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En este artículo se recapitula un debate sobre proyectos de guerra
biológica relacionados con el ‘Plan Colombia’; se recuerda el rechazo
al propósito de utilizar contra la coca el famoso hongo Fusarium
oxysporum, variedad Erythroxylum; se reseña el origen de la llamada
‘alternativa criolla’ y la denuncia contra este proyecto de investigación
de ‘controladores biológicos nativos’.
Se pone en evidencia la incoherencia de políticas en el Ministerio
del Medio Ambiente, que propone a través del Instituto Amazónico
de Investigaciones Científicas, Sinchi, el diseño participativo
de una política pública, denominada “Agenda 21 Amazonia Colombiana”,
pero al mismo tiempo perfila desde la penumbra investigaciones inscritas
en la perspectiva de la guerra; se destaca el veto de la Organización
de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana, OPIAC, contra
estas investigaciones.
Se relatan aspectos del debate, aceptado tardíamente por el
Ministerio del Medio Ambiente en el “Seminario Taller Medio Ambiente, Cultivos
Ilícitos y Desarrollo Alternativo”, Paipa septiembre de 2000, cuando
este Ministerio retrocede por primera vez en la propuesta y propone crear
una comisión científica para examinar el proyecto de los
agentes biológicos “nativos”; se reseñan las posiciones,
en defensa de los derechos de los pueblos indígenas, de los participantes
en el Taller Nacional Amazónico, realizado como parte del proceso
de construcción de la “Agenda 21 Amazonia colombiana”, octubre de
2000; se menciona la “autocrítica” de la Dirección del Sinchi
que constituye el segundo retroceso de ese proyecto.
Se refiere la decisión del Programa de las Naciones Unidas para
la Fiscalización Internacional de Drogas (UNDCP) de retirarse de
proyectos de agentes biológicos contra la coca en Colombia y la
región andina; se cita una carta del Ministro del Medio Ambiente,
de enero de 2001, cuando decide “no continuar con el análisis del
proyecto” de los agentes biológicos ‘nativos’ de la coca; se alude
la resolución del Parlamento Europeo, opuesta a la fumigación
química y a la utilización de cualquier agente biológico
contra los cultivos con fines ilícitos; se constata un conjunto
de derrotas sucesivas a los propósitos de la guerra biológica,
pero se acepta que los peligros persisten.
Finalmente, se expone la necesidad de solicitar a la Comisión
de Estupefacientes de la ONU y a la Conferencia de las Partes del Convenio
de Armas Biológicas y Tóxicas, la prohibición global
del uso de agentes biológicos contra cultivos, como la coca, la
amapola o la marihuana.
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