Camilo González Posso
Presidente de INDEPAZ
Bogotá D-C. 1 de octubre
de 2018
¿Con la orden que Trump
le dio al Presidente Iván Duque ahora sí se viene la lluvia de glifosato?: Si no
hace bien su tarea contra las drogas Usted “será un presidente más” le dijo en
la Asamblea de las Naciones Unidas cuando firmaban el
“Llamado global a la acción sobre el
problema mundial de las drogas”.
Pero desde mucho antes los emisarios
de Washington le han venido dictando la tarea a las autoridades colombianas
colocando la reducción de hectáreas de coca y de las remesas de cocaína como la
prioridad en las relaciones bilaterales y en toda la agenda nacional.
A la hora de los
discursos todos hablan de la lucha contra las drogas en cada eslabón del negocio
y del consumo, pero cuando se pasa a los recursos se llega a la escueta fórmula
de perseguir la oferta y en la oferta la producción de hojas de coca y a los
pequeños cultivadores. Entonces aparece la fumigación aérea con glifosato como
la varita mágica para hacer de la erradicación forzada la estrategia maestra.
Ya el ministro Luis
Carlos Villegas había corrido a hacer el show de los drones como la gran
solución a ras de tierra y el heredero, Guillermo Botero, comenzó su gestión
hablando maravillas del uso inofensivo de glifosato como herbicida en la
agricultura. A estos se sumaron rápidamente opinadores de la ultra que salieron
a decir que la Organización Mundial de la Salud está equivocada al alertar sobre
los riesgos cancerígenos del glifosato y que el pronunciamiento de la Corte
Constitucional que llevó a la suspensión de la aspersión aérea con glifosato
puede tener un atajo y convertirse en autorización para fumigar otras dos
millones de hectáreas.
Mejor dicho, vuelve y
juega como ha ocurrido en los últimos cuarenta años con la utilización de
químicos en la guerra área contra los cultivos y los cultivadores de coca y
marihuana. (ver
http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2018/08/Memoria-historica-de-las-fumigaciones.pdf
1978-2015)
La fumigación aérea con
glifosato ya mostró su fracaso como todo método de erradicación forzada, como lo
demuestran varios estudios sobre la relación costo beneficio. El director de la
ONUDC en Colombia,
Bo Mathiasen,
se
ha ocupado de recordarlo en estos días cuando entregó el informe de monitoreo
que registra un aumento de hectáreas de coca en 2017 y la cifra histórica de
177.000 has. Mathiasen, en su tono diplomático anotó que “Aquí
no estamos hablando solo de matas y plantas, sino de comunidades que viven en
zonas donde por varias razones, la coca, la amapola y la marihuana acaban siendo
el ingreso para las familias. Este es el gran desafío: cambiar la lógica de
economía de estas familias que viven en esas zonas, que han sido golpeadas por
el conflicto durante años”.
Pero en esta nota no voy
a detenerme en este aspecto clave de la necesidad de un enfoque de reconversión
de economías, ni de la inoperancia de la
erradicación forzada que ha llevado en todas partes al desplazamiento de
poblaciones y a la siembra en otros lados de los cultivos objeto de
erradicación. Me limito a retomar alegatos sobre la bondad del glifosato,
conocidos desde hace décadas, que hoy vuelven en los discursos de los defensores
de la aspersión con glifosato.
“EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
SE APLICA
CUANDO NO HAY CERTEZA CIENTIFICA ABSOLUTA DE AUSENCIA DE DAÑO”
Sobre los efectos nocivos
del glifosato en la salud venimos debatiendo desde los años ochenta citando
estudios científicos. Decir que el glifosato no tiene riesgos para la salud y el
ambiente va en contra de advertencias del mismo Monsanto en los protocolos de
uso en jardinería y a las más bajas concentraciones.
