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María Mercedes Moreno
septiembre 2000
To know and not to know, to be conscious of complete truthfulness while telling carefully constructed lies, to hold simultaneously two opinions which cancelled out, knowing them to be contradictory and believing in both of them, to use logic against logic, to repudiate morality while laying claim to it, to believe that democracy was impossible...
George Orwell, Nineteen Eighty-Four, 1949
Washington D.C., Año 2000
Atención: Presidente Andrés Pastrana
Dear Colombia,
La presente para comunicar a sus múltiples facciones nuestros planes para la región para el milenio que se inicia. Considerando que ya superamos el escollo de la marihuana colombiana y que hoy por hoy la producción de canabis es la primera actividad agrícola de los EEUU generando mayores ganancias que el cultivo del maíz o de la soya,[1] ahora requerimos su complacencia para combatir el cultivo de la coca y amapola en suelo colombiano[2]. Los cuatro años de Andrés Pastrana en la Presidencia de dicho país representan una "oportunidad dorada"[3] para librar esta guerra a muerte contra el cultivo y tráfico de narcóticos y actividades conexas. La buena noticia es que tenemos con que: todo tipo de equipos militares, tanto los descompuestos helicópteros UH-1H Hueys II —que tan bien nos sirvieron en la guerra de Vietnam— como los más modernos UH-60 Blackhawks. Este paquete de ayuda se lo haremos de manera a permitir a ustedes dejar una gran legado a su patria: los lazos de las futuras generaciones de colombianos con el armamentismo y la banca multilateral serán inquebrantables.
Otra buena noticia que les teníamos era que habíamos escogido a Colombia como laboratorio de la fusarium oxysporum.[4]Desafortunadamente, esta chiva se filtro y los colombianos, irracionales como siempre, se vinieron lanza en ristre contra este experimento que seguramente habría resuelto nuestro problema de una vez por todas. Observamos, sin embargo, que siguen convencidos de las virtudes de la fumigación aérea con glifosato, el cual es menos tóxico que la sal común, la aspirina, la cafeína, la nicotina y hasta la vitamina A.[5] Colombia nos ha servido bien en ocasiones anteriores y por eso ha sido elegida para ser nuestra mayor receptora de ayuda antinarcóticos del mundo[6] y la punta de lanza de esta guerra universal del siglo XXI, la Guerra Contra la Droga.[7] Los colombianos se sentirán orgullosos de morir, así sólo sea de hambre y otros efectos colaterales, por esta cruzada cuyo éxito está garantizado, basta con ver los avances de las batallas hasta ahora libradas en otros escenarios.[8] El mayor logro de esta generación de colombianos será el de pasar a la posteridad como quienes contribuyeron a clausurar una etapa en la historia de la América Latina pues este proyecto del capital marca el final de un ciclo que se inició con las guerras de independencia latinoamericanas que se financiaron en parte con un impuesto sobre la coca. Estaremos contribuyendo a la creación de un bloque regional americano fundado en el monopolio de la fuerza y de la moral.
Sabemos de la corrupción en su seno y es por esto, justamente, que nuestro proyecto incluye el fortalecimiento de este mismo Estado. El hecho de que las pérdidas generadas en Colombia por concepto de corrupción sean 71 veces mayores que las ocasionadas por las destrucciones de la guerra[9] nos permite hoy por hoy ser el mejor postor y proceder a fortalecer militarmente a Colombia para que sea el gendarme de América Latina.[10] Nuestros primeros 800 asesores militares y civiles ya están en Colombia ejerciendo sus funciones.[11] Les comunicamos que el General Keith M. Huber, hoy director de operaciones del Comando Sur, estará encargado de dirigir las operaciones militares en Colombia desde la base de Tres Esquinas. Las primeras tropas terrestres de esta guerra moral, entrenadas a banderas desplegadas, por los United States están en pie de guerra desde 1999[12]. Un pie de fuerza local bajo nuestro asesoría se encargará de controlar el territorio y de establecer the rule of law al estilo pos Guerra Fría: con la toma de decisiones en Washington y la ejecución llevada a cabo directamente por el pie de fuerza local, con el debido respeto de la Enmienda Leahy.[13] Los contribuyentes americanos no tolerarían el gran número de muertos que ocasionará esta guerra de tal manera que estos corren por cuenta suya.[14] Así, esta guerra por procuración permite que no se vean ustedes sometidos a un ejercito extranjero sino a ustedes mismos y, los American soldiers que participan en todo tipo de actividades "que van desde la organización de campañas de opinión pública hasta el combate nocturno en la selva", hablan castellano sin acento.[15]
Por otra parte, aunque ésta no es una guerra contra la insurgencia, el eje de la estrategia es cortar el flujo de los US$600 millones anuales de las FARC.[16] Naturalmente, la situación estratégica de Colombia entre dos mares así como su rica biodiversidad no tienen nada que ver con este Plan cuyos fines son los de librar a la humanidad del flagelo de la droga. Nuestro objetivo es la paz, la democracia y la prosperidad y por eso emprendemos esta nueva guerra en suelo colombiano entre cuyas ventajas colaterales figuran nuestros experimentales organismos genéticamente modificados y nuestras preferencias comerciales. La inversión estadounidense se trasladará a Colombia, como en el caso de los yacimientos petroleros[17] y Colombia podrá dolarizar su economía.[18] La región entera se beneficiará de estos movimientos de fondos[19] y de tropas pues, al igual que en Angola, Afganistán, Somalia, Indonesia, Vietnam, y otros, tenemos todo fríamente calculado.
