ya tenían todo esto descumbrado. Ellos nunca hacían un negocio, o hacían una cosa sin tomar el concepto. No tomaban el concepto de papá, sino a mí, todo era su mamá. Ahora es que no sale la gente de aquí a trabajar, pero eso bajaban hasta muy abajo, haciendo puentes, limpiando el camino, lo que antes era el camino real, para que entraran las bestias cuando ya empezaron a poner en ritmo la cooperativa, entonces con las mulitas que conseguían y entraban. Los muchachos trabajaban en la agricultura por ahí cogiendo arroz, maíz, por ahí así, de esos trabajos. Se divertían en la casa conmigo. Ellos no fueron borrachosos. Los que vivían en el pueblo estudiaban... unos; las muchachas trabajaban por medio del arroz, o por medio del maíz, también trabajaban rozando... sembrando. Ellas eran trabajadoras para coger maíz, arroz, para rozar, para sembrar. Ahora es que se volvieron los jóvenes tan flojos, ellos ya no cogen una peinilla porque ya les da pereza, ya les hacen ampollas. Cuando yo me empecé a conocer, ellos y las mujeres éramos como si fuéramos hombres.[4]
Para los indígenas, el fenómeno colonizador ha ido modificando poco a poco las costumbres familiares. Es así cómo en la medida en que fueron llegando colonos, se unieron con las indígenas, especialmente en los resguardos de los Inganos. En menor proporción mujeres mestizas se unen con hombres indígenas. La comparación resulta evidente en costumbres más fácilmente perceptibles. Así, de manera lenta se ha ido dejando de lado la tradición de los papás de comprometer las parejas cuando los niños y niñas son aún bebés, para ir dando paso a que los mismos jóvenes vayan tomando tales decisiones. De igual forma, cada vez es más esporádica la costumbre de la dote.
Las mayores transformaciones en sus actividades productivas, sus rituales, sus usos y costumbres, son registradas y valoradas con mayor profundidad por las generaciones más antiguas y por algunos líderes jóvenes que han estudiado y que están preocupados por la crisis que viven sus comunidades. Muchos de estos cambios suponen modificaciones en la cosmovisión, en las relaciones entre sí y con la naturaleza, que ya venían ocurriendo en curso lento. Con la dinámica de la coca, tales cambios se han acelerado impidiendo ser asumidos y manejados de manera gradual por las mismas comunidades. Un ejemplo de esas percepciones se recoge en el cuadro siguiente:
Los jóvenes de antes
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Los jóvenes de ahora
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En todas las zonas, uno de los efectos más sentidos es la prematura brecha generacional que se da entre padres e hijos. La independencia económica individual que se propicia con los cultivos de coca y amapola desde muy temprana edad, sin mayores distinciones de género, constituye un factor conducente a una mayor autonomía de los niños y jóvenes[5] y a una pérdida de la autoridad de los padres. Tanto en comunidades indígenas como en las fincas de colonos, los cultivos familiares de coca son administrados por el padre, y la posibilidad de un pago en dinero para los hijos e hijas, queda a discreción del mismo. “Había una vida familiar organizada en el cual el papá iba compraba, vendía la cosecha le traía a sus hijos lo que necesitaban su ropa sus zapatos”[6]. Eso hace que los jóvenes prefieran ir a coger hoja en otros cultivos. Ante el abandono temprano de los hijos, algunos padres han optado por crear con ellos compañías o aparcerías que resulten económicamente más atractivas y que permitan retener la mano de obra joven y a la vez mantener unida la familia.
Tengo dos hijos torcidos. Los jóvenes nos están pagando mal. Eso que niñas y niños de 13 y 14 años se vayan de la casa de los papás donde tienen en donde trabajar. Uno echa a pensar que los hijos por ser de poca edad no tiene capacidad y eso no es así. Se debe empezar desde niños porque cuando sean adultos no hay modos. A ver mañana qué clase de personas serán. Yo le propuse al hijo mío trabajar en la finca rozando y le dije: mañana cuelgo la bandola y entonces su mama ¿Quién verá por ella? Será don Segundo, pues desafortunadamente no falta un segundo.[7]
Con gran desgarramiento y preocupación algunos colonos padres y madres ven cómo sus hijos e hijas se independizan rápidamente de su casa. "Es posible que mis tres hijos se vayan pues yo no tengo como pagarles, solo tengo ganado. Los hijos no lo tratan a uno como debieran hacerlo"[8]. Pero, además, saben que el florecimiento de los cultivos de la coca es el escenario que ve nacer y crecer a estos jóvenes y que ha sido el único paisaje y actividad económica que ellos han podido conocer directamente. "El ser humano es de conciencia y voluntad y de pronto conscientemente ellos pueden evitar trabajar en eso, que hace 20 años no se conocía por aquí".[9]
Sin embargo, para algunos jóvenes trabajadores familia tiene aún la capacidad de corregir a los jóvenes:
Por ejemplo el hijo de Pedro es un tipo que se quiso descarriar pero entonces el papá lo cogió y lo apretó. Bueno o se me arregla o se va de aquí y no vuelve. Entonces el “man” se arreglo. Pero el que viene de afuera ¿quién lo va a reprender? Nadie. Pero el que es de aquí tiene el papá y la mamá para que los reprenda.[10]
La posibilidad concreta de una más rápida separación y autonomía de los hijos de sus familias de origen, parece haber modificado los patrones de castigo:
Ahorita los castigos no son como tan duros, son mas bien leves. Lo ponen a uno a hacer un poco de oficio. O por lo menos les dicen que si no hacen la tarea no los dejan ver televisión, o si no no lo deja ir a jugar y se tiene que quedar aquí en la casa haciendo el oficio. Ya no es como antes que de pronto le pegaban a los hijos, pues por aquí hay una que otra persona que trata así a los hijos, pero ya la mayoría no.[11]
Sin embargo, la comunicación, el diálogo, el respeto y la confianza entre padres e hijos parece estar muy lejos de lo deseado por unos y otros. Aquí la visión desde una y otra orilla evidencia expectativas muy distintas pero, ante todo, un vacío de los adultos sobre cómo manejar esta situación para la cual ellos no están preparados. La desobediencia de los hijos desde temprana edad, y su añoranza por sus propias infancias, hacen que la situación se viva con mayor impotencia por parte de los adultos. “Todo esta mal porque antes los papás ejercían todo el control y los hijos obedecían ciegamente. Así todo estaba bien”[12]
Los jóvenes perciben con claridad muchas fallas de sus padres en el ejercicio de su autoridad. "Hay poco diálogo con los hijos. Usualmente les dicen echen pa`allá y no los dejan hablar"[13]. También cuestionan los patrones diferenciados e inequitativos en términos de género, expresados en permisos, exigencias y castigos. A continuación presentamos una sistematización de un ejercicio realizado con estudiantes de bachillerato de un colegio en zona de colonización:
Sociodrama sobre la familia La hija pide a la mamá que hable con el papá para que le dé permiso para ir a un baile. Así lo hacen pero el papá se niega iracundo, a pesar de los razonamientos de la madre. Llega el hijo y le pide permiso. El papá muy gustoso le concede el permiso e inclusive le da dinero para que se divierta. Luego llaman a la casa e informan que el hijo ha muerto en una pelea. Vienen las recriminaciones de la mamá y las disculpas del papá "que no sabía que andaba en malos pasos. Eso pasa por darle mucha confianza a los hijos". Elementos de la discusión:
“Hay machismo de los padres y también de los hermanos hombres”. “A los hombres se les da mucho libertinaje y por eso andan en malos pasos”. ”A los hombres les dicen: no llore que usted. es un hombre”. “Los papás tienen mucho miedo de que las hijas queden embarazadas, por eso las cuidan tanto”. “ Yo tengo una cuñada que se fue de la casa porque le ponían a hacer muchos oficios y quería tener dinero”. “Es lo mismo. El que se va se lleva la hija del vecino”. “Algunos hijos abusan y cogen plata del papá para gastarla”. “Se requiere que los padres tengan control e información, pero muchos andan muy metidos en el trabajo”. “A veces las mismas muchachas son culpables por la desconfianza porque no cumplen con los horarios pactados”. “Las cosas no sólo se cometen en la noche, sino también en el día y no sólo en la discotecas sino en otros lugares”. “Los papás no entienden por qué a uno le gusta rumbear. Están pasados de moda”. “Se tiene más confianza con las mamás que con los papás. Eso trae poca comunicación o que las mujeres consigan marido a los 14 o 15 años”. “Debe haber más confianza con los dos padre”. “Son pocos los papás que hablan con uno”. “Los hijos que tienen más educación pueden hablar y hacerle entender las cosas”. “Uno dice: "Me voy de la casa. Y ellos: Váyase y verá que le doy más duro". “Si uno se embaraza, los padres lo abandonan”. “Falta de educación de los papás”. “Por el factor económico”. “Por falta de diálogo”. “Hay papases que viven por vivir y hagan lo que hagan todo está bien hecho”. “Efectos de la mala compañía y los malos consejos”. “Los padres consienten mucho a los hijos y por eso éstos los irrespetan”. “Maltrato de los padres a los hijos”. “Siempre va el nivel económico. El papá no les puede dar las comodidades que quieren los hijos”. |
En las relaciones de confianza y diálogo entre padres e hijos, parecen salir mejor libradas las madres a quienes se les reconoce mayor capacidad de escucha, mayor permanencia en el hogar, se les teme menos y se acude a ellas como intermediarias frente al padre. La importancia del vínculo materno en la vida de las y los jóvenes, es un fenómeno ya analizado por otros autores en contextos urbanos y rurales.[14]
Además de estos conflictos intergeneracionales, agudizados por el impacto económico de la coca y la amapola, es necesario llamar la atención sobre la presencia de gran cantidad de jóvenes raspachines, que en su mayoría no viven con su familia, pues proceden de otros lugares del país. Su migración se ha visto acompañada de un desarraigo familiar y cultural y una pérdida de referentes afectivos.
Es chistoso porque hay muchos raspas que han llegado y ni siquiera la misma familia sabe donde está y qué le sucedió. En el caso mío duré una cantidad de tiempo sin saber nada de la familia, sin ver a la familia. Yo voy por ahí cada 10 meses, fui como dos veces a la casa. Uno sale cada año. [15]
Aunque un distintivo importante de los raspachines es su nomadismo, para muchos el escapar de la soledad y del sentido práctico les lleva a crear espacios sustitutos de vida familiar denominados “combos”, que se forman con amigos y familiares cogedores de hoja, toman en arriendo una casa, se protegen y respaldan y, de alguna manera, se estabilizan en un lugar. Esta figura se puede reconocer como un hogar y parece constituir una recreación del espacio familiar, constituido alrededor de un líder, pero sin las implicaciones de la autoridad paterna.
Al parecer la familia ha sido mucho menos afectada en las zonas de cultivo de amapola. Si bien se da el desarraigo de quienes llegan como cultivadores y asalariados, estar en la zona en el post-auge implica que “ya nos quedamos los que éramos”, como lo expresa un comerciante. Para los jóvenes, la familia sigue siendo su vínculo fundamental y su referente principal.
Soy una niña de 16 años, mi familia es de una clase baja, mi papá trabaja en la agricultura, estoy estudiando y sábado y domingo trabajo en un restaurante. En el pueblo pagamos arriendo, tenemos una casita en el campo y nos falta mucho para arreglarla. Hace 10 años llegamos a este pueblo es normal. La gente amable, cariñosa como siempre ha sido. luego nos fuimos para el campo: allá estudie la primaria. En ese tiempo entonces llegó el tiempo de la violencia y la amapola, llegó mucha gente del Caquetá, gente mala que no le importaba, ni respetaba la gente. Mucha gente de este pueblo se volvió viciosa, dejaba sus hogares abandonados. Jóvenes se salieron de estudiar por ir a trabajar con la amapola. Así pasaron muchos años, mi papá tomaba mucho y ese tiempo era muy peligroso. Luego vino las fumigaciones y era peligroso que hubiera algún enfrentamiento. Mi familia nunca le gustó trabajar con esa mata, vivíamos del café y la caña, nuca mi papá le gustó eso.
Después de haber terminado la primaria estuve en la casa 3 años. Luego decidí estudiar y estoy estudiando muy amañada en este pueblo, pues a veces es aburrido y peligroso, no por la gente propia de este pueblo sino por gente peligrosa que viene a molestar el pueblo.
