NI
GLIFOSATO NI GUERRA QUIMICA
Camilo
González Posso*
Sin el visto bueno y la firma del Ministro de Salud no
se pueden hacer fumigaciones con agrotóxicos y menos utilizar químicos como
instrumento de guerra.
Vamos a ver en que termina la recomendación del
Ministro Gaviria que tiene
sustentación
en estudios científicos
validados
por la Organización Mundial de la Salud, que indican la probabilidad de efectos
cancerígenos de la exposición al glifosato.
Hace 23 años el Ministerio de Salud se pronunció en
contra de la aspersión área a los cultivos ilícitos realizados por campesinos
por la evidencia de riesgos para la salud según las recomendaciones de los
expertos del Instituto Nacional de Salud y de los centros científicos
toxicológicos más importantes de Gran Bretaña, Francia y otros países. Incluso
para la aspersión en grandes monocultivos se recomendó seguir al pie de la letra
los protocolos del Código de Plaguicidas y en cualquier caso iniciar un programa
de investigación epidemiológica de largo aliento sobre el impacto de ese
herbicida de acción indiscriminada. (Carta del Ministro de Salud al Ministro de
Justicia, 20 de febrero 1992, ver en
www.indepaz.org
).
Desde entonces pudo más la necesidad de la guerra
antidroga que el principio de precaución para proteger a las personas, alimentos
o al medio ambiente. A partir de 2001, con el Plan Colombia y la intervención de
pilotos y militares del Comando Sur de Estados Unidos,
se le dio el impulso mayor a la aspersión aérea
como arma en la guerra antiterrorista.
Millones de hectáreas han sido fumigadas con un
veneno que no es el glifosato vendido bajo la formula de ROUNDUP para jardinería
o la que usan para aspersión en caña o café: se trata de una mezcla de glifosato
en alta concentración, con otros ingredientes como el Cosmoflux y el POEA cuyos
riesgos para la salud también han sido advertidos por especialistas.
La
fórmula se ha mantenido en secreto y sólo por la demanda que hizo Ecuador ante
el Tribunal de la Haya, Colombia tuvo que reconocer su potencialidad nociva y
ofreció una mezcla especial en caso de fumigaciones en la franja fronteriza.
Aunque no se conoce la formula se sabe que usan RoundUp Ultra + POEA + CosmoFlux
y a veces también han agregado
Cosmo
IN-D. Es decir un compuesto muy agresivo y
distinto
al aplicado como herbicida en agricultura comercial.
NO LO USAN EN SU
CASA PERO LO FUMIGAN ACÁ
El
el subsecretario de Estado para Latinoamerica
y exembajador en Colombia, William Bronwsfield,
ha pedido mantener las fumigaciones; para sustentar su postura
ha vuelto
sobre la cantaleta repetida por los Estados Unidos para defender su estrategia
de guerra química: el glifosato es inofensivo y
según sus datos no hay ninguna persona enferma
por esas fumigaciones realizadas desde hace dos décadas en la guerra que
adelanta su país en territorio colombiano.
No recuerda el señor Bronwsfield que en los Estados
Unidos la FDA y Monsanto no han autorizado la aspersión área ni terrestre con
glifosato en la mezcla que utilizan en Colombia. Ni un metro cuadrado de su
territorio o del jardín de su casa. En ese país que promueve aquí semejante
atrocidad, cuando utilizan la formula comercial mas suave
en
sus catálogos y protocolos exigen que el operario use guantes, se proteja los
ojos, avise con anterioridad a la gente para que se retire del jardín o del
cultivo y retire animales; exigen que sea lejos de los cuerpos de agua por el
impacto fatal para especies acuáticas y, para completar, le piden a sus usuarios
que no entren ni dejen entrar por 12 horas a sus animales domésticos. (ver
http://www.sag.cl/sites/default/files/Roundup%2003-07-2012.pdf
).
En Colombia, alegando siempre que la guerra necesita
estas fumigaciones, han regado el veneno en cerca de 2.000.000 de hectáreas,
en
más de 200.000 fincas de pequeños campesinos. Las evidencias de destrucción de
cultivos de pan coger e incluso de café, cacao o palma financiados por el Plan
Colombia (USAID), han sido documentadas con decenas de miles de firmas en
Nariño, Cauca, Putumayo, sur de Bolívar, Guaviare y otras regiones de Colombia.