En lo que se refiere a los costos financieros de este proyecto, Colombia correrá con US$4 mil millones del costo total de US$7.5 mil millones del proyecto. Correrá asímismo con el servicio eventual de los US$3.5 mil millones restantes, de los cuales un suplemento (a los US$330 millones ya previstos para el año fiscal 2000) de US$818 millones[20] será entregado por los EEUU, el 80% en equipos y entrenamiento militar y un gran total de US$15 millones para el colateral proceso de desplazamiento interno.[21] El Banco Mundial y el BID apoyarán en el mercado internacional la emisión de bonos de guerra del gobierno colombiano por valor de $US1.2 millones. "Con nuestro sólido respaldo el FMI ha aprobado un programa de préstamo por US$2.7 mil millones. Adicionalmente, estamos apoyando la solicitud del gobierno colombiano de más de US$3 mil millones del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo".[22] A partir del mes de septiembre, Colombia podrá desembolsar US$800 millones de lo convenido con el FMI para fortalecer sus reservas internacionales. La única contraprestación son unas medidas de ajuste fiscal y de privatización que no pueden sino fortalecer la dolida economía colombiana. Colombia nos estará eternamente endeudada.
Anexo encontrará la propuesta original, el Alianza Act del 20 de octubre de 1999 redactada por Senator Coverdell and co-sponsors Sens. Mike DeWine and Chuck Grassley así como también el Plan Colombia, documento en el cual se les explica lo que a ustedes les concierne. Luego ya podrán hacer con este documento lo que quieran (por ejemplo otros tres ejemplares diferentes, que igual no dirán nada sobre el fondo del "asunto"). Corre por cuenta suya la traducción del Plan y buena suerte para el futuro.
Yours Sincerely,
Dentro del proceso de globalización[29] los efectos a largo plazo del Plan Colombia pueden ser de gran importancia, sin embargo, actualmente, para el resto del mundo Colombia no pasa de ser uno de los tantos países que se está autodestruyendo y de paso contaminando a otros con su violencia, sus drogas y su éxodo. El mundo está en franco reajuste —con el desajuste concomitante— y la Guerra Contra la Droga en suelo colombiano es uno más de los varios frentes embestidos por los EEUU para consolidar su poderío, propagar la democracia de mercado y garantizar la satisfacción de una necesidad, aparentemente insaciable, de recursos.[30] El discurso es otro y aunque convendría pensar que quienes diseñaron as políticas detrás del Plan Colombia están convencidos de que lo que se busca es "la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado" colombianos, surgen cuestionamientos alrededor de los intereses paralelos que pudiesen tener los EEUU en involucrarse en una guerra cuyo riesgo de desbordar ha sido ampliamente abordado. El discurso oficial estadounidense justifica esta medida de política extranjera con base en la lucha antinarcóticos y el riesgo de desequilibrio regional propiciado por el conflicto colombiano. Lo que sí parece claro desde ahora es que, querámoslo o no, los colombianos seremos el primer frente militar antinarcóticos de esta guerra mundial, liderada por los EEUU, contra un bien de consumo producido mayoritariamente por los países del Sur. El mercado de estupefacientes, producto puro de la dinámica capitalista, que pone en jaque el imperio planetario y, según se estima, la salubridad de la globalización, es una de las grandes contiendas económicas con las que se inicia el Nuevo Orden. El hecho de que muchos de los actuales conflictos o subversiones locales estén siendo financiados por estupefacientes de toda índole justifica aún más el concentrar esfuerzos en este factor de desequilibrio, dentro de un contexto planetario en el que cualquier mal local fácilmente se convierte en epidemia, y a la luz de una mentalidad mercantilista y con rezagos de la Guerra Fría.
Nos incumbe saber cómo se perfila el modelo neoliberal en Colombia con la implantación de la política extranjera Plan Colombia y pensamos que a partir de los paradigmas de académicos como Francis Fukuyama y Samuel P. Huntington se puede comprender la visión global de quienes diseñan la política extranjera estadounidense y, por ende, del Plan. La pertinencia de analizar la política extranjera estadounidense a la luz de las proyecciones de estos pensadores del Nuevo Orden Mundial se valida por sus trayectorias: Fukuyama es investigador asociado de la Rand Corporation; ha trabajado con el Departamento de Estado en calidad de asesor sobre el diseño de políticas para el Tercer Mundo y ha sido invitado frente al Congreso estadounidense para responder a preguntas tales como "...los principios a tener en cuenta en el diseño de políticas públicas para sociedades más seguras y duraderas". Samuel P. Huntington es Director del Olin Institute for Strategic Studies de la Universidad de Harvard, preside la Harvard Academy for International and Area Studies y sirvió en la Casa Blanca como coordinador de planeación de seguridad para el Consejo Nacional de Seguridad.
