EL ROUNDUP NO SÓLO INTOXICA LAS MALAS HIERBAS

 

EL HERBICIDA más utilizado en el mundo: el Roundup de Monsanto, y los otros productos rivales formulados a base de glifosato, han gozado durante mucho tiempo de una reputación de inocuidad con respecto a la salud humana y al medio ambiente. Sin embargo, varios estudios recientes parecen indicar que este principio activo, empleado tanto por los agricultores como por los servicios de vías o por los jardineros dominicales, podría no ser tan anodino como lo proclaman sus promotores. Lo que está en juego es enorme, pues la utilización del glifosato crece con la de los organismos genéticamente modificados (OGM), cuya gran mayoría ha sido especificamente diseñada para tolerar este producto activo, fatal para los vegetales.

Si bien, el Roundup y sus semejantes eran empleados al principio sobre las malas hierbas, "se han convertido en un producto alimenticio desde que son utilizados sobre los OGM , que poseen la capacidad de absorberlos sin sucumbir", sostiene el bioquímico Gilles-Eric Séralini. Miembro desde hace años de la Comisión de Ingeniería Biomolecular francesa (CGB en francés), encargada de tramitar los expedientes de solicitud de pruebas en campo, y luego de la comercialización de los OGM, él no deja de exigir la realización de estudios más profundos sobre su eventual impacto sanitario.

Miembro igualmente de Criigen, una asociación que ha hecho del control de los OGM su caballo de batalla, él ha orientado su propias investigaciones sobre el estudio del impacto del glifosato. En un artículo publicado el 24 de febrero en la revista estadounidense Environmental Health Perspective, el bioquímico y su equipo de la Universidad de Caen ponen en evidencia, in vitro, varios efectos tóxicos de este compuesto y de sus coadyuvantes, que le son agregados para facilitar su difusión.

Para su estudio, los investigadores utilizaron cultivos de células placentarias humanas, en las cuales dosis muy bajas de glifosato mostraron efectos tóxicos y, en concentraciones más bajas, perturbaciones endocrinas. Lo que, para Gille-Eric Séralini, podría explicar los índices a veces elevados de nacimientos prematuros y de abortos, constatados en algunos estudios epidemiológicos -discutidos sin embargo- referentes a los agricultores que utilizan el glifosato. "el efecto, afirma, es proporcional a la dosis, y también al tiempo".

Su equipo también comparó los efectos respectivos del glifosato y del Roundup. Y constató que el producto comercial era más perturbador que su principio activo aislado. "La evaluación de los herbicidas debe, señala, tener en cuenta la combinación coadyuvante-producto".

Séralini reconoce que su estudio deberá ser complementado con experiencias sobre animales. Pero desafía las críticas sobre la ausencia de un vínculo realista entre las dosis "in vitro" y la utilización normal: "Los agricultores diluyen el producto puro y son expuestos puntualmente a dosis 10.000 más fuertes veces, insiste. Nuestros resultados ponen de manifiesto que es necesario considerar el tiempo de exposición".

ERIZOS DE MAR COMO MODELO

Se adhiere a sus conclusiones Robert Bellé, de la estación biológica (CNRS) de Roscoff (Finisterre), cuyo equipo estudia desde hace varios años el impacto de las preparaciones de glifosato sobre células de erizo de mar. Este reconocido modelo de estudio de las fases precoces de la cancerogenesis le valió a Tim Hunt el Premio Nobel de medicina en 2001. En 2002, el equipo de Finisterre había puesto de manifiesto que el Roundup actuaba sobre una de las etapas clave de la división celular.

"Esta desregulación puede conducir a un cáncer", previene Robert Bellé, que, para hacerse comprender, insiste en resumir los mecanismos de la cancérogenesis: en la división de la célula en dos células hijas, la copia en dos ejemplares del patrimonio hereditario, en forma de ADN, da lugar a numerosos errores. Hasta 50.000 por célula. Esta es la razón por la cual los mecanismos de reparación, o de muerte natural de la célula (apopotosis), se enganchan automáticamente. Pero sucede que ésta escapa a esa alternativa (muerte o reparación) y pueda perpetuarse, bajo una forma inestable, potencialmente cancerosa a largo plazo.

Recientemente, el equipo bretón puso de manifiesto (Toxicological Sciencie, diciembre de 2004) que un "punto de control" de los daños del ADN era afectado por el Roundup, mientras que el glifosato solo no tenía ningún efecto. "Se ha demostrado que es un factor de riesgo evidente, pero no se ha evaluado el número de cánceres potencialmente inducidos, ni el momento en que se declaran", admite el investigador. Una gotita pulverizada podría afectar a millares de células. Por el contrario, "la concentración en el agua y en las frutas es bastante inferior, lo cual es más bien tranquilizador".