En el colegio estoy bien, pero no han hecho el colegio propio estudiamos en la escuela y no hay sitios para recrearse, aunque con esta pobreza pienso algún día ser alguien, así no sea una profesional, pero al menos una secretaria de una empresa porque mi familia no tiene los recursos económicos suficientes. Se me han presentado oportunidades para salir de este pueblo pero porque no quiero dejar a mi papá y mamá sola, mis amigos y amigas son queridos. Me gusta mucho el vólibol y el baloncesto y quiero tener algún día una casa en el pueblo para no pagar arriendo.[16]
Finalmente queremos resaltar el impacto de la violencia sobre muchas de las familias de las comunidades indígenas. Son las mujeres quienes han tenido que sufrir la pérdida de sus padres, hermanos , hijos y compañeros y asumir las exigencias de su nueva situación. La selectividad los asesinatos y masacres hacia los hombres, puede repercutir en un futuro inmediato en las dinámicas de ejercicio de autoridad y de reorganización de roles familiares y comunitarios entre hombres y mujeres.
La precocidad para el establecimiento de relaciones de pareja parece ser un factor común en las zonas de cultivos, tanto de coca como de amapola. Esto al parecer tiene que ver para los hombres en un sentimiento de que ya tienen un ingreso y pueden sostener un hogar. Y para las mujeres, se señalan varios factores que van desde el deseo de disfrutar el dinero de quienes lo tienen con mayor abundancia que en el seno de sus propias familias, hasta el aburrimiento por las restricciones derivadas del ejercicio de la autoridad por parte de los padres.
Mi papá era rígido, y eso para casarse uno era difícil. El novio tenía que ir a hablar con los papás de uno. Tratándose del matrimonio, le decía al novio: ¿usted qué tiene para dónde la va a llevar? Vaya si tiene a donde llevarla, si tiene con que responder, y si o tiene es mejor que consiga y después venga, que de aquí ella no se va. Mis hijas, la primera se me caso de 14 años. Pero no se me fue, porque el tipo pretendía sacársela... llevársemela. Entonces yo fui y le dije al padre, lo que me pasa es esto y él dijo que me la llevara. Entonces yo le dije a ella que nos íbamos para el Doncello. Y ella me dijo: Vea mamacita, si usted me ha de pegar por eso pégueme, pero yo no me voy, porque este es mi marido. Si usted no quiere, tiene que querer, pero este es mi marido, puede ser este año, o el otro, o también dentro de 3 años; entonces yo fui y le dije al padre lo que ella me dijo, y el padre me dijo que la casara, que la hiciera casar. Entonces yo llamé a Chucho y le dije que él que opinaba, que con qué objetivo se me va a llevar a la muchacha, y él me dijo que no, que él no se la iba a llevar. Entonces yo le dije que no lo negara: Usted se la iba a sacar, yo sé que usted se la iba a llevar y ahora se van a casar. Pero me dijo que el no tenía plata, y yo le dije que así no tuviera plata, él se iba a casar con ella. Ya la otra se caso de 22 años, y la otra convive así no más.[17]
Las dos grandes preocupaciones han residido, por una parte, en la capacidad del hombre de ser proveedor de la nueva familia como futuro conyugue, y, por la otra, en el afán de que el matrimonio ofrezca garantías de respetabilidad para la muchacha. El afecto y conocimiento mutuo han sido aspectos marginales que no entran en la valoración del pretendiente, por lo menos de manera explícita. Esa preocupación se sigue manteniendo, aunque surjan nuevas inquietudes. La afirmación: “ellos se roban a las mujeres” muestra cómo la salida de las jóvenes de su familia de origen para conformar pareja, se da con frecuencia a escondidas, ante la evidente negativa de los padres por la prematura edad, por el rechazo que pueden tener los residentes por un raspachín aventurero o por un foráneo, y ante el temor por las represalias que se puedan dar contra la hija.
Todo ello hace que dichas relaciones carezcan de un verdadero conocimiento del otro, o de la otra, de una reducida comunicación y de una falta total de información y formación sobre el noviazgo, las relaciones sexuales y la vida en pareja. Así la vida marital prematura se constituye en una nueva aventura para estos jóvenes, con finales también prematuros, que dejan en situación de vulnerabilidad a muchos menores.
La actitud mía frente a ellos es tratar de corregirles los errores. Yo, por ejemplo no le voy a decir a un hijo que por qué se llevó a una mujer, pues esas son cosas como de la naturaleza de la vida. Lo que si no me gustaría y no estoy de acuerdo es que la llevó, la dejó embarazada, la dejó con un chino y se fue. En lo que sí intervengo es en que se tome la plata y no le lleve remesa a esa mujer, que la tenga ahí mal tenida, porque los ingresos los gasta en otras cosas que le corresponde a la familia. Porque a mi me da mucho pesar ver a niñitos por ahí rodando sin papá. A las hijas se les dice que miren con quién se van a meter.[18]
El tema de la educación sexual sigue siendo un tema muy privado, al que se accede con los pares, más que con la familia o la escuela. El amor, sobre todo, es tal vez el tema que sólo se trata con el grupo de pares porque con los padres o los maestros, éste se ha perdido en el discurso del deber ser que mediatiza la comunicación entre adolescentes y adultos. [19]
Cuando yo era joven y una muchacha quedaba embarazada, eso era bien terrible. Eso uno tenía que llevársela, internarla por allá en el campo un tiempo, y cuando volvía a salir ya ninguno se la hacía pasar como cuando era señorita... y ya después le hacen el feo. Podía conseguir marido, pero entonces ya se lo competían, pero ya la cosa no era igual, ahora los viejos tenían que hacerse cargo...a lo que tuviera la hija, para poder hacer que la hija se casara y pasara a buen marido. Ahora eso ya es popular. Eso ya ver una china en embarazo es como si nada. Algunas se casan. Porque llegan a una casa y cogen a una muchacha y se la llevan y ella sale y se va común y corriente. Sin casarse ni nada. Ya que permiso ni que nada, llegan y se van y las tienen por allá un tiempito y les dan una planera.[20]
Pese a lo “normal” que pueda considerarse hoy en día el embarazo de una mujer soltera, quedan influencias en las nuevas generaciones de que tal hecho es vergonzoso: “Yo no me quería dejar ver de ninguno de ellos, yo toda gordota, y entonces yo me volví y me interné yo no volví a salir ni nada”.[21]
Hay que recordar que el aprendizaje del amor, se hace usualmente a través de la televisión y de las novelas rosa. Por medio de las telenovelas, las películas y los dramatizados los jóvenes aprenden y viven una manera particular del amor. El melodrama, los amores con final feliz, las relaciones fugaces y los escenarios y actores cargados de polaridades amor/dolor, buenos/malos, constituyen los referentes que reciben a diario los sectores juveniles. En el establecimiento de las relaciones amorosas, persiste con fuerza aún, la prerrogativa dada al hombre como el conquistador, el que elige y propone, pues además, una situación contraria resta valor a las cualidades de la mujer. Sin embargo, como se verá más adelante en otros procesos de socialización, la mujer joven tiene la misión permanente de estar poniendo límites a los hombres, pues cualquier cosa que surja y que afecte la honra de la mujer, será de su exclusiva reponsabilidad.
"-¿Cómo se consigue novio? Lo primero es ser amigo, y luego si los dos se gustan pues entonces sí. Pero eso es un acuerdo de los dos, porque si al muchacho le gusta la muchacha y a la muchacha no le gusta, pues entonces no le va a decir que sí. Cuando hay problemas amorosos le contamos a los amigos y amigas. -¿Las muchachas le proponen a los muchachos? Nooo, eso no, de pronto unas que son mas lanzadas... - ¿Pero eso les gusta? No, porque después él va a decir que no se la consiguió por gusto si no porque ella lo buscaba. -¿O sea que como siempre el hombre propone y la mujer dispone? Sí”[22]. |
Los esquemas culturales de una relación machista hacen que las mujeres retroalimenten su baja autoestima frente a los hombres, únicos proveedores del hogar, más andariegos y libres, en tanto que ellas asumen una posición muy dócil y una actividad cotidiana centrada en los oficios de la casa y el cuidado de los hijos[23]. Las mayores posibilidades de ingreso que ofrecen la dinámica económica de los cultivos ilícitos, ya sea en labores directas o indirectas, posibilitan cierta independencia de las mujeres frente a sus esposos, compañeros y padres. Sin embargo, aportar o manejar un dinero no corresponde a una mayor autonomía y autoridad frente al hogar[24].
Las mujeres han sido afectadas en que han sido dominadas por el hombre. Entonces, por ejemplo, una mujer así briegue como ahorrar, el hombre la coge, se emborracha, le pega, la trata mal para que ella le tenga que dar lo que tiene, pues, ella es la que trabaja, le ayuda a él en la siembra, en la limpieza y todo ésto. Y también afecta mucho por la sencilla razón de que las viejas en este momento son raspachines donde los colonos. Las viejas mayores de la comunidad se contratan 6, 7 viejas a ir donde un colono a raspar hojas. Se volvieron jornaleras las ancianas que se mantenían en su chagra, sembrando yuca y tejiendo mochilas, y viviendo de la cerámica, haciendo ollas, tiestos, mochilas, haciendo hamacas. En estos momentos uno va: qué una mochilita! Y dicen que no hay cumare, ¿por qué? Porque la anciana se va a raspar a las fincas, y por lo que coge en el día le dan platica y comida. Algunas manejan su plata, otras, casi todas, se la dan a los maridos.[25]
En algunos casos, y pese a ciertos avances hacia una relación igualitaria, se evidencia el poder del hombre inclusive con castigos físicos.
Julieta es una joven morena, muy bonita, de 15 años. Es de san Vicente del Caguán donde viven sus padres, quienes tienen un plante cerca al pueblo. Lleva viviendo un año con “Peligro”, quien tiene 20 años. La mamá de Sandra no quiere a Peligro, porque dice que él es mujeriego y jugador. Sandra dice que lo segundo es cierto, pero que es muy juicioso. Ambos son raspachines, y ella lo dice muy orgullosa. Trabaja de manera permanente en este oficio y gana su buena plata. Los dos se pueden hacer a la semana $130.000 o más, depende. Ella dice que no tiene hijos por ahora, porque se están conociendo. Cada uno tiene cuentas de ahorro aparte en Florencia y aportan al hogar. Sin embargo, “cuando ella se hace la remolona y no le tiene la comida a tiempo, los fines de semana”, él se pone serio y cuando está en la pieza, coge y le da planadas con la peinilla. Ahora ya se ha ajuicidado. El no es celoso pero sí ve que hay muchachos que la tratan y son irrespetuosos le dice a ella que deje esas amistades. Pero en esos casos ya ella les ha dicho algo, porque no le gusta que la irrespeten. Cuando nos lo cuenta lo hace con gran naturalidad e inclusive se sonríe. Una de las diversiones es el billar. Ambos van al billar y ella lo apoya cuando apuesta para darle ánimo.[26] |
El caso de Julieta muestra de manera clara cómo a pesar de ciertos comportamientos de autonomía y de equidad dentro de la pareja, quizá por el hecho de estar aportando económicamente ambos, y pese a mostrar ella un comportamiento mucho más libre y seguro frente a otras compañeras de raspachines, hay un claro reconocimiento a la autoridad y al ejercicio del castigo que puede hacer el hombre con su compañera. Eso nos lleva a pensar que el maltrato físico puede ser bastante alto dentro de las parejas, pero que no hay ningún tipo de sanción social para ello, pues se considera natural. La predominancia del hombre como autoridad queda muy clara en la comparación que un adulto hace sobre el débil papel del Estado. “Aquí el gobierno es muy débil. es como cuando en la casa el hombre se deja mandar de la mujer. Claro que ella puede mandar pero no por encima del hombre”.
Sin embargo, por parte de las mismas mujeres tanto de las jóvenes como de las adultas que ahora viven con preocupación los problemas de sus hijos, pareciera que se han ido ganando espacios de respeto y conciencia de su situación de discriminación. Las continuidades y rupturas que pueden o no darse entre las familias de origen y las familias conyugales, de cara a los patrones de género, se ven afectadas por una mayor influencia educativa y de capacitación y formación en organizaciones que han ido surgiendo y que con mucha dificultad se sostienen. Comenta una mujer adulta que
La vida ha sido difícil, no conocí mi papá. Con el tiempo se disipa, la vida tiene muchas cosas para dar y quitar. Mi mejor recuerdo es el grupo de señoras, ha sido como una vida nueva, me aprendí a valorar como mujer. Por medio de ORACUR aprendí a leer y escribir, me sacaron adelante. Envidiaba los hogares donde tienen el papá, eso me dejó un vacío grande.
Otra mujer, habitante de la zona de colonización, comparte su experiencia familiar.
