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Taller agrario y cultivos “ilícitos” - 5 de abril de 2002 - 8
a.m.
CINEP Carrera 5 #33A-08 Bogotá
Elsa Nivia , marzo 2002
Rapalmira, PAN-Colombia
El hambre predomina en regiones específicas del mundo como
Africa, Asia y América Latina. La FAO ha calculado cientos de millones
de desnutridos. Esta alarmante situación ocurre a pesar de los 2.5
millones de toneladas de plaguicidas que se usan actualmente por año
en el mundo, a un costo superior a los US$30 billones, sin incluir los
costos sociales, ambientales y de salud.
Hasta hace muy poco tiempo, el término “seguridad alimentaria”
era utilizado comúnmente para designar el acceso de todas las personas
al alimento oportuno, adecuado y suficiente para una vida saludable y activa.
Sin embargo, la reciente aparición de las semillas transgénicas
condujo a reflexiones sobre sus impactos, permitiendo comprender que no
puede haber seguridad alimentaria sin soberanía y autonomía
alimentaria. El concepto así concebido incluye el uso de insumos
orgánicos, biológicos y naturales producidos localmente,
y agrega la potestad de decidir qué sembrar, cómo sembrar
y con quién intercambiar sus conocimientos y semillas.
En otras palabras, la seguridad alimentaria se relaciona no sólo
con la cantidad sino también con la calidad de los alimentos y con
la autonomía para producirlos de manera sostenible. No puede afirmarse
que exista seguridad alimentaria en países donde algún ciudadano
se acueste con hambre o cuando el alimento que se ingiere está contaminado.
Pero tampoco puede asegurarse que un país sea seguro en términos
alimentarios cuando su producción agrícola depende de insumos
contaminantes importados, procedentes de recursos naturales no renovables
como el petróleo, o cuando la distribución de semillas, la
producción del conocimiento sobre las mismas y su reproducción,
están bajo el control de empresas multinacionales, a quienes se
debe pagar por el uso de las mismas. Por tanto la seguridad alimentaria
sólo es válida en términos de autonomía o soberanía
alimentaria.
Para mantener el dominio del mercado y asegurarse a largo plazo mayores
ganancias, la industria agroquímica está aplicando una “docena
sucia” de estrategias ofensivas y defensivas como las siguientes:
1. Revivir el discurso de la necesidad de los plaguicidas para
lograr mayores rendimientos, evitar pérdidas de cosechas y garantizar
la “seguridad alimentaria”. Anteriormente hablaban de resolver el
hambre del mundo.
2. Actualizar el discurso “verde” de apoyo a la sostenibilidad;
anteriormente se promovían los venenos como compatibles con el manejo
integrado de plagas MIP, ahora se habla de apoyo al desarrollo sostenible
y a la producción “limpia”. Incluso se firman irónicos acuerdos
con gobiernos para la producción “limpia” de tóxicos.
3. Mayor prioridad para los cultivos de exportación:
La liberalización del comercio ha volcado cada vez más recursos
y suelos a los cultivos de exportación con altas exigencias cosméticas
y por tanto alto uso de agroquímicos.
4. Incremento en capacidad de producción y venta de genéricos
obsoletos de amplio espectro, para los que ya caducaron las patentes, para
disminuir la presión por nuevos productos que requieren altos costos
en investigación y desarrollo. El mercado de genéricos representa
el 53% del total del mercado y se estima que en el año 2005 cubrirá
el 69%, con un valor de mercado cercano a los 27 mil millones. Gran parte
de este mercado está compuesto por productos prohibidos, severamente
restringidos, descontinuados o nunca registrados, de los cuales Estados
Unidos incrementó sus exportaciones en un 27% entre 1992 y 1996.
5. El traslado de tecnologías sucias de producción
a países del sur, para bajar costos y evitar reglamentaciones a
su actividad.
6. Los subsidios a los plaguicidas: A pesar de los ingresos
cada vez más reducidos de los agricultores, por las políticas
de globalización y liberalización del comercio, la industria
ha podido mantener sus ventas crecientes ayudada por los subsidios. La
Organización Mundial del Comercio supuestamente debe disminuir esos
subsidios, pero lo pagos complementarios del gobierno estadounidense por
la suma de 3.100 millones de dólares a sus agricultores en
el año 2000 mostraron una realidad muy diferente. En el 2000 Estados
Unidos subsidió a los maiceros de Iowa en más del 50% de
sus ingresos netos. Los 29 países más desarrollados del mundo
gastaron 370.000 millones de dólares en el 2000 para subsidiar la
producción agropecuaria, 10% más que en 1994.
7. Fusiones con la competencia: Las altas presiones competitivas
pusieron de moda las fusiones de compañías para cubrir el
mercado global y generar fondos para investigación y desarrollo.
Así, las 11 principales empresas de 1994 se habían convertido
en siete en el 2001. Y de ser dueñas en 1994 del 75% de este mercado
billonario pasaron a dominar más del 90%, por lo cual se les considera
un verdadero cartel.
8. Integración vertical al sistema alimentario: se está
dando una vigorosa integración de los sectores agroquímicos
y de semillas, mediante la adquisición de empresas productoras de
semillas y alianzas estratégicas con la industria de alimentos procesados
y raciones animales. Absorber a la industria de semillas constituye un
elemento central en la estrategia de las transnacionales para obtener más
ganancias del sistema alimentario.
