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Consecuencias ambientales
Mientras que los países consumidores están bien resguardados
de consecuencias ambientales impactantes, los países cultivadores
se ven sometidos a esquemas de erradicación cuyos efectos son devastadores.
La fumigación aérea con herbicidas, un componente clave del
Plan Colombia impulsado por los Estados Unidos, está acelerando
el ritmo de destrucción del bosque tropical en América del
Sur. En un esfuerzo por erradicar de Colombia los cultivos utilizados para
hacer drogas, se están aplicando herbicidas tóxicos por vía
aérea que golpean fuentes de agua, cultivos de subsistencia y a
las gentes.
Desde que comenzó la fumigación aérea, se han
reportado miles de quejas sobre graves problemas de salud, destrucción
de cultivos alimentarios y del ganado, contaminación de las fuentes
de agua, daño a los entornos nativos; y deforestación como
resultado de la necesidad de los campesinos de tumbar bosque para plantar
cultivos alimentarios en tierras no contaminadas. La pauperización
del campesinado lo obliga a introducirse cada vez mas adentro de la cuenca
Amazonica volviéndolo cada vez más dependiente de la coca
como cultivo de subsistencia. La carencia de infraestructura y la actual
guerra civil se convierten en obstáculos para que los campesinos
puedan llevar sus productos a los mercados legales mientras que la alta
rentabilidad del tráfico de drogas lleva a los traficantes
allí adonde estén los cultivos.
En los Estados Unidos, algunos de los estados del medio oeste (Midwest)
usan herbicidas para erradicar la hierba de zanja (“ditch weed”), rezagos
del cáñamo industrial sembrado durante la Segunda Guerra
Mundial por el gobierno estadounidense en su campaña "Cáñamo
para la Victoria". En razón de que dicho cáñamo
(no-tóxico) no tiene valor comercial, los esfuerzos anuales para
la erradicación de la "hierba de zanja son utilizados por los burócratas
de la lucha contra las drogas para inflar sus estadísticas. Otros
estados con significativos cultivos ilícitos de marihuana, como
Hawai, tienen prohibido el uso de herbicidas como medida de protección
ambiental.
La amenaza que representa la guerra contra las drogas para el medio
ambiente no se limita al excesivo celo de los oficiosos de la lucha contra
las drogas armados con herbicidas tóxicos. El crimen organizado,
que saca provecho de la distorsión de la dinámica de suministro
y demanda generada por la guerra de las drogas, no tiene la más
mínima consideración con el medio ambiente. En los países
Andinos, los productores ilícitos de cocaína, se deshacen
de los productos químicos vertiéndolos allí adonde
mejor les place. Los laboratorios estadounidenses que fabrican la peligrosa
meta anfetamina nos recuerdan la mortal expansión a lo largo de
la nación de alambiques durante la época de la Prohibición.
Incluso los cultivadores de marihuana orgánica impactan el medio
ambiente por la tala de árboles en los parques nacionales para hacer
espacio al ilícito cultivo.
La mayor amenaza potencial para el medio ambiente es la perspectiva
de un hongo genéticamente manipulado previsto para extinguir los
cultivos de uso ilícito. Científicos financiados por los
gobiernos estadounidense y británico han estado desarrollando un
hongo asesino que destruye la amapola pero que deja otras especies de plantas
indemnes. Hongos similares están siendo desarrollados para erradicar
la coca y la marihuana. La preocupación frente a la catástrofe
que puede causar la introducción de estos organismos genéticamente
alterados diseñados para extinguir especies enteras de una planta,
ha detenido su aplicación. Quienes proponen la guerra biológica
como la "bala de plata" que ganaría la guerra de la droga de una
vez por todas, fallan al desconocer que las drogas naturales tienen su
contraparte sintética. Si se destruyese hasta la última planta
en Sur America, la producción de meta anfetaminas aumentaría
para satisfacer la demanda por drogas que puedan asemejarse a la cocaína.
En el 2000, el gobierno Colombiano vetó una propuesta respaldada
por los Estados Unidos para ensayar un hongo asesino (Fusarium oxysporum)
sobre los arbustos de coca, señalando que el Fusarium tiene tendencia
a mutar y precisando que podría conllevar "graves riesgos para el
medio ambiente y para los seres humanos". El zar antidroga de la Florida
Jim McDonough inicialmente aprobó el uso del hongo manipulado Fusarium
para atacar la marihuana en su estado, pero fue obligado a desistir del
plan de introducir un hongo asesino dentro del ecosistema del estado. El
departamento de protección del medio ambiente de la Florida recordó
a McDonough que la especie Fusarium es capaz de evolucionar rápidamente,
es propensa a la mutación, y permanece activa en suelos calidos
durante muchos años.
Traducido por Juan David Moreno, Universidad Nacional
de Colombia -MamaCoca
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