Nuevo
modelo de dominación colonial
Daniel
Libreros Caicedo*
Las
causas de la declaratoria de la guerra
El
Plan Colombia hace parte de una estrategia integral, política, social,
militar y económica de dominación imperialista en la zona
andina, dada la crisis política que actualmente se evidencia en
los países que la conforman1.
Esta estrategia utiliza, en el terreno diplomático, la justificación
de la lucha en contra de la producción de narcóticos, uno
de los temas que, en el universo del llamado “nuevo orden internacional”,
permite desde controles policíacos preventivos hasta escalamientos
bélicos regionales a nombre de “causas humanitarias”. Debe añadirse
que esta invocación altruista-humanitaria presupone un ordenamiento
jurídico internacional que ya no consulta la decisión de
los Estados nacionales y que proclama su regulación a nombre de
la defensa de la democracia de mercado, colocándola como fundamento
ético-globalizante, como principio ordenador de las sociedades
contemporáneas2.
La fuerza disciplinar de esta nueva versión del derecho internacional
la garantiza el poder militar norteamericano; desde Irak-1991, hasta Kosovo-1999,
los hechos lo han confirmado hasta el cansancio.
Debe
recordarse que este pretexto diplomático de la lucha antidrogas
esconde la realidad del negocio de narcóticos, ya que tan sólo
2% de las ganancias queda en manos de los productores, mientras el grueso
de las mismas ingresa a los flujos del sistema financiero desregulado;
esconde las políticas de apertura comercial, las cuales están
arruinando la agricultura interna de la región, debilitando la opción
de cultivos alternativos y aumentando la pobreza de los pequeños
agricultores radicados en zonas atrasadas en donde se requiere la subsistencia
a cualquier costo. Igualmente esconde el hecho de que en varias oportunidades
los colonos productores han manifestado públicamente la decisión
de realizar la erradicación manual de cultivos en el marco de una
política concertada con autoridades internacionales y nacionales.
La lógica
imperial no sólo desconoció estos hechos sino que impuso
sus condiciones. En el proceso de negociación, que terminó
con la aprobación del Plan Colombia en el Congreso norteamericano,
quedó la huella de las exigencias del gobierno Clinton. Efectivamente,
la propuesta inicial del Plan Colombia fue presentada en los inicios del
gobierno de Pastrana, por quien es actualmente ministro de Desarrollo Augusto
Ramírez Ocampo, sobre la base de la experiencia de negociación
en El Salvador, país al cual fue invitado en carácter de
observador internacional de los acuerdos, dada su condición de ex
canciller. Esta propuesta se basaba en la inversión focalizada de
recursos para rehabilitar zonas afectadas por la guerra, zonas de cultivos
ilícitos o de conflictos ambientales. Incluso, esta primera fórmula
del Plan fue parte de los preacuerdos entre el gobierno de Pastrana y las
FARC en el momento inmediatamente anterior a la instalación de las
negociaciones en enero de 1999. Unos pocos meses después, Barry
McCaffrey, zar antidrogas norteamericano, empezó a colocar en la
agenda de su dependencia el asunto de la narcoguerrilla en Colombia, posición
que fue compartida por algunos parlamentarios republicanos en el Congreso.
La política pacificadora debería cambiar de énfasis;
se requería el enfrentamiento directo a las guerrillas, lo cual
exigía aumentar la ayuda militar a Colombia y desbloquear los recursos
al Ejército, cuestionado internacionalmente por violaciones sistemáticas
a los derechos humanos. Entonces, el subsecretario de Estado, Thomas Pickering,
anunciando un acuerdo bipartidista sobre el tema, facilitó la intermediación
entre el gobierno de Pastrana y Congreso norteamericano para que esta ayuda
se oficializara en el propio Plan. Al acuerdo bipartidista se sumó
la anuencia de las compañías multinacionales. El representante
de la Oxxy presentó uno de los debates finales de trámite
aprobatorio expresando los intereses de un bloque empresarial.
El documento
que Clinton termina oficializando no deja dudas sobre las intenciones bélicas
estadounidenses. Así, de los US$1.600 millones que aportará
el gobierno norteamericano al Plan, US$1.043 serán gastos de defensa,
aunque, en su gran mayoría, esos recursos no llegarán a Colombia:
formarán parte del flujo de dinero de los circuitos de negocios
de la industria privada de armas norteamericana3.
Aquí se constata que la privatización de las guerras es otro
de los signos de la fase neoliberal del capital. Además, el énfasis
bélico determina el conjunto del Plan; el monto total del mismo
será de US$7.588 millones, de los cuales cerca de US$5.000 millones
se destinarán a defensa4.
