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La guerra internacional contra el terrorismo, el Plan Colombia y la region andina
Ricardo Soberón

Como consecuencia de los atentados en las Torres Gemelas de N.York y el Pentágono en Washington del 11 de setiembre pasado, los EE.UU han iniciado acciones militares en territorio de Afganistán, en el marco de una mega estrategia política, militar, jurídica, financiera y policiva contra el terrorismo mundial en todo el mundo.

De esta manera, el Departamento de Estado ha construido una gran Coalición de países unidos contra cualquier actividad terrorista, en la que prácticamente, no han habido divergencias. Por un lado, el apoyo mostrado por la ONU a través de la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad, que autoriza a EE.UU a la adopción de medidas de fuerza, así como la reciente 56 Asamblea General en la misma N.York. Del otro, la propia NATO ha invocado sus claúsula de defensa ante un ataque contra uno de sus miembros. Incluso el mecanismo del Tratado Interamericano de Aasistencia Recíproca (TIAR) ha sido puesto en funcionamiento, en el marco de la OEA[1]. En un futuro cercano, su reemplazante se verá afectado también por los hechos ocurridos desde el 11 de septiembre.

El mundo vive aún una etapa de transición en las que los conceptos de balance de poderes, seguridad internacional y doméstica, así como el rol de la FF.AA, son objeto de revisión y reformulación profunda, todos los días. La propia Rusia es víctima del terror fundamentalista y beneficiaria de este nuevo concierto de naciones contra el terror internacional. Países antes recalcitrantes a cualquier intervención militar en el exterior, como Alemania, Japón y la misma Italia, han ofrecido pertrechos y tropas para esta nueva acción que inicia su primer capítulo en Afganistán. Si algo no se puede discutir, es el nivel de consenso internacional generado en contra de aquellos actos de terror. Lo mismo no puede decirse alrededor de la comunidad islámica de naciones, particularmente considerando el desarrollo de los acontecimientos en Palestina y la forma como continuen los esfuerzos militares.

En nuestra región, los países andinos tampoco hemos escapado a esta nueva cruzada. Dos hechos marcan la coyuntura regional previa a los atentados. Primero, la agudización del conflicto opuesta a la frágil situación de las negociaciones. Segundo, la redefinición del esquema de seguridad hemisférica de los EE.UU, en un escenario post Guerra Fría. La permanente atrición a la que se ven sometidas las partes en el conflicto armado colombiano, el aumento del desplazamiento interno y refugiados procedentes de ese país, así como la crítica situación en la que se encuentra el proceso de negociaciones, exigen hacer análisis exhaustivos sobre los impactos que recibirán los Andes amazónicos en los próximos meses, del desarrollo de esta nueva postura internacional de los EE.UU.

1. Que situación enfrentabamos hasta antes de las Torres?

Desde 1989 hasta hoy, Colombia y el resto de países andinos hemos sido testigos y escenario de la ejecución de tradicionales e inoperantes estrategias antidrogas por parte de las 2 administraciones de los Bush (padre e hijo) y del período de Clinton. Desde 1999, éstas políticas son enmarcadas en el llamado Plan Colombia, y más recientemente la Iniciativa Regional Andina (IRA). Diversos tratados internacionales y la Asamblea General de la ONU de 1998 avalan la posición tradicional de los EE.UU en torno al tema de las drogas ilícitas, a pesar de sus inocultables fracasos para resolver el problema.

Sus principales instrumentos han sido la erradicación compulsiva de cultivos ilegales y particularmente en Colombia, la fumigación como respuesta a la pobreza y la marginación, así como la extradición y la prevalencia de la interdicción, prevaleciendo sobre otros controles alternativos a la oferta ilegal. La reciprocidad, la cooperación mutua y transparente, la visión integral, o las condiciones justas de intercambio comercial, han sido las excepciones.

