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La crisis del café en la
región andina dentro del marco del desarrollo alternativo: una propuesta
Carlos Gustavo
Cano[*]
- No sería realista pretender, o pensar en, el restablecimiento del
Pacto Mundial del Café, cuyo colapso tuvo lugar en 1989, debido,
fundamentalmente, a la resistencia de los consumidores a financiar los
crecientes inventarios del grano. En efecto, ya no resultaría factible
renovar entre países productores y consumidores este tipo de acuerdos en
el ámbito global, ni suplirlos por sistemas generalizados que mantengan
los precios del mercado planetario dentro de franjas administradas por consenso.
La evolución de las prácticas de comercio, la apertura de las
economías, los procesos de integración, y la fragmentación
de su producción bajo múltiples modalidades tecnológicas y
laborales, lo harían inviable.
- Adicionalmente, los miembros de la Asociación de Países
Productores de Café (ACPC) - entre ellos Brasil, Colombia y Costa Rica -,
recientemente interrumpieron de manera oficial el plan de retención de
las exportaciones del grano, que había sido el último intento de
recuperación de sus precios, mediante el cual, con una reducción
del 20% de las mismas, se esperaba alcanzar una cotización superior a los
US$0.95 por libra. La razón, según el señor Valdemar Leao,
presidente brasileño ad hoc de la Asociación, es que el sistema
simplemente no funcionó. La ACPC reúne apenas a 14 países
miembros, de un total cercano a 50 productores de café, y Vietnam, el
segundo productor mundial, no forma parte de la misma.
- México y algunos países centroamericanos han propuesto un plan
alternativo para reducir la oferta, en vez de almacenarla, mediante la compra y
destrucción de cafés de baja calidad. No obstante, India e
Indonesia, dos de los más importantes productores, han rechazado la idea;
y Brasil, el mayor exportador, también.
- La disponibilidad mundial de café fue de 150 millones de sacos en el
año 2000, y se prevé que así se mantendrá durante el
2001. En efecto, aunque la producción para la cosecha 2000-2001
caerá a 110.4 millones de sacos, comparada con 114.7 millones de la
anterior, según la Organización Internacional del Café
(OIC) se estima que la actual sobreoferta continuará, principalmente
debido al virtual estancamiento del consumo. Es más, la demanda de los
países importadores tuvo una caída en el 2000 del 3%, al llegar a
76.7 millones, y el consumo per cápita del 3.6%, al pasar de 4.68
kilogramos en 1999 a 4.41 en el 2000.
- En cuanto se refiere al café tipo “gourmet”, de calidad
superior, su demanda efectivamente está creciendo en todo el mundo,
particularmente en Estados Unidos, el primer comprador, con un mercado total de
US$7.000 millones por año. Y en cuanto a los cafés especiales con
alto valor agregado (expreso, capuccinos, con leche, helados, con granos
tostados y tostados molidos, etc.), su consumo creció el 14% en el
mercado norteamericano durante el año 2000, mientras que el de los
llamados cafés tradicionales disminuyó en 2%. Sin embargo, el
volumen de aquellos es aún muy reducido. En el caso de Brasil, el segundo
consumidor del mundo, este segmento especial representa menos del 5% de su
mercado anual de US$1.020 millones, aunque se espera que crezca en 400% durante
el próximo lustro.
- No obstante, las nuevas condiciones colocan a la Región Andina en el
mediano plazo en una situación competitivamente desfavorable. Para
comenzar, por el lado de la oferta cabe señalar el surgimiento de Vietnam
e Indonesia como nuevas potencias cafeteras, con precios de punto de equilibrio
que oscilan entre US$0.25 y US$0.30 por libra, en tanto que los de los cinco
países miembros de aquella, aún bajo condiciones de alta
eficiencia, bordean los US$0.70; la reducción de costos y la notable
mejoría cualitativa de Centro América; y la mecanización
masiva del sector en el Brasil y su impacto favorable sobre sus niveles de gasto
a niveles de campo y poscosecha, especialmente en la fértil región
del Cerrado, alejada por lo demás de las temidas heladas, donde el costo
de producción por libra se estima que ha disminuido a US$0.36. Y, por el
lado de la demanda, el virtual estancamiento del consumo per cápita, como
ya se anotó; la creciente competencia de otras bebidas naturales, en
especial entre la juventud; y el afianzamiento del poder oligopsónico del
minúsculo grupo de compañías transnacionales que manejan el
negocio de la elaboración, distribución y comercialización
mayorista y detallista del café.
- Por tanto, sin desmedro de la continuación de los esfuerzos de los
países andinos en materia de reducción de costos; incremento de la
productividad; aseguramiento de la calidad; y promoción de los llamados
cafés especiales, orgánicos, tipo “gourmet”, de marca,
y cafés para “mercados justos” - así como el
desarrollo de los hasta ahora subestimados mercados internos -, la vía
más indicada es la adopción de una política conjunta de
largo aliento, durante un período no inferior a dos lustros, destinada a
una reconversión de la economía cafetera. Dicha política
debe contemplar, como mínimo, la reducción sustancial de algunas
áreas sembradas y el cambio en el uso de sus suelos; la
identificación e impulso de fuentes alternativas de empleos
agrícolas y no agrícolas; y la creación de incentivos
especiales a la inversión, la innovación tecnológica y la
capacitación, ajustadas a las nuevas estructuras económicas que
reclaman las zonas productoras, según las específicas
características agroecológicas y socioeconómicas de cada
caso, en cada cuenca o zona de cada país en particular.