Ello se acompañará de la consolidación de un cordón
de seguridad aéreo para toda la zona5
y del reconocimiento de ayudas puntuales a otros países andinos6.
Como si fuera poco, se adicionó al Plan la definición del
asunto Colombia como problema de “orden público interno” abriendo
paso a la posibilidad de la intervención directa en cualquier momento.
El comportamiento
del gobierno Clinton confirma que para el capital en general y para el
imperialismo norteamericano en particular, Colombia y los países
andinos constituyen un punto prioritario de su agenda política inmediata,
por la vía del escalamiento bélico. La guerra se hace necesaria
por cuanto recuperaría, por la fuerza, la hegemonía política
capitalista en una región en crisis. Pero este objetivo puntual
de la guerra, es, al mismo tiempo, tan sólo un plano del proyecto
imperial. Incluso, el propósito de solucionar la crisis regional
aparece en lo inmediato como respuesta contrainsurgente a las guerrillas,
en particular a las FARC, las cuales han logrado establecer poderes territoriales
con control político y militar, en zonas de colonos agrícolas,
en el sur del país, y, de hecho, parte del diseño del Plan
Colombia pasa por la apuesta de derrotarlas militarmente7.
Sin embargo, la guerra persigue objetivos de mayor envergadura, intenta
adecuar la región a las exigencias de la globalización neoliberal,
reorganizar la sociedad y la política conforme a las pautas de la
misma. Para ello, el proyecto imperial ha diseñado un modelo de
dominación colonial.
La crisis
económica regional
Otra
de las líneas transversales del Plan Colombia tiene relación
con la economía, proyectando iniciar un proceso de anexión
de la región al ALCA. Para el capital norteamericano éste
es un tema estratégico de comercio internacional. El propio Clinton
lo reconoció al instalar la XXX Conferencia del Consejo de las Américas
en Washington8. El encontrar
un mercado estable se convierte en prioridad debido al cuantioso déficit
en la balanza cambiaria norteamericana con el “resto del mundo”, resultado,
a su vez, del papel de principal comprador que Estados Unidos viene asumiendo
en el comercio internacional durante los últimos años. Este
papel es necesario en momentos en que se evidencia una sobreproducción
de mercancías en dicho comercio, y asume la forma de una desregulación
arancelaria mayor a la del promedio de los países desarrollados.
Además, los exportadores estadounidenses se han beneficiado de manera
considerable con las políticas de desregulación comercial,
generalizadas por el FMI como “políticas de ajuste” desde los inicios
de la década del noventa en Latinoamérica, triplicando sus
ventas en el período 1990-1996; tan sólo en 1996 aumentaron
dos veces más que el comercio norteamericano con el resto del mundo9.
Pero,
en la geografía desigual del capital, las ganancias de unos llevan
inexorablemente a las pérdidas de otros. Desde que se establecieron
las políticas de “apertura económica”, la economía
latinoamericana viene siendo llevada a una de sus peores crisis con agotamiento
de los aparatos industriales, desempleo masivo, crisis agrícola
y aumento notorio de la pobreza. El Departamento Nacional de Planeación,
entidad técnico-estatal, ejecutora del modelo de apertura económica
en Colombia, acaba de reconocer que desde 1998 el país ha perdido
un millón de puestos de trabajo llegando a 20,5% de desempleo abierto,
que el ingreso per cápita de los colombianos cayó de US$2.158
a US$2.043, que han quebrado 560 empresas y que el precio de las acciones
medido en dólares bajó en 70%10.
La explicación
a esta situación solamente puede encontrarse en las diferencias
de productividad media. La desregulación arancelaria de los países
periféricos castiga su rezago histórico productivo en el
universo del capital, desestructurando la industria y la agricultura internas,
al obligarlos a importar productos que anteriormente se producían
dentro de sus fronteras. Estamos asistiendo a la inclusión de la
región en una nueva forma de la división internacional del
trabajo. El reordenamiento internacional del capitalismo, posterior a la
crisis de 1973, confirmó las limitaciones del anterior modelo de
sustitución de importaciones. En una apuesta como la neoliberal
–en la cual, después de que el capital impuso una correlación
internacional de fuerzas a su favor disciplinando trabajadores y poblaciones,
y hasta el keynesianismo y el fordismo de los países desarrollados
fueron abandonados por imponer “límites artificiales” a una nueva
fase de acumulación capitalista por la vía de la intensificación
productiva, resultado, a su vez, de la “revolución informática”–,
el “fordismo dependiente” latinoamericano no tenía posibilidades
de sostenerse11.