Soy la mayor de seis hermanos y la única mujer. Siempre he vista como una competencia con los hombres. Yo ayudé a criar a todos mis hermanos, fui la mamá de mis hermanos, pero vi siempre una relación especial de mi mamá con ellos.. A los 18 años marqué camino y hasta luego. Mi mamá me pegó en un restaurante delante de la gente. Yo quería progresar, estudiar, no irme de la casa. Mi mamá toda la vida ha tenido que trabajar para mantenernos, porque mi papá se gasta todo el dinero. Yo no quiero que a mis hijos les suceda lo mismo que a mí, yo ya estaba cansada de lavar ollas, pañales, hacer oficio siempre. Hoy yo soy mamá y mi esposo quiere más a los hijos varones, hoy los hijos son más despiertos.
Las mujeres adultas y miembros de una de las pocas organizaciones existentes en la región, consideran que hay cambios frente a las relaciones de pareja. Así lo explican:
ANTES
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AHORA
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POR QUE
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- La mujer vivía sometida al marido
- Era muy sumisa y vivía conforme con la vida
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- La mujer se ha liberado un poco
- El hombre ha perdido un poco de responsabilidad en el hogar
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- La mujer se cansó de vivir tantas necesidades
económicas
- La mujer quiso superarse intelectualmente
- Algunas mujeres han confundido la liberación con el
libertinaje
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Así mismo, la relación entre padres e hijos ha sufrido modificaciones:
ANTES
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AHORA
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POR QUE
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- Había un vínculo familiar agradable,
respetuoso
- Vivían bien unidos porque los hijos valoraban a los padres y
demás personas que los rodeaban
- El padre y la madre dirigían el hogar
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- Se han perdido muchos valores humanos como: el derecho a la vida, el
respeto, el temor a Dios y tantas buenas costumbres que se han perdido
- La juventud tiene mucho libertinaje y abusan de nuestros buenos
hábitos
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- La humanidad ha aprovechado la nueva Constitución para acogerse
a unos decretos
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En las mujeres adultas, notamos cómo frente a la impotencia y preocupación por imponer autoridad frente a los hijos, acuden a la instancia de mayor represión y dominio sobre los otros, hecho que ellas han afrontado como víctimas en su relación de pareja. La explicación que ellas dan sobre las dificultades con los jóvenes, se explica por “el exceso de derechos en los hijos, que son defendidos hasta por el gobierno”, lo cual deja a los padres sin poder de control. El modelo de dominación hombre-mujer, sin superarse pero con la conciencia que no es lo deseable, se replica con enorme facilidad en la relación adulto-joven.
Desde los adultos, especialmente los maestros y padres de familia, se habla con preocupación de una crisis de valores en la familia. Sin embargo, lo que parece estar ocurriendo es que se ha puesto en evidencia una estructura y unas relaciones familiares y sociales muy débiles. La familia fundamentada sobre el ejercicio de un autoritarismo paterno, que se ha alimentado de la dependencia y sujeción económica hacia el hombre adulto, el padre con respecto a los demás miembros, se ve cuestionada cuando las mujeres, jóvenes y niños acceden a trabajos que reportan ingresos importantes.
Sociodrama: Deserción escolar por la coca [28] Papá y mamá llaman al hijo, quien dice que no quiere estudiar, que necesita trabajar, para ver esas mujeres de la vida. "El estudio no sirve para nada, yo quiero plata". Los papás se quedan discutiendo quién tiene la culpa, la responsabilidad por la educación del hijo y a quién le hace más caso el hijo. Elementos de la discusión: “El muchacho da la disculpa que necesita dinero pero lo que quiere es tener para tomar trago”. “Los jóvenes ya no obedecen a los padres, piensan mandarse solos”. “Los muchachos no valoran el estudio”. “Marido y mujer no saben muy bien cómo educar a los hijos. A las reuniones de las escuelas van las mamás no los papás”. “Si el papá trabaja en coca es bueno, pero si es el hijo ¿es malo?. El desorden comienza por la cabeza mayor”. “Algunos muchachos se salen porque ven a los demás que si tienen plata y pueden gastar. dejan la escuela porque eso no les da dinero” |
Nosotros la cultivamos y estudiamos, porque hay que bregar a salir adelante. Depende para lo que cada uno la utilice. "Con eso nos pagamos la educación”.” Estamos estudiando por consejo de los padres”. “ Si uno volea machete de jornalero no le alcanza para estudiar, porque hay que pagar matrícula, arriendo. Con el estudio podemos tener un cambio".[29]
Todavía se le apuesta en estas regiones a la educación como vehículo de superación personal y movilidad social: "Por mucha plata que tenga uno, si no tiene educación no podrá ser nada en la vida, será esclavo"[30]. Los esfuerzos siguen siendo grandes para poder lograrlo y se registran insuficiencias en capacidad de la infraestructura y planta docente.
Algunos estudiantes vienen de muy lejos, hasta 3 horas de camino. Pocos piden permiso para estudiar, sin embargo hay muchos que no estudian por la atracción de los ingresos que pueden obtener trabajando en la coca. Los que se matriculan generalmente se mantienen. Es decir, que no hay propiamente deserción sino baja escolaridad. Aún así faltaron cupos. Actualmente hay 196 personas estudiando, en primaria y el bachillerato hasta noveno, incluyendo tres mujeres adultas madres de familia.[31]
Sin embargo, a medida que se avanza en el nivel de educación se hace mucho más difícil continuar. "De 30 o 35 que empezaron conmigo la primaria, terminamos 3. De 120 que entramos en la secundaria, salimos 30. De esos, por ahí 3 estarán en la universidad”[32].
En el caso de la educación secundaria indígena se presentó una situación muy especial. “La coca permite comprar los vestidos para estudiar los muchachos. Hace 10 años en el colegio no exigían uniformes ni zapatos, ahora sí y eso cuesta”. Al parecer la exigencia del uniforme genera un conflicto porque los estudiantes que tienen coca pueden ir muy bien vestidos y los otros van en pantaloneta. Se crea así una discriminación que se refleja también en el gasto que hacen en la tienda escolar. Así, el colegio dispone que lo mejor era el uniforme para igualarlos a todos y evitar “los zapatos de mafioso”. El uniforme surge como un mecanismo para evitar la diferenciación de clases económicas dentro de los indígenas en el colegio, diferenciación que aparece por el rápido acceso al ingreso monetario individual y familiar.[33]
Más allá de la preparación para el futuro de los jóvenes, la escuela constituye un espacio de encuentro entre pares, uno de los mayores atractivos dentro de la pesadez, la rutina y el poco atractivo que con frecuencia tiene este ámbito[34]. La construcción de relaciones de amistad, confidencia, alegría, entre e intergéneros, ofrece elementos de aprendizaje implícitos y cotidianos. Es allí donde se tejen relaciones sociales iniciales por fuera de la familia, que en muchos casos superan el mismo tiempo y espacio escolar. La posibilidad de contar "con alguien que me ayude en momentos difíciles, como cuando estoy enferma, triste o no puedo hacer la tarea”; de esperar “que me trate con cariño, que me comprenda y sea detallista”; de ofrecer apoyo “que confíen en mi para ayudarlas”; de pasar momentos agradables “no gusta ir de paseo, hacer deporte, contar chistes, charlar de manera positiva sobre la vida, estar con gente alegre, que nunca se mantenga brava.[35]
El espacio educativo es un oferente potencial de espacios para el desarrollo de la creatividad, con los cuales se hace más integral y motivador el tiempo de estudio.
A mí me gusta mucho el teatro, por eso es que cuando hay isada de vandera (sic) siempre preparamos alguna obra, pues hasta ahora nos han salido bien”...“En estos tres años de estar viviendo aquí, he encontrado amigas que puedo confiar en ellas(...) En mis estudios me ha ido bien y también me gustan los profesores. En la escuela participavamos (sic) en obras de teatro y ahora también lo hago en el colegio.[36]
En general, las escuelas y colegios continúan siendo un centro de referencia vital en las zonas rurales y cascos municipales, así como en los resguardos, y los maestros aún mantienen un papel importante de liderazgo. Aunque a los centros educativos les preocupa la situación, no se ha discutido, analizado y buscado alternativas frente a la problemática de los jóvenes, debido quizá a estar inmersos en la cotidianeidad de los cultivos ilícitos y a los conflictos que se puedan suscitar. Sin que esto se modifique sustancialmente, en las zonas indígenas los maestros, dada su pertenencia y articulación con la organización indígena, han participado un poco más en análisis colectivos de los problemas de las comunidades, en los cuales se incluye la preocupación por los jóvenes, la organización y la coca. Con sus distintos matices, en todas las zonas donde estudiadas, los centros educativos constituyen un puente de relación con jóvenes y padres de familia, y resulta un tema de interés para la mayor parte de maestros.
Sin embargo, la atención y el compromiso por hacer algo respecto a esta problemática, parece ser una labor más personal que institucional. Esta preocupación es fácilmente percibida por los estudiantes, pues además se traslada al ámbito de las relaciones interpersonales entre los profesores y los estudiantes, con unas posibilidades distintas de confianza y amistad. Estas actitudes también se reflejan y retroalimentan con procesos de cualificación pedagógica, en los cuales algunos maestros están realizando licenciaturas con temas relacionados con los jóvenes y su problemática[37]. En otros casos el empeño y compromiso personal han llevado a promover encuentros artísticos y deportivos, regionales y locales, con los cuales se han abierto espacios distintos de relación y participación en la comunidad. Estas iniciativas, desafortunadamente, son de carácter marginal.
La tendencia que prima entre los educadores es que a la escuela resulta muy difícil ir en contravía de la sociedad donde se encuentra, de las actividades que adultos, jóvenes y niños han realizado durante dos décadas y de la dinámica económica tan fuerte.
Como educador uno no puede hacer procesos para que cambien. Van con la idea del padre de sembrar coca. Si uno dice algo lo tratan como gobiernista y se le vienen encima. En el momento que surgió la plantación el muchacho quiere tener dinero. Si hay un día sin clases, trabajan. El muchacho que es mecatero quiere dinero para sus golosinas. No se registra deserción en la escuela, pues con el método de escuela nueva el muchacho se toma el tiempo que quiera. El perjudicado es el maestro porque tiene que manejar temas distintos. Los de las fincas les dicen a los papás que dejen el muchacho para coger hoja así falte a la escuela. Cuando tienen mucha necesidad le ofrecen más dinero[38].
Los jóvenes que asisten a las escuelas y colegios se sienten mucho menos vinculados con la actividad de la coca, pero no se sustraen a participar de las actividades laborales en distinta forma.
Se han tenido muchos problemas. El viernes ya había patrones que los esperaban para ir a trabajar el fin de semana y es mucho lo que los jóvenes aprenden allá en los cultivos. Lo que se hacía en la semana se borraba el fin de semana. Los jóvenes trabajan la coca como cualquier producto y saben que es malo. Están ahí por la oportunidad de ganar dinero. Aunque es la edad para que estudien, las condiciones son tan malas que el dinero proveniente de la coca lo aprovechan. Si los mayores raspan coca, cómo no lo van a hacer los jóvenes.[39]
Además, algunos maestros indígenas y colonos han decidido entrar a participar activamente de los cultivos de coca. “Algunos maestros también siembran coca, pues muchos solo reciben un salario bajo, según su escalafón”[40]. En una zona de colonización el profesor decide emplear las clases de trabajo manual para que los estudiantes le trabajen en su plante.
En algunos casos, las actividades escolares se han visto amenazadas literalmente con la violencia de los pueblos: “Se tuvieron que cancelar las clases los días lunes en el colegio por temor a la violencia que se daba ese día, pues era una prolongación del fin de semana”[41]
La presencia de la escuela en la vida de las comunidades estudiadas donde se cultiva la coca y la amapola, está arraigada como una institución tradicional e importante para el desarrollo y el cambio de la juventud, y aún convoca a la sociedad local contando con mucha credibilidad. Sin embargo, su tiempo social parece discurrir de manera no sincronizada con las dinámicas y los fuertes cambios del contexto social donde se desarrolla. Es decir, hay una profunda separación entre escuela y sociedad y, por ende, entre la escuela y las expectativas de los adolescentes.
