RID: LA CRISIS DEL “OFERTISMO” Y EL DEBATE A TRES BANDAS

 

 

Por: Hugo Cabieses Cubas[1]

 

 

En el marco del Primer Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú organizado por el Centro de Investigación Drogas y Derechos Humanos (CIDDH), permítanme sugerir que ampliemos el concepto para discutir también sobre la crisis del “ofertismo” basado en la llamada guerra contra las drogas y el prohibicionismo fundamentalista contenido en las Convenciones internacionales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) suscritas por los países y copiado en sus legislaciones nacionales. Propongo ampliar el concepto de reducción de daños por el de Reducción Integral de Daños (RID), no sólo por el lado de la demanda, sino también por el de la oferta y el tráfico.

 

El “ofertismo” hace agua

 

Tanto la guerra como el prohibicionismo se basan en un concepto “ofertista”, es decir que el problema de las drogas es “externo”, “viene de afuera”, no es parte de lo interno. La estrategia de control de la oferta busca tres objetivos: 1) que los precios de las drogas en calles sean cada vez más altos para afectar el bolsillo de los consumidores y así disminuir el consumo; 2) que la calidad o pureza de las drogas en calles sea cada vez peor con lo que se afecta la salud de los consumidores inhibiendo su consumo; y, 3) que al circular menos drogas la seguridad ciudadana mejora al eliminarse micro-comercializadores y dealers.

 

En esta concepción lo interno, es decir la demanda y la crítica al modelo de vida edonista, consumista e irrespetuoso de las culturas y plantas nativas, brilla por su ausencia en las políticas públicas. Existe una estrategia internacional, inamovible hasta ahora pero en crisis terminal, que es promovida por el Gobierno de los Estados Unidos, sus socios en esta guerra y los organismos internacionales que controla, básicamente la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD), la Comisión Interamericana Contra el Abuso de Drogas, organismo dependiente de la Organización de Estados Americanos (CICAD) y organismos especializados en otras regiones del mundo.

 

Casi todos los países del mundo impulsan esta estrategia, incluyendo el Perú salvo el breve interregno en el que se discutió y aprobó una  estrategia diferente. Me refiero a los meses entre agosto del 2011 y enero del 2012 durante los cuales el Dr. Ricardo Soberón, desde la Presidencia Ejecutiva de DEVIDA y aplicando los principios contenidos en el Programa de La Gran Transformación (LGT), impulsó una estrategia integral sobre este tema, pero duró poco en el cargo.

 

¿Qué decía este programa de LGT? Pues algo sensato: Es necesario que el próximo gobierno adopte políticas públicas efectivas, sensatas (realistas), medibles, verificables, respetuosas de los derechos humanos, autónomas (no dependientes de la cooperación de un país), sostenibles, que se distancien de los conceptos equívocos de prohibición/legalización, para enfrentar las causas y no solo los efectos del fenómeno de las drogas y el narcotráfico” (página 55 del programa de LGT). Esta línea estratégica fue arrojada por la borda en enero del presente año al poner a cargo de DEVIDA a la Dra. Carmen Macías, es decir a la Embajada de los Estados Unidos.

 

Como el problema, dicen los prohibicionistas, sería de oferta y no de demanda, la estrategia fracasada está basada en tres políticas: 1) prohibir el consumo penalizando, persiguiendo y aplicando la ley a consumidores y micro-comercializadores; 2) erradicar cultivos de coca, amapola o marihuana, fumigando y/o con métodos manuales como condición previa para promover el llamado “desarrollo alternativo”; y, 3) policializar y/o militarizar ciudades, territorios y países completos para incautar drogas, apresar “narcotraficantes” y combatir al “narcoterrorismo”.

 

El ofertismo, el prohibicionismo y las tres políticas que acompañan esta estrategia, han sido un fracaso anunciado desde que en 1974 el Presidente Richard Nixon de los Estados Unidos lanzara la llamada “guerra contra el flagelo de las drogas”.

