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Las prosperidades del crimen –tráfico de estupefacientes,
lavado de dineros y crisis financieras en la pos Guerra Fría
(apartes)
Guilhem Fabre[*]
UNESCO/Éditions de l'Aube, 1999[**]
Las prosperidades del crimen –corrupción, crímenes organizados, tráfico y consumo de estupefacientes- tienen una historia inseparable de la historia política. Este es uno de los temas clave de este libro. Hay un antes de la Primera Guerra Mundial y un después de la Guerra Fría. Está también el sistema asiático de del siglo XIX, descrito con fineza, y el sistema mundial actual.
Este cautivante paralelismo histórico propone la idea sencilla de que los inmensos problemas actuales no son más que una de las caras de la delincuenciación de la política y la moral. Estos son fruto de una sociedad planetaria inadecuadamente organizada, tal y como lo fue el Imperio del Medio en la época colonial. La corrupción tiende, en este tipo de situación, a convertirse en el arma misma del crimen; y del poder. Ayer en China; hoy con el nuevo rol desempeñado por los países emergentes y pos totalitarios, al seno de una economía mundial en la cual los extraordinarios beneficios, más raros, acentúan las tentaciones, aun para aquellos banqueros que gozan de una reputación de honestidad.
El crecimiento de esta economía se torna de tal envergadura que entra a jugar un papel preponderante en las crisis repetitivas del sistema financiero internacional, como lo muestra el autor de manera admirable a través de los ejemplos del Japón, Méjico y Tailandia.
Estamos frente a una verdadera carrera en la que cada etapa moldea la naturaleza del proceso de mundialización. Este análisis innovador de las consecuencias del fin de la Guerra Fría da pie a una gran reflexión sobre la política planetaria.
El reflejo de la historia, tal y como se proyecta en el primer capítulo a través del ejemplo del Imperio del Medio y, en términos más generales del ejemplo asiático, nos envía las imágenes de las redes incestuosas que se tejieron entre el opio, la acumulación colonial y la corrupción. El fin de la Guerra Fría marca un movimiento de expansión planetaria de la economía de mercado comparable a la dinámica de integración que prevalecía antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ese movimiento se acompaña de un retorno de la economía ilícita; del tráfico de estupefacientes; y de la corrupción en los países emergentes y en los países en transición. El ejemplo desarrollado en el segundo capitulo sobre la China, en donde la droga había sido erradicada después de la revolución de 1949, nos permite analizar lo que está en juego a nivel institucional, social y geográfico con su reaparición.
Partiendo del tema del lavado de activos, el tercer capitulo enfoca los efectos económicos del tráfico de estupefacientes y, de manera más amplia, del crimen organizado. Una de las paradojas propias de las políticas de drogas es el hecho de que la penalización se hace efectiva en el eslabón del consumo mientras que el lavado de las utilidades, que constituye el centro de gravedad del mercado económico, queda prácticamente impune. A pesar de los llamados de numerosos especialistas en la materia y del mismo secretario general de Interpol, Raymond Kendall, a que se descriminalice el consumo, las prisiones están atestadas de usuarios-revendedores que alimentan la futura mano de obra criminal. En Estados Unidos por ejemplo, dos terceras partes de los 1.7 millones de detenidos tienen serios problemas de droga.
El escándalo que se cultiva alrededor del consumo de drogas contrasta con el silencio relativo que envuelve el lavado de los narcobeneficios. A pesar de los indicios que se han ido acumulando a través de los procesos judiciales que ponen en tela de juicio a numerosas personalidades, entre las cuales se encuentran varios jefes de Estado, la opinión pública aún no percibe claramente el salto cualitativo operado por la alta delincuencia. Si hasta hace poco, uno de los delitos más lucrativos era el de atracar un banco, hoy en día el atraco más lucrativo es lograr ingresar esos dineros al sistema bancario. El peligro mayor ya no viene del atracador sino del banquero y su complicidad con transacciones sospechosas.. En otros términos, la corrupción tiende a volverse el arma del crimen. La profesión bancaria, reconocida socialmente, goza de una imagen de integridad que en poco refleja las innumerables tentaciones que la acechan, manteniéndose a salvo de las sospechas de una opinión pública que, por otro lado, se ve colmada de un lujo de detalles anecdóticos sobre las mafias. Los mercados financieros globalizados han acostumbrado a muchos operadores a unos altos márgenes de ganancias difíciles de encontrar en la producción real pero no así en las actividades de lavado, cuya rentabilidad es del 25 al 30% sobre los fondos invertidos.
Esta dinámica de financiación y el anonimato garantizado por los paraísos fiscales facilitan la convergencia entre las esferas lícita, ilícita y criminal. Sus efectos, analizados de manera bastante general por el FMI, son considerables, como lo descubriremos a lo largo de estas páginas que retrazan los vínculos entre lavado y desestabilización financiera en las crisis mejicana, tailandesa y japonesa, que luego han de extenderse a los países asiáticos y al resto del mundo. Si los más seguros aliados del crimen organizado son el miedo que él inspira y el silencio que lo mantiene, ya es tiempo de sacar a la luz del día su prosperidad, la cual constituye el propulsor más poderoso de su expansión económica y política.
Traducido por María Piedad Osaba y María Mercedes Moreno, Mama Coca
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