OBSERVACIONES DE LAS ORGANIZACIONES CAMPESINAS AL PLAN NACIONAL DE
DESARROLLO 1998 - 2002
"...La reforma agraria debe ser una estrategia
central..."
Documento presentado por la ANUC[1] nacional y el CNC[2], en el Consejo
Nacional de Planeación
I. Sobre el modelo de Desarrollo
1.
Pensar
un modelo de desarrollo alternativo que oriente sus metas al logro de una mayor
equidad, justicia y sostenibilidad supone trastocar o
revolucionar principios que orientan el modelo actual y que están en la base de
lo que podríamos entender como origen de la crisis del campo colombiano,
significa además, aceptar que la solución se encuentra en una visión que
acerque de manera pragmática la política y la economía. Es decir: si la
política es una tarea de todos, las decisiones en el orden de la economía no
podrían ser otra cosa que el resultado del juego político, democrático, que de
manera precisa sea garantía de los derechos de los ciudadanos que hacen parte
de la sociedad colombiana.
2.
En este
sentido, en el caso colombiano es urgente, el desarrollo de la democracia como
esencia fundamental para el logro, no solo de derechos políticos sino también
económicos. La democracia como sistema político garantiza no solo los derechos
sino que también es el orden político donde, por principios, se acepta las
diferencias, la diversidad, la pluralidad
de ideas y es desde la base de este principio que los discursos, políticas o
ideologías homogeneizantes aparecen como
contradictorias y antidemocráticas.
3.
El nuevo
modelo de desarrollo tendrá que pensarse desde una óptica pluralista que acepte
la gran heterogeneidad que la nación colombiana y que elimine las múltiples
formas de exclusión. Heterogeneidad que se expresa en lo territorial, en lo
económico, en lo político, cultural y ambiental y que significa pensar el país
desde los distintos territorios, formas de producción, expresiones políticas,
etc.
4.
Es
necesarios interrogar de manera crítica los presupuestos generales del modelo
que no reconocen la heterogeneidad y que propugnan por una homogeneización en
búsqueda de una mayor competitividad. No significa esta posición un
desconocimiento de los procesos de globalización de la economía o de lo que se
ha dado en llamar mundialización de la cultura, sino
más bien el reconocimiento de que es necesario ajustar el modelo a la realidad
nacional, partiendo de un hecho evidente: solo un equilibrio entre lo que somos
como país y lo que deseamos ser en la comunidad internacional podrá dar, en el
largo plazo, un modelo de desarrollo que garantice la sostenibilidad
económica y la estabilidad política.
5.
La
urgente necesidad de hacer un replanteamiento profundo de los fundamentos del
modelo de desarrollo que rige la estructura política y económica del Estado
Colombiano, planteado en el Plan de Desarrollo, como la insostenibilidad
del modelo actual, debe ir más allá de los intentos de restablecer los
principios del modelo aperturista de inicios de los años noventa. La falta de
continuidad y profundidad en los procesos de desprotección de la economía
colombiana, no son criterios suficientes para establecer un verdadero camino de
redefinición del modelo de desarrollo
colombiano.
Subyacen como causas del
agotamiento del modelo aspectos centrales que no pretenden modificar en el
cambio de modelo pretendido en el plan:
·
Las profundas desigualdades e inequidades propias
de la estructura de distribución del ingreso y de acceso a la riqueza.
·
La exclusión económica, política y social.
·
El papel que se le asigna al crecimiento económico
como meta final del desarrollo, desconociendo la importancia de los aspectos
políticos y culturales básicos.
·
La falta de prioridad que el modelo asigna a la
disminución de la pobreza.
·
Una actitud crítica que recoja una posición
alternativa sobre el proceso de globalización y los distintos escenarios de
comercio mundial, donde los países en desarrollo vienen presionando nuevas
opciones, más ajustadas a sus propios intereses.
El cambio de modelo debe buscar
unas nuevas reglas políticas y económicas de la sociedad, encaminadas a
preservar la democracia y la sostenibilidad en el
modelo.
6.