La escuela ha perdido la capacidad de transmitir dos nociones fundamentales de la socialización: el pasado y el futuro. El pasado, porque no ha logrado transmitir de manera viva y eficaz la identidad cultural. El futuro, porque no logra que los jóvenes construyan proyectos de vida individuales con sentido social. Así, la escuela se aísla de la historia y del diseño del futuro, quedándose paralizada en un presente inmóvil. [42]
Para el caso de las escuelas indígenas la situación se torna más crítica. Durante mucho tiempo, la escuela ha sido mirada desde dos tendencias de corte voluntarista: una la asume como instrumento de asimilación de culturas, y la otra considera que la escuela es la posibilidad de construir una forma “propia” de educación dentro de la lucha de los pueblos, dentro del concepto de etnoeducación. Ambas tendencias sobrestiman el papel de la educación como instrumento de transformación social y desconocen otras dinámicas que afectan las posibilidades de la escuela. La educación indígena es señalada negativamente por contrariar y socavar formas tradicionales de socialización, pensamiento, producción y transmisión del conocimiento. Este hecho se ha generado por razones que van más allá de la escuela, pero es esta la que “constituye una práctica externa, en torno a la cual se tiende a aglutinar esta problemática”.[43]
Los niños y jóvenes, actores protagónicos de las escuelas y colegios, dan muestra de una gran capacidad, creatividad y disponibilidad[44]para describir, analizar y discutir sobre su propia realidad. Las técnicas empleadas y la novedad de los visitantes, quizá contribuyen a ello. Se ratifica así el potencial de este grupo de población para generar espacios de análisis y de difusión sobre problemas concretos del contexto en el que viven, y de constituirse en semillas de cambio social.
Al igual que muchos productos agrícolas comerciales y de la misma forma en que desde muy temprano los niños y niñas de estratos bajos y medios ingresan al trabajo en zonas rurales y urbanas del país, en las zonas de cultivos ilícitos, la oferta y la demanda laboral no reparan en discriminación por razón de la edad. La dura realidad de pobreza y necesidad de muchos menores, se conjuga con las posibilidades, ventajas y altos requerimientos de mano de obra. La legislación respecto al menor trabajador de muy difícil cumplimiento en el país, se vuelve en estos contextos totalmente ajena para patrones y trabajadores. Las exigencias de horas laborales mínimas según criterios de edad, las tensiones, las inclemencias, la demasiada responsabilidad, la interrupción o el impedimento para la escolarización y el malgasto prematuro de potencialidades, son simple retórica. La proporción de población menor trabajadora en el país, entre 12 y 17 años, que para la zona rural es de 33%, frente a un 26% para la zona urbana, es sobrepasada de manera insospechada en estas regiones. [45]
Pocos son los estudios que permiten cuantificar el fenómeno en estas regiones de tanta movilidad y de difícil acceso. El único estudio existente, realizado en 13 municipios del Putumayo, muestra cómo el 22.6% de los habitantes entre 5 y 18 años se dedican exclusivamente al raspado de hoja de coca. El municipio con mayor proporción de niños recolectores es Orito, con una cifra cercana al 70%, porcentaje que seguramente se amplía en épocas de vacaciones escolares. Pese al subregistro del fenómeno, se establece que por lo menos 11.000 menores raspachines trabajan en este departamento.[46]
El espacio laboral como realidad social en zonas de cultivo de coca y amapola, constituye por lo tanto un escenario clave de relación social, particularmente entre pares. Pero, además del plante, existe también el espacio laboral que surge con los comerciantes locales y regionales, de los cuales buena parte son menores de edad y la mayoría están en edades inferiores a los 24 años.
Dado que el trabajo es uno de los escenarios que ha sido coptado por los jóvenes, se configura por lo mismo en un espacio de socialización fundamental. Las características del trabajo en grupos de personas, que por varios días consecutivos, comparten comida y vivienda, confiere una permanencia relativa a los grupos de trabajo. De esta manera, el plante en las zonas de coca es un nuevo espacio de relación entre pares. Si bien para algunos puede representar amenazas por las “mañas” que se aprenden, es sin duda, una posibilidad importante de convivencia e intercambio, de compartir experiencias íntimas de vida y de adquirir estrategias de sobrevivencia que van desde la “educación sexual”. Además se intercambian hasta las referencias y consejos sobre las mejores oportunidades de trabajo, sobre el tipo de patrón, la comida, la forma de pago, y las posibilidades que encuentran en los pueblos en relación con la diversión, sitios de vivienda y compra de ropa.
Junto con el trabajo, se desarrollan actividades lúdicas y de resistencias cotidianas frente al patrón. Podría decirse que es allí donde se logran generar algunas manifestaciones incipientes de producción cultural, desde los y las jóvenes raspachines. Allí también se construye pertenencia, identidad colectiva y complicidad dentro de los plantes, como nuevos espacios de socialización que antes no existían en estas zonas rurales, y que presentan comportamientos similares a los de otras formas como las bandas, los "parches" y demás modalidades que los jóvenes usualmente construyen en ese ciclo vital.
El lenguaje o más bien la jerga, es uno de los elementos que parece dar identidad a este grupo de población. “A través de la jerga los jóvenes pueden ahorrarse explicaciones, sirve para precisar experiencias juveniles que en el vocabulario adulto no existen, pero sobre todo sirve para reforzar y mantener la identidad del grupo respecto a otros”[47]. Desde los referentes particulares que se emplean para las actividades laborales, hasta los nuevos nombres de personas, actividades y cosas, pasando por los apodos, la jerga de los raspachines se constituye en un estilo particular que se va extendiendo por las regiones y llega con rapidez a otros pobladores dada la gran movilidad y multiplicidad de relaciones existentes.
Nosotros nos llamamos por apodos. Por ejemplo allá me tienen un apodo y mucho raspachín que me nombran así, porque por el nombre no me conocen. A mí me dice Mazo, y a un amigo que le dicen Corrido.[48]
Son los raspachines quienes han construido nombres para las tareas y manejos de su oficio, y de paso han ido definiendo reglas del juego entre ellos para estas actividades:
Lo primero que le dicen es que esos cortes están raniados. Esa es la terminología que se utiliza. Eso es que el corte está malo, que no hay suficiente hoja entonces no le rinde mucho (...) Encierros es que por ejemplo este es el corte resulta que hayan conmigo cuatro raspachines. Entonces yo cojo una orilla, el otro coge otra orilla y los otros hacemos lo que se llaman paradas de corte. Yo voy tomando línea sí? Yo tengo que marcar entonces la línea sale derecha, entonces resulta que este tipo se mete acá y va y hace la parada. Entonces después este se devuelve y yo me devuelvo en recta para el próximo arrión. Entonces si yo le doy la vuelta, este el de la otra orilla no se va a dejar encerrar. Entonces sube y los del centro les da piedra porque los dejo y quedan juntos y empiezan a raspar lo que llamamos nosotros garriatar, que es uno cogerse lo mejor”.[49]
La conquista de nuevos territorios en colectivo, va siendo percibida por los otros, los adultos colonos.
Si ellos consiguen trabajo en tal parte, avisan, en tal parte están cogiendo. Entonces se van como los guerrillos, en gallada, ¿cierto? Y también así se vienen. Si se van a jugar micro, para divertirse, también en gallada. Es un grupo unido. Uno de los factores que yo he analizado dentro de este grupo para unificarse ellos es: uno, la personalidad, como mencionaba Terror, me toca así por que tengo muy mala retentiva de los nombres, cierto, entonces una de las situaciones que ellos miran es la responsabilidad de cada uno y el buen manejo. Y la otra situación que hace para ellos estar aquí, es por que los amigos raspachines consiguen su trabajo, su patrón, su posada, en términos de trabajo, en el tiempo de trabajo, en la semana, pero sábado y domingo para venirse acá, el problema es la dormida, la posada.[50]
Por otra parte, están las solidaridades entre pares que surgen de su condición reconocida de ser raspachines. Estos nexos tienen en algunos casos referentes de parentesco, que surgen porque la información de oportunidades va circulando con rapidez.
Yo soy de por allá de Cundinamarca. Uno por allá voliando machete, entonces mas bien me vine a raspar que acá la saca uno más fácil, no esta afanado. Me vine porque como aquí tengo primos, pues nos contamos. Muchos hemos llegado porque tenemos familiares, amigos.[51]
Así mismo, en el plante se va aprendiendo el trabajo, que no es tan fácil como se suele pensar.
Bueno, como al tercer día me di cuenta que no podía seguir con el trabajo. Entonces le pedí al patrón que me diera otro trabajo mientras que sanaba y así fue. Luego al otro corte ya empecé a raspar y raspar, bueno el proceso duró mas o menos 8 meses, para ser un raspachín. Para que no me volviera a pelar, que no me dolieran los dedos. Después le duelen, pero no como el primer día. Las primeras secuelas que deja la raspa es en los dedos índices, porque la persona que no sabe raspar le mete solamente ese dedo y entonces ya le dolió ese y le tiene que meter el otro. Ya después le mete uno todos, acostumbra uno todos los dedos, por eso es que uno le coge práctica porque después uno le mete toda la mano, ya no le mete sólo 2 dedos sino le mete toda la mano. Donde hay cortes buenos donde uno puede despegar 500, 600 libras, 20, 24 arrobas. Sí, porque 50 Kilos, son 4 arrobas, 100 libras. Uno le coge práctica y también para sacarle la cuenta de cuanto le van a pagar, por lo menos a precio de mercancía. Si de pronto venden a 1000, le pagan a uno 100 pesos la libra, si la pagan a 1200 entonces a 120 y así, de pronto le dicen que le pagan a 20 pesos más de lo que vendan entonces si venden a 1000 le pagan a 120 así sucesivamente.[52]
Además de generar y fortalecer relaciones entre pares, en los plantes se construyen “alianzas de clase” frente a los patrones, las cuales se manifiestan a través de protestas directas, abandonos del cultivo y resistencias cotidianas. Por supuesto, van surgiendo liderazgos que van dando forma a la vida de los “combos”, analogía de los parches urbanos.
El patrón estaba todo piedro, entonces Corrido llegó y había recolectando una cantidad de hoja y llegó y la vació. Y lo que hizo fue meterse dentro del costal y defecar en la hoja. Si me comprenden? Entonces llegó y cogió otra carpada de hoja, la tapó y la amarró, y la llevó al laboratorio. Y como todos amontonábamos la hoja, y al que le tocaba picar la hoja era al patrón y como es con la guadaña y como no le colocan el protector, entonces eso comienza a jalar la guadaña para arriba y para abajo para poder picar la hoja y le salpicó al patrón, ese si fue mucho despelote.[53]
Yo tenía cierto liderazgo, pero no con tanta fuerza. De pronto por parte de un patrón si había liderazgo, de pronto por conocer a harta gente, raspachines. Entonces me dicen que les ayude a conseguir la gente, pero no por eso me van a a pagar más, porque uno es el interesado. Inclusive entre algunos patrones uno había conseguido cierto liderazgo porque al hablar con ellos, y ellos al analizarlo a uno y darsen cuenta que en ciertas cosas uno tiene razón, entonces ya no venía siendo un trabajador raspachín sino una persona de confianza, inclusive en el manejo de cuentas, o sea, me refiero de contabilidad, manejo de los topes. (...)Y también para defendernos del patrón, a veces. Se presentó en varias oportunidades. Había conmigo como 25 raspachines y estaban pagando muy bajo, entonces hicimos huelga, yo le dije a otro compañero que perdiera el miedo y que hablara para subir el precio, pero cuando llegó el momento de que paramos la cogida y fuimos hablar con el patrón, entonces a él se le comieron la lengua los ratones. Porque, o sea,... hay cierto temor. Entonces uno entra hablar y uno empieza a dar cuerda con el patrón, entonces uno va con otra persona para que apoye. Entonces a esa otra persona en esa oportunidad, haciéndole perder el miedo a los raspas, yo comencé a darle cuerda, o sea, a hablar que era lo que nosotros queríamos y el otro se animó y siguió. Entonces los dejé que hablaran los dos. Nosotros les dijimos muy claro que los apoyábamos, porque el temor de un raspachín es que los demás raspachines lo vayan a dejar solo. Porque se han presentado circunstancias en que hay 6 o 7 raspachines amañados, entonces ellos no hacen huelga o dicen que hacen huelga pero cuando se presenta el caso, resulta que siguen trabajando y dejan a los otros desamparados. No apoyan la huelga. En ese momento habían 10 amañados, y convencimos a los 10 amañados para que hicieran huelga e hicimos huelga nosotros mismos. En más de una finca se ha presentado lo mismo. Entonces eso conlleva a que los demás raspachines que tienen cierto liderazgo apoyen las propuestas que uno hace en cuanto a las huelgas y los despelotes que se forman. [54]
Como uno a veces anda en combo y hay uno que es el que más habla, entonces a ese le tienen como más preferencia, el es el que habla y los otros lo apoya. Por eso fue que sacamos a Fernando a la marcha para que hablara, porque no le daba miedo hablar.[55]
La cotidianeidad de la vida laboral de los raspachines, los hábitos alimenticios que van exigiendo y que se van volviendo costumbre, en toda la región, va generando una tradición y un referente para las relaciones patrón-raspachines:
Por lo menos nosotros somos tipos que trabajamos al ritmo todo el día. Uno se va a las 5 de la mañana, cuando empieza a amanecer ya esta uno raspando, a las 8 el desayuno, vuelve al corte. El desayuno puede ser sopa de pasta, caldo, carne, arepa, plátano, cualquier cosa que le revuelvan, siempre sopa y seco, un desayuno normal. Ya llevamos 3 horas trabajando cuando desayunamos. Entonces uno trabaja de 5 1/2, va al desayuno y de ahí, por lo menos, a la tomada de agua. El que quiera reposar reposa y el que no pues está en el trabajo, y vuelve y trabaja y sale al medio día almuerzo. Suelta el reloj y a las 12 en punto hay mismo arrancan. El almuerzo puede ser sopa, colada, mazamorra, yuca, plátano, arroz, carne; hay partes buenas que le dan ensalada. A los 2 golpes, al desayuno y al almuerzo, se acostumbra a dar carne. Si uno quiere, después del almuerzo sale, pero si no esta volviendo a la 1. Pero lo más seguro de uno es que almuerza y sigue. Sale uno a las 4. A mí me pasaba que uno venia al pueblo porque yo tengo mujer y hijos, yo llego allá. Pero cuando uno esta en la finca, se puede quedar hasta las 5 o hasta la hora que quiera. En promedio uno puede sacar 8, 7, 6, 9, 10, eso depende del ritmo que le ponga uno, y el corte, y los dedos como estén, porque como se le rompen a uno por el trabajo. En algunas partes se toma guarapo, o si no toman agua con panela, o limonada. Por lo regular en todo cultivo existen los palitos de limón, cogen el limón y le echan al agua.[56]
La actividad laboral particular de raspar la hoja de coca, está muy ligada con las exigencias del trabajo:
Que ¿por qué la mayoría somos jóvenes? Por una parte hay muchos, la gente adulta que comienza y le gusta el trabajo. Pero como eso a uno le toca agacharse, uno le duele la cintura, pero eso para los adultos no es fácil. A nosotros también nos duele, pero en cambio uno esta mocito.[57]
Pero no todo es trabajo. En el plante se generan y apropian juegos para compartir el tiempo de descanso y el ocio, entre la jornada y al final de esta.