Considera que cualquier modelo alterno que surja a la Democracia Liberal será meramente "local" y que quienes viven bajo democracias estables son incapaces de imaginar un sistema mejor. Añade que las revoluciones liberales no se ven impulsadas solamente por consideraciones económicas y que deben ser analizadas desde la perspectiva de la "lucha por el reconocimiento", es decir, el factor de orgullo y deseo de aserción de la naturaleza humana, que impulsa la mayoría de las guerras y conflictos políticos. La "economización" que tiñe el pensamiento actual ha generado la tendencia a ignorar este factor. Sin embargo, la megalothymia es absolutamente necesaria a la Democracia Liberal y al capitalismo. Ésta puede expresarse a través de la actividad económica; la política electoral; la política extranjera; actividades deportivas; y la acción a nombre de la injusticia, la guerra y la pobreza. No obstante, estas "salidas" que se presentan a la megalothymia coexisten en tensión con los dogmas que se sostienen públicamente sobre la igualdad .
Una forma más corriente de satisfacer la megalothymia es mediante la acción asociativa ya que el reconocimiento por parte de la sociedad inmediata a la que se pertenece es una satisfacción al alcance de todos. En conclusión, si se desea que la Democracia Liberal se auto alimente, habría que fortalecer el accionar (locus) asociativo regresando a valores que precedieron al liberalismo en el tiempo; es decir, a comunidades con obligaciones absolutas. Considera Fukuyama que las comunidades orientadas por una doctrina tienden a constituir lazos más fuertes: los grupos comprometidos con tradiciones preliberales irracionales, a diferencia de aquellas que buscan un reconocimiento universal racional, están en mejores condiciones para sustentar la democracia. Señala, como Huntington, que es la modernización la que ha permitido la contestación.
Según este autor, ningún Estado que aprecie su independencia puede ignorar la necesidad de una militarización defensiva y afirma que la guerra es importante por los efectos secundarios que tiene sobre el carácter y la comunidad: no sólo impide que los hombres se vuelvan flojos, sino que también sirve para recordarles que forman parte de una comunidad construida alrededor de ideales compartidos. Una guerra de tiempo en tiempo (an occasional war) contribuiría por lo tanto a mantener las democracias liberales saludables. Utiliza una explicación innovadora para la Primera Guerra Mundial a fin de sustentar su argumento sobre las formas de expresar la megalothymia: la prosperidad, comodidad y monotonía de la vida en las democracias liberales fue, en parte, una de sus causas. El entusiasmo popular suscitado por la guerra tiene sus orígenes en la aburrición y falta de vida comunitaria asociada a la vida civil. Para los pueblos, la Primera Guerra Mundial significaba la unidad nacional y la ciudadanía, ¡por fin![33] De tal manera, la megalothymia surgió a escala masiva: naciones enteras buscaron el reconocimiento de su valor y su dignidad; los pueblos de Europa se rebelaron contra la isothymia de la vida cotidiana (lo mismo que explica, en su opinión, parcialmente la revuelta de "Mai '68"). Hace referencia, entre otras, al potencial de la guerra como fuerza poderosa para la racionalización de las sociedades gracias a una modernización defensiva.
La Guerra Contra la Droga no nace con el Plan Colombia; con él se afianza una línea de política pública estadounidense que se viene gestando desde comienzos del siglo XIX con los primeros movimientos de temperancia que buscaban erradicar una costumbre arraigada en la población local mediante el control del negocio del alcohol. La polarización respecto al consumo de alcohol contribuyó al desarrollo de una consciencia política y al reconocimiento de unos objetivos políticos, participando así de la consolidación de movimientos como el feminismo, el sindicalismo y el abolicionismo. En 1920 se inicia oficialmente la política nacional estadounidense de la Prohibición contra el alcohol con el Volstead Act y la Enmienda 18. Tras la constatación de los nefastos efectos sociales, políticos y económicos generados por la prohibición del alcohol, en 1933, bajo el gobierno de Franklin D. Roosevelt, el Congreso estadounidense finalmente revoca la Prohibición. Boorstin afirmaría que "la Depresión, el desempleo y la necesidad de empleos en un industria de alcohol legalizada hacían del moralismo un lujo demasiado costoso".[34] Con la Enmienda 21 comienza la despolitización del consumo de alcohol.
Por esta misma época, empiezan a aparecer las proscripciones contra las drogas en los EEUU[35] y se asume, en primera instancia, un enfoque tributario y la Dirección de Impuestos (IRS) es la encargada de ejercer el control sobre el consumo de drogas. En los años 60 el consumo de marihuana es altamente visible y los EEUU abandonan la llamada mitología tributaria y las drogas pasan entonces a ser asunto de la justicia con el Dangerous Substances Act de 1969. En 1979, el Comprehensive Drug Abuse and Control Act señala un nuevo viraje: la confiscación de bienes, con lo que se perfila la perspectiva de financiar una Guerra Contra las Droga. Se abre asimismo el camino para la internacionalización de una política pública estadounidense: cuando las organizaciones del comercio de drogas trasladan sus finanzas a otros países es indispensable la cooperación internacional para capturar sus bienes gracias a los tratados bilaterales de asistencia judicial. Bajo esta norma de 1970, la visión estadounidense sobre el consumo de drogas pasa a ser un asunto de incumbencia internacional. En 1973 la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas es remodelado para convertirse en la Drug Enforcement Administration (DEA), encargada de coordinar e implementar las políticas antinarcóticos estadounidenses a nivel mundial.[36]
El proceso de internacionalización de una política de criminalización de las drogas comienza con la primera iniciativa para establecer pactos bilaterales respecto al consumo de estupefacientes, tomada por el Presidente Theodore Roosevelt en la Conferencia de Shanghai de 1909, compuesta principalmente por gobiernos con "posesiones" en Lejano Oriente. Se enfoca una sóla droga, el opio, y el monopolio comercial de un solo país, Inglaterra. En la Convención de la Haya de 1912, propuesta asimismo por los EEUU, se formularon los principios básicos del control internacional de estupefacientes. A partir de esta Convención, la obligación de participar en la campaña internacional contra las drogas ya no era solamente moral, sino que se convirtió en ley internacional; y el enfoque ya no es meramente regional sino universal: todas las drogas y todos los países, aunque a la Conferencia sólo asistieron 13 países.