El
cambio debe ser entendido bajo la idea de la transición, que implica la
formulación y puesta en marcha de políticas ambiciosas que tengan como objetivo
central la modificación de las causas esenciales que determinan las amenazas y
debilidades del modelo. La transición no
puede confundirse con ajustes marginales, ya que los problemas que aquejan a la
sociedad colombiana son de carácter estructural y deben ser asumidos en una
visión a largo plazo.
La transición se caracteriza por
acciones acotadas en el tiempo, que exigen esfuerzos y sacrificios de la
sociedad en su conjunto, pero con contraprestaciones claras, expresados en
logros de mejoramiento de las causas estructurales de la crisis nacional.
Un elemento central de la transición
es la necesidad de fortalecer el Estado, como líder natural y legítimo del
proceso. Por ello se debe ser en extremo cuidadoso en los riesgos que implica su reducción y debilitamiento. No es posible pensar
en el logro de las transformaciones requeridas en un Estado debilitado y
replegado. Una vez se halla avanzado en los ajustes estructurales requeridos,
el Estado se ajustará a sus justas dimensiones
y se concentrará en las áreas que por su naturaleza le corresponden.
II. Sobre el sector rural y agropecuario
7.
El
propósito de fortalecer los procesos de descentralización que se vienen
llevando a cabo en Colombia desde la década anterior es uno de los ejes
centrales del cambio de gestión del Estado y de nueva relación con la sociedad
civil y las entidades territoriales. Este es un propósito que debe ser
respaldado y acompañado con acciones concretas que permitan que se produzca un
verdadero cambio en la estructura de poder de la sociedad colombiana. Pero es
necesario reforzar este intención con políticas explícitas que establezcan la
forma como se va a mejorar la participación:
·
El Consejo Nacional de Planeación como máxima
instancia constitucional de intervención de la sociedad civil en los procesos
de planificación y seguimiento de la gestión pública, requiere que sea
reforzado. Debe contar con una secretaría técnica y capacidad operativa que
permita que durante la ejecución del plan de desarrollo actúe como canalizador de las expresiones de las organizaciones
democráticas de la sociedad civil. Para ello el Departamento Nacional de
Planeación deberá asignar presupuesto que permita su trabajo en forma
permanente y eficiente. Se debe buscar la puesta en ejecución de un nuevo
sentido de la planificación basada en la concentración y el compromiso de los
actores sociales frente al Estado.
·
Las organizaciones de la sociedad civil deberán
contar con apoyo en su proceso de fortalecimiento y empoderamiento,
garantizando capacidad política, técnica y de convocatoria. Especial atención
se debe prestar a las organizaciones campesinas, que deberán contar con la
protección del Estado para garantizar su seguridad, que es hoy una de las más
graves amenazas a su gestión y fortalecer su proceso de capacitación.
·
Los Consejos Municipales de Desarrollo Rural, son
la instancia básica del proceso de participación y gestión en el nivel local.
Por tal razón se constituyen como prioritarios para concretar los procesos de
participación ciudadana y comunitaria, en el nuevo modelo de gestión pública.
·
Deben comprometerse acciones que permitan que la
sociedad civil intervenga en una forma más directa y eficaz en el control
social de la gestión del Estado, dando desarrollo a los mecanismos contemplados
en la Constitución Nacional para la participación. El Ministerio del Interior
debe comprometerse decididamente en la puesta en marcha de programas que
canalicen las expresiones populares a través de acciones democráticas en el
marco institucional.
·
Las expresiones populares, gremiales comunitarias deben ser tenidas en consideración
como manifestaciones importantes de demandas y los acuerdas que el Estado ha
establecido deben tener un tratamiento prioritario, dado su importante sentido político y social.
·
Las propuestas de la sociedad civil deben ser
consideradas en forma especial, particularmente los esfuerzos de concertación,
análisis y propuestas productos de amplias movilizaciones académicas y sociales
como son la Trocha Ciudadana y la Misión Rural, entre otras.
·
En estos procesos de fortalecimiento de la
participación se debe promover una mejor distribución del poder, reflejada en
un esquema que haga que la mayor participación se convierta en la
democratización de las decisiones.
