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Globalización, economía y territorio en Colombia
(reseña)

Luis Mauricio Cuervo G.

CIDER, Universidad de los Andes
Agosto de 2001[1]

En esta sección se observará el sentido general de la globalización en Colombia y sus impactos más específicos sobre la economía y el territorio. Este análisis pondrá en evidencia las similitudes y diferencias de la experiencia colombiana, además de servir de marco general a la mirada detallada de lo sucedido en Bogotá, su ciudad capital y principal centro económico del país.

Las limitaciones del modelo de industrialización por sustitución de importaciones comenzó a sentirse en Colombia, como en el resto de América Latina, desde finales de los años 1960. Como respuesta se modificó el manejo de la tasa de cambio, introduciendo la devaluación progresiva, se incentivó la integración comercial con los países andinos y se viró de un crecimiento hacia adentro a un crecimiento hacia afuera, basado en la diversificación y expansión de las exportaciones. Posteriormente, desde mediados de los años 1970, empezaron a introducirse reformas profundas de liberalización y desregulación del manejo económico. Finalmente, desde comienzos de los 80, la descentralización hizo su aparición, tomando cada vez más fuerza desde aquel entonces. Así, apertura, liberalización y descentralización se convirtieron en los ejes de la profunda transformación socioeconómica experimentada por Colombia en los últimos 30 años. Aunque estas transformaciones no han transcurrido lineal ni armónicamente, si han marcado unos derroteros de cambio, descritos a continuación. Por tanto, así como la globalización a nivel planetario, la mundialización en el plano nacional se traduce en la aparición de reglas del juego radicalmente diferentes a las prevalecientes en el período anterior, introducidas en medio de contradicciones y ciclos de avance o retroceso. Se modificaron así los parámetros orientadores de las relaciones de la economía nacional con el resto del mundo (apertura), de manejo interno de la economía (liberalización-desregulación), y el sistema de responsabilidades y competencias entre los diferentes niveles territoriales del estado y del gobierno (descentralización).

En su componente de apertura, el peso del comercio exterior en el PIB se ha incrementado considerablemente, no solo por la expansión de las exportaciones, sino también por el crecimiento de las importaciones. La dependencia de un solo producto de exportación como el café dió lugar a la aparición de una muy variada canasta de bienes y servicios exportados entre los que se cuentan las manufacturas, los productos mineros (carbón, petróleo, ferroníquel y esmeraldas), bienes agroindustriales (flores, azucar y banano) y diversos productos ilícitos como la marihuana, la cocaína y la heroína. Los mercados de orígen y destino también se diversificaron, especialmente por la creciente importancia del mercado andino, con énfasis particular en Venezuela y Ecuador.

En su componente de liberalización, el comercio exterior es hoy mucho más abierto y menos regulado y el manejo económico se hace sin acudir al complicado sistema de incentivos y castigos sectoriales del pasado. El manejo de la economía intenta no acudir a la promoción de sectores específicos y ofrecer condiciones generales de estabilidad cambiaria, financiera y monetaria para que las actividades más competitivas se destaquen sin necesidad de ayuda pública. Se intenta, sin embargo, sostener una política social activa, fundamentada en la focalización a grupos más vulnerables y el otorgamiento de subsidios a la demanda.

La descentralización significó una mayor autonomía política de municipios y gobernaciones quienes eligen hoy directamente y por voto popular a sus gobernantes. Adicionalmente, para el caso de los municipios, el gasto y la inversión social, ahora ejecutada principalmente por ellos, se financia a través de un fondo de transferencias asignado con criterios sociales redistributivos, usando fórmulas fijas.

En medio de estas transformaciones generales, la economía colombiana ha logrado sostener un ritmo anual de crecimiento cercano al 4%, modesto en el concierto mundial pero muy aceptable en comparación con el resto de América Latina. El ingreso percápita no se estancó como en otros países del área y consiguió un promedio anual del 2%. En contra de lo sucedido en la mayor parte de los países vecinos, el peso económico del estado creció considerablemente al pasar de un 10% a cerca de un 30% del PIB. No obstante, Colombia es prácticamente el único país del área que se debate en medio de una honda crisis política, marcada por la dispersión y la radicalización de las fuerzas enfrentadas, y expresada en la poco honrosa marca de 30 mil muertes violentas por año.


[1] Este texto es un extracto de una ponencia presentada por el autor en el Encuentro de la Red Iberoamericana de Investigadores en Globalización y Territorio en Toluca, México, durante el encuentro de 1999.
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