Las 6 convenciones internacionales entre 1931 y1953 introdujeron mayores prohibiciones y sanciones además del sistema de estimativos obligatorios según el cual se limitaría la producción y comercio de estupefacientes a fines médicos y científicos y se fijaría la cuota requerida para estos fines de aquellos países que se rehusasen a hacerlo ellos mismos, fuesen ellos signatarios de la Convención o no. Con esta norma se "introduce por primera vez, en una Convención, los principios esenciales de una economía planificada a nivel mundial para una industria en particular."[37] La Convención de 1936 intenta obligar a los países signatarios a adaptar sus legislaciones penales a la anterior convención. El Protocolo de 1948 creó el procedimiento requerido para colocar los estupefacientes bajo control internacional sin necesidad de que los países otorgaran su consentimiento y se trasluce la visión de que el consumo y tráfico de drogas es una epidemia mundial a la cual hay que oponer medidas de orden penal.[38] Actualmente, el número creciente de conflictos internos alimentados de una u otra manera por las drogas y su ilegalidad parecería indicar que ésta es una modalidad de economía que se propaga enlazando un conflicto interno con otro, convirtiendo este fenómeno —ahora sí, a manera de una self-fulfilling prophecy— en una epidemia mundial (para cuyo combate se requerirían medidas militares).
La legislación colombiana sobre el cultivo y consumo de coca data de la Ley 11 de 1920 y cubre: “cocaína o sus sales, eucaína, alfa o beta, sean solas o combinadas con otras sustancias, y sea cual fuere el nombre con que se las distinga; opio o preparaciones oficinales de éste, como láudano, opio concentrado, bálsamo anodino, etc., codeína y morfina o las sales de éstas o sus derivados; heroína, belladona, atropina o sus sales; cánnabis índica y las demás sustancias de esta misma clase”. Sigue las recomendaciones de la Haya. Para 1941, la Resolución No. 578 exigía el censo de las matas de coca, del área sembrada, los nombres de los dueños y el rendimiento anual y si las cosechas eran para la venta. En 1946, la Ley No. 45 prohibe el cultivo de la coca, según convenios internacionales y en su artículo 5, considera que cualquier persona a quien se le encuentre morfina, cocaína, heroína o cualquier otra droga narcótica sin el debido permiso será considerada un traficante ilegal. La legislación colombiana sobre el cultivo y comercio de esta planta sagrada de sus pueblos indígenas es, desde un comienzo, auténticamente diseñada por convenios internacionales.
La política extranjera estadounidense contra la producción y tráfico de estupefacientes es consecuente con la expansión internacional que surge en los EEUU desde que finaliza su crecimiento hacia el Oeste a finales del siglo XIX. Doctrinas como la Monroe de 1823 y su corolario, la doctrina de Roosevelt, yacen detrás de la americanización mundial que, según Fukuyama, es el proceso que acompaña la globalización tras el impulso de la fuerzas de mercado. Al alabar las bondades de la guerra, Fukuyama no hace sino formular claramente lo que se trasluce en la modalidad de consolidación de la nación y la riqueza estadounidense.[39] Este país no sufre una guerra en su suelo desde el "Civil War" de mediados del siglo XIX y ha participado de una manera u otra en numerosos conflictos internos en otros países y en prácticamente todas las guerras internacionales; y los avances tecnológicos que sustentan su liderazgo actual han sido propulsados por la industria de la guerra.[40] Dentro de esta dinámica, la construcción del bloque regional americano se ha venido forjando bajo la conquista por la armas y la sumisión económica. Este discurso crítico —que es tildado de izquierdista démodé hoy en día— no intenta negar los procesos naturales de conformación de un bloque regional americano, ni sus bondades dentro de un proceso evolutivo de consolidación planetaria. Sencillamente, se cuestiona la modalidad de "integración" nacional y regional.
Por otro lado, ¿qué legado han dejado los planes militares emprendidos en los otros países de América Latina y de los países de Sur, en general? Algunos analistas políticos (por no decir muchos) asumen que como la Guerra Fría ya terminó, la mentalidad que guió las políticas extranjeras de intervención militar asimismo desapareció. El Plan Colombia, con su elemento de entrenamiento militar y asesores estadounidenses, parecería contradecir esta perspectiva. Lo vislumbrado hasta ahora con el Plan suscitaría serias reservas —en esta coyuntura de bifurcación en los idearios— sobre esta "nueva" modalidad de consolidación nacional, regional y planetaria. Y, aunque el Plan se perfila como el primer paso de una cruzada mundial, difícilmente serán las armas —medio conflictivo por excelencia— las que nos lleven a una integración mundial.