·
Reconocer la urgencia de desarrollar la democracia
participativa como dispositivo de planeación y control y garante del manejo
transparente de los recursos municipales, departamentales y nacionales.
Consideramos que el proceso de concepción, ejecución y control del plan
nacional debe ser altamente participativa y constituirse en si mismo, el
proceso, en elemento que genere confianza, legitimidad y gobernabilidad.
8.
Existe consenso sobre la prioridad de lograr un
régimen territorial en Colombia que recoja las importantes reformas que, en
materia de descentralización y relación del Estado y la Sociedad Civil,
quedaron consignadas en la Constitución de 1.991. La promulgación de la Ley
Orgánica de Ordenamiento Territorial, debe ser una prioridad a la cual se le deben definir acciones
concretas de política para su desarrollo. En particular se debe considerar:
·
La convocatoria a una Comisión Nacional de
Ordenamiento Territorial que recoja el trabajo desarrollada por aquella
constituida a la luz de los artículos transitorios de la Constitución.
·
Garantizar que esta Comisión aplique los principios de la concertación y amplia
participación política de todos los actores de la vida regional y local del
país.
·
Integrar los temas correspondientes a las
estrategias de paz con definiciones estructurales de ordenamiento territorial.
·
Proponerse la definición de nuevos modelos de
planificación y gestión de desarrollo, en el marco de la democracia
participativa.
9.
La
importancia que se le asigna al campo colombiano en el Plan de Desarrollo debe
corresponderse con una concepción moderna del sector rural. Las
evidencias del desarrollo territorial nos conducen a la necesidad de definir
estrategias de desarrollo y definiciones
de política que sean consecuentes con los siguientes elementos básicos del
mundo rural:
·
Los territorios rurales son espacios de integración
de un conjunto amplio de sectores económicos, que si bien se articulan sobre el
eje fundamental de los agropecuario, tienen un
carácter claramente multisectorial.
·
Por ellos las políticas productivas y de desarrollo
rural deben superar el énfasis estrictamente agrario que han tenido hasta el
presente, entendiendo que es necesario articular acciones de diversa naturaleza
que respondan a estrategias que recojan y potencien en forma más lúcida los
potenciales de las cadenas productivas y de los enlazamientos de valor agregado
que están hoy presentes en el sector rural.
·
Las externalidades de la
actividad agropecuaria son muy altos ya que, más allá de su aporte al producto,
es responsable del jalonamiento y liderazgo de dimensiones tan importantes como
la apropiación del espacio, la creación de tejido social, la construcción de
asentamientos humanos, la definición de una estructural urbana y regional, la
formación de cultura, la apropiación de la oferta ambiental y el desarrollo de institucionalidad
económica, política y social.
·
El sector rural se constituye en un espacio
económico, social, político y cultural estratégico para el ajuste al modelo de
desarrollo nacional, por su gran capacidad de aportar a las metas de
crecimiento económico, justicia social, estabilidad política e institucional,
la paz y la sostenibilidad ambiental.
·
En consecuencia debe procurarse una mayor integralidad a las políticas que afecten estos espacios,
reduciendo las visiones sectorialistas y fortaleciendo
las territoriales, bajo criterios de aprovechamiento de la diversidad y
heterogeneidad que le son propios. Esto implica que debe hacerse un esfuerzo
para garantizar que el Plan de Desarrollo recoja como estrategia macro un
concepto integral de desarrollo económico, político y social rural.
10.
Uno de
os ejes centrales del Plan de Desarrollo es el de la construcción de la paz en
Colombia y a él se dirigen la mayor parte de los énfasis de política, por esta
razón es necesario hacer precisiones sobre los conceptos que soportan las metas
de paz allí definidas.
·
La paz debe ser concebida como un logro de largo
plazo, que se basa en su sostenibilidad, producto de
la eliminación de las causas básicas de exclusión, inequidad y falta de tejido
y capital social.
·
La paz solo se logra bajo principios de legitimidad
emanados de la amplia participación de la sociedad en su construcción. El pleno
y justo desarrollo es el único sustento de una paz estable, el cual debe ser
construido para todos y por todos.
