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Nos dirigimos al pueblo caucano y a los pueblos del mundo en un momento doloroso para nuestras comunidades. Hoy, los actores armados han dado muerte al dirigente indígena CRISTÓBAL SECUE, expresidente del Consejo Regional Indígena del Cauca y maestro de la sabiduría, reconocido así por la UNESCO. En dos recientes oportunidades las FARC habían atentado contra su vida; antecedente que marca un indicativo de la autoría de este ominoso hecho y nos coloca en un límite crítico en la situación de guerra de la región. Puesto que no sólo estamos sometidos al avance incontenible del control de territorio de las AUC sino que persiste la acción intimidatoria de quienes dicen defender al pueblo.
Se produce en un momento en que todavía se escucha el eco de la marcha indígena y campesina, de mayo pasado, de las organizaciones sociales del Cauca que, unida a nuestra propia voz, elevó su denuncia al mundo sobre las amenazas a sus vidas y a sus comunidades; lo mismo que a nuestro propio equipo de gobierno. Sin embargo, pareciera que los actores armados, en su carrera de imponer sus mandatos por la vía de las armas no se detienen ante la fuerza organizada de las comunidades. Se niegan a aceptar que la autonomía de las comunidades indígenas, y la defensa de un proyecto alternativo como el que estamos ejecutando, que surgió con pleno respaldo social, reivindica los más profundos sentimientos e intereses populares. No lo hacemos con las armas ni con la conducta militar; sino con la justeza de nuestras convicciones y la fuerza de nuestra acción política.
Por ello no podemos aceptar la acusación que hacen las FARC de que la acción de las organizaciones indígenas "es desleal y sirve a los intereses de los enemigos de nuestro pueblo", con lo cual podrían estar justificando la acción que hoy nos llena de duelo. Al contrario, pensamos que las organizaciones sociales merecemos respeto en la lucha por la defensa de nuestra soberanía, la confrontación al neoliberalismo y al Plan Colombia y la búsqueda de condiciones para construir una sociedad con vida humana digna.
Cualquiera que hubiese sido el autor no puede producir el desespero
en la base social de las organizaciones sociales ni la precipitud en sus
dirigentes. Se requiere la calma necesaria para generar mecanismos de negociación
a alto nivel que posibiliten el ejercicio democrático que estamos
tratando de construir. Al mismo tiempo, es el momento para denunciar al
mundo, una vez más, las consecuencias de una guerra fratricida que
deja en el camino a nuestros mejores dirigentes y activistas. Es la absurda
ocasión para solicitar a los organismos internacionales de Derechos
Humanos, y a países amigos del proceso del Cauca y del Sur de Colombia,
que nos acompañen a construir este nuevo mañana en que estamos
empeñados exigiendo de los actores armados respeto a nuestras vidas
y garantías para llevar adelante nuestro proyecto. Es también
la oportunidad para reiterar nuestro firme propósito de seguir abriendo
camino en medio de la incertidumbre que generan hechos como el que denunciamos.Sólo
si mantenemos la frente en alto y firmes nuestras convicciones, y le damos
fuerza a nuestras organizaciones, podremos doblegar la intimidación
de quienes sólo entienden el lenguaje de las armas.
Taita, FLORO ALBERTO TUNUBALÁ PAJA
GOBERNADOR DEL CAUCA
Popayán, junio 25 de 2001
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