 

Respecto a los objetivos buscados por los ofertistas/prohbicionistas, el tema ha sido estudiado por Washington Office On Latin America (WOLA) en base estadísticas proporcionadas por fuentes del gobierno de los Estados Unidos y los resultados son los siguientes[2]: 1) los precios de las drogas en calles son cada vez más bajos; 2) la pureza de las drogas en calles es cada vez mayor; y, 3) la inseguridad en los barrios se ha incrementado.

 

Este fracaso anunciado por muchos, es reconocido internacionalmente por los más altos exponentes que las defienden y aplican, comenzando por la Organización de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Deliro (ONUDD o UNODC por sus siglas en inglés).  Es así como Yuri Fedotov, el Director Ejecutivo de esta agencia reconoció el 26 de junio que cada vez más “la delincuencia organizada y las drogas ilícitas obstaculizaban el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, añadiendo que “las drogas ilícitas alimentan la delincuencia y la inseguridad al tiempo que socavan los derechos humanos y platean riesgos considerables para la salud pública”. Dijo asimismo que: "La heroína, la cocaína y otras drogas siguen matando a unas 200.000 personas al año, destruyen familias y causan sufrimiento a otros miles de personas, crean inseguridad y contribuyen a la propagación del VIH".

 

Respecto al consumo de marihuana, el funcionario informó que: “Se calcula que en todo el mundo existen entre 119 millones y 224 millones de consumidores de cannabis. Europa es el principal mercado mundial de resina de cannabis (hachís), que la recibe principalmente de Marruecos, aunque su importancia relativa está disminuyendo. La mayoría de los países de la Unión Europea comunican que está aumentando el cultivo de hierba de cannabis (marihuana) en interiores, lo que refleja tal vez una creciente preferencia por la marihuana respecto del hachís. En la actualidad, la planta de cannabis es el cultivo comercial más lucrativo del Afganistán, donde las familias que cultivan cannabis ganan 9.000 dólares, en comparación con los ingresos de 4.900 dólares que percibían las que cultivaban adormidera en 2010”[3].

 

En el Informe Mundial sobre las Drogas 2012 presentado en Viena y Nueva York el último 26 de junio Día Internacional de la Lucha Contra las Drogas, se sostiene que: Actualmente el consumo de drogas ilícitas se caracteriza por su concentración entre los jóvenes - en particular los hombres jóvenes de entornos urbanos – y por una creciente gama de sustancias psicoactivas. Aunque en muchos países desarrollados los mercados establecidos de drogas ilícitas han mostrado señales de estabilización, el aumento del consumo de drogas parece seguir siendo una constante en muchos países en desarrollo (pág. 4 del Resumen Ejecutivo)[4].

 

El informe añade en la misma página un galimatías para justificar su estrategia: “Si bien la producción, el tráfico y el consumo de drogas ilícitas siguen siendo motivos de preocupación, gracias al sistema de fiscalización internacional de drogas parece haberse logrado mantener el consumo de drogas ilícitas bien por debajo de los niveles de consumo comunicados respecto de las sustancias psicoactivas lícitas”.

 

En la parte final y para que no quede ninguna duda respecto el informe dice que: “La evolución del complejo problema mundial de las drogas ilícitas se ve impulsada claramente por una serie de factores. Entre éstos, cabe mencionar la influencia de las tendencias socio-demográficas, como los equilibrios de género y de edad en la población y la tasa de urbanización. Si el perfil demográfico de una determinada sociedad se modifica, es posible que el comportamiento frente al consumo de drogas refleje a su vez esos cambios. Inciden asimismo en esa evolución los factores socioeconómicos, como los niveles de ingreso disponible, desigualdad y desempleo. Un nivel más elevado de ingreso disponible puede hacer que un mayor número de personas esté en condiciones de adquirir drogas ilícitas, mientras que una alta tasa de desigualdad o desempleo puede aumentar la propensión a consumir drogas ilícitas entre los grupos afectados. Una extensa categoría de fuerzas motrices de índole sociocultural - incluidos los cambios en los sistemas de valores tradicionales y el surgimiento de una “cultura juvenil” relativamente uniforme en muchos países - también influye en la evolución del problema, aunque de formas a menudo difíciles de cuantificar. El análisis muestra asimismo que la existencia de peligros inherentes a las drogas y las percepciones conexas figuran entre las variables clave que determinan el consumo de drogas.”