La crisis
de la deuda en los años ochenta fue la expresión en la superficie
de la crisis estructural del modelo sustitutivo. Aquí se dibujó
una curva en sentido contrario a lo que fue su origen. Mientras que en
los años que siguieron a la crisis del treinta el colapso exportador
obligó a las burguesías latinoamericanas a volcarse sobre
los mercados internos, desarrollando una industria mediana y produciendo
una modernización capitalista tardía, la caída de
las exportaciones, resultado de la crisis internacional de los setenta,
evidenció que ya no había posibilidades de que el modelo
se siguiera soportando en los mercados internos. De hecho, el mayor endeudamiento
se realizó en los países latinoamericanos más desarrollados
(Argentina, Brasil y México) y por parte de empresarios ligados
al sector externo, quienes renovaron sus equipos industriales, convencidos
de que la bonanza exportadora del período 1968-1973 continuaría
prolongándose en el tiempo. Entonces, la crisis de la deuda correspondió
a un ciclo de reciclaje de créditos privados para intentar pagar
créditos anteriores sin que las ventas mejoraran. Los planes de
ajuste del FMI transformaron ese endeudamiento privado en público
al comprometer a los Estados en el pago de los mismos, iniciándose
el período de las llamadas “reformas estructurales”, bajo el pretexto
de la crisis fiscal. La desregulación arancelaria que hizo parte
de estas reformas condenó a la región a una desestructuración
de la industria y la agricultura internas, y nos hizo convertirnos en compradores
de los productos excedentes del capitalismo desarrollado.
Esto
se acompañó de la desregulación de capitales. Las
reformas-FMI significaron cambios institucionales que llevaron a la articulación
de los mercados financieros nacionales, igualmente en condiciones de desigualdad,
al sistema financiero internacional controlado por los grupos financieros
transnacionales, sistema que surgió después del final de
la paridad dólar. Para invertir en estos países, los operadores
financieros internacionales diseñaron un esquema de inflaciones
decrecientes y tasas de interés altas, obteniendo, efectivamente,
durante la mayor parte de la década ganancias considerables. Ello
seguía reduciendo de manera dramática la calidad de vida
de la población, por cuanto la explicación de esas ganancias
no es otra que la transferencia de valor al exterior, vía crédito,
mediante la reducción de la demanda interna. Las elites económicas
internas aceptaron este esquema porque les permitía, en lo financiero,
intermediar en la circulación de divisas y en lo comercial compensar
el déficit en las balanzas de cuenta corriente, resultado inevitable
de la “apertura económica”, con el ingreso de estos capitales. Pero,
más allá de sus intenciones, estaban actuando en los límites
de la separación artificial entre economía dinero y economía
real, resultado, a su vez, de la hegemonía internacional del capital
financiero. Inflaron una “burbuja especulativa” que les explotó
en la cara como crisis financiera de los países periféricos
en octubre de 1997. A partir de ese instante, los operadores financieros
internacionales entendieron que había que reducir al máximo
las inversiones en los países dependientes. Naciones Unidas ha reconocido
que la salida de capitales de estos países desde el inicio de la
crisis hasta mediados de 1999 fue de cerca de 50%12.
Esta fuga de capitales presiona devaluaciones que aumentan las deudas externas
tanto públicas como privadas en momentos en que la base productiva
interna ha sido erosionada. Es casi seguro que en pocos años asistiremos
a un segundo momento de la renegociación de la deuda externa en
el continente. La crisis económica se agrava en espiral descendente.
El modelo
económico y político de la anexión colonial
Por
ello, el modelo económico de anexión al ALCA parte de supuestos
diferentes a lo que fue el modelo de sustitución de importaciones.
Éstos son:
-
Unificación
monetaria en torno al dólar: la anexión colonial exige
la utilización de la moneda imperial como unidad monetaria del conjunto
de la zona. La dolarización sigue avanzando, y en varios países
latinoamericanos el dólar ya es moneda oficial. Este proceso, sin
embargo, plantea contradicciones con algunas burguesías de la región.