·
Esta visión implica que el objetivo de un
desarrollo real es, en última instancia, el verdadero cimiento de la paz y que
este debe ser construido por el conjunto de la sociedad colombiana, en un
proceso que va más allá de la reducción de la guerra.
·
En este sentido es necesario diferenciar las fases
que debemos recorrer para llegar a tan anhelado objetivo. Una etapa es la de la
reconciliación, la tregua y la
desmovilización, donde los protagonistas básicos son los actores armados. Otra
fase es la del logro de un modelo de desarrollo adecuado, donde se debe incluir
a toda la sociedad con el liderazgo de sus instituciones legítimas y
democráticas.
·
La focalización que se le ha impreso al Plan de
Desarrollo, parte de un supuesto originado en que la guerra se debe a
limitaciones en el desarrollo en las zonas de conflicto, minimizando la
importancia de los procesos de deterioro de las condiciones de desarrollo en el
conjunto de la sociedad colombiana. Los conflictos no resueltos en el conjunto
de la sociedad colombiana han generado zonas convulsionadas y deprimidas en los
márgenes. Por ello es necesario actuar simultáneamente en las raíces de la
guerra y no sólo en sus expresiones.
·
El desarrollo regional exige acciones equitativas
en todo el territorio nacional y el privilegio de ciertas regiones deberá estar
determinado por ventajas especiales de interés nacional. En ese sentido no se
entiende claramente como se privilegia la Costa Caribe, dejando de lado el Pacífico
o la Orinoquía, que tienen tantos o mayores
potenciales en una estrategia exportadora.
III Sobre el sector
rural y agropecuario
11. Reconocer
la economía campesina como alternativa para el logro de la seguridad alimentaria, de la eliminación de la pobreza y del alcance
de la equidad, elementos que se constituyen en clave para alcanzar un país en
paz. En este sentido consideramos urgente una revalorización de la economía
campesina que permita considerarla como alternativa y forma de vida de una gran población rural que no podría, en las
condiciones actuales, ser sometida a los esquemas de competencia en los
mercados internacionales. Esta revalorización debería partir del reconocimiento
de sus potencialidades, tradiciones y vinculación a una cultura, léase también
como formas de producción y tecnologías desarrolladas a lo largo de la historia
de la nación, que han mostrado con suficiencia que en escenarios de paz logra
garantizar no solo la seguridad alimentaria de la
población sino también la convivencia.
12. Los
logros de crecimiento económico y eficiencia productiva que se visualizan en el
Plan de Desarrollo parten de una concepción válida que privilegian el
fortalecimiento de la eficiencia y la competitividad de las actividades
económicas rurales. Sin embargo el énfasis dado a las opciones modernas
y de tipo exportador, desconocen las capacidades que tienen las
economías campesinas y de medianos productores, responsables de la mayor parte
del empleo y de la producción que soporta la seguridad alimentaria
en Colombia. Existen en el país cerca de dos millones de productores
agropecuarios que, en diversas condiciones de entorno y acceso a activos
productivos (tierra, capital, tecnología y desarrollo de capital humano)
responden adecuadamente a una excelente provisión de alimentos con precios
relativos a la baja.
13. La
viabilidad económica de este grueso de productores debe ser reconsiderada. Las
explotaciones con estructuras modernas de gestión tecnificada, no son las
únicas viables en la economía rural. Los pequeños y medianos productores tienen
una estructura productiva que es necesario fortalecer, mediante acciones que
procuren un mayor acceso a activos productivos y la incorporación de
estrategias eficientes de mercadeo, orientación al mercado (no necesariamente
exportador) y mejoramiento gerencial. En este sentido es urgente promover
modelos institucionales para mejorar la capacidad de gestión campesina, bajo la
idea de que se cuenta con un verdadero potencial empresarial.
