¿EL PLAN COLOMBIA BUSCA
DESPOBLAR EL ÁREA?
FUMIGACIONES Y ÉXODOS MASIVOS
OCTUBRE 4 2002
Buenos Aires, ALTERCOM (especial para ARGENPRESS
Desde Quito un análisis de la realidad
político-social y económica de la región de la Amazonía-Orinoquía y la
incidencia en ésta del Plan Colombia.
Cuando el año pasado llegaron los vientos cargados de glifosato y guerra a los
campos colombianos, muchos campesinos de la Amazonía y la Orinoquía, decidieron
acoger la propuesta del gobierno de Andrés Pastrana "de la erradicación no
contaminante" y reemplazaron los sembríos de coca con otros cultivos y animales
de crianza.
La oferta de la comercialización de sus productos a través de proyectos,
especialmente estadounidenses, convenció a los labriegos cuyo único afán era
sobrevivir en la grave crisis económica en que se debate Colombia.
Llegaron entonces de mano de la USAID o AID unas agraciadas gallinas
"aseñoritadas" cuya manutención resultaba imposible. Los 700 pesos que debían
invertir los recientes avicultores en el alimento balanceado para sostener las
10 gallinas entregadas les resultaban extremadamente onerosos toda vez que las
aves en mención resultaron especies exóticas para la simple tierra. Las aves no
sabían cómo picotear los granos que arrojaban sus cuidadores en el suelo, peor
aún podían caminar entre la hierba y buscar insectos rastreros para su dieta.
Las "gallinitas aid" pasaron a ser parte de sabrosos sancochos que degustaron
las familias en el campo, y el "error" de las especies entregadas fue analizado
detenidamente por la AID para no volver a cometerlo. Junto con las gallinas
llegaron también semillas y vacas y los curíes (cuyes o conejillos de indias)
que fueron trasladados de su tierra fría a tierra caliente y se murieron por el
calor.
Los laboriosos campesinos, laboriosos como todo el pueblo colombiano, "echaron
pa´adelante" y se pusieron a cuidar su vaca y sus nuevos sembríos, confiados en
la verdad de la palabra del Estado y de las agencias de cooperación
norteamericanas.
Lo que no contaban es que con la llegada del gobierno de Uribe y la arremetida
guerrerista de los Estados Unidos, la "sujeción absoluta" a las políticas del
norte llevarían a que Colombia acepte las imposiciones estadounidenses -por
escrito- para recibir los desembolsos del Plan Colombia y de la Iniciativa
Regional Andina.
Así, los Estados Unidos exigieron que la fumigación en Colombia sea realizada al
100%, es decir 150.000 hectáreas por año, con un ritmo superior a las 12.000
hectáreas por mes. Para darnos cuenta de la magnitud de este compromiso solo
recordemos que al inicio del gobierno de Pastrana, Colombia tenía la capacidad
de fumigar 4.000 hectáreas al mes -tres veces menos que ahora. Tenía dos bases
antinarcóticos y la flotilla de aviones para fumigar simultáneamente dos
departamentos. Ahora hay 4 bases antinarcóticos y se fumigarán cuatro zonas al
mismo tiempo.
La información oficial dice que del 1 de enero al 9 de septiembre del 2002 se
fumigaron 92.000 hectáreas de coca, lo que equivale a 11.500 hectáreas
mensuales. Este solo dato constituye una alerta para saber lo que viene a
continuación para cumplir el primer condicionamiento de los Estados Unidos.
Pero estas fumigaciones, aparte de la extensión que cubren tienen otros
presupuestos políticos entregados por el Departamento de Estado: No hay zonas
vedadas ni en términos sociales ni en términos ambientales. No toman en cuenta
las franjas de seguridad que protegen a parques nacionales o resguardos
indígenas. Tampoco excluyen de ser fumigadas, las áreas en las cuales ya
se ha ejecutado una sustitución manual de cultivos.
El sustento de esta imposición se basa en la premisa actualmente manejada de que
se pasa de la "Tolerancia Expansiva" a la "Tolerancia Cero".
Esta política de TOLERANCIA CERO es la que enfrentan desde la última
semana de julio, los campesinos del Putumayo. Esta política es la que ha
provocado un incremento de las denuncias frente a la Defensoría del Pueblo ante
la poca credibilidad que los organismos judiciales tienen para los campesinos.
Esta política es la que ha provocado desplazamientos masivos dentro del
territorio colombiano y la movilización de una gran cantidad de refugiados hacia
el Ecuador.
