Reseña sobre las conclusiones de la Misión Rural, Colombia 1998
De
la crisis a la convivencia:
Propuestas para el desarrollo rural
Participaron
en la elaboración y discusión de esta reseña:
Rafael
Echeveri Perico - Presidente Misión Rural
Guillermo
Solarte Lindo - Coordinador Agenda
Convivencia, Misión Rural
Alcides
Gómez Jiménez - Coordinador Agenda Pobreza
Rural, Misión Rural
Martha
Alicia Duque G. - Agenda Pobreza Rural,
Misión Rural
Darío
González Posso - Director del Instituto de
Estudios para el Desarrollo y la Paz Indepaz
PRESENTACIÓN
Uno de los
esfuerzos recientes, en materia de propuestas de paz, fue el de la Misión
Rural, Colombia 1998. Esta consistió en un ejercicio de prospectiva
para el campo colombiano, liderado por el Instituto Interamericano de
Cooperación para la Agricultura IICA, con el apoyo del Departamento Nacional de
Planeación DNP, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural Minagricultura, la Red de Solidaridad Social, Colciencias, Fonade, el Corpes de Orinoquía, el BID, el
BM, la AID, la Agencia de Cooperación Alemana GTZ, el Programa de las Naciones
Unidas para el desarrollo PNUD y la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación FAO.
Dicho
ejercicio fue concebido como "un instrumento que nos acerque a acuerdos
inteligentes y viables para alcanzar la paz en Colombia"
[1].
Por la
amplitud de los participantes, representativos de diversos sectores mediante
consultas y seminarios permanentes, así como por los aportes del equipo de
técnicos, las propuestas de la Misión Rural tienen un lugar a ser tomado
en cuenta en la construcción de una Agenda para la Paz. Las opiniones de
los autores expresadas en las publicaciones (10 Volúmenes, más el Informe Final
y 14 documentos) que resultaron de la Misión Rural, con su diversidad y
sus matices, no comprometen a las instituciones. A continuación se presenta una
reseña de las conclusiones de la Misión Rural, elaborada para el
presente compendio.
Hacia
un modelo alternativo de desarrollo
EL
MARCO POLÍTICO
En primer
lugar, la Misión Rural ha considerado que es indispensable contar con
una posición clara frente al debate de
los modelos de desarrollo, "reconociendo que el modelo de proteccionismo
característico de la sustitución de importaciones se ha agotado y que el de
apertura presenta graves debilidades"[2]. De
acuerdo con la Misión Rural, para lograr una economía al servicio de la
sociedad es necesario en primer término contar con un proyecto nacional
que recoja los fundamentos mínimos que dan coherencia a la unidad nacional y
posibilitan que esta determine la viabilidad de un proceso de paz como
expresión de la convivencia como propósito común basada en un gran acuerdo
nacional y en un pacto social.
Como
orientación general del desarrollo, se ha identificado el proceso de transición
como el segundo fundamento de la nueva visión del desarrollo. La importancia de
la transición radica en la posibilidad de establecer un puente entre las
condiciones actuales y el proyecto nacional, como expresión de lo deseable
posible.
Las políticas
de transición son políticas de aplicación inmediata, que deben durar
tiempos limitados, "que implicarán sacrificios particulares de quienes se
han beneficiado extraordinariamente del tipo de desarrollo actual"[3], que
requieren seguimiento y movilización social.
El proceso de
transición debe realizarse en este modelo alternativo de desarrollo en tres
órdenes:
1.
En lo
político se debe lograr que la sociedad civil tenga una participación
real en el poder, a través de los mecanismos que la democracia pone a disposición,
consignados en la Constitución Nacional, la reconstrucción de los partidos
políticos como líderes reales de la democracia y de la defensa del proyecto
nacional.
2.
En lo
económico, la transición debe establecer reglas de juego en el
ofrecimiento de oportunidades a todos los actores económicos, restablecer
condiciones mínimas para la producción, en las estrategias de inserción en la
economía mundial y en los incentivos para la eficiencia y el compromiso social.
3.
En lo
institucional debe alcanzarse una adecuación de las estructuras de la
organización pública y privada a las exigencias del cambio político y
económico.
LA
RURALIDAD
En este marco
general de desarrollo la Misión Rural establece un nuevo enfoque sobre
el concepto de ruralidad. En primer lugar se
niega el enfoque dominante que considera lo rural como algo residual
agropecuario cuya función es apenas apoyar la construcción industrial y urbana
y proveer la mano de obra no calificada que demanda el mercado laboral urbano.