14. Reconocer
el desarrollo de las economías locales como alternativas con gran capacidad de
autosuficiencia que puedan convertirse en un largo plazo en ejes del desarrollo
rural. Esto supondría el reconocimiento de la necesidad de una planeación más
cercana al concepto de territorio y de lo local que al de una planeación
centralizada y pensada para el alcance de una mayor competitividad en el plano
internacional. Consideramos como eje central de un plan de desarrollo para la
paz, desarrollar una estrategia nacional que fomente una economías y mercados
locales que antes que una mayor competitividad internacional se dirija a crear
las bases de una economía sólida pensada
y planificada para el bienestar de la gran población rural que ha estado
marginada de los beneficios o logros del modelo actual. Es muy posible que esto
cuestione la estrategia de localizar las inversiones en los territorios o
regiones de alta conflictualidad y se tenga que
pensar más bien una estrategia nacional que vincule el proceso de paz a un
desarrollo rural integral.
15. La
economía campesina tiene una estrecha relación con las metas de la
reconstrucción de tejido social. La democratización de la propiedad y de la
apropiación directa de excedentes es, en Colombia, una opción tan válida como
la de generación de empleo productivo, por parte de las grandes empresas, que
por la vía del salario mejore la distribución del ingreso. Esta estructura
campesina colombiana no es una debilidad que refleja inviabilidad, sino un
potencial que debemos fortalecer y conservar.
16. El
énfasis exportador que se le imprime a la estrategia de dinamización
económica, tiene que ser acotada, ya que sólo proporciona soluciones a un
segmento reducido de la economía rural. Las metas de crecimiento de las
exportaciones agroalimentarias, no lograrán beneficiar sino a una porción
minoritaria de los productores rurales. Luego debe hacerse un balance
incorporando estrategias de apoyo y fomento a las economías orientadas a los
mercados internos, particularmente a las que atienden a los productos no trasables.
17. En este
sentido debe privilegiarse, en las estrategias, la seguridad alimentaria, tanto de la población rural, como del conjunto
de la sociedad colombiana. La adecuada disponibilidad de alimentos y su acceso
por parte de todos los segmentos de la población, debe ser un objetivo
fundamental de la política agropecuaria nacional y en consecuencia se debe
revalorizar el aporte que a ella hacen las comunidades de productores
campesinos.
18. El
desarrollo rural, considerado en el Plan de Desarrollo, debe entenderse como
una estrategia de política que busque el desarrollo del potencial de
contribución de la población rural al desarrollo integral del país, esto es, a
su crecimiento económico, su justicia social, su estabilidad política y su sostenibilidad ambiental y no como una política
compensatoria o asistencialista hacia la población
vulnerable. En otras palabras, se debe considerar como una inversión altamente
rentable, en términos económicos y sociales. Para ello debe considerar, como
partes integrales, un proceso de reforma agraria, programas de formación de
capital humano, creación de capital social y una política de equidad de género.
19. La
reforma agraria debe ser una estrategia central para la construcción de un
desarrollo que conduzca a la paz en Colombia. Pero esta reforma agraria debe
tener el nivel de una política de transición de máxima prioridad y dimensión.
Los logros en la reforma agraria deben permitir la transformación de las
dinámicas económicas, políticas y demográficas colombianas. Específicamente se
debe adelantar acciones que permitan:
·
Incorporar estrategias que permitan el acceso a
activos productivos (tierra, capital, tecnología, formación de capital humano)
del conjunto de productores y pobladores del campo.
·
Ampliar el ámbito de la reforma agraria a un
sentido de desarrollo integral del territorio rural, que permita la ampliación de las actividades no
agropecuarias en dichos territorios.
·
La creación de nuevos asentamientos, el incentivo a
la inversión privada en zonas de reforma agraria, en áreas de alto potencial en
cuanto a generación de empleo y de eslabonamientos productivos de valor
agregado.
·
El desarrollo de modelos de gestión productiva y de
organización social que permitan un verdadero desarrollo territorial, integral
y diversificado.
·
La conformación de zonas de reserva campesina y de
reserva empresarial, como modelos de gestión territorial que den estabilidad a las economías
campesinas y que articulen la vinculación de estructuras empresariales, con
economías de escala, al desarrollo local y regional.