9. Reconversión y transformación en empresas de
las “ciencias de la vida”, basadas en la investigación en biotecnología
e ingeniería genética, la cual ha caído en manos de
la industria farmacéutica y la industria agrícola, que en
muchos casos son los mismos. Para lograrlo, adquirieron el control de los
avances biotecnológicos mediante la compra de pequeñas empresas
y contratos con sectores de investigación. En el caso de la biotecnología
agrícola, el vehículo de introducción al mercado es
la semilla, lo cual explica la integración vertical al sistema alimentario.
Hoy en día prácticamente toda la biotecnología pasa
por las manos de las transnacionales de los plaguicidas, en virtud de su
dominio actual de la industria de semillas. Según estimaciones del
Banco Mundial, la “Industria de la Vida” controla el 80% de la investigación
y desarrollo agropecuario.
10. Creación y dominio del mercado de semillas transgénicas:
La biotecnología permite disminuir los costos y plazos para la creación
de nuevas variedades vegetales. Mientras producir por los métodos
de fitomejoramiento convencional una nueva variedad puede llevar entre
cinco y diez años, ahora es posible bombardearle una característica
determinada a la célula de una planta a la velocidad de un disparo
y la nueva variedad teóricamente puede ser puesta en el mercado
en uno o dos años, permitiendo a las empresas además cobrar
“gastos” de tecnología por los genes añadidos, como hace
Monsanto con sus variedades transgénicas resistentes a glifosato
denominadas Roundup Ready. La biotecnología multiplica el valor
de un mercado de semillas en más del 50%.
11. Patentes y derechos de propiedad intelectual: Junto con
el desarrollo de la biotecnología vienen las patentes. Los
llamados gigantes de la “Industria de la Vida” están invirtiendo
millones de dólares en la identificación de genes y sus funciones,
y cuando las funciones son de posible aplicación agrícola
solicitan de inmediato derechos de patente, a veces, incluso, sin disponer
de una comprensión clara de las funciones descubiertas. Se calcula
que las cinco empresas más importantes ya poseen de manera directa
el 30% de todas las patentes sobre biotecnologías agrícolas,
cálculo que puede ascender a más del 50% si se consideran
las patentes de las instituciones que tienen convenios y licencias exclusivas
con esas empresas. Hoy se ha hecho evidente que las transnacionales de
los plaguicidas utilizan sus patentes para repartirse áreas y negociar
mercados a puertas cerradas.
12. La globalización de la economía y el libre
comercio, lo cual trajo un incremento rápido de los intercambios
y el comercio internacional. Es la estrategia máxima para garantizar
el poder de las multinacionales. El Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio
GATT, la Organización Mundial del Comercio OMC, los acuerdos bilaterales
y los programas de ajuste estructural impuestos a través del Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional, han sido los instrumentos principales
para obligar a los gobiernos a abrir los mercados, debilitar sus políticas
de protección y control y a armonizar internacionalmente sus normas,
con base en las más débiles. Los verdaderos beneficiados
de este sistema neoliberal son las multinacionales del norte, las cuales
directa o indirectamente tienen el poder para determinar qué y cómo
se siembra, dejando a los agricultores por fuera del proceso de toma de
decisiones respecto a la producción agropecuaria. En tales condiciones
la venta de plaguicidas prospera, mientras está en juego no sólo
la superviviencia de los pequeños agricultores, sino el equilibrio
ambiental y la seguridad y soberanía alimentaria mundial.
Principios para asegurar sistemas de producción de alimentos centrados en la naturaleza y en la gente.
Para contrarrestar esta “nueva docena sucia” de la denominada “nueva
revolución Verde”, se propone difundir y trabajar la siguiente “docena
alternativa” tomada de las propuestas de Vandana Shiva, mujer activa en
PAN Asia y El Pacífico:
1. Diversidad más que monocultivos para asegurar mayor
producción por unidad de área.
2. Descentralización y localización, en lugar
de centralización y globalización.
3. Procesos ecológicos de producción agrícola,
en vez de procesos industriales.
4. Derechos alimentarios y soberanía alimentaría,
en vez de libre comercio como la base de la distribución.
5. Control democrático del sistema alimentario, en vez
de control por las corporaciones.
6. Agricultura libre de patentes y de ingeniería genética,
para asegurar el respeto y protección de todas las especies y la
integridad de los sistemas y culturas.
7. Excluir Derechos de Propiedad Intelectual (TRIPS) y bioseguridad,
de las reglas de libre comercio de la OMC.
8. Diversidad cultural, en lugar de la monocultura global de
alimentos rápidos y cadenas de alimentos industriales.
9. Granjas pequeñas y pequeños agricultores, en
lugar de granjas de corporaciones y grandes propietarios ausentes.
10. Reformas agrarias para redistribución de tierras.
11. Comercio justo, no libre comercio, para asegurar a agricultores
y productores ganancias justas. El comercio como un medio más que
como un fin.
12. Comercio global sujeto a valores de sostenibilidad ecológica,
salud y justicia social.
Bibliografía:
Dinham, Barbara. Boletines Pesticides News. Pesticide Action Network-UK..
PAN-Europa
Kuyek, Devlin. El Cartel de los Plaguicidas. En: Revista Biodiversidad
Nº 27. Redes - Amigos de la Tierra. Enero de 2001. p. 3-10
Madeley, John. Hambre y comercio. En: Revista Biodiversidad Nº
28. Redes - Amigos de la Tierra. Abril de 2001. p. 1-6
Shiva, Vandana. Pesticide Monitor. PAN/Asia y el Pacífico. 1999
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