Para el investigador, no se trata de prohibir forzosamente el producto -"corresponde en adelante a las autoridades públicas evaluar los beneficios y los riesgos"-, pero es importante que los usuarios tomen todas las precauciones, tanto para ellos mismos como para el público. "He visto a gente en overol -protesta- pulverizando a algunos metros de un patio de recreo".

"Estos estudios in vitro no son suficientes para inferir los efectos sobre el hombre", insiste sin embargo Sophie Gallotti, coordinadora de los estudios sobre los contaminantes de la Agencia Francesa para la Seguridad Sanitaria de los Alimentos (AFSSA). De la misma opinión, para Rémi Maximilien, experto toxicólogo del AFSSA, la experiencia sobre los erizos de mar "muestra un mecanismo potencial de cancerogenesis que aún hace falta demostrar en el hombre".

INTERPRETACIÓN CONTROVERTIDA

Por su parte, Monsanto no está impresionada por estos resultados. "No nos corresponde juzgar el interés de estas publicaciones, de las cuales no cuestionamos la validez sino la interpretación", indica Mathilde Durif, portavoz de la filial francesa del gigante americano. Estos resultados entran en contradicción con los otros sesenta estudios disponibles, y "ni las autoridades europeas ni la Organización Mundial de la Salud ni la Organización para la alimentación y la agricultura (FAO) de las Naciones Unidas han clasificado este producto como cancerígeno".

El glifosato es sin embargo un producto activo, "y es necesario utilizarlo según las recomendaciones". Una actitud de precaución que parece ligeramente contradicha por los esfuerzos de marketing de la empresa. ¿Actualmente esta compañía no es acaso denunciada por una asociación bretona que la acusa de hacer de la "biodegradabilidad" de su producto un argumento publicitario, a pesar de haber sido juzgado falso por la justicia americana?

Hervé Morin (Le Monde, domingo 13-lunes 14 de marzo de 2005).

 

 

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 LE MONDE

Article paru dans l'édition du 13.03.05
Des études françaises montrent in vitro des effets indésirables du glyphosate, substance active de l'herbicide de Monsanto. Le possible mécanisme d'une cancérogenèse évoqué par ces travaux reste à prouver chez l'homme
 

'HERBICIDE le plus utilisé dans le monde : le Roundup de Monsanto, et les produits concurrents formulés, comme lui, à base de glyphosate, ont longtemps joui d'une réputation d'innocuité vis-à-vis de la santé humaine et de l'environnement. Mais plusieurs études récentes semblent indiquer que ce principe actif, utilisé aussi bien par les agriculteurs que les services de voirie ou les jardiniers du dimanche, pourrait n'être pas aussi anodin que le clament ses promoteurs. L'enjeu est de taille, puisque l'utilisation du glyphosate croît avec celle des organismes génétiquement modifiés, dont la grande majorité a été spécifiquement conçue pour « tolérer » ce produit actif, fatal aux végétaux.

 

De fait, alors que le Roundup et ses pareils étaient à l'origine employés sur les mauvaises herbes, « ils sont devenus un produit alimentaire depuis qu'on les utilise sur les OGM, capables de les absorber sans succomber », soutient le biochimiste Gilles-Eric Séralini. Membre depuis des années de la Commission du génie biomoléculaire (CGB) française, chargée d'instruire les dossiers de demande d'essais en champ, puis de commercialisation des OGM, il ne cesse de réclamer des études plus poussées sur leur impact sanitaire éventuel.

Membre également du Criigen, une association qui a fait du contrôle des OGM son cheval de bataille, il a orienté ses propres recherches sur l'étude de l'impact du glyphosate. Dans un article publié le 24 février dans la revue américaine Environmental Health Perspective, le biochimiste et son équipe de l'université de Caen mettent en évidence, in vitro, plusieurs effets toxiques de ce composé et des adjuvants qui lui sont associés pour faciliter sa diffusion.

Pour leur étude, les chercheurs ont utilisé des lignées de cellules placentaires humaines, au sein desquelles des doses très faibles de glyphosate ont montré des effets toxiques et, à des concentrations plus faibles, des perturbations endocriniennes. Ce qui, pour Gille-Eric Séralini, pourrait expliquer les taux parfois élevés de naissances prématurées et de fausses couches constatées dans certaines études épidémiologiques - controversées cependant - portant sur les agricultrices utilisant le glyphosate. « L'effet que nous avons observé est proportionnel à la dose, mais aussi au temps », souligne-t-il.