·
El mercado de tierras se constituye en una
estrategia idónea para el logro de metas ambiciosas de reforma agraria, pero
debe ser fortalecida con acciones que corrijan las graves distorsiones que
presenta el mercado de tierras como consecuencia de la carencia de un régimen
de tributación adecuado, que estimula el manejo especulativo, la concentración
y la sustracción de tierra de la producción o el uso inadecuado de su verdadero
potencial.
·
La reforma agraria debe promoverse en las zonas de
mayor potencial, mejor localización respecto de la infraestructura construida y
de los mercados, y no focalizarse en las zonas
marginales, o exclusivamente en las áreas de conflicto. Un desarrollo
territorial integral y eficiente en el interior de la frontera agrícola, donde
se encuentran concentraciones improductivas e ineficientes de tierra, deberá
generar movimientos poblacionales desde las zonas marginadas y de conflicto a
las zonas con mayores potenciales. En otros términos la reforma agraria debe
apostarle al éxito, lo cual se logra concentrando acciones en los mejores
suelos y las mejores localizaciones.
·
La eficiencia de los proyectos de reforma agraria deben ser medido y evaluados con
criterios que superen los índices de competitividad internacional, buscando
nuevas formas de medir su beneficio en términos de rentabilidad económica,
social, política y ambiental, simultáneamente.
·
Los subsidios directos y las acciones que integren
capital privado a las acciones de reforma agraria, serán determinantes de los
logros que se puedan obtener. Dado que la reforma agraria presenta
extraordinarios niveles de eficiencia cuando se ejecuta en forma marginal, por debajo
de los umbrales de impacto, la estructura de financiamiento de un proceso
amplio, que beneficie a no menos de 700 mil productores en los cuatro años,
deberán ser estudiados y definidos cuidadosamente, incluyendo las inversiones
que se han contemplado para la paz, en el denominado Plan Colombia. Una
destinación marginal de recursos a este proceso genera graves impactos
negativos de orden político y social.
20.
El
capital humano del sector rural se debe constituir en la base central de la estrategia de desarrollo de
largo plazo. Para ello es necesario considerar estrategias de política que
logren un mejoramiento de las capacidades, el acceso a las posibilidades del
desarrollo y calidad de vida del conjunto de pobladores rurales:
·
La educación rural deberá replantearse sobre la
base de la revalorización de la cultura rural, de los conocimientos
tradicionales y de el fortalecimiento del potencial
productivo y de construcción de tejido social de las comunidades rurales. El
criterio de pertinencia de la educación rural, que privilegia modelos urbanos y
paradigmas de desarrollo no rurales debe ser reemplazado por un sentido de
mayor apreciación de la ruralidad como opción
legítima del progreso.
·
Los procesos pedagógicos y las tecnologías
educativas debe proporcionar nuevas opciones de ampliación de coberturas y
mejoramiento de calidad, dos graves falencias actuales del modelo de educación
rural. La incorporación de tecnologías modernas de comunicaciones e
informáticas deben ser puestas en práctica en forma generalizada, tanto para la
información, como para la formación en el trabajo y el afianzamiento cultural.
·
La movilización amplia de los actores sociales
deberá acompañar una acción liderada por el Estado con la meta de realizar una
revolución educativa rural, expresada en ampliación de la cobertura,
eliminación del analfabetismo, capacitación tecnológica y empresarial y
formación para la convivencia y la participación.
·
El mejoramiento de las capacidades de la población
rural deberá estar acompañada por una estrategia de desarrollo productivo
soportada en el mejoramiento del acceso a activos productivos y empleo, en los
términos que se desprenden de las estrategias de dinamización
económica, que por tanto debe tener un carácter irrevocablemente incluyente
(democratización de la propiedad de los activos productivos y modelos
productivos intensivos en mano de obra).
·
La infraestructura social es una responsabilidad redistributiva ineludible por parte del Estado. La salud,
la seguridad social, la vivienda, el saneamiento básico y la recreación deberán
ser provistos con programas que garanticen un desarrollo territorial integral,
en cooperación entre las entidades públicas de los niveles nacionales,
departamentales y municipales.