Nosotros jugamos a la porra pero con palitos. Yo juego la hoja con él, entonces se entierran dos palitos uno largo y el otro corto. El va y lo entierra y yo le digo que con el largo gano o con el largo pierdo (...) Para seguir haciendo locha, así por la tarde, si se quiere llamar así, entonces al apostarle a la porra los demás se animan, o sea las demás personas quieren ver quien es el ganador, quien es el perdedor, como va la porra. Si tienen cierta cantidad la apuestan, se sienta uno y comienza a echar cuentos, chistes o si no de lo que haya acontecido en el pueblo o la vereda.[58]
El plante es por excelencia el escenario de la socialización frente a la educación sexual. Como sucede con muchos de los jóvenes en cuyas familias el tema del sexo sigue siendo tabú, para los raspachines son los pares quienes se van constituyendo en informantes, instructores y cómplices frente a sus primeras aventuras sexuales. Es allí donde se van a aprender y reforzar los comportamientos que se constituyen en el deber ser para hombres y mujeres, y para las relaciones y actitudes entre ellos.
Entonces comienzan a relatar y hablar de las mujeres porque como son muy escasas todo el mundo las conoce. Entonces empiezan a darle rienda suelta a la imaginación, a la fantasía. Caso similar ocurre en las ciudades: muchas mujeres comienzan a hablar de los hombres pero como cosa muy aparte. Pero allá se habla de una manera más vulgar. Si se refiere a una mujer de la zona[59], entonces ya de pronto, dos personas que están en una misma parte han estado con ella entonces se ponen a comentar como fue el desempeño.[60]
La curiosidad y el deseo sexual de los jóvenes, dado por la edad y por sus propias condiciones de encierro y trabajo, los mantiene en un permanente interés y demanda sexuales.
Yo tuve la experiencia de un trabajador, que el patrón por no tener quien le prepara los alimentos, se llevo dos masajista y eran masajistas en el sitio donde las sacó. Las llevó y les dio trabajo, para que no se fueran para Florencia sino que les dio trabajo acá. Ese hombre fue de buenas para conseguir trabajadores pero al final de la semana le tocó fue mojarse para ver los resultados del trabajo porque dijo: afortunadamente o desgraciadamente esta es una cuenta de engordadero de bobo, porque las masajistas siguieron con el mismo comportamiento. Los trabajadores no se fueron a trabajar sino fueron a hacerse pesar y en eso se le pasaron, entonces fue muy poco el trabajo que se dio. Así sea de donde vaya la persona pero que vaya con una seriedad como la que dice el amigo: De la mujer depende el trato que le de el raspachín en el trabajo. Si va una masajista pero se hace respetar por allá, la respeta, pero si es una mujer de familia pero va a demostrar lo contrario por allá, pues así mismo la tratan.
Pero, por supuesto, es posible encontrar posibilidades de tener una relación más seria y con mayores contenidos de afecto.
Si uno a una mujer le propone, si le acepta pues bien, o si no pues..entonces comienza uno ya es a recochar, ya no le paran bolas. Ya hay una confianza.
En el plante también se va aprendiendo sobre las relaciones interpersonales, la tolerancia y se va conociendo el nivel de resistencia de cada persona hacia los demás:
Comienzan a tomarle el pelo a x o y persona a "montársela" como dicen vulgarmente y acogerlos de "destrabe", es tomarle del pelo. Tomarle del pelo pero entre todos, es decir un bombardeo entre todos hasta que la persona explota y se va. Más que todo se van, porque quién se va a poner bravo con todos. O si no se quedan y comienzan a arriarse la abuela los unos y los otros hasta que salen y se van muertos de la risa en la casa. Por allá es muy normal arriarle la abuela al otro.[61]
Esa socialización se da fundamentalmente entre hombres, pues se mantiene la tendencia a la división sexual del trabajo presente en las zonas rurales.
Hay mas hombres que mujeres. Por ejemplo, ella es que me quiere ir a acompañar por que yo no la obligo, hay mujeres que trabajan solamente el hombre. En el corte donde estábamos la semana pasada habíamos 13, 12 hombres y ella sola; en la cocina habían 2. Es muy poca la mujer que se ve en un cultivo. En algunas partes hay cuartos separados. Por ejemplo yo con ella me tocaba en una camita, los otros por ahí, y en el camarote nosotros abajo y ellos arriba, o separados el cuartico, pero lo mas común es en el mismo.
Pese a ser minoría no es un trabajo prohibido o mal visto para las mujeres: “La mujer raspachina es respetada”. El respeto es algo que se gana según el comportamiento.
Hay mujeres solas, por ejemplo la semana pasada, había una cogiendo en medio de todos. Pero como se hace respetar, la muchacha era decente. A nadie le hacia la recocha, a todos por el nombre, era muy decente y cogía en medio de todos, y qué pena de nada y así mismo, aquí le tienen respeto. Por ejemplo si una mujer tiene charlas pesaditas o vulgares, así mismo uno la va tratando, Entonces es la forma de respeto que dice él; y por lo menos en todo una mujer que se deja manosear de los demás pues ya no va a ser ni uno ni dos.
Los cultivos de coca y amapola, en términos generales, constituyen oportunidades de ingreso laboral sin distinciones por género o edad. Según algunos cultivadores consultados, el proceso de cuidado y recolección es sumamente exigente y “muy caprichoso” en la amapola. “La planta es delicada y sensible para los cambios de clima, las heladas e inclusive a las energías negativas del mismo cultivador, de las mujeres con menstruación o a la mala mano de los trabajadores”. Los mitos sobre la mala energía de las mujeres por su condición de tales[62], que tiene que ver fundamentalmente con sus períodos menstruales mantienen su vigencia en algunos cultivos, y pareciera ser una explicación que tiene que ver con el gran desconocimiento que aún se tiene respecto al mismo cultivo. "A veces es mejor no mostrarle las ganas pues entre más se hagan planes ambiciosos, más mal les va o entre más la cuiden, menos". Para otros cultivadores de amapola, las mujeres hacen mejor su trabajo de rayadoras pues tienen mayores habilidades para un trabajo tan delicado.
Otro espacio de socialización laboral está ubicado en un momento diferente al del cultivo de coca[63]. Es el de la comercialización local o regional. Este escenario, desarrolla estrategias distintas de relaciones, donde la lealtad y la seguridad se convierten en las únicas garantías para la sobreviviencia y, por lo tanto son los requisitos fundamentales de ingreso.
Si es duro, pero o sea uno se pone a pensar que la vida es linda y la puede seguir, que con la plata no es todo. En los tiempos que yo estuve trabajando con eso fue una experiencia linda pero a la vez amarga, porque se ve de todo, de todo, hasta ver matar gente con sus propios ojos y mantener la boca cerrada porque si la abre puede caer usted también, y uno hay cosas que a veces uno mira, como aquí, si a usted no le gustó por 300 manda matar a otro (...)Le piden a uno un requisito muy grande: lealtad, la lealtad con la otra persona mas que la lealtad que tiene uno con el papá, y están atentos a eso, mirar y callar le decían a uno, aquí se paga ojo por ojo diente por diente, usted me la hace y usted nos la paga y si la vuelve hacer nos la vuelve a pagar. [64]
Los altos riesgos por la cantidad de dinero y de información que se manejan en estos grupos hacen que las normas sean muy estrictas y que los castigos sean igualmente severos, con miras a evitar que las faltas se cometan. Asimiladas a organizaciones similares a la mafia, y pese a que no siempre se autoreconocen como delincuentes, mantienen una convivencia cotidiana con acciones delictivas muy comprometedoras como el asesinato.
Los compradores tienen como un cartel. Ahí está el patrón de uno y están los sicarios también los que matan. Están los que llegó la plata y la regalan. Los fiscales, los que saben a quién le van a entregar la plata. El patrón manejaba 700 u 800 por fin de semana, a veces nos llevaba 400 o 300 millones, dependía de la cantidad. Eso eran bultos, a veces nos tocaba que bajar seis o siete bultos de dinero de la avioneta. Todo por aire. Nosotros no sólo trabajábamos con el cartel de Medellín sino con otros, nosotros le trabajábamos a 3. En esa época estuve personalmente hablando con unos duros del cartel de Cali. Cuando uno es el consentido a uno lo dejan, cuando a uno lo dejan eso mejor dicho... maneja la plata que quiera, pero si se equivocó la pagó. Saque su plata de su bolsillo y repóngala.[65]
Tampoco aquí se identifica discriminación laboral para las mujeres.
También hay mujeres comisionistas y son más guapas que cualquiera, porque en lo que tuve yo, estuvo trabajando la mujer del patrón. Hubo también una joven de 17 en esa época trabajando con nosotros. Yo era el mas joven, de 13 años.
Dentro de la cadena de comercialización regional constituyen un sector al cual le reporta buenos dividendos el negocio, en actividades que si bien son de alto riesgo, no exigen mayor esfuerzo físico, al tiempo que les permiten mantener una presencia impecable, y un ritmo de gastos que les permite diferenciarse socialmente de los demás, cuestión muy atractiva dentro de las aspiraciones de los jóvenes.
Lo único que uno nota diferente es que siempre hay uno que se viste mejor que el otro, de pronto ese es hijo de comisionista y el hijo de comisionista viste mejor. Al mismo tiempo en el comer, porque siempre el hijo del comisionista anda con $2000 pesos en el bolsillo el otro no, y es el que se va para la esquina y se compra 10 empanadas y le reparte a los amigos aquí. Esa es la única diferencia pero de resto no, siempre todo es normal. Yo tenía un compañero. Desde que él se metió al grupo era comisionista, y póngale cuidado como eran las cosas. Él como comisionista venía a las charlas, y él decía: Sí muchachos, uno en este medio de comisionistas es un peligro, es un riesgo que está corriendo. Pero entonces el berraco llegaba y decía: Es que es la forma de uno ganarse la plata más rápido, ¿si me entiende?. Pero él decía: Es un riesgo tanto para mí como la familia, pero es una berraquera ganarse la plata. En un mercado, sacarse uno 600, $700.000, es una berraquera.[66]
Dado su ingreso, el acceso a bienes y servicios especiales se extiende también a la satisfacción y a los encuentros sexuales:
Un comisionista pagaba 20 o $30000 pesos por estar una noche con una pelada. Es como decir llegaba una mujer bonita y todos decían llegó tal carne, llegó carne fresca, ya sabía uno cuál era la carne fresca. Claro que a uno lo controlaban, que ¿para dónde va? Uno, pues para el centro. Entonces, ah! bueno, cuidado a ver. Era estar con cuidado, caminar despacio. Uno entraba con 2 guardaespaldas, entonces si uno se demoraba golpeaban: ey! se están demorando mucho, ¿qué pasó? Las niñas del pueblo eran prohibidas, por la situación de nosotros. Nosotros manteníamos con mucho peligro, pero debía ser con el permiso del papá... pero era difícil.[67]
Este escenario no es el de la mayoría de jóvenes, pero en zonas de alta influencia, se convierte en un grupo de referencia importante para comportamientos, patrones de consumo e inclusive como ideal de futuro.