Así consta ante los Tribunales en la documentación de acciones de grupo y así lo
demostró Ecuador en La Haya obligando a Colombia a conciliar y pagar una
indemnización de US$15 millones. Son miles los documentos, fotografías, videos
que muestran la destrucción de alimentos con esa guerra indiscriminada. (ver en
INDEPAZ video La fumiga
http://www.setianworks.net/indepazHome/indepaztv/fumiga1.html
).
SI HAY PRUEBAS
SOBRE EL DAÑO A LA SALUD
El
estudio titulado
Consecuencias de la aspersión aérea en la salud: evidencia desde el caso
colombiano,
realizado
por investigadores Adriana Camacho y Daniel Mejía de la Universidad de los
Andes,
ha demostrado que la estrategia de aspersión aérea ha
incrementado la pobreza en las zonas impactadas por esta guerra. En el
mencionado estudio
se concluye a partir del análisis de 52.000
historias clínicas de personas en zonas fumigadas en el periodo
2003 – 2007, “que la exposición al glifosato
utilizado en las campañas de aspersión aérea de cultivos de coca aumenta la
probabilidad de sufrir trastornos de la piel – problemas dermatológicos – y los
abortos”.
Varios estudios
han corroborado que los productos de degradación del glifosato producen “daños
genéticos en personas” que aumentan la probabilidad de padecer cáncer a mediano
y largo plazo, lo mismo que “enfermedades cardiovasculares, malformaciones y
abortos” (Grupo de Genética y Mutagénesis Ambiental, UNRC, 2012).
También han sido publicados estudios en Colombia y
otros países que no sacan conclusiones terminantes sobre los impactos del
glifosato y de sus mezclas en la salud humana, pero los argumentos a favor de su
calificación como evidencia limitada, ha sido progresivamente desmontados hasta
el punto que la ACNUR declaró en 2007 sobre el uso del glifosato que “se
considera que tiene efectos nocivos en la salud de las personas que se ven
expuestas…” hasta el punto de aumentar los niveles de mortalidad infantil.
Agrega ACNUR que “las aspersiones aéreas de
químicos no solo destruyen las plantas utilizadas para la producción ilícita de
drogas sino que también destruyen otros cultivos lícitos”.
Lo nuevo en materia de estudios
es
que
la Organización Mundial de la Salud,
en
pronunciamiento de marzo de 2015, ha acogido
las
investigaciones sobre cáncer y ha reclasificado al glifosato
dentro
del grupo 2 A como “probablemente cancerígeno”. Es el pronunciamiento de más
alto nivel en dos décadas de controversia sobre el tema. Y esto coincide con las
conclusiones de la investigación de la Universidad de los Andes que establece
con una metodología rigurosa una relación de causa efecto de las aspersiones
aéreas con glifosato y enfermedades de la piel o abortos.
EL PRINCIPIO DE
PRECAUCIÓN
En el pasado con
menores elementos muchos organismos nacionales e internacionales habían llamado
a suspender esas fumigaciones apelando al principio de precaución. Según la OMC
“el
principio de precaución es un concepto que respalda la adopción de medidas
protectoras antes de contar con una prueba científica completa de un riesgo; es
decir, no se debe posponer una medida protectora por el simple hecho de que no
se disponga de una información científica completa”. Con evidencias básicas de
riesgo, auque no se tenga la prueba concluyente o la certeza, ese principio
obliga a no utilizar el medio inicialmente escogido. Como ha señalado la Corte
Constitucional este principio significa que se invierte la carga de la prueba y
por lo tanto quién quiera emprender la acción con riesgo de daño es quién debe
probar que ya no existe.
Sobre
esta base el Consejo de Estado decidió en
2014
prohibir la fumigación de cultivos ilícitos con
glifosato en territorio de los Parques Naturales de Colombia. En consecuencia
ese Consejo anuló la norma del Consejo Nacional de Estupefacientes que lo habia
autorizado. Las consideraciones sobre potenciales daños ambientales se vinculan
necesariamente a impactos en la biodiversidad indisociables de
la salud humana.