Son équipe a aussi comparé les effets respectifs du glyphosate et du Roundup. Et a constaté que le produit commercial était plus perturbateur que son principe actif isolé. « L'évaluation des herbicides doit donc prendre en compte, dit-il, la combinaison adjuvant-produit. »

Gilles-Eric Séralini reconnaît que son étude devra être prolongée par des expériences sur l'animal. Mais il récuse les critiques qui lui sont faites sur l'absence de lien réaliste entre les doses in vitro et en utilisation normale : « Les agriculteurs diluent du produit pur et sont ponctuellement exposés à des doses 10 000 fois plus fortes, insiste-t-il. Nos résultats montrent qu'il faut considérer le temps d'exposition. »

OURSINS MODÈLES

Il est rejoint dans ses conclusions par Robert Bellé, de la station biologique (CNRS) de Roscoff (Finistère), dont l'équipe étudie depuis plusieurs années l'impact des formulations au glyphosate sur des cellules d'oursin. Ce modèle reconnu d'étude des phases précoces de la cancérogenèse a valu son prix Nobel de médecine 2001 à Tim Hunt. En 2002, l'équipe finistérienne avait montré que le Roundup agissait sur une des étapes clés de la division cellulaire.

« Cette dérégulation peut conduire à un cancer », prévient Robert Bellé, qui, pour se faire comprendre, tient à résumer les mécanismes de la cancérogenèse : lors de la division de la cellule en deux cellules filles, la copie en deux exemplaires du patrimoine héréditaire, sous forme d'ADN, donne lieu à de très nombreuses erreurs. Jusqu'à 50 000 par cellule. C'est pourquoi des mécanismes de réparation, ou de mort naturelle de la cellule (apoptose), s'enclenchent automatiquement. Mais il arrive que celle-ci échappe à cette alternative (mort ou réparation) et puisse se perpétuer, sous une forme instable, potentiellement cancéreuse à longue échéance.

L'équipe bretonne a récemment montré ( Toxicological Science, décembre 2004) qu'un « point de contrôle » des dommages de l'ADN était affecté par le Roundup, alors que le glyphosate seul n'avait aucun effet. « On a démontré que c'est un facteur de risque certain, mais pas évalué le nombre de cancers potentiellement induits, ni le moment où ils se déclarent », admet le chercheur. Une gouttelette pulvérisée serait susceptible d'affecter des milliers de cellules. En revanche, « la concentration dans l'eau et les fruits est bien inférieure, ce qui est plutôt rassurant ».

Pour le chercheur, il ne s'agit pas forcément d'interdire le produit - « C'est désormais aux pouvoirs publics d'évaluer les bénéfices et les risques » -, mais il importe que les utilisateurs prennent toutes les précautions, pour eux-mêmes comme pour le public. « J'ai vu des gens en combinaison en pulvériser à quelques mètres d'une cour de récréation », s'insurge-t-il.

« De telles études in vitro ne sont pas suffisantes pour déduire des effets sur l'homme », insiste cependant Sophie Gallotti, coordinatrice des études sur les contaminants à l'Agence française pour la sécurité sanitaire des aliments (Afssa). Même sentiment chez Rémi Maximilien, expert toxicologue auprès de l'Afssa, pour qui l'expérience sur les oursins « montre un mécanisme potentiel de cancérogenèse qui reste à prouver chez l'homme ».

INTERPRÉTATION CONTESTÉE

Pour sa part, Monsanto n'est pas impressionné par ces résultats. « Ce n'est pas à nous de juger de l'intérêt de ces publications, dont nous ne contestons pas la validité, mais l'interprétation », indique Mathilde Durif, porte parole de la filiale française du géant américain. Ces résultats sont en contradiction avec la soixantaine d'autres études disponibles, et « ni les autorités européennes ni l'Organisation mondiale de la santé ou l'Organisation pour l'alimentation et l'agriculture (FAO) des Nations unies n'ont classé ce produit comme cancérigène ».

Le glyphosate est cependant un produit actif, « et il est nécessaire de l'utiliser selon les préconisations ». Une attitude de précaution qui semble légèrement contredite par les efforts de marketing de la firme. Celle-ci n'est-elle pas actuellement attaquée par une association bretonne qui lui reproche de faire de la « biodégradabilité » de son produit un argument publicitaire, déjà jugé mensonger par la justice américaine ?

Hervé Morin
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