En la XIV Cumbre de gobiernos del grupo de Río, celebrada en Cartagena
del 15 al 17 de junio de 2000, Roberto Guarnieri, presidente del Fondo
Latinoamericano de Reservas, FLAR, institución de carácter
financiero y monetario, integrada en la actualidad por los bancos centrales
de los países de la Comunidad Andina y Costa Rica, propuso la creación
de un fondo latinoamericano de estabilización monetaria como ampliación
del Fondo Andino, con el propósito de ayudar a enfrentar los desequilibrios
fiscales y monetarios futuros y prevenir nuevas crisis financieras, aunque
aclarando que este fondo no llegaría a cumplir funciones de emisión
primaria de dinero. Es indiscutible que el planteamiento implícito
es el de resistir a las exigencias del FMI y el de transitar hacia la construcción
de un banco central único y una moneda regional única. La
burguesía brasileña, la más fuerte de la zona, ha
declarado en varias oportunidades que está dispuesta a colocar su
moneda nacional, el real, en esa perspectiva.
-
Territorialización
de la inversión: uno de los efectos de la globalización
neoliberal, al desplazar al Estado-nación en la toma de decisiones,
fue que posibilitó la apropiación intensiva de los espacios
regionales periféricos, a la manera de “polos de desarrollo” extractivos,
desconectados de los mercados internos nacionales. Concebidos bajo esta
forma de territorialización, los proyectos del Plan Colombia incluyen
la creación de un mayor número de zonas francas de maquilas,
bajo las mismas condiciones que se vienen creando en el continente, zonas
en donde las empresas multinacionales logran, con trabajo barato y a destajo,
mayoritariamente femenino, el procesamiento final de sus productos. Aquí
se constata una fragmentación territorial de la línea de
montaje, una nueva versión de la espacialidad transnacional en donde
las empresas aprovechan las desigualdades geográficas para reducir
costos laborales y para acortar los tiempos entre producción y transporte.
Por ello estas zonas, bajo el mismo formato tercer-mundista, constituirán
puertos aéreos de carga y en puntos de acceso rápido a los
océanos. Allí, además, los inversionistas internacionales
carecerán de controles ambientales y de exigencias tributarias13.
-
Apropiación
de la biodiversidad: la apropiación imperial de los territorios
incluye la biodiversidad, infraestructura productiva de uno de los negocios
más promisorios para el capital en el siglo que se ha iniciado,
la biotecnología. En el futuro inmediato, la alimentación
en el planeta dependerá de la biotecnología, al igual que
los procesos de reconversión energética. Colombia es un país
estratégico en materia de biodiversidad. El Instituto Mundial de
Recursos de Washington reconoció, en 1997, que es el segundo en
el mundo, después de Brasil, con la más alta diversidad de
especies por unidad de área. Unesco-1990 diagnosticó que
en el país existen aproximadamente 55.000 especies de plantas, de
las cuales una tercera parte son endémicas, y que Colombia se encuentra
en el tercer lugar, en número de vertebrados, posee 8% de las especies
de mamíferos, 18% de las aves y 10% de los insectos. Igualmente,
la misma Unesco acepta que los océanos, los ecosistemas de arrecifes
coralinos, las praderas submarinas y los manglares constituyen las áreas
sumergidas de mayor biodiversidad y productividad del planeta.
-
Apropiación
de recursos naturales: el Plan Colombia plantea, para el caso de los
recursos naturales no renovables (petróleo, carbón y demás),
la continuidad de una política de inversión favorable al
capital internacional, igualmente, mediante la ejecución de proyectos
regionales. En particular, en el caso del Putumayo, departamento frontera
con Ecuador, en donde existen reservas importantes de petróleo,
la política de sustitución de cultivos ilícitos aparece
asociada a este tipo de negocio. El diagnóstico de la apropiación
de recursos naturales debe completarse con el tema del agua14.
Colombia ocupa el cuarto lugar en disponibilidad de agua por unidad de
superficie (59 lt/s/km2).
El control
empresarial de los territorios obliga a un nuevo ordenamiento territorial,
que afecta a las comunidades históricamente localizadas en los mismos,
particularmente a las etnias indígenas y negras. La guerra sirve
para desplazarlas. En Colombia ya superamos el millón y medio de
desplazados y la cantidad, específicamente en las regiones ligadas
con los “megaproyectos” de inversión externa, sigue en aumento.