El camino del neoliberalismo, que guía el Plan, tampoco ha demostrado sus ventajas integracionistas. Loin de là: las brechas se agrandan con las lógicas consecuencias a nivel de empobrecimiento físico, intelectual y moral de las grandes mayorías mundiales. Los objetivos declarados de la Democracia Liberal, bajo cuyo estandarte los asuntos económicos ocupan un lugar preponderante en las agendas de política internacional, señalan el camino. Las compañías transnacionales proyectan unas estrategias —ellas sí, planetarias—[44] mientras que los Estados, por su parte, se comprometen con sus empresas mediante políticas agresivas de apertura de mercados exteriores, y en la toma de control de sectores considerados estratégicos.[45] La afirmación del poderío y rango de un Estado en la arena mundial depende cada vez más de su salud económica, de la competititvidad de sus empresas y el lugar que éstas ocupan en el comercio mundial. En un mundo en proceso de globalización, los intereses políticos de las naciones se ven sometidos definitivamente a sus intereses económicos. ¿Cuáles son las ventajas para Colombia de un Plan que a todas luces compromete sus recursos?
Los cuestionamientos alrededor del Plan Colombia, más que una simple defensa de soberanía nacional, surgen de una posición en defensa de un mundo ajeno al acondicionamiento y manipulación por las armas; sean ellas de índole económico, al estilo de la Oceandia de Orwell, o discursivas, al estilo del Valiente Mundo Nuevo de Huxley. El modelo de privatización creciente, (al instar de la creciente y lucrativa privatización del sistema carcelario estadounidense para dar abasto para los 1.7 millones de sentenciados por crímenes de droga[46]) hasta ahora ha simple y llanamente aumentado la corrupción y la concentración de los recursos.[47] Se afirma que la droga mata directa o indirectamente 52,000 estadounidenses al año,[48] y que la violencia indiscriminada mata 30.000 colombianos al año.[49] ¿Morirán y sufrirán menos seres humanos gracias a esta guerra? Recordemos que, según el discurso de Pastrana, Colombia se embarca en esta nueva guerra para pacificar al país. ¿Es esta la razón de fondo por la que emprenderemos esta Guerra Contra la Droga? Aunque el conflicto interno colombiano no es sino uno de los tantos que hoy por hoy destruyen la tierra y sus habitantes, lo que está en juego en el territorio colombiano es mucho más que local: el control de los recursos de los países sin ley y por ahí derecho, la ciega armamentista precipitación de su destrucción. Sin contar las otras secuelas de las nuevas modalidades de guerra tales como las utilizadas en la Guerra del Golfo y en Kosovo que ya han dejado una tara propia a ellas.[50] Los efectos de la guerra vividos hasta ahora deberían ser evidencia suficiente para un público hastiado de la militarización de la política.
Esto no se refiere solamente a las drogas en sí, sino asimismo a su simbolismo como economía informal (ilegal) dentro del sistema capitalista y al encuadramiento dogmático de la Democracia Liberal. ¿Qué mejor causa para una cruzada mundial que una a los ciudadanos estadounidenses y a los pueblos del mundo? La doctrina de la fuerzas tenebrosas que socavan la salud de nuestra juventud y corrompen nuestros gobernantes justifica la conscripción militar de esa misma juventud en comunidades con obligaciones absolutas: la guerra moral militarizada contra la droga. ¿Conside rarían los franceses razonable que se les iniciara siquiera un proceso civil por beber un Saumur Champigny? Los estadounidenses por ejercer su derecho de mercado vendiendo sus Rambos I, II y II y las armas que los acompañan por doquier? Estas permisividades no justifican la no guerra contra las drogas pero sirven para que nos cuestionemos "el factor de orgullo y deseo de aserción de la naturaleza humana, que impulsa la mayoría de las guerras y conflictos políticos"; el interés nacional que guía las políticas. ¿Cón base en qué elementos de juicio se diseñan las políticas de un país con respecto a otro si no es por el interés nacional de quienes las diseñan? ¿Qué interés nacional guía la política doméstica Plan Colombia? ¿La repartición mas equitativa de los recursos?
Fukuyama sostiene que el modelo de Democracia Liberal está basado en una definición sui generis del hombre[52] y que el hombre occidental será incapaz de pensar en un modelo mejor. Añade que la problemática central de una historia universal de la humanidad es el desarrollo de la libertad (freedom por oposición a liberty que sería más una forma de liberación). ¿Cómo se enmarca la asignación de tantos recursos para la guerra dentro de un proyecto de un Nuevo Orden Mundial que buscaría la libertad? El libre mercado de ciertos y no otros productos? La libertad de ejercer su discernimiento y responsabilidad y no tolerar las del "otro"? ¿Cómo se distingue este modelo de la "liberación de los pueblos" del principio de contención? El contexto dentro del cual se desenvuelve el actual proceso de globalizacón se ve enfrentado a una multiplicación de reivindicaciones indentitarias que claman por el reconocimiento de sus propuestas alternas. Esto no significa que los países del Sur, ni Colombia, reivindiquen el comercio y consumo de drogas. No tiene por que referirse solamente a las drogas. Pero si al derecho de proteger y explotar sus recursos sin que se les subvalore, ilegalice o patente para beneficio de otros.[53]
Es asimismo la libertad de que el cambio en las mentalidades sea lento sin que por lo tanto se justifique una escalada militarista. La sociedad colombiana ha venido evolucionando a su propio ritmo mortal. La Violencia marca cambios dramáticos en el espacio mental y físico de los colombianos. La urbanización, los cambios en el catolicismo, el surgimiento de la ética protestante en su seno, la consciencia de la violencia intrínseca, y los avances tecnológicos de las segunda mitad del siglo — ineludibles hasta en un país encerrado en sí mismo como Colombia— son muestras y resultados de una revolución en las mentalidades. Como observa el constitucionalista Olivier Duhamel, la primera gran lección del ejemplo colombiano sería que el cambio constitucional puede resolver los enfrentamientos que socavan una sociedad.[54] La nueva constitución es joven de 10 años pero gracias a este movimiento de reconciliación nacional en el 91, se lograron vincular otras alternativas. Los procesos de consolidación nacional gradual también existen, como en el caso británico.