Si bien la escuela, el colegio, la iglesia y la chagra han ido perdiendo significado como espacios de socialización, se han ido generando otros ambientes de gran importancia. Al tener los jóvenes ingresos frecuentes, los bares y los billares son los centros en los pueblos a donde acuden para disfrutar de sus ratos de ocio. Teniendo un carácter distinto al de los plantes, sin embargo, se constituyen en extensión de éstos porque el encuentro se da allí con sus pares que han conocido en el trabajo.
A la par con la diversión allí se refuerzan nexos, afectos y solidaridades, indispensables para sobrevivir en un mundo adusto, donde ellos son extraños:
Si usted esta jugando y hay otro que esta en la mala, le dice que si gana la parada me liga, es decir que uno apuesta y se gana uno lo liga para que siga jugando.
De manera precoz, muchos menores ingresan a estos espacios que están abiertos sin la menor restricción.
Es fácil ver a un niño, un pelado de 12 o 13 años en una gallera apostando a los pollos, si pasamos por allá un fin de semana. Desde el viernes más que todo empieza el fin de semana.
La ayuda mutua se va definiendo por necesidades y riesgos potenciales que cada uno tiene, y que muy posiblemente va a tener oportunidad de devolver.
Tengo muchos amigos, tanto en los barrios más peligrosos de Florencia, ladrones, muchachos de esos, y también de la "alta", más cultos. En algún momento todos le sirven, si tiene algún problema acude donde ellos y ellos pueden ayudarle a resolverlo.[68]
La amistad que en estos escenarios se inicia y se consolida se constituye en un factor de “seguridad social”, sin la cual difícilmente van a poder sobrevivir en un espacio donde ellos son extraños, donde no hay familias a quienes acudir. Dentro de su nomadismo, estas redes sociales que se van tejiendo entre jóvenes y también con algunos adultos posibilitan la continuidad y sostenibilidad de su itinerancia.
Si uno tiene amigos o amigas en algún restaurante, pues va o se mete uno a los bares a ver qué viejas han llegado, a quiénes conoce, a quiénes no. Si uno no tiene plata y otro raspachín sí, entonces uno entra en un bar donde ha consumido o tiene amigas y le comenta la situación a la amiga y ya la amiga le dice a uno: Bueno y ¿usted dónde se va a quedar? Es lo primero que le preguntan uno. Uno les dice: Pues no sé, en la residencia. Entonces le dicen a uno: Tenga las llaves del cuarto, quédense allá. Muchas veces lo invitan a comer o a tomarse sus traguitos.
Los bares identificados como lugares donde se ejerce la prostitución, han aparecido de manera inusitada en los pequeños centros urbanos. Parecieran ser un indicador del auge de la economía local y regional.
Había 82 mujeres de esas. La más vieja y fea y no dejaba de llevarse con cualquier $40.000, por poquito. Hay mujeres que no las dejaban salir de la pieza cuando ya llegaba el otro.[69]
Como en la mayor parte de municipios y ciudades del país, los bares y las prostitutas cumplen con la función de iniciación sexual, con la cual se reproducen valores de utilización de la mujer como objeto sexual. Cuando les preguntamos a dos jóvenes trabajadoras sexuales qué tipo de hombres van a esos lugares, dijeron que campesinos, jóvenes, incluso comentaron de muchachos de 12 años, llevados por sus tíos o sus papás. Los familiares les dan la plata para “hacer el rato, más como por confrontar al chino, ver qué cara hacen”, comentaron ellas.
La experiencia de grupos de jóvenes para actividades deportivas, culturales y recreativas, ha sido una de las preocupaciones de la iglesia católica regional. A la fecha, el equipo de animadores de la comunidad muestra una enorme frustración por el efecto que la coca produjo en estos procesos organizativos y que se extiende a otros grupos de productores, de mujeres, entre otros. A sabiendas de esta situación, es importante recoger aquí una vivencia en el municipio de Curillo:
La cuestión del grupo nace cuando en Curillo estaba pasando por una crisis pesada, porque en ese momento la abundancia del dinero era mucha. Existían los grupos juveniles, yo me acuerdo que antes de yo estar trabajando en el grupo juvenil, hace 4 años, habían otros grupos juveniles que habían llegado pero no eran estables, porque algunos se metían a averiguar como era el trabajo de la coca y era muy fácil porque encontraba a alguien con plata que le decía tenga cinco o seis millones de pesos y vaya y cómpreme.
Yo les decía: Muchachos, qué día conviene mejor reunirnos. Entonces decían que los sábados. Pero ¿por qué los sábados? Es que mire los sábados todo el mundo en la discoteca, todo el mundo pa`arriba y pa`bajo, haciendo tiros por ahí, y la muerte y todo eso, entonces reunámonos los sábados para distraernos en el grupo juvenil, para charlar, bailar, reírnos y ahí si nos vamos pronto pa’ la casa. Yo les dije: Vamos a sacar nuestro propio reglamento interno. Fue así como cada uno llegó con su propio reglamento. Artículos: presentarse a las reuniones debidamente vestido, el otro no llegar embriagado a las reuniones, tercero, no fumar dentro de las reuniones y dentro del salón, cuarto cumplir con el horario y pagar una multa la persona que no se presente a la próxima reunión.
Yo dije: Cheverísimo, eso está muy bien, eso está la berraquera. Así sacamos el Manual de Convivencia del Joven de Curillo. Formamos nuestra propia directiva, todo lo organizamos nosotros. Después de tener ya nuestra propia identidad porque le pusimos el nombre a este grupo, nos pusimos a trabajar para organizar esto. Cuando el salón no tenía nada, todo el mundo venía a la reunión y nos sentábamos aquí en el suelo, y hacíamos aseo y todo el mundo escuchábamos la charla. Cuando ya empezó a llegar la dotación, ninguno volvió, que cosa tan rara, eso es lo que yo me pongo a pensar y yo no le hallo repuesta a eso, yo no sé.
Ahí es cuando yo empiezo a llamar a los jóvenes, a ir al colegio, pero la gente no viene. Ahí es cuando yo empiezo a darme cuenta que los jóvenes empiezan ya a recibir la plata directamente de los mafiosos, de los duros, y la mayoría de los jóvenes, de los que son menores de 18 o 16 años ya empiezan a recibir la plata y a decir yo soy un comisionista y empiezan ellos mismos a formar el grupo, pero es el grupo de los comisionistas y luego que el grupo de raspachines. Pero entonces, ¿qué hacen ellos? Reunirse para tomar trago. ¿Qué les dice uno a ellos? Miren les invito a una reunión mañana. Eso pa’ qué hermano, eso a mi no me interesa eso y salen con el cuento: No, es que gastarme la plata escomo calmarme los nervios.
Como finales del 94 y 95, y más antes, eso fue ya las muertes. Ya empezaban a matar a los mismos amigos de uno, que eran estudiantes y morían. Y ya nos fuimos acostumbrando a que uno encontraba por ahí un muerto en una esquina, por ellos mismo meterse en ese vicio. Mirando que en el grupo juvenil, si yo tengo jóvenes mayores 18 años, de un momento a otro, con la experiencia que me vuelva a quedar sin jóvenes, yo vengo cultivando niños, desde los 12 años, siempre voy a tener mi grupo porque el pelado de 12 o 14 años, ellos quieren estar metidos aquí, en su recochita con el juego, y son mas fáciles que dominar un adulto. Ahora estoy trabajando con pelaos de 12 años y le estoy dando la oportunidad de una biblioteca que tiene libros ilustrativos y cuentos para niños. Y yo también le doy la oportunidad a niños mayores de 18 años para que utilicen la biblioteca, que se lleven los libros y los lean en la casa y después me los devuelvan. Yo se los presto, llegan y en una tarjetica anotan el nombre, se lo llevan a la casa y al otro día me lo trae o a los 2 o 3 días me dice vea aquí está el libro.
¿Qué hago yo? De un momento a otro me voy para un almacén y le digo: necesito que me haga el favor y me regale 1 o 2 trofeos que vamos hacer una competencia de Bicicross. Entonces voy y les digo: pilas hermanos que el otro mes vamos hacer una competencia de bicicross; y entre todos nosotros carteleras, perifoneo, y así de un momento a otro lo hacemos el grupo juvenil. Que vamos hacer un campeonato de ping-pong, que vamos hacer hoy un cuadrangular. Cuando los actos culturales también, si el colegio va hacer un acto cultural, entonces bueno ¿qué pasa que usted no tiene en cuenta el grupo juvenil?. La alcaldía, para ellos existe el grupo juvenil.
Yo salí elegido como concejal, al mismo tiempo como yo estaba saliendo del colegio. Como joven noto que aquí en Curillo siempre hay un monopolio. ¿Qué hacen siempre con los jóvenes? Llega un joven nuevo al Concejo y llegan estos viejos y venga para aquí joven, vea las cosas se hacen así por aquí por allá. Yo noto eso cuando yo llego y salgo elegido como Concejal, yo tenía 22 años, y miro esa cantidad de viejos allá. Yo no le hago a eso, y renuncié. Estos viejos llegan y me dicen: Aquí nosotros tenemos que estar de acuerdo con lo que diga el Alcalde, y tenemos que aprobar. ¿Cómo me van a decir que tenemos que aprobar? No! Yo tengo mi idea y vengo a sacar mi propia idea. Yo salí elegido como concejal, pero entonces qué vengo yo a notar, al mismo tiempo .
Voy a empezar a capacitarlos pero como yo hice anteriormente. Bregaba a capacitarlos y los mandaba capacitar. Pero es que los otros, por tener 18, 19 años, querían hacer lo que querían hacer, fuera de que aquí mantenían rumbiando, si iban hacer una capacitación en Florencia seguían rumbiando. Una de las grandes importancias que tenemos ahora es que ellos tengan esa forma de capacitarse más. Por parte de la Red nos está dando una facilidad grandísima. La parroquia nos estaba apoyando hace días, pero en estos momentos estamos recibiendo el apoyo del Bienestar Familiar, que nos está aportando al grupo $1.240.000 cada 6 meses.
En estos momentos yo estoy inclinado por la comunicación, porque yo tengo el radio ya. Por ejemplo hay 3 chiquillos: Uno tiene 15 años, otro 14 años y el otro tiene 12. Los berracos me dijeron anteayer: Mire hermano, queremos hacer un programa en radio para los muchachos Bueno y usted ¿qué quiere meter? No hermano metálica, rock, pop. Entonces yo les dije: ¿Sabe qué? Como ustedes están estudiando, el mayorcito esta haciendo décimo, el otro octavo y el otro séptimo, ustedes ya saben hacer proyectos Háganme un proyecto pequeñito, con todo el sentido de lo que van a pasar y yo lo voy a mirar y miramos si lo hacemos o no lo hacemos. Si ellos me lo hacen listo! Yo los pongo a camellar ahí, que hagan su programa de radio a ver como resulta, que también los mismos chiquillos estén metidos en la radio. Todo el mundo está a la expectativa de la radio, ya dicen ¿dónde queda la emisora nueva?
Yo estoy directamente afiliado a la red de emisoras comunitarias, a la red nacional, entonces para presionar al gobierno se había organizado eso. Yo tenía mis ahorritos por ahí, hice un préstamo, compré todo esto y la estoy montando. La gente de aquí del pueblo está respondiendo al trabajo, porque ya tengo 4 pautas publicitarias. Es que a la gente le esta gustando la emisora.
Pese a las continuas limitaciones de este tipo de trabajo, se reconoce en la experiencia un espacio de socialización clave que se ha ido expandiendo en muchas regiones urbanas y rurales del país. La preocupación frente al “no futuro” de los jóvenes, y desde distintas lecturas, ha fomentado el apoyo a estos escenarios, con resultados diversos dentro de una tendencia optimista. La posibilidad de darle curso a actividades lúdicas, formativas, de desarrollo de habilidades y de avance en sus aficiones, son atractivos que pueden combinarse, manteniendo a las y los jóvenes como protagonistas y gestores de tales procesos. Para el caso presentado, el acceso al manejo y orientación de un medio masivo de comunicación, abre nuevas perspectivas de acción e influencia, desde y con los jóvenes, lo cual implica una modificación en las relaciones de poder en el espacio local.