Además, lo rural no se limita a lo "agropecuario". Se parte de
una visión que integra dimensiones económicas, culturales y territoriales, lo
cual -según la Misión- contribuye a mejorar la comprensión de los procesos del
mundo rural y a la formulación de estrategias políticas viables: "Lo rural
es una categoría del mismo orden que lo urbano en cuanto se refiere a un
espacio de orden territorial que abriga un conjunto complejo de sectores
económicos, comunidades, culturas y procesos políticos, con especificidad y
lógica propias"[4].
Se afirma el
criterio fundamental de que "las regiones rurales tienen una importancia
crítica en los procesos de descentralización y desarrollo de la democracia
participativa que requiere el país. La contribución a la paz y al logro de la
convivencia en el posconflicto le dan un papel protagónico central en la
discusión de la paz en Colombia"[5].
DESAFÍOS
La Misión
Rural identificó un conjunto de desafíos de la producción rural, que
enumerados de manera muy sintética son básicamente los siguientes:
-
Reconversión productiva. No es posible competir con
las grandes potencias agrícolas del mundo en segmentos de mercado donde no
tenemos las mismas ventajas comparativas, como el caso de cereales. Se debe
aceptar que nuestra verdadera ventaja se encuentra en las condiciones de
diversidad y diferenciación de producto, siguiendo los ejemplos que ofrece el
café, banano y flores.
-
Diversificación de la Producción. Fortaleciendo
otras actividades rurales más allá de lo agropecuario, dentro de una visión de
cadenas agroalimentarias e industriales y servicios ambientales.
-
Mayor decisión del sector rural en las decisiones
macroeconómicas. Solución del déficit fiscal y los contenidos antirurales que predominan en las políticas fiscales,
comerciales y cambiarias.
-
Eliminación de los incentivos a los mercados
especulativos del suelo, que generan rentas extraordinarias como producto de la
valorización.
-
Eliminación de las condiciones que determinan la
expulsión de los campesinos y la concentración de la tierra.
-
Régimen tributario que premie la optimización del
uso de la tierra y que castigue su mal uso.
-
Protección a la estructura productiva del sector.
-
Acciones que permitan la reducción de los costos de
transacción.
-
Fortalecimiento de una política de comercio exterior
que actúe como puente estratégico con los mercados mundiales.
-
Planes regionales y locales que den cuenta de las
potencialidades y necesidades territoriales.
-
Desarrollo de condiciones para que los servicios
ambientales que presta el sector rural, en cuanto a producción de agua y
mantenimiento de fuentes, de captura de carbono, por medio de la producción
forestal y la conservación, generen transferencias que cubran los costos de
oportunidad que tienen los productores del campo.
-
Incremento de la oferta tecnológica que deberá guiar
y apoyar las nuevas alternativas productivas.
AMPLIACIÓN
DE LAS OPORTUNIDADES
Considerando
que la optimización de la producción rural exige el aumento de la base de
productores eficientes en el campo, la Misión Rural sostiene que es
indispensable aumentar las oportunidades de acceso a factores de producción por
parte de los empresarios del sector, sean pequeños, medianos o grandes.
La Misión
Rural, propone "una reforma agraria integral, que en un plazo no
mayor de cinco años, permita que la tierra de mayor capacidad productiva esté
en manos de quienes más eficientemente la puedan explotar"
[6].
Este plazo,
"no mayor de cinco años", es un criterio fundamental, si te toma en
cuenta que hasta ahora, los resultados de la reforma agraria en Colombia son
marginales: promovió la colonización privilegiando la titulación de baldíos y
sólo ha afecta marginalmente las tierras dentro de la frontera agrícola y la
gran propiedad cuando la situación social y la movilización campesina lo exigen[7].
En las
discusiones y seminarios de la Misión Rural hubo especial insistencia en
la necesidad de pensar en la Reforma Agraria como un proceso que "debe ir
más allá de la simple compra y repartición de la tierra tocando de modo más
general el acceso a los factores productivos y el usos sostenible de los recursos"[8].
Para
garantizar la redistribución de activos productivos (Reforma Agraria), las
estrategias básicas que se proponen en el Informe Final de la Misión Rural
son las siguientes:
-
Subsidios para el acceso a la tierra.
-
Extinción del dominio y expropiación por vía
administrativa.