Ministro Botero: vuelva y
lea la etiqueta del Roundup, o en otra de las decenas de marcas del glifosato,
que venden en la tienda agrícola de la esquina y
pregúntese porqué advierten que deben protegerse los ojos y la piel cuando se
use, que toda la ropa debe ser de seguridad y se lava después de utilizarla una
vez, que se debe retirar a toda persona y animal doméstico para ser aplicado;
exigen que se tenga cuidado de guardar distancia con cuerpos de agua y habitad
de peces, exigen que no se viertan aguas residuales de la mezcla o del aseo
personal en causes de agua, que no ingresen personas al pedazo fumigado en
varios días y no se permita el
pastoreo antes de 21 días. Cuando se trata de glifosato concentrado las
precauciones son mayores y en todo caso se advierte sobre la toxicidad y el
peligro para la salud de las sustancias que se mezclan como surfatantes que
ayudan a fijar el herbicida en el tallo de las plantas.(ver
https://www.ypf.com/ProductosServicios/Documents/ficha-de-seguridad/glifosato.pdf
).
Tanto que dice saber el
ministro Botero sobre este asunto debería llevarlo a mencionar la distinción de
uso en aspersión de cultivos ilícitos, que se hace con alta concentración y en
una mezcla peligrosa con POE y Cosmo – Plus y, por otro lado, el uso en la
maduración de cultivos de caña, sorgo, soya y demás que utilizan muy bajas
concentraciones y siguen protocolos estrictos. ¿Sabe el ministro que a pesar de
esas precauciones la OMS clasificó ese uso en la agroindustria en la lista
Monsanto alegó todo el
tiempo, y ahora lo repite Bayer el nuevo dueño de esa empresa, que siguiendo
todas las precauciones se logra un efecto cero en contra de la salud y del
ambiente, incluidos los suelos. A los centenares de estudios científicos opuso
otros tantos contratados o que recibieron su apoyo para descalificarlos por
falta de rigor. El giro de la situación se dio en 2015 cuando la OMS ordenó
cambiar la clasificación del glifosato y pasarlo al grupo 2A como parte de la
lista de productos potencialmente cancerígenos. Para esta medida la OMS en un
consejo de expertos de varios países, consideró las últimas investigaciones del
IRC y su correspondencia con estudios de otros centros científicos. Por esto no
se limitó a constatar la posible relación con
el linfoma No Hodgkin sino que decidió darle una calificación más amplia
como potencialmente cancerígeno. La respuesta
de Monsanto volvió a lo mismo: habló de “ciencia basura” la de la
Organización Mundial de la Salud.
Como están en cuestión
ventas globales de 700.000 toneladas/año, la controversia sobre potenciales
daños a la salud está al rojo vivo. Ahora la vocería del debate en contra de la
clasificación de la OMS la ha asumido la empresa Bayer respaldada por algunas
autoridades en Alemania. La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA)
clasificó al glifosato como no cancerígeno y en tanto los centros de
investigación en Francia y otros países sustentan las restricciones e incluso
prohibiciones de uso de este agrotóxico. El Parlamento Europeo ha pedido
considerar la prohibición de estas sustancias y la Comisión Europea se ha dada
plazo hasta el 2022 para tomar una decisión final. Y se han publicado en dos
años numerosas investigaciones en Estados Unidos, Argentina, entre otros, que
alertan de potenciales daños a las abejas y a la salud humana.
LA CORTE CONSTITUCIONAL EVALUÓ VARIAS FUENTES
La sentencia
T-080/17 de la Corte Constitucional
de Colombia retoma las recomendaciones del Ministerio de Salud que se basaron en
el pronunciamiento de la OMS para pedir la suspensión del uso del glifosato para
la aspersión aérea de cultivos ilícitos.
La sentencia comienza
señalando que “El
glifosato es una sustancia que tiene la potencialidad de afectar la salud humana
como probable agente cancerígeno y, también, de forma muy peligrosa, el medio
ambiente”
pero se limita a la prohibición de la aspersión aérea de cultivos ilegales con
esa sustancia sin mencionar otros usos que fueron la base del pronunciamiento de
la OMS.