Incluso una parte considerable del componente denominado “social” en el
Plan, servirá para pagar nuevos desplazamientos. La guerra sirve
para disciplinarlas. La oferta transnacional para estas comunidades, cuando
se mantienen en sus territorios, es la de que mediante una democracia participativa
condicionada, mediante el “empoderamiento” local, ayuden a consolidar los
sistemas de información, a actualizar los mapas de biodiversidad,
recursos naturales y, adicionalmente, a conservarlos. Un ejemplo de ello
es el plan de ordenamiento territorial propuesto por las autoridades locales
a las comunidades negras del bajo Atrato, zona con presencia paramilitar
y la de mayor biodiversidad promedio del planeta. En la parte pertinente
de este plan se anota:
La
potencialidad ambiental de la subregión del bajo Atrato, representada
entre otros aspectos en el valor de su biodiversidad, la alta productividad
de sus ecosistemas forestales, su posición estratégica en
relación con la localización de megaproyectos de interés
nacional e internacional hacen de este eje temático un elemento
fundamental para estructurar el proceso de ordenamiento territorial y de
planificación del uso y manejo de los recursos naturales allí
presentes. Por ello, se privilegiarán acciones orientadas a: 1.
Identificar y delimitar las áreas de alta fragilidad ecológica
para reglamentar su uso y procurar el mantenimiento de los procesos esenciales
que en ella ocurren. 2. Contribuir a la consolidación del Sistema
Regional y Nacional de áreas protegidas. 3. Compatibilizar las formas
tradicionales y otras alternativas sostenibles de producción agrícola
y de uso del bosque con las potencialidades y limitaciones de los territorios
colectivos. 4. Identificar y formular propuestas para promover la conservación
de bosques y la biodiversidad a través de diferentes incentivos...15.
El
imperio asocia vida animal y vegetal, suelos, subsuelos y medio ambiente
con la memoria histórica de las comunidades, para potenciar la acumulación
de capital, “subsunción real” del capital en movimiento.
Los
nuevos escenarios de la respuesta social
El nuevo
modelo de anexión colonial plantea los siguientes retos al movimiento
social:
-
Solución
política al conflicto armado en la región, despenalización
internacional del tráfico de narcóticos y aceptación
de la propuesta de erradicación manual de cultivos. Desconocimiento
del Plan Colombia y de su papel colonial en la región, bajo el supuesto
de que cualquier ayuda internacional debe ser decidida de manera autónoma
por los países. Desmonte del terrorismo de Estado. En el caso colombiano,
esto pasa por la conformación de una comisión en contra de
la impunidad, en la perspectiva de judicializarla, por el reconocimiento
del derecho de rebelión a la insurgencia armada en la mira de que
lleguen a convertirse en movimientos políticos legales con todas
las garantías políticas para que operen como tales. Desmonte,
judicialización y penalización del paramilitarismo negándole
cualquier posibilidad de reconocimiento político a los mismos. Desmonte
de la justicia penal militar y de los fueros especiales militares. En lo
social se requiere organizar una gran resistencia con apoyo internacional
para impedir que continúe la aplicación de los planes de
ajuste-FMI y para revertir las desregulaciones arancelarias y de capitales.
El punto del no pago de la deuda externa adquiere especial importancia
en este contexto y posibilita la articulación con redes internacionales
de resistencia.
-
En los
territorios: la disputa en contra de la apropiación empresarial
de las regiones obliga a un planteamiento estratégico en procura
de un ordenamiento territorial democráticamente decidido por las
comunidades. Ello pasa por transformar las condiciones de trabajo en las
zonas maquiladoras, lo cual, a su vez, exige un acompañamiento internacional,
no solamente de los trabajadores, sino de cualquier persona con sensibilidad
democrática16.
Ello abre igualmente la discusión sobre las condiciones en que se
está ejecutando el nuevo modelo exportador. El presupuesto implícito
de la inversión maquilar es el desempleo generalizado y el hambre
de las poblaciones. Una propuesta alternativa debe invertir las coordenadas,
tal y como lo vienen presentando movimientos sociales locales en los cuatro
puntos cardinales de la región. Antes de exportar debemos garantizar
la seguridad alimentaria de las comunidades, lo cual no puede resolverse
por fuera de una reforma agraria democrática que, además
del reparto democrático de la tierra, incluya créditos, ayudas
técnicas, políticas arancelarias y hasta una redistribución
espacial entre campo y ciudad. Un ordenamiento democrático debe
contener el planteamiento del respeto a los derechos de las etnias, en
el marco del derecho de los pueblos, derecho de la Convención de
Argel de 1963, que, a pesar de no tener poder convocante entre los Estados,
sigue siendo una carta anti-colonial a reivindicar por los pueblos oprimidos.
Este mismo derecho debe servir para plantear la toma de decisiones de las
comunidades sobre el uso de los recursos naturales y biodiversos que existen
en sus territorios. Los puntos en contra de la exacción financiera
de las localidades, caso deuda externa y compromisos de ajuste, tampoco
pueden excluirse en una fórmula de territorialidad alternativa.