-
Nuevo régimen de tierras (Ley de Tierras).
-
El desarrollo de zonas de reserva campesina y
empresarial
-
Política de población.
-
Política de financiamiento para pequeños y medianos
productores (reforma al sistema de crédito).
-
Acceso a tecnología.
-
Desarrollo social y equidad.
Subsidio,
extinción de dominio y Ley de Tierras
El principio
del subsidio para el acceso a la tierra consiste en la asignación de recursos
por parte del Estado que sean entregados a los pequeños productores para que
puedan acceder a este factor de producción, en el mercado de tierras.
La extinción
de dominio está dirigida al delito de enriquecimiento ilícito y buscaría
incorporar al proceso de reforma agraria en un coto plazo las tierras adquirida
por los narcotraficantes.
Además se
propone el desarrollo de otro mecanismo de extinción del dominio o expropiación
por vía administrativa, considerado en la Ley 160 de 1994. Este mecanismo
establece que aquellas tierras con vocación agrícola, que no sean adecuadamente
explotadas y que no sean ofrecidas en los mercados de tierras, puedan ser
expropiadas por vía administrativa.
La propuesta
de redistribución de tierras de la Misión Rural concluye en la expedición de
una Ley de Tierras que establezca estructuras diferenciales para que la
tributación castigue el atesoramiento improductivo de la tierra y premie la
utilización racional y eficiente de ésta.
La
redistribución de tierras y el poblamiento
El proceso de
reforma agraria -dice el Informe Final de la Misión- tiene el carácter de
política estratégica para el ordenamiento territorial. La población
colombiana es de baja densidad en las zonas de alto potencial agrícola, en el
interior del país, particularmente en los valles interandinos y en la Costa Atlántica , de muy alta densidad en zonas de ladera andinas
con predominio del minifundio y procesos de colonización en zonas de reserva
forestal y de selva. Esta estructura es ineficiente e incongruente con las
potencialidades del suelo, de los ecosistemas nacionales y con la utilización
de la infraestructura construida. La política de tierras en el país se ha
dirigido principalmente fuera de la frontera agrícola, mediante la titulación
de baldíos, 12 millones de hectáreas. No se ha orientado a la redistribución,
además ha creado una inadecuada distribución espacial de la población y ha
generado demandas de infraestructura productiva y social de altísimos costos.
Este patrón de ocupación espacial se explica por la situación de alta
concentración de la propiedad tierra con usos ineficientes y los procesos de
desplazamiento que la han acompañado[9].
"De allí
que una reforma agraria de amplia cobertura deberá afectar en forma drástica
estos patrones creando un nuevo mapa de distribución poblacional colombiana. La
reforma agraria debe inducir una redensificación de
las regiones ya incorporadas a la frontera agrícola invirtiendo los flujos de
migración desde zonas de reserva forestal e inclusive desde las áreas
marginales urbanas, hacia regiones de reforma agraria. Así la redistribución de
tierras cumple una función de consolidación de territorios y la utilización
óptima de la infraestructura creando mejores condiciones para la protección de
los recursos naturales y la biodiversidad afectados por colonizaciones de pobre
impacto social y alto impacto ambiental"[10].
La
redistribución y la paz
"La
redistribución de la tierra, en los momentos actuales de conflicto y de
búsqueda de soluciones al problema de la violencia, aparece como un proceso de
alto contenido político. Baste recordar su tradicional significado como una de
las banderas más importantes de todo el conflicto social armado que se presenta
en los campos colombianos. La redistribución de la tierra tiene implicaciones
históricas de compensación porque su concentración ha estado manchada de sangre
y ha ido acompañada por muy graves procesos de expropiación, de desplazamiento,
de violación de derechos humanos, de hostigamiento a la población civil, de
invasiones, de desarraigo forzoso y de violencia. En el caso de la población desplazada,
la reforma agraria deberá tener la capacidad de resarcir las tierras perdidas,
en un proceso de grandes implicaciones éticas, de perdón y de reconciliación.
Es por ello que la reforma agraria, además de los elementos de eficiencia
económica y equidad social es definitiva por sus grandes aportes a la paz"[11].