Organizaciones Indígenas del Putumayo;
AGROAMAZONIA, producto comercial incentivado por AID con 4.800 millones de
pesos, para producir y comercializar el palmito nacional e internacionalmente;
campesinos y autoridades de Puerto Asís, denunciaron, la semana pasada, los
daños económicos, ambientales y de salud que las últimas fumigaciones les han
provocado.
Y es que, INCREÍBLEMENTE, se fumigaron las zonas de resiembra de cultivos
alternativos, los proyectos de Naciones Unidas, los proyectos de desarrollo
alternativo de la AID. Hay 400 hectáreas de plantas de palmito de semillero, de
mediano, grande y en producción y 100 hectáreas de palmito en producción que
fueron "exitosamente" arrasadas.
Y, junto a los palmitos y al resto de cultivos "lícitos", también se
fumigaron enormes extensiones de potreros causando un serio problema alimentario
al ganado que proporcionó AID como parte del programa de seguridad alimentaria.
Los potreros se quemaron y las vacas se murieron.
Los "errores" cometidos tuvieron obviamente su
explicación por parte de los responsables de las fumigaciones: "las autoridades
locales no geo-referenciaron los cultivos alternativos". Las autoridades y los
campesinos contradicen esta afirmación con pruebas en la mano ante el
Defensor del Pueblo.
El segundo postulado es que se va a reforzar el glifosato o que se usará un "glifosato
alternativo" como lo dice un funcionario del Departamento de Estado. Esto
significa simplemente que en lugar de 8 litros por hectárea, ahora serán 10, que
era la fórmula original...
Desde febrero del 99 hasta abril del 2001, en la
fórmula de las fumigaciones se utilizó secretamente un aditivo denominado COSMO
IN D. Su uso fue prohibido, también secretamente, por el Ministerio de Salud por
ser supremamente irritante a las mucosas y a los ojos. Pero como es de
fabricación colombiana, Estados Unidos se lava las manos y lo vuelve a utilizar.
Y un tercer postulado es que si existe un efectivo sistema de reparación daños.
Claro que no se reconoce indemnizaciones por daños a la salud y al medio
ambiente, y solo se reconocerán a los cultivos que no tengan mezcladas plantas
de coca ni cultivos cercanos de la hoja, aunque sean pequeñas parcelas. Además,
solamente tienen derecho a reclamar los propietarios "en tierra de
colonos".
Respirar el aire enrarecido por los químicos y enfermar, ver morir a sus
animales y constatar que los sembríos y los potreros se acabaron no es cosa
fácil. El reclamo ya no tiene eco en las instancias judiciales. Existen miles de
denuncias sin trámite, producto, también de miles de campesinos que en algún
momento creyeron en la institucionalidad.
Se produce entonces el éxodo masivo. Carreteras atestadas de humildes que buscan
la vida y huyen de las armas químicas que el establecimiento utiliza contra
ellos en un genocidio que el mundo lo justifica desde el discurso de la
moralidad y la ética de la lucha contra la droga. Aparentes errores que esconden
macabros propósitos.
¿Despoblar las zonas para futuros bombardeos contra las fuerzas guerrilleras que
allí operan? ¿Quitar la base social a la guerrilla para inmovilizarla? ¿Limpiar
de vida el territorio para arrasar desde el aire como lo hicieron en Vietnam y
facilitar la entrada de los ejércitos de ocupación? ¿Demostrar la ineficacia del
ejército colombiano -como ya adelanta el Presidente Uribe en sus discursos
públicos- para formar ejércitos multinacionales de intervención?
Poco importan las respuestas exactas pues el resultado, en estos momentos, es
aterrador. La población civil, esa porción de gente que se la toma en cuenta
sólo en cifras del Informe de Desarrollo Humano, o a nombre de quien se
habla, está siendo exterminada en Colombia. El Derecho Internacional
Humanitario, tan mentado en los foros de derechos humanos para atribuir su
violación a los grupos insurgentes, no existe.
Las fumigaciones y sus errores al parecer son parte de la misma estrategia de
apropiación de nuestra bella América junto al ALCA, dentro del Plan Colombia,
más adentro aún de la Iniciativa Regional Andina, iguala en su tenebrosidad a
las políticas del FMI y alerta sobre la peligrosidad de la prepotencia
imperial. Que no tengamos que estremecernos en 30 años cuando se desclasifiquen
los archivos o cuando en el Ecuador también tengamos que contar nuestros
muertos de una guerra regional en un país que un día fue...
Néstor Miguel Gorojovsky
nestorgoro[at]fibertel.com.ar
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