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La aromática de coca es la nueva apuesta de los indígenas
del resguardo de Calderas en Tierradentro.
Los arqueólogos dicen que esta es una tradición que, en el caso de Colombia, tiene por lo menos 5.000 años. Se trata del cultivo de coca, una planta que, aparte de su pésima fama, tiene propiedades digestivas, circulatorias y antifatigantes. Además, se receta como apropiada en caso de indigestión, cólicos, insomnio y estados diarreicos.
Pero en medio de la controversia del Plan Colombia y de los esfuerzos de erradicación de cultivos ilícitos, un grupo de indígenas de la comunidad Páez, está sacando adelante un proyecto diferente. Se trata del té de coca, una infusión que es muy común en Bolivia y en Perú, en donde se sirve en saquito o bien con las hojas mismas Allí es tan común esta tradición, que en los restaurantes se ofrecen tres tipos de bebidas calientes: té, café y mate de coca.
En el caso colombiano, cerca de un millar de indígenas que viven en la zona de Calderas, en Tierradentro, está produciendo la hoja de coca para proveer de materia prima a Fabiola Piñacué y David Curtidor –comuneros del resguardo– para la producción de la aromática de coca, Nasa Esh’s. Desde hace siglos los paeces tienen sembradas matas de coca en los jardines de sus casas, pero existen 20 hectáreas adicionales para la producción de la hoja con fines industriales. El proceso de recolección del producto lo realiza un médico tradicional, más parecido a un chamán, quien poda la mata hoja por hoja, la cual se somete a un proceso de secado, que luego se envía a Bogotá en pequeños despachos, en donde se empaca en porciones individuales.
En sólo un año el té de coca Nasa Esh´s ha vendido 30.000 cajas de aromática.
"En Tierradentro no existen plantaciones de coca como tales. Existen plantas de coca, ubicadas físicamente en el Nasa Tül, espacio único de producción y explotación agrícola. La caracterización social y económica de Tierradentro deja por fuera de lugar que se pueda señalar la zona como coquera, entendido como un lugar en donde la base de la economía sea la producción de sustancias ilícitas", afirma David Curtidor, vocero del proyecto. "Además la variedad de coca que allí se cultiva no posee altos contenidos de cocaína", agrega. La aceptación del té de coca no tiene precedentes. En sólo un año de comercialización el producto empacado ha vendido 30.000 cajas de aromática de 15 bolsitas y, si las cosas marchan bien, se podrán comercializar hasta 100.000 cajas este año. Esto se traduce en ventas por cerca de 1.000 millones de pesos que, según sus voceros, se destinan para la compra de la materia prima.
En el exterior, el proyecto no ha dejado de causar asombro. Aromática Nasa Esh’s ha tocado suelo mexicano, francés, griego y hasta ruso con la comercialización de más de 3.000 cajas. "Tan sólo Holanda está pidiendo toda la producción de 30,000 cajas", agrega Héctor Bernal, colaborador del proyecto. Mientras que Japón y Canadá se muestran interesados como futuros compradores.
Pero no todo ha sido color de rosa. Aún falta que al grupo de indígenas les aprueben el registro sanitario, papel imprescindible para su comercialización tanto en el país como en el exterior. Y al parecer las posibilidades se han ensombrecido luego que el Consejo Nacional de Estupefacientes negara un derecho de petición invocado por Piñacué y Curtidor para obtener la autorización para la producción y comercialización de las aromáticas.
Esa no deja de ser una gran ironía en un país que ha sufrido como pocos el estigma de ser productor de droga. Por cuenta de las reglamentaciones, las normas y el papeleo, el té de coca colombiano es hoy en día tan ilegal como las hojas que se utilizan para la producción de cocaína, un sin sentido más en un combate en el que los justos todavía pagan por los pecadores.
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