Los deportes, pero en particular el fútbol, son referentes nacionales que han traspasado a grandes velocidades las barreras del espacio y de la etnicidad. Lo registramos como una actividad con una gran capacidad de convocatoria, no sólo como espectáculo para apreciar por televisión y tema sobre el cual discutir, sino como factor de encuentro después del trabajo o como una opción y complemento al billar o la cantina. Con un sesgo marcadamente masculino[70], el juego del fútbol se asume como una práctica cotidiana, que ocupa gran parte del interés de los jóvenes.
En las comunidades korebaju (coreguages), los maestros convocaron a los talleres luego de un partido de fútbol con el cual los jóvenes se reunieron. Según los testimonios allí recogidos,
pueden durar muchas horas jugando, inclusive sin comer. Con frecuencia caminan hasta 6 horas para ir a encuentros de fútbol con otras comunidades, juegan y luego se regresan.
El deporte como actividad convocante está frecuentemente mezclado con las apuestas del público y por supuesto, incluye las celebraciones de los triunfos y las derrotas con el licor en el bar.
Sociodrama: Mezclando diversiones Uno amigos se encuentran. Toda la semana trabajando duro, vamos a jugar un partido de fútbol, dicen. Luego se ponen a tomar trago. "El licor es vida" dicen. El más borracho quiere armar pelea por lo que sea. Llega una amiga de ellos y les aconseja que dejen de discutir y que no mezclen las cosas. Elementos de la discusión: “Se mezcla una diversión sana con otra que no lo es”. “En los partidos se hacen apuestas y eso ayuda a que haya problemas. Apuestan al equipo, al marcador, etc. En esas apuestas consiguen un juez para que maneje los dineros y garantizar el pago”. “En algunos momentos se llego a apostar 1/2 o 1 millón de pesos. Alguno tiene que perder y como tienen armas se formaba pelea”. “Necesitamos una cultura que nos lleve a ser pasivos, (entendido como no violentos o peleadores) que no seamos orgullosos. Estamos sufriendo complejo de inferioridad. el que no tenga plata quiere ser como el que tiene más. Parece que el dinero genera violencia”. “Se ha perdido la posibilidad del deporte por trofeo, por capacidad y no por dinero”. “¿Es malo el dinero? No, es la forma como se usa. Ahí lo importante es la educación, donde el dinero sea importante pero no lo único”. “El dinero no es fácil, pues el trabajo trae enfermedades. Lo que pasa es que con el mismo o menos esfuerzo, se gana más. El comerciante lo gana más fácil aunque tiene mayores riesgos”. |
La dinámica de las actividades en tiempos de ocio que los jóvenes realizan fundamentalmente entre pares, no delimita fronteras muy establecidas entre escenarios, actividades y actores considerados como buenos o malos. En general, se trata de asumir dentro del juego y la diversión elementos de competencia, riesgo y azar, que no difieren mayormente de los de otros contextos urbanos o rurales, pero que en éstas zonas alcanza coberturas, frecuencias e intensidades mayores en corto tiempo, con lo cual se confrontan los esquemas vigentes antes de la presencia de los cultivos. En las condiciones de precaria infraestructura y atención para servicios de bienestar fundamentales como la educación y la salud, ¿qué otras opciones tendrían estos jóvenes para sus ratos de ocio? Además, estas actividades se corresponden muy bien con la dificultad de estabilización territorial, que impide convocar y conformar procesos a mediano y largo plazo a una parte importante de la población juvenil.
El espacio local, particularmente aquel que tienen carácter del mínimo núcleo urbanizado, llámese inspección, caserío o municipio, constituye un escenario altamente modificado por la actividad de los cultivos ilícitos de coca y amapola. El incremento del comercio, de los espacios de diversión y ocio, los bares, entre otros, configura un nuevo paisaje local que marca la cotidianeidad y los referentes en la vida de los niños y jóvenes que han nacido allí, o que han llegado solos o con su familia en busca de mejores posibilidades.
La presente es para contarle sobre mi vida. Yo vivo en un pueblo llamado Rionegro, es muy pequeño pero amañador. Yo nací el día 8 de noviembre de 1982. Mis estudios los cursé en Pereira. Apenas hace 3 años que estoy aquí. Mi familia me cuenta que cuando ellos llegaron, aquí esto era pura montaña, hasta que formaron este pueblo. Dicen mis padres que aquí hubo una guerra entre el Ejército y la guerrilla. Me gusta vivir aquí porque se cultiva mucho los vegetales. Hay muchos animales. Me gusta mucho la ecología. Pero en este pueblo matan mucho los animales. Cortan los árboles, hay erosión. Por esos se secan las aguas. Mi familia ha sufrido mucho por la amapola, porque a veces hemos aguantado hambre. También la gente le daba miedo venir a este pueblo, porque había mucha violencia. Mataban a la gente y la echaban al río. También cuentan que en Narvaez hay una mina de sal pero nadie la escavado. también esta la cueva del diablo, que queda casi a unas 3 horas del pueblo. Me gusta la ecología, divertirse y divertir la gente. Ser amable y ayudar a los pobres. Lo que no me gusta es que no está pavimentada la carretera y no hay casi vías de transporte, y me hace mucha falta el teléfono...” Atentamente, Andrea.[71]
El impacto más visible de la economía de los cultivos ilícitos, se registra en las actividades, personajes que reconfiguran el entorno local inmediato. Ese entorno se constituye en referente para la vida cotidiana de los habitantes, aunque habiten en las fincas y los plantes, pues el día de mercado o la posibilidad de acceso al comercio y a algunos pocos servicios está ubicado en ese territorio. El casco urbano ya es el referente de los habitantes antes de la llegada de la amapola o de la coca. No nace con éstas, pero si se modifica de manera sustancial.
Quizá para las zonas de coca los cambios son menos evidentes en los 20 años de su vigencia, aunque el mercado semanal se sintoniza de manera muy clara con los auges y las crisis del producto. La diferencia puede darse entonces entre la experiencia anterior a la coca y el presente. El Caquetá ha dejado de producir plátano, verduras, panela, cerdos, pollos y huevos. Estos productos se traen ahora sobretodo del Huila (Pitalito y Garzón). Curillo era el mayor productor de plátano del Caquetá. De allí salían diariamente seis camiones hacia Bogotá. Pero también producía maíz, madera y ganados. Era tanta su actividad que había puertos diferentes para cada producto. Ahora se mantiene algo de madera, ganado y maíz pero en muy pocas proporciones. Ello ha significado una transformación cultural en materia productiva, transformación que ha sido percibida más por los adultos que por los propios jóvenes que nacen y se crían dentro de una nueva dinámica productiva y comercial.
En las zonas de amapola, es posible para los mismos jóvenes establecer las diferencias entre el pasado, el presente y el post-auge del cultivo.
...Nací en Pitalito en el año de 1983. Ahí en la ciudad me crié. Mi papá lo trasladaron de profesor a Rionegro. Cuando yo bine cultivaban mucha amapola. La gente vivía de esas plantas. Los sábados y los domingos los campesinos bajan a bender (sic) la mancha, pues en ese tiempo estaba a 500. LA gente derrochaba la plata tomando asta los jóbenes (sic) de 17 a 18 años tomaban y fumaban demasiado. había muchos muertes, mataban a inocentes, a personas que no tenían nada, ni motivo. Yo en en esos tiempos yo no pude estudiar porque me daba miedo salir porque creia (sic) que me mataban. La amapola causó muchos daños matanzas, enfermedades y miedo. después empesaron (sic) a fumigar y se fue acabando todo. Todabía (sic) cultivan amapola. Los estudiantes se salían de estudiar por cultivar amapola, porque sabían que eso daba mucha plata. Mi familia está muy unida, siempre ha sido asi. Cuando salgo de la escuela y no tengo nada que hacer me boy a fugar basque porque es mi deporte favorito. Este pueblo es muy amañador porque es tranquilo y porque mi papa tiene un trabajo estable... Yurani (14 años) (sic)[72] |
Los patrones de modificación de los entornos locales son muy similares. En la medida en que los cultivos ilícitos se han convertido en la fuente más importante de ingresos, los espacios de socialización allí presentes se han diversificado, las redes de relaciones se aumentan pues se puede interactuar con personas de diferente procedencia, costumbres y expresiones. Aumentan las cantinas, las discotecas, los bares y las posibilidades de acceso a todas las cosas prohibidas que allí se ofrecen. Allí, los jóvenes se encuentran, dialogan, hacen negocios, tienen sus experiencias sexuales, consiguen trabajo y conocen a los patrones.
Para los indígenas en general el resguardo, la comunidad y la chagra constituyen espacios de socialización muy importante, donde se aprende a reconocer la autoridad colectiva además de la familiar. Estando en una misma zona de influencia, el impacto que la coca tiene sobre las distintas comunidades indígenas, ha sido diferencial. Para el caso de los korebaju (coreguages), se identifica una fuerte pérdida de respeto a la autoridad, representada en la comunidad por los ancianos y en cada familia por los padres, especialmente por el hombre.
Eso es fruto de la coca, porque por la rivalidades y porque yo quiero conseguir más, eso volvió a la gente individualista, egoísta. Ya no se lucha comunitariamente, si se van a trabajar todo es por dinero y todo es pedir. Ya la bonanza coquera entre ellos ha disminuido, muchos como no sembraron, como quedaron sus chagras reducidas entonces andan reducidos de comida. La gente se acostumbró al trabajo fácil y ahora les cuesta mucho, entonces hay desnutrición, hay hambre. Muchas veces la comunidad perdió ese ambiente comunitario del trabajo, y de trabajar la tierra que es la que le da todo lo necesario, porque la coca era más fácil de cortarla con una guadaña, de arreglarla, de fumigarla, de rasparla, entonces, ahora el trabajo es mas duro. Se trata aquí en colegio de conscientizar a los muchachos, de volver a coger esos valores positivos, de comunidad, para hacerlos revivir, tratar de cambiar y quitar esos vicios, esos antivalores que están dañando al grupo, tratar con los jóvenes de conscientizarlos para ver si las generaciones venideras van a rescatar esos valores.[73]
Para indígenas, colonos y campesinos el caserío -como referente urbano mínimo-, constituye un sistema que supera la sumatoria de los servicios mismos, con una dinámica particular, unas costumbres, unas autoridades y unos poderes que limitan, estimulan o mantienen hábitos de consumo, información y oportunidades. Particularmente el día de mercado se constituye en un momento donde se transforma de manera importante ese entorno.
Los dibujos elaborados por los jóvenes sobre el día de mercado, registran varias constantes:
Nuevas características han ampliado las posibilidades sociales y económicas de muchos de los poblados de las regiones con cultivos de amapola y coca. Su función de centro de veredas, núcleo de afluencia de sus miembros y espacio germinalmente urbano[74], se ha consolidado bajo esta nueva economía de manera más rápida pero también más débil. Como lo expresa un colono en respuesta a cómo se imaginaría su pueblo sin coca: ”sería muerto”.
Los espacios de socialización que no son exclusivos de niños y jóvenes, sino que involucran distintos géneros, generaciones y estratos, han recibido de manera directa e inmediata los cambios producidos por la economía de estos cultivos. El análisis de esas tendencias está construido a partir de diversas percepciones y valoraciones que al respecto ofrecen adultos y jóvenes, hombres y mujeres. Veamos algunas elementos generales de dichos cambios.
Los cambios en la familia hay que mirarlos según distintos actores y zonas. Para las familias de colonos en zonas cocaleras, la posibilidad de acceso temprano al mercado laboral remunerado ocasiona mayor autonomía para niños y jóvenes de ambos sexos, con lo cual se adelantan las crisis generacionales y los conflictos de autoridad. Dicha autoridad la han estado ejerciendo los padres dentro de un esquema tradicional vertical, en donde el control del comportamiento y la restricción de libertades a los hijos se ejerce sobre la base del manejo de los recursos económicos. La combinación de estas dos situaciones genera rupturas tempranas entre padres e hijos, que aunque se achaquen a esta última generación y a los cultivos de coca, han sido un patrón también presente en las relaciones que los hoy padres y adultos tuvieron con sus respectivos progenitores cuando llegaron a colonizar el Caquetá. A sabiendas de que son distintas las circunstancias y sobre todo que las búsquedas de antes y de ahora tienen distintos objetivos (la tierra para los primeros, el dinero para los segundos), el hilo conductor de las historias personales está tejido por el desarraigo familiar.