La concentración de recursos en una lucha antinarcóticos, asumida como propia por el gobierno colombiano, pone en riesgo los procesos de paz en curso con las FARC y el ELN y las concomitantes reformas sociales. Los dineros de "dudosa" categoría en la financiación de guerras, campañas presidenciales y contiendas sociales no son ni recientes ni una exclusividad colombiana. Las Guerras del Opio, consideradas la causa justa ("the righteous cause") de los ingleses por John Q. Adams, sirvieron a la expansión comercial y política británica en la China y la India en el s. XIX. Más recientement, Reagan financió su guerra contra los nicaragüenses con estupefacientes[55] y el American Rifle Association es uno de los lobbies más fuertes en los EEUU. En Colombia, ya desde la contienda presidencial de 1984 se acusaba a los candidatos López y Betancur de haber recibido dineros del narcotráfico y, mal que bien, fue Betancur quien inció el actual proceso de paz. Para la época el diario madrileño el País afirmaba: "No hay en estos momentos una sola persona influyente en Colombia que no esté preocupada por lo que puedan contar los narcotraficantes".[56] La familia Pastrana no ha sido ajena a los escándalos de narcotráfico y todo lo hecho por Samper durante su gobierno quedó bajo la sombra del proceso 8.000. ¿Justifica esta recién adquirida consciencia una militarización que pondría en riesgo los avances hasta ahora logrados por la sociedad colombiana? Estamos los colombianos dispuestos y listos para asumir como conscriptos esta cruzada moral contra las drogas?
Las identidades de los pueblos y los símbolos de dichas identidades han sufrido cambios dramáticos a partir del fin de la Guerra Fría. Desde este momento, la política global comenzó a configurarse en términos culturales. Su tesis central es que la cultura y las identidades culturales están conformando los patrones de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la pos Guerra Fría. Elabora cinco corolarios a esta proposición principal: la política global es tanto multipolar como multicivilizacional; la modernización no equivale a una occidentalización y no está generando la occidentalización del resto del mundo así como tampoco una cultura universal; el equilibrio de poder entre las civilizaciones está dando un viraje y Occidente está perdiendo su influencia relativa. Adicionalmente, el mundo no occidental está afirmando su diferencia y el valor de sus propias culturas. Lo que está surgiendo es un orden mundial basado en distinciones entre civilizaciones: las sociedades que comparten afinidades culturales buscan cooperar las unas con las otras y cualquier intento por pasar una sociedad de una civilización a otra tiene pocas probabilidades de éxito. Mientras que los países tienden a agruparse alrededor de los Estados núcleos de su civilizaciones, las pretensiones universalistas de Occidente lo llevan a enfrentarse con otras civilizaciones. Al interior de las civilizaciones existen fallas como son la amenaza de escalada de los conflictos en las fronteras, y los países núcleos de estas civilizaciones buscan poner coto a estos conflictos entre vecinos y miembros de una misma civilización. Para este analista, la supervivencia de Occidente depende de que los estadounidenses afirmen su identidad occidental y acepten que su civilización, aunque única, no es universal y de que se unan a fin de renovarla y preservarla. El que se evite una guerra global entre civilizaciones depende de que los líderes mundiales acepten y cooperen para mantener el carácter multicivilazional de la política global.
La primera interrogante que nos plantea el paradigma de Huntington se refiere a lo que él llama el "core state", o Estado núcleo, de una civilización. Vista desde el exterior en términos muy generales, América Latina es una en su cultura de herencia occidental y en su trayectoria histórica global, desde la Independencia, pasando por los diversos proyectos de desarrollo "propuestos" por las instancias internacionales y su evolución bajo la sombra de su poderoso vecino regional, hasta la actual crisis que abate toda la región. Sin embargo, si buscamos precisar el Estado que aglutina la región sólo podríamos identificar otro Estado americano mas no latinoamericano. Lo que presupone un bloque regional americano liderado por los EEUU pues aunque actualmente diversos Estados de la región compiten por ejercer el liderazgo — entre otras Brasil bajo Cardoso y Venezuela con el Proyecto Bolivariano de Chavez — no se puede hablar de que exista un Estado núcleo latinoamericano. Visto desde esta perspectiva, el Plan Colombia con su intención de fortalecer militarmente a Colombia se perfila como un proyecto —no de liderazgo pues este, dadas las condiciones del Plan, se ejercerá desde Washington— de que exista un país en la región con el pie de fuerza necesario para establecer un orden regional.