La clave está en concebir las estrategias de respuesta en la región
en la dinámica de articularlas a las luchas nacionales e internacionales
y en mostrar que desde los territorios la agresión imperial ha terminado
por unificar las reivindicaciones sociales, democráticas y antiimperialistas.
Los gobiernos regionales de resistencia pueden potenciar enormemente la
organización social, mostrando al tiempo los límites del
poder local.
* Profesor de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia.
1. Las manifestaciones de esta crisis son cada vez más evidentes. Al fraccionamiento territorial en Colombia, resultado de una guerra secular en la que el Estado, dada su debilidad histórica no ha podido encontrar solución política o militar, debe añadirse el derrocamiento en Ecuador de dos presidentes en pocos años a causa de la movilización popular y de las contradicciones inter-burguesas; el distanciamiento progresivo del gobierno de Chávez de la diplomacia norteamericana en la región, caso Plan Colombia y en el comercio internacional, caso apoyo a la OPEP en la disputa por los precios del petróleo; la salida por la “puerta de atrás” de Fujimori, considerado como una de las figuras más importantes del neoliberalismo latinoamericano, lo cual, igualmente, obligará en la transición a discutir públicamente el tema del terrorismo estatal, transición que a su vez, concluirá probablemente con un gobierno Toledo enfrentando la peor crisis económica de la historia del país y con un erario público saqueado por la camarilla fujimorista; y la crisis agobiante de una Bolivia considerada por el propio FMI como uno de los países más pobres del planeta y en la cual la protesta social, particularmente la de los campesinos, viene siendo confrontada con militarización directa. Los representantes del capital internacional ya han tomado nota de esta crisis regional. Camdessus, cuando aún era el director del FMI, en diciembre de 1999 llegó a declarar que los signos más preocupantes de inestabilidad política en Latinoamérica se encontraban en la zona andina.
2. Michael Hardt y Antonio Negri utilizan esta caracterización en el contexto de otra más compleja: la de “Imperio”. Según ellos, “el tránsito al imperio surge del debilitamiento del concepto moderno de soberanía. En contraste con el imperialismo, el imperio no cuenta con centros de poder territorial y no actúa dentro de fronteras fijas, o con barreras. Se trata de un aparato de regulación descentrado y desterritorializado que progresivamente incorpora la realidad global de manera abierta y expandiendo fronteras(...). Los distintos colores nacionales del mapa imperialista vienen diluyéndose en el arco iris del imperio global... “Empire”, Harvard University Press, 2000, Preface, pp. xii y xiii.
3. Human Rights Watch denunció en informe entregado públicamente el 7 de diciembre de 2000, que: “Las leyes de Estados Unidos disponían el despliegue en Colombia de un máximo de 500 efectivos estadounidenses y 300 personas contratadas en cualquier momento, salvo en caso de emergencia. Pero como reflejo de la tendencia mundial a “subcontratar” la guerra, algunos analistas estimaban que un millar de profesionales relacionados con Estados Unidos estaban presentes en Colombia, entre ellos oficiales retirados de las fuerzas especiales estadounidenses trabajando para empresas civiles tales como Dyn Corp Inc. y MPRI, contratadas por los Departamentos de Estado y de Defensa de Estados Unidos(...)”. Una fuente de la Casa Blanca se limitó a responder: “A veces el Comando sur, llamado a realizar estas tareas, se ve corto de personal dadas sus múltiples obligaciones en el hemisferio. Además, resulta menos costoso subcontratar: no es una decisión estratégica sino operativa”.
El Tiempo, sábado 9 de diciembre de 2000, pp. 1-20.
4. Debe tenerse en cuenta que el grueso de los recursos (50% aproximadamente) debe salir del fisco colombiano, situación bastante dramática para un país en el que el pago del endeudamiento llegará a 40% del presupuesto en la ejecución fiscal de 2001; igualmente, en esa misma vigencia, el pago de la deuda ($22,5 billones) será superior al monto de los ingresos tributarios por recaudar ($22 billones), anunciando una situación de “inviabilidad fiscal” que se agravará en el futuro inmediato, dadas las onerosas condiciones del endeudamiento externo para los países periféricos después de la crisis económica de 1997.
