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Por Guillermo Pérez Flórez
Que Carlos Castaño se entregue a Estados Unidos es, probablemente, el hecho más notable de los últimos tiempos, con relación a la paz y la guerra en Colombia; tiene muchas aristas y efectos, algunos incluso de carácter impredecible.
Los más beneficiados serían el propio Castaño y su familia. En ninguna otra parte del mundo podrían estar más seguros, y no es viable una nueva Catedral (la celebérrima cárcel que Escobar mandó a construir en tiempos de Gaviria) pues es dudoso que el país se vuelva a tragar semejante engendro. Qué mejor que USA. La entrega también resultaría buena para el presidente Álvaro Uribe. Con el icono del paramilitarismo tras las rejas pierden impacto las sindicaciones que buscan ligarlo con este, por lo menos en el ámbito internacional. ¿Para Estados Unidos y el presidente Bush? Bueno... pues es un trofeo valioso, Castaño (las AUC, más exactamente) está en la lista terrorista y, además, el cargo que la justicia tiene contra él es narcotráfico, juzgar a un narcotraficante satisface a la opinión pública, y ello siempre cae bien en época preelectoral.
A las FARC-EP tampoco les viene mal que Castaño salga de escena, entre menos elementos de distracción existan, mejor. En un escenario “depurado”, sin AUC, y porqué no, sin ELN, (a quien también favorece la entrega de su ultra-enemigo) sólo quedan en el tablado de la guerra dos partes, y ellas son una. Puede que esto sea militarmente malo para estas, pero es políticamente bueno; si no las derrotan en un plazo relativamente corto, (de dos a tres años) habrán aumentado exponencialmente su capacidad de negociación.
Entonces: si es bueno para Castaño, para Uribe, para Estados Unidos, para las FARC – EP e incluso para el ELN, se podría decir que: ¿es bueno para todo el mundo? No, no necesariamente. La entrega de Castaño es de efecto múltiple, una moneda de dos caras. Castaño desea que la justicia estadounidense le limpie el rostro, pero para conseguirlo tiene que cambiar el fusil por la guitarra y aprender a “cantar”, de comandante “Para” terminaría convertido en batracio, tendrá que entregar amigos, aliados y territorios. Gratis no conseguirá nada. Para Estados Unidos esto puede convertirse en un caballo de Troya, desde el momento en que Castaño esté bajo su jurisdicción, las responsabilidades de la guerra y la paz en Colombia serán casi ineludibles, no podrá recular, o gana la guerra o la gana, el costo de una derrota militar en el hemisferio es incalculable, las repercusiones serían muy grandes dentro del área Andina.
Pero a quien más mal puede salirle todo es a Colombia. Un Estado que no logra someter a sus delincuentes y que permite que su justicia sea sólo para “robagallinas”, es un Estado sin ningún futuro. Castaño debe ser juzgado primero en Colombia, por los crímenes cometidos, que no son pocos ni leves, (según él mismo lo ha confesado en su famoso libro) y, luego sí, responder frente a otros Estados, antes no. Hacerlo es elevar el nivel de dependencia a extremos afrentosos. El gobierno y la justicia colombianas deben meditar mucho sobre este tema. Es posible que la entrega se produzca en Panamá y no en Colombia, (como quiere Castaño) eso sería una forma olímpica de pasar de agache pero no la libraría de la vergüenza de quedar como “república bananera” a quien hay que hacerle una de las tareas esenciales, administrar justicia.
Como
se puede ver, las cosas podrían pasar de castaño a oscuro.
Si puede haber algo peor que Castaño y las autodefensas, son unas
autodefensas sin Castaño, éstas pueden quedar atomizadas
en una veintena de pandillas, dedicadas a hacer lo único que saben
y pueden hacer. Dios nos libre.
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