ARGUMENTOS DE GUERRA
Ante la posición asumida por el Ministro de Salud,
Alejandro Gaviria,
han salido voceros de la guerra antidrogas a
demandar la continuidad de las fumigaciones aéreas con glifosato como parte de
la guerra contra el narcotráfico y contra las FARC que califican como el primer
cartel de las drogas en Colombia. No se inmutan ante consideraciones
de salud pues su discurso de seguridad reclama
eficacia represiva sin atender a la perversión de los métodos. En esa línea
militarista
el Procurador General, Alejandro Ordonez, ha advertido
que suspender las aspersiones de glifosato “además de afectar la seguridad
nacional, favorece al narcotráfico y a las FARC, que serán las que aprovechen
dicha oportunidad", y agrego que esa medida
sería "peor que la decisión de cesar
bombardeos" contra campamentos de la guerrilla.
Menos obtuso en este
tema ha resultado el expresidente Uribe Velez que no descarta los argumentos del
Ministro Gaviria contra el uso del glifosato y se orienta a pedir que siga la
guerra química con otro desfoliante o agrotoxico: “El tema científico hay que
respetarlo, dice Uribe, pero una cosa es el tema científico que debe indicar con
qué producto se puede actuar y con qué producto no se debe y otra cosa es lo que
ha venido pasado políticamente”. El centro de su crítica es a la disminución de
acciones de erradicación forzada aérea o manual
en
regiones importantes como Putumayo, Nariño o Catatumbo y la supuesta
condecendencia con las FARC.
En esos temas de la efectividad de practicas de
erradicación de cultivos ílegales que son usados para la producción de
sustancias sicoactivas, otra discusión es sobre la ineficacia de lo metodos de
erradicación forzada utilizados hasta ahora. Los estudios recientes, acogidos
algunos por la misión de la OEA y por la ONUCD, muestran el pobre balance costo
beneficio de la asperción aérea. Costos exorbitantes e ineficacia para cortar el
efecto globo en la región andina y la oferta de cocaína. La cadena del
narcotráfico se ha internacionalizado al ritmo de la guerra antidrogas y la
violencia y el lavado de activos en los laberintos financieros mantienen sus
ganancias extraorinarias y la globalización de sus operaciones. En lo político,
que le preocupa a Uribe, deberia considerar el favor inmenso que le han hecho a
las FARC dedicandose a perseguir como criminales y narcotraficantes a los
pequeños cultivadores de coca, marihuana o amapola. Esos fenomenos que merecen
un analisis aparte
deberían llevar a pensar en otras alternativas.
En nuestro tema de salud, lo que se puede anticipar es
que cualquier agrotoxico o veneno desfoliante que se utilice como parte de una
guerra, llamese antidrogas o antinarcoterrorista, siginifica graves riesgos para
las personas y
los ecosistemas. Con esas sustancias y el método de los pilotos del Plan de los
Estados Unidos en Colombia (Plan Colombia o Consolidación Territorial), se dañan
ademas cultivos lícitos. Son practicas bárbaras que están proscritas por el
derecho internacional de los derechos humanos y las normas humanitarias en la
guerra. En rigor se trata de guerra química que en el mundo actual solo se
practica en Colombia.
Frente al panorama incierto por el juego de presiones
que se ha desencadenado para evitar la suspención de las fumigaciones con
glifosato, es importante respaldar la postura digna y razonada del Ministro de
Salud. Afortunadamente ha mostrado el coraje para poner el tema en la agenda
y en la del Consejo Nacional de
Estupefacientes. El hecho es inocultable: la máxima autoridad de salud del país
ha dicho que deben cesar esas fumigaciones por el carácter “probablemente
cancerigeno” de la exposición de las personas al glifosato. Por encima de ese
concepto solo puede
primar la indignidad y la presión de los
negociantes de la guerra.
* Exministro de Salud (1990 – 1992).
camilogonzalezposso[at]gmail.com
, Bogotá, 29 de abril de 2015.