- Dicho proceso tiene que ser paulatino, y concertado con las comunidades de
los productores y los gobiernos locales, y contar desde ahora, como herramienta
de transición, con un Sistema Andino de Sustentación de Precios
que cubra al menos, bajo óptimos estándares de calidad y
eficiencia, los costos directos de producción, con sujeción al
cumplimiento estricto y verificable de Pactos de Reconversión que se
deriven de la política antes mencionada, previo el empadronamiento de los
productores y la observancia de ciertos requisitos en términos de
antigüedad, dependencia, estabilidad y tradición en el oficio de la
caficultura.
- Una experiencia análoga, aunque con no pocos yerros de los que
habría que aprender lecciones para no replicarlos, la ha vivido
México durante la última década, con el programa conocido
con el nombre de Procampo, diseñado para adecuar la estructura productiva
de su agricultura tradicional – en especial del maíz, el
fríjol y las oleaginosas -, a la apertura de su economía a la
concurrencia internacional, y a la integración comercial dentro del marco
del Nafta.
- La principal fuente de financiamiento de esta política, y del
cubrimiento de las diferencias entre los precios de sustentación y las
cotizaciones mundiales - cuando las hubiere, como hoy sucede -, debería
ser la cooperación internacional para el Desarrollo Alternativo –
proveniente, en su mayoría, de la Iniciativa Regional Andina de los
Estados Unidos, de la Unión Europea y de las Naciones Unidas -. Pero
nó con el objeto de sustituir cultivos de coca y amapola por más
café, sino de evitar que la producción actual de éste
termine siendo reemplazada por aquellos. Es decir, se trataría de un
genuino programa de Desarrollo Alternativo Preventivo.
- Al menos en el Perú - en los valles de Quillabamba, Chanchamayo y
el río Apurímac -, donde el café ocupa, como en Colombia,
el primer lugar entre las exportaciones agrícolas lícitas, la
crisis de los precios (2.5 soles por kilo vs. un costo del doble), que luce cada
vez más estructural que meramente coyuntural, es evidente que está
contribuyendo al rebrote de las plantaciones de coca y a la aparición de
la amapola, la cual antes no se conocía. Este fenómeno es de
conocimiento público en el país, y además ha sido
reconocido por publicaciones tan prestigiosas como The Economist. Y en Bolivia,
en la zona de los Yungas, su contribución a la agudización de la
pobreza extrema se ha convertido en la más seria amenaza contra la
tranquilidad pública y la sostenibilidad de su política conocida
como “coca cero”.
- Así las cosas, las naciones andinas deben negociar colegiadamente la
utilización de recursos de la cooperación internacional para el
Desarrollo Alternativo, bajo la seguridad de que la relación beneficio -
costo de su inversión en este propósito transformador de sus
economías cafeteras sería mucho más positiva que la de la
hasta ahora desembolsada para el sostenimiento de la guerra que el Presidente
Nixon declaró contra las drogas sicotrópicas prohibidas hace 29
años.
- Lo cierto es que el café, a pesar de todas sus vicisitudes,
aún representa la más importante actividad generadora de
ocupación rural permanente en la Región Andina, pues de su
producción dependen directamente más de 1.2 millones de hogares,
sin contar con la mano de obra migrante o itinerante que se requiere para su
recolección. En tanto que por lo pronto no hay a la vista otras opciones
viables en capacidad de detener en el corto plazo - así sea
transitoriamente -, el éxodo de sus gentes hacia la clandestinidad, la
informalidad y, eventualmente, la ilegalidad.
- Por tanto, se trata de un serio problema de seguridad regional, que exige
una respuesta común y urgente, a fin de que, a lo largo de un lapso que
no debería ser inferior a una década, sus labriegos y sus familias
cuenten con flujos de caja que les permitan, de manera gradual, reducir sus
áreas, reconvertirlas, encontrar otros oficios legales, o simplemente
abandonar la actividad, sin sacrificar su supervivencia ni fracturar la
estabilidad social de sus comunidades.
- Finalmente, una reunión de los Cancilleres y los Ministros de
Agricultura de la Región Andina debería constituir el escenario
para la discusión de esta propuesta, dentro del marco del Plan Andino de
Cooperación en la Lucha contra las Drogas, suscrito por sus Presidentes
el 24 de junio pasado en Valencia (Venezuela).
Lima, Octubre del 2001
[*] Ha sido presidente de la
Federación Nacional de Arroceros (FEDEARROZ), la Sociedad de Agricultores
de Colombia (SAC), la Caja Agraria y el diario El Espectador, y miembro del
Comité Nacional de Cafeteros de Colombia. Actualmente es el Coordinador
de la Unidad de Desarrollo Rural Alternativo del IICA para la Región
Andina, con sede en Lima. E mail:
carlosgcano@hotmail.com