5. Incluyendo las Fuerzas Armadas colombianas en la red de bases aéreas del Comando sur norteamericano que, a nombre del combate antinarcóticos, controlan militarmente la región. Estas bases son: la de Manta- Ecuador encargada de cubrir los países andinos, las de Aruba y Curazao en el Caribe y las centroamericanas en Liberia-Costa Rica y Soto Cano-Honduras. En el esquema del Comando sur norteamericano, estas operaciones se denominan F.O.L. (
Foward Operating Locations
) y obviamente, la base de Manta se define como prioritaria en el control de la zona andina. Sobre el tema,
véase
Ricardo Vargas Meza, “Plan Colombia: ¿Construcción de paz o sobredosis de guerra?”. Acción Colombia, Documentos Plan Colombia, Número 2, periódico
Desde abajo
, Bogotá, 2000, pp. 23 y ss. A propósito de la base de Manta, el general Charles Wilhelm, jefe del Comando sur, declaró ante el Congreso norteamericano que era “el lugar ideal para recuperar el terreno perdido al abandonar la base aérea de Howard-Panamá (...). La importancia de Manta reside en el hecho que se encuentra situada en un área que nos permitirá capacidad operacional, conforme nuestras necesidades, para cubrir la totalidad de Colombia, Perú y las zonas de cultura coquera en Bolivia...” Ernesto Herrera, “Plan Colombie: opération sans anesthésie”, Inprecor-Número 451, IV Internacional-S.U, París, octubre de 2000, p. 23. Datos tomados, a su vez, del diario
Hoy de Quito.
6. “US$90.000.000 para Bolivia y US$40.000.000 para el Perú en el marco de la autorización de apropiaciones del Congreso para el período octubre 1 de 1999 a septiembre 30 del 2002...”. Congreso USA-sesión 106, sec 219, literal E-numeral 1.
Desde abajo
, No. 3, p. 18. En ese mismo documento llama la atención la preocupación por involucrar a Brasil en el conflicto.
7. La definición de las zonas de fumigación-erradicación forzosa de cultivos en el sur no deja dudas de la complicidad de los gobiernos norteamericano y colombiano con el paramilitarismo, el cual, igualmente, controla áreas territoriales en el norte del país con apoyo de narcotraficantes que participan en la producción y distribución de narcóticos. Además, la mayor parte de los proyectos de inversión diseñados en el Plan y el fortalecimiento de Ejército y Policía miran hacia el sur del país.
8. “Quiero afirmar también aquí que aún estamos resueltos a alcanzar la meta que nos fijamos en la Cumbre de las Américas, en Miami, en diciembre de 1994, para lograr un acuerdo de libre comercio en 2005 que comprenderá todo el continente. Será la zona de comercio más extensa del mundo, 800 millones de personas invirtiendo en el futuro mutuo, enriqueciéndose la vida unos a otros y avanzando en nuestros intereses mutuos. Los negociadores están elaborando un borrador de acuerdo para presentárselo a los ministros de Comercio el próximo año en Argentina. Será presentado también a los presidentes en la Cumbre de las Américas en Quebec. Debemos continuar el proyecto para realizarlo en 2005. La fecha no debe aplazarse y estoy seguro que lo lograremos” dijo Clinton en esa reunión.
Desde abajo, No. 3, p. 21.
9. Por ello Charléne Barchevsk, ex secretario norteamericano de Comercio, ha declarado que para Estados Unidos el mercado con Latinoamérica es más importante que el de la propia Unión Europea.
Véase Janette Habel, “Integration à marche forcée pour les Ameriques”,
Le Monde Diplomátique,
octubre de 2000, edición francesa, p. 12.
10. El Espectador, domingo 10 de diciembre de 2000, p. 1-B. Las cifras en otros países de la región son igualmente alarmantes. En México, el déficit total de empleos alcanzó en 1997 los 20 millones de puestos de trabajo (para una población de 91,9 millones). El salario mínimo, en 1996, alcanzó su nivel más bajo desde que fue instituido en 1935 por el gobierno Cárdenas. Corpamex (asociación gremial patronal), acepta que sólo 3,5 trabajadores de 10 (34,6%) ganaban por encima de dos salarios mínimos (de 200 dólares hacia arriba). La misma fuente reconoce que de los 6,5 trabajadores restantes, 1,5 no recibe ningún salario (casi 5 millones de los cuales 3.100.000 trabajan en la agricultura), dos trabajadores reciben menos de un salario mínimo y los otros tres restantes ganan un equivalente a 1 o 2 salarios mínimos. Para las mujeres, la situación es más grave: menos de dos trabajadoras de cada diez ganan el equivalente de dos salarios mínimos o más. En Brasil, los propios datos oficiales aceptan 80 millones de pobres, de los cuales 30 millones se encuentran en pobreza absoluta. En Uruguay (datos de 1998), el desempleo abierto llegaba a 11%; igualmente, 11% de la población vive bajo la línea de pobreza. Según la propia Federación Rural (asociación gremial patronal), este porcentaje llega a 43% en el campo. Venezuela ha conocido un incremento de los pobres absolutos de cerca de 40%, en este período de “apertura”. Solamente la crisis financiera de la región en 1994 arrastró una fuga de 15.000 dólares en Argentina, obligando a una contracción de la demanda interna que significó la pérdida de 15 puntos en el salario real. Datos tomados de documentos de las delegaciones nacionales al Foro de São Paulo, México, noviembre de 1998.