Por el otro lado, tenemos el desarrollo en las últimas cuatro décadas que desde hace pocos anhos, corre el peligro y existen mayores indicios de tender a un proceso de regionalización e internacionalización. Por un lado, la consideración por algunos países vecinos de la situación en Colombia como una amenaza a la seguridad regional, han determinado un despliegue militar en tal sentido. El creciente número de refugiados y desplazados procedentes de Colombia, también convocan la atención de las Cancillerías en Europa, los foros internacionales, así como las Cancillerías vecinas, por el efecto que pudiera tener sobre las áreas de frontera en sus respectivos países. Por ultimo, la situación en Colombia debe ser entendida en el contexto de la redefinición del sistema de seguridad hemisférica post TIAR, todo lo cual evidencian la capacidad expansiva de este conflicto. Lo característico en Colombia es que coexiste con esta guerra un proceso de negociaciones permanentemente en peligro, sea por ausencia de voluntad de las partes, por la degradación propio del conflicto y la violación de normas y estándares del DIP, del DIH (Protocolo Ginebra y Anexo III) y de los derechos humanos, entre otros factores.

2. Qué consecuencias puede traer esta guerra antiterrorista global para los países andinos?


2.1. De un lado, nos hace pensar en una posible pérdida relativa de atención de los asuntos relacionados a América Latina y Colombia en especial para la agenda política cotidiana al interior de los EE.UU, así como entre la prensa y la opinión pública. Tanto la Casa Blanca como el Congreso van a dedicar los mayores esfuerzos para facilitar las acciones que tome el presidente Bush contra el terrorismo. En últimas, será la situación de la reconstrucción de Afganistán post talibán, así como el monitoreo constante de los acontecimientos en Asia Central, los temas que pudieran centrar la atención de los militares y políticos en Washington: reservas de gas, petróleo, lucha contra el narcotráfico y los cultivos ilegales. Algo de eso también tiene Colombia, pero lo que la diferencia es la contensión de cualquier ola islámica.

La diplomacia norteamericana en particular va a enfrentar dos nuevos retos en los próximos meses: encaminar y liderar la coalición para enfrentar una larga guerra internacional contra el terrorismo y ello desgasta. Cómo mantener juntos en esta nueva alianza a países tan diversos como los europeos, los del Medio Oriente y los de Asia en general, sin caer en el dilema de Hungtington sobre the clash of civilizations?

En América Latina en particular, se espera un reforzamiento del control policial y militar de fronteras como primera respuesta y ello puede dificultar la acción del Proyecto. Particularmente, es el caso de las comunidades islámicas en lugares como la Triple Frontera y en Brasil y Argentina, pero los controles y aprehensiones migratorias serán mayores. En este sentido, el Plan Colombia puede ser visto también como un trampolín de los EE.UU para saltar hacia el Cono Sur todo el dispositivo de militarización que prevee para Colombia y los países vecinos.

No faltarán aquellos halcones en Washington que asemejen absolutamente la situación de Afganistán con la de Colombia: drogas, crimen organizado, movimientos irregulares, diversas violencias, y por tanto, recomienden acciones intervencionistas similares. Sería un craso error, pero por diversas evidencias del pasado reciente, creemos improbable una próxima intervención militar directa, dentro o fuera de la zona de distensión. Washington ha confiado ya sus esfuerzos estratégicos en la región andino amazónica, a través de diversos actores y políticas: las FF.AA colombianas, las de los los países vecinos, la redefinición del aparato de seguridad post Panamá, así como diverso tipos de contratistas que ejecutan directamente las acciones de vuelo, fumigación, etc..

2.2. Como una posible hipótesis positiva, con la atención militar puesta sobre Afganistán podría ocurrir un relativo aliviamiento de los temas “duros” como la interdicción y el Plan Colombia, frente a aquellos otros más relacionados con la paz, el desarollo rural, el dialogo y la construcción de la democracia en Colombia. Creemos que ello a su vez significaría subordinar la actual Guerra contra las Drogas que se venía conduciendo en los Andes y ello tiene directa relación con los acontecimientos próximos. Como ocurrió en 1991 durante la Guerra del Golfo, la atención, los discursos, la prensa, las partidas se concentrarán fuera de los Andes, esta vez en el Asia Central. Esta hipótesis no es descartable aunque peca de ilusa.