Zonas
de reserva campesina y empresarial
"Se debe
fortalecer la estrategia de creación y desarrollo de las zonas de reserva campesina
y de reserva empresarial. Estos instrumentos tienen como propósito redensificar la frontera agrícola, frenar los procesos
perversos de colonización y establecer áreas en las cuales se estabiliza la
propiedad campesina mediana y pequeña, consolidando organizaciones
territoriales. El factor distintivo de la propuesta es que estas zonas de
reserva deben ser desarrolladas al interior de la frontera agrícola, en las
tierras que se van a redistribuir, con igual prioridad que en el margen de la
colonización"[12].
También es
necesario darles importancia y viabilidad a las reservas empresariales,
consideradas en la Ley 160 de Reforma Agraria. "Estas permiten que el
proceso de redistribución de tierras no se haga exclusivamente para pequeños
productores aislados, sino que figuras asociativas que propendan por a
economías de escala importantes, también tengan cabida dentro del proceso de
redistribución de tierras"[13].
"Las zonas
de reserva campesina se constituyen en el instrumento básico para esta
política de reordenamiento demográfico, además de la estrategia de formación de
nuevos asentamientos, es decir, de nuevos pueblos que se conviertan en centros
de servicios y de encadenamientos productivos más allá de lo agropecuario,
dentro de un esquema de racionalidad económica"[14].
Para los
cultivadores de coca y amapola, la solución incluye prioritariamente dos
estrategias: (1) zonas de reserva campesina, (2) estrategias de relocalización puesto que las opciones productivas lícitas
no tienen mayor viabilidad en las regiones marginales donde actualmente se
desarrolla, en gran proporción, la producción ilícita.
Crédito,
tecnología
Además de la
tierra, la reforma agraria propuesta por la Misión Rural requiere el
mejoramiento de las condiciones de acceso a crédito y tecnología por parte de
los productores. En el Volumen 3 se plantea dentro de las estrategias
"Incorporar en forma específica al sistema de generación y transferencia
de tecnológica los sistemas y arreglos productivos de la economía campesina, en
función de los requerimientos del mercado en el proceso de transición,
reconversión y reestructuración productiva regional y local". En lo
específico se incluye avanzar en el proceso de sustitución del modelo de
revolución verde de utilización de insumos agroquímicos por tecnologías
alternativas "limpias"[15].
Solidaridad
También
requiere una verdadera reasignación de activos productivos, que cuente con una
redistribución patrimonial, como parte de un acuerdo de solidaridad entre ricos
y pobres. Por lo cual "la Misión Rural acoge la propuesta de los gremios
empresariales para la conformación de un fondo alimentado y administrado por el
sector privado que se oriente a opciones productivas en las zonas más golpeadas
por la guerra y la miseria"[16].
Desarrollo
social y equidad
En este plano
la Misión propone:
-
La definición de una estrategia de desarrollo rural
integrado,
-
El fortalecimiento de los programas de atención a la
población vulnerable,
-
Una estrategia de empleo, no coyuntural, sino
que permita la cualificación de la oferta laboral de
acuerdo con las nuevas condiciones de un entorno productivo diversificado y
ampliado, las condiciones de seguridad social moderna y legislación laboral y
apoyo a estructuras productivas intensivas en uso de mano de obra.
-
Una política activa de género que remueva los
obstáculos que impiden a la mujer tener las mismas oportunidades que el hombre,
que valore sus aportes.
RECURSOS
PARA LA PAZ Y EL DESARROLLO
El
financiamiento del proceso de transición requiere la creación de un flujo de recursos
de inversión pública y privada abundante y creciente:
-
En cuanto a la inversión privada se propone cambiar
de manera radical la evaluación de riesgo y las percepciones de los
inversionistas, a partir de mejorar las condiciones de competitividad de las
inversiones rurales.
-
El gobierno nacional debe adoptar una estrategia
clara y creíble de cambio de prioridad del sector en el conjunto de la economía
nacional., como parte esencial de la ruta hacia la paz.
-
Además debe crear mecanismos que favorezcan los
mercados de capitales para capitalizar los proyectos productivos en el sector
rural mediante sistemas de financiamiento, capital de riesgo y capital semilla
para proyectos productivos promisorios.
-
Fomentar y promover proyectos productivos a escalas
competitivas que aprovechen la posibilidad de enfrentar mercados a partir de la
integración de cadena productiva, de transformación y comercial.
-
Rediseñar y fortalecer los sistemas de información
para el sector: información de mercados, inteligencia comercial, información
tecnológica, sanitaria y sobre calidad, incluyendo sistemas de certificación.