Además, la decisión de la corte no se basó sólo en esos estudios pues hace una
larga relación de otros efectuados en varios países que concluyen sobre los
efectos negativos de la exposición al glifosato que llevan a lesiones genéticas,
en el ADN de mamíferos, daños en células placentarias humanas y también impactos
negativos en el ambiente incluidos suelos y especies acuáticas. La Corte también
menciona estudios desde la contraparte que pretenden desvirtuar a los que
advierten sobre los riesgos del glifosato para la salud y el ambiente y con base
en unos y otros llega a la conclusión que es obligado invocar el principio de
precaución en particular en la utilización contra cultivos ilícitos que
conlleva riesgos adicionales por las altas concentraciones, uso de otras
sustancias tóxicas en la mezcla y procedimientos de difícil manipulación.
No sobra recordar el alcance del principio de precaución citado por la Corte en
la mencionada sentencia:
El principio de precaución se aplica cuando el riesgo o la magnitud del daño
generado o que puede sobrevenir no son conocidos con anticipación, porque no hay
manera de establecer, a mediano o largo plazo, los efectos de una acción, lo
cual generalmente ocurre por la falta de certeza científica absoluta acerca
de las precisas consecuencias de un fenómeno, un producto o un proceso.
(ST-080/17).
La interpretación del Ministro de Defensa supone que si se utilizan drones a
baja altura en terrenos controlables o se recurre a la aspersión en avionetas
con nuevos métodos, se cumplen los criterios establecidos por la Corte. Pero
parece que el Ministro no entiende los requisitos que puso la S T086/17 sobre
necesidad de estudios científicos que den la certeza absoluta de no daño.
Dice la Corte: “(…)
resultaría más adecuado que la política pública de erradicación de cultivos
ilícitos se reglamente vía ley ordinaria. Esto implicaría mayores procesos de
discusión, de control y de participación por parte de la sociedad civil en la
construcción de una política con mayor enfoque social que tenga como objetivo la
protección la salud de las poblaciones humanas y el medio ambiente. En
consecuencia, una nueva legislación que atienda a los parámetros aquí señalados,
necesariamente debería estar precedida de
estudios científicos y de consulta previa antes de su aprobación en el
Congreso”.
Ojo Presidente Duque: La Policía Nacional ha estado experimentando con otra molécula pero parece estar lejos de tener estudios que den certeza científica absoluta y pasen la prueba ante la comunidad del conocimiento. Estudios científicos son aquellos que cumplen con los estándares nacionales e internacionales de método y control entre pares y no conceptos de amigos o de agencias y laboratorios interesados en el negocio. Allí tiene como asesor al profesor Daniel Mejía que hizo con Adriana Camacho un serio estudio sobre el tema y parece que no se dejan presionar por la DEA ni por las zanahorias y garrotes de Trump. En ese estudio revisaron historias clínicas en zonas impactadas por la aspersión aérea con glifosato y concluyeron que “que la exposición al glifosato utilizado en las campañas de aspersión aérea de cultivos de coca aumenta la probabilidad de sufrir trastornos en la piel (problemas dermatológicos) y los abortos”.
Ver (http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Fumigas/Adriana_Camacho_Daniel_Mejia_Consecuencias_aspersiones_caso_colombiano_2013.pdf -pág.19).
Tener estudios científicos que permitan contradecir el principio de precaución y
declarar basura a las clasificaciones de la OMS no es asunto de un día para
otro. En 1992, cuando salió el Código de Plaguicidas ( y herbicidas como el
glifosato), aprobamos que se harían estudios epidemiológicos para monitoriar su
impacto en la salud y hasta la fecha están en veremos.
Y a propósito de la ya recitada Sentencia
T-080/17, no se debe olvidar la recomendación de realizar con rigor la consulta
para el consentimiento previo, libre e informado cuando se trata de acciones de
erradicación en territorios colectivos, y tampoco ignorar que la Corte pidió:
“incluir la participación de un representante de las comunidades étnicas del
país en el Consejo Nacional de Estupefacientes de manera que este órgano pueda
contar con la perspectiva de las comunidades que son quienes más han sufrido con
la ejecución de las políticas de erradicación de cultivos ilícitos”.
La conclusión de este alegato es que en la lucha contra el narcotráfico y la
reducción de cultivos de coca hay
mejores alternativas que volver por encima de todo a la aspersión aérea con
glifosato y que es tortuoso el camino de forzar a la Corte a volverse cómplice
de la estulticia glifosatomaníaca.
Camilogonzálezposso[at]gmail.com