3. Necesidad de ser Duros.

Mas bien creemos que prevalecerá la urgencia de resultados, de actuar a nivel global y de lograr consensos. Ello requiere mas “garrote” sobre la región andina y por tanto, mayores obstáculos a las negociaciones. El Plan Colombia, de ser inicialmente una estrategia antinarcóticos terminará convirtiéndose, más y más, en una estrategia antisubversiva. El problema es que una victoria militar en Afganistán tendrá un resultado dramático: creará las condiciones para que las tribus, clanes y grupos relacionados a los talibanes se dediquen al procesamiento de heroína almacenada (experiencia de Guerra de URSS en Afganistán en los 80). Ello tendrá una repercusión en el mapa del narcotráfico mundial y particularmentre el colombiano

En los próximos meses, la comunidad internacional y particularmente los EE.UU demandarán mayor dureza. Incluso la posición de los países europeos respecto al proceso y a las FARC, pueden verse modificada sustancialmente con una menor tolerancia hacia los actores armados. La necesidad de ser mas fuertes correrá por cuenta de casi todos los actores en el conflicto interno. Por necesidad o por requerimiento, esta situación explica las ofensivas lanzadas por los distintos actores armados. Particularmente le tocará a la administración Pastrana en los últimos meses de su gestión. Ya se han escuchado diversas voces en las que el tema de la intervención en zona de despeje, o la del agotamiento del proceso se han dejado escuchar


Parece pues como si el gran perdedor de esta nueva “cruzada” contra el terror serán las FARC y el propio proceso de paz, al que cada vez le quedarán menos defensores. En el primer caso, su conversión en grupo terrorista, las acusaciones por narcotráfico, exigirán del Secretariado una política de paz más clara. El contexto internacional será menos permisivo con las FARC y el ELN. Perderán “aliados”en el proceso como Espanha, Venezuela, México.

4. Pero con menos plata.....

Las pérdidas ocasionadas por el atentado, así como las necesidades de sustentar un largo movimiento logístico militar, para asegurar la ejecución de la operación “Justicia Infinita”, van a dejar exhaustas a las arcas del tesoro norteamericano, especialmente para la atención de las necesidades en otros países, particularmente los Andinos.

Recientemente y en el marco del Plan Colombia el Congreso aprobó un monto de US$ 625 millones para el ejercicio fiscal 2002, respecto de los 713 solicitados por la administración Bush. Ello da una senhal clara del impacto de Afganistán sobre los Andes

5. Y el narcotráfico?

Sobre el desarrollo del narcotráfico proveniente de la Media Luna, tenemos que empezar senhalando la íntima relación entre el comercio de drogas como el opio y la heroína, con el ejercicio de la violencia y el control territorial en estas zonas por parte de diversos actores. Afganistán produce el 80% del opio que se demanda a nivel mundial para producir heroína y particularmente los mercados europeos. Se prevee que los talibanes refuerzen desde el sur del país bajo su control o incluso aumenten los cultivos de dormidera o liberen los almacénes de heroína con los que cuentan. Lo que estamos evidenciando (nos referimos a la caída del precio del opio en la zona), es la reacción inicial frente a la amenaza de la ocupación militar norteamericana. Definitivamente es muy temprano para determinar con precisión los cambios que ocurran con el mercado ilegal de opio y heroína procedente de Colombia, pero definitivamente habrá una incidencia que se hará sentir en las zonas productoras en Colombia.

[1] RC 24/Res 1/01 del 21 de setiembre de los Ministros de Relaciones Exteriores en Consulta y resolución de apoyo a medidas individuales y colectivas que adopten los EE. En legítima defensa

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