-
Impulsar los acuerdos de competitividad que permitan
fortalecer alianzas estratégicas entre diferentes componentes de la cadena de
valor agregado de los sectores agroalimentario y agroindustrial.
-
Los recursos públicos deben garantizar las mejores
condiciones para la inversión privada.
-
Es necesario crear sistemas de seguimiento y
evaluación de impacto que garanticen la eficiencia del gasto público.
-
Los recursos públicos deben ser dirigidos
prioritariamente a: construcción de infraestructura productiva, desarrollo
tecnológico, financiación de subsidios para la reasignación de activos
productivos, programas sociales para el mejoramiento de las condiciones de
vida.
-
Dado el alto déficit fiscal colombiano, es necesario
repriorizar las inversiones y obtener recursos
blandos con la banca multilateral, con plazos largos de amortización.
-
Establecer planes de inversión rural territoriales
que permitan la reorientación de parte de las transferencias que hace la nación
a los municipios y departamentos.
-
Aumentar las transferencias de los fondos de
regalías de la explotación minera energética y aquellos que se liberen de los
costos de la guerra, en un proceso de paz.
-
Los recursos provenientes de la extinción de dominio
por enriquecimiento ilícito asociado al narcotráfico deben igualmente
contribuir a este fondo para financiar la transición y la paz en el campo
colombiano.
CONOCIMIENTO
Y CULTURA
En este
campo, se propone una estrategia integral bajo en nombre de Expedición a la
Diversidad "que abandere un gran proceso de movilización social para
el reconocimiento de nuestra riqueza cultural y biológica, que nos permita la
construcción de una identidad nacional, nos forme como sociedad de
conocimiento, nos permita enriquecer el saber tradicional, conocer nuestras
potencialidades y recursos para ponerlos a disposición de la gran empresa de
recuperación del campo colombiano"[17]. Se
propone la modernización pedagógica y tecnológica de la educación rural, la
ampliación de su cobertura y el mejoramiento de su calidad. La consolidación de
un sistema de transferencia y tecnología, que permita la transformación de la
eficiencia productiva y la mejor utilización económica y ambiental de los
recursos.
LA
NUEVA INSTITUCIONALIDAD
Ordenamiento
territorial como base de una nueva organización institucional del Estado
El
logro de todas estas metas - sostiene la Misión Rural - requiere el desarrollo
de ordenamiento territorial como base de una nueva organización institucional
del Estado que incluya la incorporación de regiones estratégicas, a escala
nacional, que hoy se consideran marginales en las visiones geopolíticas de
largo plazo como son la Orinoquia, la Amazonia y el Pacífico, "que darán cuenta de gran
parte del desarrollo colombiano en el futuro"[18].
Demanda
también la revisión del sistema nacional de planeación, para ajustarlo a la
estructura territorial y redefinir su estructura sectorial actual; fortalecer
las instituciones de desarrollo territorial; formular un plan de zonas de
reserva campesina, zonas de reserva empresarial y pueblos nuevos que
responda las necesidades del
ordenamiento territorial y de asentamientos humanos.
Ajuste
a las instituciones públicas del sector rural
En
este sentido se propone una reforma al Ministerio que deberá denominarse
Ministerio de Desarrollo Económico y Social Rural afirmando su carácter
territorial y multisectorial y la consolidación de
cinco subsistemas (financiamiento, sanidad y calidad, ciencia y tecnología,
desarrollo rural y competitividad).
Se propone
igualmente el fortalecimiento del sistema de financiamiento, reestructurando o
liquidando la Caja Agraria y ampliando la participación de otros intermediarios
financieros.
La
descentralización del sistema nacional de ciencia y tecnología y la
reestructuración de Corpoica. El fortalecimiento del
sistema de sanidad y calidad especializando al ICA en estas funciones y
culminando su separación e independencia de Corpoica;
del sistema de desarrollo social rural con la creación del Instituto
Colombiano de Desarrollo Rural y las Corporaciones Territoriales de
Desarrollo Rural, que sustituyan al Incora, Inpa, Fondo DRI e Inat, para un
desarrollo más eficiente y descentralizado de los programas de desarrollo
rural; del sistema de competitividad, ampliando la participación, inversiones y
acciones de la Corporación Colombia Internacional y la Bolsa Nacional
Agropecuaria.