21. Los
profundos procesos de transformación de la vida rural han traído como
consecuencia un mayor protagonismo y visibilidad de la contribución de las
mujeres, tanto en la vida reproductiva como productiva. El trabajo rural
agropecuario se ha feminizado y subsisten estructuras de discriminación y
políticas que no contemplan cabalmente esta particular condición. Por ello es
necesario establecer políticas explícitas
que permitan que esta mitad de la población rural mejoren sus
condiciones de vida, mejoren su contribución al desarrollo y participen equitativamente en la construcción del tejido
social.
22. El
ajuste de la institucionalidad del sector rural y, particularmente del sector
agropecuario, es una urgencia inaplazable. Para adelantarla es necesario tener
en consideración algunos elementos básicos:
·
La institucionalidad parte de un conjunto de
acuerdos y decisiones sociales que se expresan en reglas del juego, estructurales de toma de decisiones,
organizaciones informales y organizaciones formales. Una revisión de la
institucionalidad no debe centrarse únicamente en estas últimas, menos aún
restringirse a las organizaciones formales públicas.
·
El escenario de fortalecimiento a la
descentralización y participación, con el que se compromete el Plan de
Desarrollo, obliga a una revisión del conjunto de instituciones. Para ello
deberá promoverse un proceso de evaluación y concertación que conduzca a la
adecuación entre las estrategias de políticas, sus instrumentos y la realidad
de los actores que con sus acciones concretas hacen viable el desarrollo y
garantizan la gobernabilidad.
·
Se deberá adelantar un proceso de concertación que
proporcione legitimidad y viabilidad al ajuste institucional.
·
Es necesario tener presente que la ineficiencia
mostrada por entidades públicas no es suficiente justificación para la
eliminación de las responsabilidades que tiene el Estado para liderar y apoyar
los procesos de desarrollo y la transición que está requiriendo hoy el sector
rural colombiano.
·
El proceso de ordenamiento territorial deberá
ayudar a conducir una redefinición de responsabilidades, competencias, subsidiaridad
y estructuras de financiamiento y manejo fiscal.
·
El papel que se el asigna a la sociedad civil,
particularmente al sector empresarial privado, requiere profundos cambios en
las estructuras de las organizaciones que se representan e igualmente demandan
una nueva forma de relacionamiento con el Estado.
Para ello es necesario adelantar acciones que permitan la existencia de nuevas
reglas y espacios de concertación de políticas y caminos para el
fortalecimiento de su capacidad técnica y legitimidad política.
·
El fortalecimiento de entidades de apoyo al
desarrollo productivo, como el caso de la Corporación Colombia Internacional,
no se debe traducir en un debilitamiento de la participación y autogestión de
los productores en la definición de sus propias estrategias de reconversión y
modernización.
·
La transparencia que se busca en la gestión pública
debe soportarse prioritariamente en un incremento del control social y una
mayor fluidez en las relaciones entre usuarios o beneficiarios y las instancias
de ejecución de políticas. Para ello se deben fortalecer los procesos de
decisión en el nivel local.
23. Es
necesario incorporar la oferta ambiental y, en particular los servicios
ambientales que presta el sector rural, a la economía y la contabilidad rural.
Los costos de oportunidad de la protección a los recursos naturales deben ser
convertidos en transferencias netas de los usuarios o beneficiarios de estos, a
los productores rurales. El agua debe ser un generador de ingresos para
aquellas comunidades comprometidas en la conservación y protección de fuentes.
Igualmente se deben estudiar mecanismos de incorporación de los recursos
generados por la retención de carbono de las explotaciones forestales y las
utilidades futuras de la conservación de la biodiversidad. Se deben,
igualmente, combatir los esquemas de apropiación privada del medio ambiente.
24. La
carencia de una estructura de inversión pública en el documento de bases del
plan, impide la evaluación de las prioridades y de las metas. Sin embargo, ante
un claro escenario de restricción fiscal y las propuestas de sustitución de
recursos públicos por recursos privados es necesario tener en consideración los
siguientes elementos:
·
El gasto público colombiano presenta serios
problemas en cuanto a su estructura y eficiencia, más allá, de su desajuste
financiero actual.