11. Confirmándose la tesis de que la dependencia condicionó al capitalismo periférico al papel de
socio secundario del capitalismo en el « primer mundo ». Así, aun en
los países periféricos que lograron un mayor desarrollo (caso Brasil y los « tigres
asiáticos ») no se consolidó el denominado sector I, limitando la apuesta
de un desarrollo tecnológico a escala. Igualmente, las diferencias histórico-culturales
de los trabajadores terminaron afectando el crecimiento de la productividad
media en la periferia, evidenciando que el asunto « desarrollo de las
fuerzas productivas » no es tan sólo una renovación técnica de
instrumentos de trabajo sino, ante todo, transformaciones permanentes en la « mentalidad
laboral » de los asalariados. Paul Krugman reconoce este hecho, obviamente
dentro de su lógica discursiva, al analizar la caída de los países del Sudeste asiático.
Véase, « De vuelta a la economía de la gran depresión »,
capítulo 5, en Todos caen : el derrumbe de Asia, Bogotá, Editorial
Norma, 1999, pp. 139 y ss.
12. Véase Eric Toussaint. “La dinámica infernal de la deuda externa”,
en Le Monde Diplomátique,
octubre de 1999. El caso colombiano confirma la tesis de manera dramática; desde 1998 vienen saliendo del país aproximadamente US$1.800 anuales y en el año 2000, esa cifra, según las propias estadísticas oficiales, ya fue superada. Además, las aseguradoras internacionales de riesgo-crédito lo consideran inviable. Han orientado que de cada 100 dólares por invertir en Latinoamérica tan sólo uno llega a Colombia. Esta “inviabilidad” viene encareciendo el crédito externo en unos porcentajes casi demenciales, 520 puntos por encima del nivel de endeudamiento del Tesoro estadounidense.
Véase
“Informe sobre deuda pública 1999”, Contraloría General de la República.
13. La primera experiencia “exitosa” para el capital internacional en cuanto a zonas maquiladoras se refiere fue la de Monterrey en el norte de México. Los resultados están a la vista; hace dos años, aproximadamente, la CNN mostró casos de niños que, por exceso de polución, habían nacido sin la parte superior del cerebro. La degradación que ese tipo de trabajo -para nada innovador, repetitivo y monótono- produce en los asalariados, es otra de las variables que se constatan. Además, por la rotación de capas jóvenes de trabajadores, se envejecen prematuramente, para el mercado laboral, aquellos que salen de circulación. No cabe duda que la maquila es la forma moderna de la esclavitud. El papel de las agencias internacionales de crédito en la implantación de estas zonas francas maquiladoras tampoco deja lugar a dudas. República Dominicana recibió del Banco Mundial en 1989 un crédito de 30 millones de dólares para el efecto. Actualmente existen en ese país 350 marcas de ropa que operan en esas zonas francas, y República Dominicana se convirtió en el quinto exportador de ropa a Estados Unidos. De los trabajadores de estas zonas, 85% son mujeres.
14. Unesco, Balance hídrico mundial y recursos hidráulicos de la Tierra, 1979.
15. Plan de ordenamiento territorial comunitario en las tierras colectivas de las comunidades negras del bajo Atrato, municipios de Riosucio, Carmen del Darién y Belén de Bajirá. Corporación Autónoma Regional del Chocó, octubre de 2000, p. 8.
16. De hecho el tema de las maquilas viene siendo recurrentemente escogido, por personalidades democráticas, como tema de debate en los escenarios internacionales. Esta presión internacional obligó a pronunciamientos declarativos de organismos internacionales para el caso de China continental, aunque los intereses norteamericanos en ese país impidieron que se pasara de la declaración a la sanción. En el caso de República Dominicana, los consumidores estadounidenses de ropa lograron que un tribunal transitorio investigara las condiciones de trabajo maquilar.