Ajuste
a las instituciones privadas
En este
aspecto la Misión Rural se pronuncia por el fortalecimiento de las
organizaciones gremiales en su capacidad de apoyo técnico y de gestión
empresarial, así como de las organizaciones campesinas las cuales deben
transitar hacia convertirse en verdaderas organizaciones gremiales de pequeños
y medianos productores con mayor representación capacidad de gestión. Propone
también el incremento de la vinculación de las Organizaciones no
Gubernamentales a la gestión de la política de desarrollo social rural.
Agenda
legislativa
La Misión
Rural postula una agenda que incluya: Ley orgánica de ordenamiento territorial;
Ley de tierras; Ley de participación de la sociedad civil; Ley marco del sector
rural.
Inversión
pública para la paz
Este
componente requiere, según la Misión Rural, introducir sistemas de
evaluación y seguimiento del impacto de la inversión pública; especializar y
focalizar la inversión en bienes públicos y en consideración a los
multiplicadores para jalonar inversión privada y para garantizar efecto redistributivo;
reorientar el presupuesto general para garantizar la inversión
suficiente para el sector rural, atendiendo a la restricción fiscal; elaborar
un plan de financiamiento de largo plazo con fuentes externas y amortizaciones
de muy largo plazo.
Movilización
social
Para el
desarrollo de los propósitos que permitan construir la Paz, sostiene la Misión
Rural, "es necesario contar con una
amplia movilización social que participe del acuerdo que conduzca a una paz
justa y legítima"[19].
CUALIFICAR LA
ACCIÓN POLÍTICA
Destaca la Misión
Rural que uno de los ejes por donde pasan las soluciones a los conflictos
colombianos es la política. Pone como condición inaplazable para el logro de la
paz la existencia de una democracia que garantice los derechos de los
ciudadanos no solo en el campo de los derechos políticos sino también
económicos. En este sentido considera como impostergable el desarrollo y
consolidación de una democracia innovativa que
promocione y garantice la participación ciudadana. Entiende la Misión que “la
política es una tarea de todos y por lo tanto las decisiones que se tomen sobre
lo económico y lo político deben ser el producto de un consenso, entendido no
como la eliminación de las diferencias sino como el reconocimiento social y
cultural de los discensos”[20].
En este contexto, y por las experiencias que ha tenido el país en relación con la manera DE HACER Y PENSAR LA POLITICA, la Misión propone “el desarrollo de una gran estrategia de pedagogía política que revolucione el ethos político existente y se constituya en una forma abierta y participativa de "cualificar" la acción política. La participación inteligente y comprometida se constituye en una meta a alcanzar en el escenario colombiano de final de milenio. Así mismo, la Misión considera esencial la transformación de los partidos políticos como una urgencia, así como la creación de movimientos políticos que abran el bipartidismo hacia una democracia en la que quepan todas las expresiones de la diversidad colombiana.”[21]
[1]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 3.
[2]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 17.
[3]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Páginas
18 y 19.
[4]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 21.
[5]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 22.
[6]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 25.
[7]
Informe Final. (Rafael Echeverri Perico. Colombia en Transición, De la crisis a
la convivencia: una visión desde lo rural). Misión Rural, Bogotá, septiembre de
1998. Pág. 136.
[8]
La Reforma Agraria (Documento 8). Misión Rural. Septiembre 1998. Pág. 5.
[9]
Informe Final. Misión Rural, Bogotá, septiembre de 1998. Pág. 133
[10]
Informe Final. Misión Rural, Bogotá, septiembre de 1998. Pág. 133.
[11]
Informe Final. Misión Rural, Bogotá, septiembre de 1998. Pág. 134.
[12]
Informe Final. Misión Rural, Bogotá, septiembre de 1998. Páginas 149 y 150.
[13]
Informe Final. Misión Rural, Bogotá, septiembre de 1998. Pág. 150.
[14]
Informe Final. Misión Rural, Bogotá, septiembre de 1998. Pág. 150.
[15]
Alcides Gómez, Marta Duque. Tras el velo de la Pobreza, la pobreza rural en
Colombia y los desafíos para el nuevo milenio. IICA - TM Editores, Bogotá,
septiembre de 1998.
[16]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 25
[17]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 27.
[18]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 28.
[19]
Síntesis de
resultados y conclusiones. Misión Rural, Colombia, 1998. Pág. 29.
[20]
Guillermo Solarte Lindo. "La convivencia en Colombia: Más allá de las
armas". Volumen 7. Misión Rural - Tercer mundo Editores, Bogotá,
septiembre de1998.
[21]
Guillermo Solarte, Op Cit.
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