·
Para su solución es menester considerar criterios
básicos que van a orientar el necesario ajuste fiscal, que se propone el actual
gobierno. El papel del Estado, la política de redistribución y la concepción de
bienes públicos que debe proveer, debe quedar explícitamente reflejados en la
política macroeconómica del Plan de Desarrollo.
·
Acogidos a los objetivos básicos de dinamización de la economía y de recomposición del tejido
social, propuestos por el Plan, es claro
que se requiere una fuerte inversión para crear capital social, para invertir
en bienes públicos que permitan el mejoramiento de las condiciones de entorno de la economía rural y que, en
última instancia, se reflejen en el mejoramiento de las condiciones de
competitividad de país, la reducción del riesgo a la inversión privada y, como
consecuencia su incremento sustancial.
·
La inversión privada, como sustituto de inversión
pública, tiene grandes limitaciones. Primero porque existen un conjunto de
bienes públicos indispensables para el desarrollo que no pueden ser provistos
por el sector privado, ya que por su carácter no son siempre sujetos de
esquemas concesionales o de privatización. Segundo
porque la lógica de la inversión privada es la de maximizar su rentabilidad en
mercados competidos de capitales, la cual no será atractiva, en tanto no se
mejoren las condiciones de seguridad y de entorno de competitividad del sector
rural, para lo cual se requiere avanzar en los procesos de paz, confianza en
las reglas del juego y mejoramiento de las condiciones de competitividad.
·
La transición hacia la eficiencia económica, hacia
la reconstrucción del tejido social y la paz no se puede concebir sin un
importante gasto público. Las restricciones fiscales no pueden aliviarse con
restricciones al gasto social, ya que redundaría en un agravamiento serio de
las condiciones de desigualdad que existen en la base del conflicto nacional.
·
Para el logro de la transición y la paz, se requiere
de un esquema de transferencias de recursos de la sociedad hacia el sector
rural, que permita la construcción de las condiciones adecuadas para el
desarrollo sostenible, con reactivación económica y construcción del tejido
social. Para ello se deben definir claramente las estrategias de protección
(transferencias vía precios) y de subsidios (transferencias vía gasto público).
·
En ese esquema es necesario hacer reconsiderar las
medidas de transferencias por medio de la tasa de interés preferencial,
mantenimiento de las inversiones forzosas para el sector y compensación a los
riesgos del sector.
·
Es necesario hacer replanteamientos profundos de la
estructura fiscal territorial, los cuales deben acompañar el proceso de
ordenamiento territorial.. los cambios generados por
una drásticas reducción de la inversión pública del nivel nacional, debe estar
acompañada de una redefinición del gasto público territorial, para reducir el
riesgo de una caída de la inversión total que imposibilite la reactivación de
la economía y haga inviable las estrategias de paz.
·
Igual ocurre con la estructura de la deuda pública
que hoy pesa en forma grave sobre las finanzas del Estado. El financiamiento
externo es necesario para establecer formas de financiar la transición, bajo el
principio de que la inversión en la paz y el sector rural producirá los réditos
suficientes para amortizar esquemas nuevos de endeudamiento. Todo ello es
posible sólo si se considera la inversión rural como algo altamente rentable y
no como compensatoria. Esquemas de condonación de intereses para ser invertidos
en desarrollo rural, deben ser considerados como formas concretas de
solidaridad y compensación internacional para el proceso de paz colombiano.
· El otro aspecto clave del gasto público es el de su grave ineficiencia producto de políticas inadecuadas, de instrumentos imperfectos, de instituciones inapropiadas para las políticas y alejadas de la realidad política y económica. La corrupción emerge como consecuencia de este pobre escenario público y sus causas deben ser revisadas en forma decidida. Un nuevo sistema de evaluación de la inversión, tanto en su ejecución como en su impacto, es un requerimiento fundamental del ajuste fiscal colombiano, particularmente en el sector rural.
[1] ANUC: Asociación Nacional de Usuarios Campesinos.
[2] CNC: Consejo Nacional Campesino
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