Habría que ver hasta qué punto las repercusiones de éxodo guerrillero y de desplazados hacia los países fronterizos del mismo Plan Colombia no generarán serios conflictos fronterizos, —hasta ahora no muy pronunciados— al seno de los países latinoamericanos. Tendríamos que preguntarnos cuál será la posición de la República Bolivariana Venezolana frente a una guerrilla como el ELN que dice defender los recursos energéticos nacionales. ¿Qué nos garantiza que no se presentarán conflictos con Brasil, cuyo temor a raíz del Plan Colombia es la pérdida de su soberanía en el Amazonas?[57] Si Noboa dice no tener proyectada la militarización de la frontera ecuatoriana, Fujimori encargó al controvertido Montesinos de analizar y evaluar los riesgos para Perú del Plan Colombia. En una coyuntura en que los países de la región se debaten por encontrar líderes locales en medio la peor crisis económica de los últimos 30 años, la aquiescencia del Presidente Pastrana frente a Washington pone en serio peligro a toda la región y es posible que el temor suscitado por el Plan Colombia impulse una polarización regional al agudizar las posiciones pro y anti gringas.
El alto costo económico y social de otra guerra seguramente postergará la consolidación nacional colombiana. El Plan puede apartar a Colombia de sus vecinos y colocar en entredicho el proceso de integración regional en curso — de por sí débil dada la falta de infraestructura— ante los conflictos de intereses que se avecinan: es posible que otros países de la región no estén dispuestos a comprometer sus recursos sin dar la pelea ni a tolerar incursiones de armados y de desplazados. A estas pérdidas para Colombia se suma el riesgo de desmembramiento territorial al que han hecho referencia directa o indirecta diversos especialistas.[58] En las palabras de Bergquist, "La devolución del canal de Panamá y el abandono de las bases a finales del siglo XX realza la trascendencia estratégica de Colombia para la política estadounidense. Colombia no sólo está a horcadas entre dos océanos, al lado de Panamá, y cerca del canal, sino que también ofrece la mejor ruta alternativa para un nuevo canal a nivel del mar, capaz de manejar el tráfico de los supertankers y de los buques militares que ya no caben por el antiguo canal".[59] ¿El Plan Colombia fortalecerá a Colombia? A la región?
La segunda interrogante que nos suscita el Paradigma de Huntington se refiere a sus afirmaciones según las cuales los pueblos y naciones están intentando responder la pregunta más básica que enfrentan los seres humanos: ¿quiénes somos? Están respondiendo a esta pregunta como han respondido tradicionalmente todos los seres humanos, con referencia a lo que más les importa. ¿Que claman los colombianos en este momento? "Paz con justicia social". ¿A este clamor responde una Guerra Contra la Droga? Las personas se definen en términos de sus antepasados; religión; idioma, historia, valores, costumbres e instituciones. Se identifican con grupos culturales: tribus, grupos étnicos, comunidades religiosas, naciones y, al nivel más amplio, civilizaciones. ¿Con quienes se identifican los colombianos? Bolívar afirma que la sociedad colombiana "es una sociedad cada vez más difícil de representar ... [que] se juega en distintos espacios inconexos" y habla de como el Estado y la sociedad colombianas se han configurado de una manera particular.[60] Las personas utilizan la política no sólo para lograr sus intereses, sino también para definir su identidad. ¿Desde cuándo exactamente estamos los colombianos contra los narcotraficantes que tan bien fueron recibidos en el seno de muchos hogares y negocios? Sabemos, continua Huntington, quiénes somos solamente cuando sabemos quiénes no somos y con frecuencia, solamente cuando sabemos contra quién estamos. ¿Contra quién estamos luchando? Realmente estamos luchando contra los narcotraficantes? Contra una guerrilla que aunque ha perdido su norte ideológico contaminada por la acumulación capitalista, es considerada por algunos como el "ejército del pueblo"?[61] Contra una clase política negligente, acusada de corrupción desde antes de la aparición de los dineros del narcotráfico?
Según Huntington, los Estados nacionales continúan siendo los actores principales en los asuntos mundiales. Su comportamiento está moldeado como en el pasado por la búsqueda de poder y riqueza pero también está condicionado por preferencias culturales, cosas en común, y diferencias. ¿Tenemos los colombianos la misma visión de la ética y de la "promiscuidad"; "tolerancia"; y "vicios" que los estadounidenses? Qué poder y riqueza obtendremos con esta nueva guerra? Este paradigma de Huntington que se pretende sustituir al modelo de análisis de un mundo bipolar de la Guerra Fría, logra abarcar algunos hechos que serían inexplicables dentro de los antiguos paradigmas. Es un modelo que nos permite visualizar los cambios que se pueden dar en el largo plazo. ¿Que significa para un país como Colombia que se tilda de no haber sido militarista en su historia este proceso irreversible de militarización en el largo plazo?
Menos de la mitad de los 48 conflictos étnicos en el mundo a
comienzos de 1993, señala Huntington, ocurrían entre grupos
de diferentes civilizaciones. Una perspectiva civilizacional llevaría
a concentrar los esfuerzos de paz en estos conflictos cuyas probabilidades
de convertirse en conflictos más amplios son mayores. ¿Cuáles
son los conflictos que han surgido en América Latina? Son mayoritariamente
conflictos internos que constituyen los procesos de conformación
nacional de todos los países víctimas del colonialismo y
neocolonialismo. La guerra civil colombiana es una lucha interna que ha
sido despolitizada por la visión moralizadora que se ha generado
sobre el consumo, distribución y venta de las drogas. Ilustres economistas
y analistas políticos nacionales y extranjeros han hecho exhaustivos
análisis y cuadros mostrando los efectos nefastos del narcotráfico
en la economía y la moralidad colombianas. Es claro que el narcotráfico
ha servido para financiar la corrupción y la guerra. ¿Pero
es por lo tanto obvio que es por este mismo fenómeno que somos hoy
un país corrupto y con unos altos índices de violencia política?[62]
¿Adónde dejamos la consideración de que los colombianos
tenemos intereses ajenos a los estupefacientes y que los estupefacientes
son una forma de financiación como cualquier otra dentro de un sistema
de "libre" mercado? Adónde la posibilidad de que la lucha por el
control del tráfico de estupefacientes sea una guerra por el control
de un mercado altamente lucrativo? Adónde unos planteamientos viables
para una sociedad más justa sin limitarnos al cultivo, tráfico,
vigilancia y gramaje de estupefacientes?