La migración económica, motivada por la crisis agropecuaria nacional, por las limitaciones de los minifundios campesinos, y por los sueños de los jóvenes por conseguir un mejor futuro, justifica la afluencia masiva de raspachines, trabajadores y comerciantes a zonas de coca y amapola. Ellos son portadores del desarraigo familiar, de cierto nomadismo laboral, que pareciera ser la estrategia de sobrevivencia inmediata. En ese trasegar, y sentirse extranjero en uno y otro lado, surgen nuevas relaciones afectivas y se constituyen nuevas familias, muchas de las cuales son tan fugaces como el enamoramiento que las acompaña.
Para las comunidades indígenas, se da un doble cambio: por una parte, se recomponen los esquemas de autoridad y de autonomía de los hijos, hecho leído por los adultos como “pérdida de autoridad”, y por otra, la chagra que es el espacio productivo comunitario de autoabastecimiento, deja de ser prioritario para los hombres jóvenes y adultos, quedando en manos de las mujeres, los niños y los ancianos.
Las rupturas familiares ante la oferta de posibilidades distintas, pueden leerse desde una óptica económica, como una tendencia, presente aunque no generalizada, en el sentido de perder su calidad de unidad de producción y consumo, estrategia de sobrevivencia en los sectores rurales y urbanos pobres para dar cabida a economías de orden más individual. Además de ésto, el espacio de la producción para el autoconsumo y la diversificación de cultivos como estrategia para manejar la pobreza, deja de ser importante pues el dinero permite satisfacer las necesidades básicas, especialmente en las épocas de auge. Sin embargo, pareciera que en la medida en que se han dado crisis comerciales o de producción como las ocurridas con las marchas de septiembre de 1996, se vuelven a valorar las estrategias anteriores. Podría asegurarse que el acceso al dinero genera en adultos y jóvenes una sensación de autosuficiencia que mitiga la necesidad gregaria, y descarga las exigencias de responsabilidad y compromiso que ella conlleva.
De la misma manera, se evidencia una recomposición en los patrones de género tradicionales, que se corresponden con la dinámica nacional. La división sexual del trabajo ha sido superada de manera no recíproca, en la medida en que la demanda del trabajo no discrimina a las mujeres, pero sí mantiene en cambio la responsabilidad tradicional de ella en el ámbito de lo doméstico y de la crianza de los hijos. En los espacios familiares, persiste un tratamiento diferenciador entre géneros, por parte de los adultos, frente al acceso a espacios de diversión, en donde el hombre tiene libertad absoluta en tanto que las mujeres deben ser protegidas. Las modificaciones lentas, ambiguas y desiguales en el ejercicio de la autoridad, el poder en la familia y la autonomía de las mujeres, son parte de procesos similares que ocurren en el contexto nacional.
Los cambios en las relaciones y posiciones dentro de la familia se proyectan y retroalimentan con el espacio social más amplio. Así, desde estas transformaciones dadas ya en otros contextos sociales del país, pero surgidas en estas zonas de manera rápida por el efecto acelerador de los cultivos de coca y amapola, se van recomponiendo las relaciones en estas sociedades locales y regionales, se van modificando las demandas sociales y se van gestando los procesos cotidianos de desarrollo.
La ampliación en la posibilidad de acceso a espacios de socialización con pares, así como la diversificación y el aumento de los mismos con respecto a las épocas en donde la coca y la amapola no estaban, son las tendencias presentes en todas las zonas. Con ello se multiplica la información sobre los modelos de referencia y se aumenta la “oferta” de elección de pareja especialmente para las jóvenes hijas de colonos residentes. Ellas establecen uniones con mayores riesgos de inestabilidad, dado el restringido e incompleto proceso de conocimiento y preparación para la unión conyugal.
Estos espacios de socialización entre pares se relacionan con tres actividades: el trabajo, el disfrute del ocio y la escuela.
Con respecto al espacio del trabajo en las regiones de coca surgen dos escenarios: el plante y las organizaciones de comisionistas. El plante es más masivo y se ha configurado como un espacio de interacción muy importante, en donde además de ganar un salario, se hacen alianzas, se conversa, se juega y se comparte. Las amenidades de dicho espacio depende de ellos mismos, en la medida en que puedan presionar y negociar con los patrones, esta situación es frecuente y establece alianzas de clase momentáneas. Es a partir de estas alianzas que surgen liderazgos, y que se van institucionalizando los contratos laborales básicos sobre condiciones de alimentación y alojamiento, sobre pagos y renegociaciones entre patrones y obreros, en un lugar en donde las leyes nacionales poco valen para regular estas y otras relaciones. Acceder al plante no requiere de mayores requisitos, pero mantenerse en la actividad va exigiendo comportamientos, responsabilidades y actitudes que se van calibrando en la práctica, y desde las cuales tanto raspachines como patrones, se van clasificando como “buenos y malos” para próximas raspadas. Como escenario sociocultural el plante es un espacio que ha surgido y se ha dinamizado con una importante participación de los jóvenes. Además es “su territorio”, porque es allí donde ellos pueden mostrarse como conocedores del oficio y donde ejercen el poder que tienen dentro del sistema económico que sostiene la región.
Para la amapola, se registran muchos más requisitos de ingreso a los cultivos. Especialmente esto ocurre para el oficio de rallador, tarea que va siendo asignada a familiares de confianza, ya que el valor de la mancha es alto sin ningún procesamiento. Además, la posibilidad del robo de este producto puede ser relativamente alta. Todo esto hace que en torno a los cultivos de amapola, no se haya creado un espacio de socialización tan fuerte, como sí sucede con el plante en el caso de la coca.
Como espacio de socialización, las organizaciones de comisionistas locales/regionales son mucho más complejas. Ubicadas en la base de la cadena de comercialización, constituyen un poder económico importante que por lo mismo supone exigencias en protección armada, lealtad y responsabilidad. La entrada a estas organizaciones es mucho más restringida y se está a prueba de manera permanente, pues cualquier desliz puede desarticular el negocio. El ascenso en esta pirámide hacia los carteles mayoristas y articulados con el mercado internacional puede ser relativamente fácil y atractivo, cuando ya se han cumplido las pruebas básicas de confianza. El temor por parte de la organización a la revelación de los secretos allí conocidos sobre el comercio, el cobro de cuentas y su estructura interna, pone en peligro la vida del joven que decide retirarse del grupo.
En las zonas de cultivos de coca y amapola, se evidencia un acceso más temprano y continuado a los espacios de diversión y ocio, pues éstos anteriormente estaban vedados. En el pasado, tales restricciones surgían de la relación de dependencia económica de los jóvenes con relación a sus familias, situación que se ha modificado por el acceso temprano de los menores al ingreso extrapredial. Los espacios de diversión más difundidos tienen que ver con el alcohol, los billares y la prostitución. Con el dinero que surge de la mayor oferta laboral, las barreras de edad para el acceso a este tipo de actividades, especialmente para los hombres, se superan sin mayor reparo ni sanción social.
Los espacios para el ocio presentan diferencias según contextos más o menos urbanizados: por ejemplo contar con el servicio de energía eléctrica. En las zonas de estudio, exceptuando el casco urbano, salvo las cabeceras municipales de mayor población, el acceso a la luz eléctrica en caseríos y veredas se da a través de plantas de gasolina particulares y durante horarios limitados. Por esta razón el fenómeno del impacto de la televisión en los pobladores, en el nivel sociocultural, es aún precario. La influencia de los medios masivos de comunicación se da más bien a través de la radio, por medio de los informes de noticias y de los programas musicales.
En la competencia por captar la atención de la población en edad escolar, en un medio en donde esa mano de obra es la que se necesita, y donde los potenciales obreros pueden tener una mejor remuneración que la de las demás actividades económicas, la escuela tiene muy pocas posibilidades de salir bien librada. Siguiendo a Bourdieu[75], la educación básica ha dejado de ser en la realidad el vehículo de movilidad social y laboral que fue hace unas décadas, en la medida en que los títulos que hoy otorga han perdido valor. La disparidad generada entre las aspiraciones y las posibilidades reales, ha llevado a un efecto de inflación, pues en la medida en que el título de bachiller se obtiene con más frecuencia, se devalúa porque se vuelve accesible para gente a la cual no se le reconoce un “valor social”.
Pese a ello la escuela como espacio de socialización sigue cumpliendo una función importante de encuentro entre pares, y entre jóvenes y adultos, que no ha sido suficientemente aprovechada, dada la alta credibilidad y el poder de convocatoria que tiene en los poblados. La pertenencia a la escuela o al colegio amplía la red de relaciones a un espacio que los jóvenes trabajadores no tienen y que a muchos no les interesa. A la vez, la vinculación escolar no excluye a los jóvenes del acceso al trabajo, sino que solamente lo restringe.
La escuela está disponible sólo para aquellos jóvenes que tienen una residencia fija y unos padres que satisfagan sus necesidades básicas. Modalidades más flexibles en el bachillerato pueden ampliar las posibilidades de ingreso de los jóvenes, pues algunos especialmente residentes, tienen la esperanza de que la educación formal pueda ser una buena inversión.
El espacio local urbano que ofrece las mínimas condiciones para el intercambio de bienes y servicios se ha constituido históricamente en un referente muy importante que se consolida en estos contextos de gran migración laboral en donde las distancias y el difícil acceso aíslan a la población que trabaja en actividades agropecuarias. El día de mercado cobra por tanto una gran fuerza como espacio de encuentro, de disfrute, de pago y de compra. Los planes se hacen con respecto a este momento, en el cual se lucen las mejores galas pues es el único día que no se trabaja.
Los acontecimientos gratos e ingratos están referidos a este día y a este territorio, con el cual, jóvenes y adultos establecen nexos afectivos y económicos de distinta intensidad. Eso no significa que haya posibilidades de construir un proyecto de desarrollo local, pues ésto implica un proceso lento y de búsqueda colectiva, que aún poblaciones sin el impacto de la coca y la amapola, no han logrado gestar.
Los cultivos de coca y amapola contribuyen en gran medida a reconfigurar e incluso a gestar escenarios de socialización para todos los habitantes, pero particularmente para los sectores juveniles trabajadores, quienes son los mayores repobladores de estas regiones. La población migrante junto con algunos residentes, quizá los más jóvenes, son a su vez constructores permanentes de estos nuevos escenarios, de los nuevos lenguajes, tareas y significados, con lo cual se muestra la capacidad de reacomodación y la creatividad para gestar sus propios referentes. Tales referentes parecen no tener pretensiones de transformación social, ni de largo plazo, sino que más bien están marcados por el presente y futuro más inmediato, con el supuesto implícito de la incertidumbre, compañera inseparable de aventura.
La enorme dinámica y fluctuación de estas sociedades, depende de factores externos, especialmente de las demandas de la materia prima que se producen y de los controles que se ejercen sobre ese mercado. En estas circunstancias cobra sentido la flexibilidad de muchos de los nuevos pobladores para adaptarse a tales cambios, a través de una opción nómada o seminómada dentro de ciertas zonas, las cuales van cobrando sentido como su territorio. La identidad con un espacio sociogeográfico, se construye a partir de las relaciones sociales que se van tejiendo de manera distinta a las que se dan cuando la población es sedentaria, en la medida en que son relaciones menos estables y continuadas, pero suficientemente ancladas para ser empleadas en el momento en que se requieran, dados los continuos riesgos que se mantienen por la itinerancia.
El criterio de la flexibilidad de los nuevos escenarios y de las relaciones que allí se generan es el que permite que, aunque sea de manera aparentemente frágil, se configuren espacios de identidad, de complicidad y de solidaridad, más allá de los intereses individuales. Salvo las marchas de los cultivadores de coca, las acciones colectivas son más bien fugaces, espontáneas en su mayoría, pero han ido redefiniendo las relaciones, los liderazgos y los sentidos de pertenencia.
La familia y la escuela, como espacios tradicionales de socialización, han ido adquiriendo nueva significación para los jóvenes, dadas las condiciones productivas y la oportunidad de ingreso que se dan en la región. Sin embargo, ambas instituciones tienen estructuras poco flexibles, lentas y tímidas para incorporarse de manera activa dentro de las nuevas condiciones del contexto y del proceso histórico regional, dentro de un conflicto generacional latente marcado por la inercia de una tradición autoritaria y controladora con respecto a las nuevas generaciones.
Al igual que los jóvenes de otras regiones del país e inclusive de otros países, los jóvenes apuestan por un fortalecimiento de las relaciones entre pares, desde las propias posibilidades y limitaciones que ofrece la actividad laboral, referente prioritario para ellos y el cual da sentido a sus propias búsquedas.
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