La Prohibición del alcohol tuvo como desenlace la eventual legalización
y control estatal de esta sustancia. Es evidente para analistas como Ethan
Nadelman, Milton Friedman, Françis Caballero y George Soros que
la despenalización de la droga es la solución más
equilibrada en el contexto actual y que probablemente el escenario futuro
será una eventual legalización escalonada de las diversas
drogas. Sin embargo, las clases dirigentes asumen un discurso "moral" que
seguramente con frecuencia contradicen en su vida privada. Mientras Bill
Clinton dice haber fumando marihuana sin aspirar el humo, ninguno de los
dirigentes colombianos tiene la valentía de reconocer haber consumido
alguna de estas sustancias. ¿Será cierta esta mentira? El
problema radica en que al alinearnos con este discurso limitativo estamos
afirmando que 50 años de lucha por una sociedad más justa
se reducen al fenómeno del narcotráfico. Que erradicando
el narcotráfico con medidas militares tendremos en Colombia la tan
anhelada paz con justicia social. Huntington afirma que las pretensiones
universalistas de Occidente están agravando los conflictos existentes.
Tendríamos que cuestionar si esta cruzada moral universal contra
las drogas es el camino hacia la concordia nacional e internacional y si,
después de ella, quedaran más recursos para repartir.
Es posible que bajo la vigilancia estadounidense del Plan Colombia los recursos se destinen realmente al fortalecimiento de las instituciones hacia la construcción de un Estado capaz de dispensar mayor justicia social. El que esto se dé —ante la inevitabilidad del Plan— depende de un cambio cultural radical en "la manera particular en que se han configurado Estado y sociedad [colombianas]...en una no separación de lo público y lo privado".[63] Sería necesario que nuestros representantes desarrollaran las virtudes que subraya Fukuyama: patriotismo, valentía, generosidad y espíritu de lo público o, como mínimo, "la necesidad de reconocimiento que lleva a los hombres a trascenderse a sí mismos". Fukuyama pregunta ¿cómo se puede construir una sociedad viable allí adonde se carece de espíritu de lo público? En ese caso la no viabilidad de la sociedad colombiana sería en algo atribuible a la falta de espíritu de lo público de sus ciudadanos y dirigentes y —con o sin el militar Plan Colombia— la sociedad colombiana no sería viable sin un cambio cultural. Lo que si es evidente es que no es factible tomar sólo el paquete militar sin lo cambios concomitantes que implica la presencia así sea "virtual" de una potencia extranjera en el territorio. El llamado al orden de Washington no va sólo contra la guerrilla. El Estado colombiano con sus aberraciones mercantilistas no debe hacerse ilusiones: es un aliado estratégico y no ha sido escogido precisamente por sus afinidades con Washington. Es tan susceptible de ser el blanco de las "embestidas" como lo son la guerrilla y los paramilitares. Los niveles de corrupción y de opacidad a los que estamos acostumbrados los colombianos no serán tolerados por los contribuyentes estadounidenses que son quienes ponen la cuota financiera inicial de esta guerra. Si a los Colombianos no se nos consultó sobre esta guerra, la prensa estadounidense sí exige cuentas.
Otro escenario posible y deseable es que surja una militancia deliberante y pacifista en el seno de una sociedad civil colombiana hastiada de la violencia. Para el Presidente Pastrana, el principal enemigo de Colombia "es el narcotráfico, son los narotraficantes".[64] Lo indecible es que este discurso no representa a amplios sectores de la sociedad colombiana, aliados silenciosos del narcotráfico y quienes consideran que su mayor enemigo es la injusticia social y que ésta no es producto del narcotráfico. El narcotráfico ha contribuido a la concentración de las riquezas pero las políticas neoliberales de sus últimos gobiernos aún más. Yo apostaría a que Fukuyama está equivocado y que los hombres que viven bajo democracias estables son capaces de imaginar un sistema mejor. Al triunfalismo de la Democracia Liberal se contrapone una sociedad civil pacífica organizada, representada en Seattle, Millau y Praga, militando en contra de lo que Pierrre Bourdieu llama "la destrucción metódica de las estructuras sociales".[65] En Colombia, únicamente un fortalecimiento de la sociedad civil sin consideraciones narcotraficadas haría contrapeso a todos los procesos militaristas detrás de los cuales se esconde la búsqueda de enriquecimiento ilícito de las transnacionales y satisfacción de la megalothymia de los militares que acompañan el Plan. En las actuales circunstancias, Colombia ante todo debe contar consigno misma; con el civilismo que ha caracterizado su historia; y con su falta de compromiso con los tantos llamados que se le han hecho a la guerra para no dejarse arrastrar por este llamado a la Guerra Contra la Droga.
Septiembre 2000
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