 

Debate a tres bandas

 

En este contexto considero limitado el debate centrado en las dicotomías prohibición vs. legalización o militarización vs. policialización o guerra vs. liberalización. Más bien, junto con otros y otras, planteo una indispensable estrategia de Reducción Integral de Daños RID, o políticas públicas “a tres bandas”. Este enfoque implica impulsar lo siguiente.

 

Por el lado del consumo de drogas, tema central de este 1er Encuentro, se trata impulsar la despenalización de las drogas suaves, marihuana entre ellas. Asimismo, la des-satanización de las plantas maestras con propiedades medicinales y/o “alteradoras de la conciencia” - la coca entre ellas -, la administración regulada de drogas fuertes como cocaína y heroína en centros hospitalarios y farmacias autorizadas, así como el uso de terapias de sustitución (metadona, cocaína oral, etc.). Implica también la regulación de las “comunidades terapéuticas” especialmente aquellas que usan y abusan de la religión.

 

Un abordaje de este tipo implica una fuerte campaña preventiva/informativa desde el Estado, en medios y la sociedad civil sin mensajes tipo “a la droga dile no”, rechazando la satanización, especialmente contra la coca como “de cada 10 hojas 9 van al tráfico ….”, los cocaleros tratándolos de “narco cultivadores” y “tontos útiles de los narcos”, los consumidores de coca señalándolos como “adictos desnutridos” o diciendo que el consumo es “cosa de indios” y contra los que defendemos estrategias diferentes por supuestamente ser “cómplices del narcotráfico”.

 

En suma, se debe concebir el problema como médico-sanitario y aplicar políticas de prevención educativa,[5] que incluyan planes de rehabilitación de usuarios mediante métodos terapéuticos de sustitución e integración social del paciente. Pero sobre todo, concebir el consumo de drogas en tanto que fenómeno socio-cultural, como parte integrante de la defensa de los derechos humanos.

 

Por el lado de la producción y cultivos, debe impulsarse el desarrollo humano sostenible inclusivo con la gente y con la coca legal, respetando las culturas y saberes locales, protegiendo la ecología, manejando los recursos naturales, fortaleciendo institucionalidad social y pública siendo la Estatal una de ellas y con actividades económicas en general no sólo productos o commodities, apuntando a los mercados locales y regionales, no exclusivamente hacia la exportación y, menos aún, a los biocombustibles.

 

Es necesario impulsar con agricultores y autoridades locales estrategias participativas de desarrollo rural integral sostenibles y sustentables que combatan la pobreza, construyan institucionalidad local, fortalezcan gremios y permitan que las familias campesinas construyan culturas productivas diferentas a la monoproducción de coca u otras plantas.[6]

 

Por el lado del tráfico ilícito de drogas, la estrategia de RID implica aplicar inteligencia operativa para la ubicación y apresamiento de capos, firmas, banqueros y empresarios lavadores de dinero. Implica también aplicar sanciones fuertes verificables y monitoreables, para autoridades policiales, militares, magistrados y políticos involucradas en delitos de TID y “jaladores” de niños y jóvenes mochileros y/o burriers para involucrarlos en el “negocio”. No debe haber sin impunidad contra estos delitos, especialmente de policías, militares y políticos.

 

De acurdo con ello, se debe apuntar a los verdaderos blancos y no a consumidores y/o micro-comercializadores, buscando vaciar las cárceles de delitos menores. Se debe combatir de verdad los eslabones intermedios de la cadena del TID, es decir, a los cabecillas de las bandas, firmas y cárteles, a los traficantes de insumos químicos y a los funcionarios y empresarios financieros de cuello blanco o uniforme verde que permiten el «lavado» de dinero y activos.

 

Lo anterior implica en el Perú la derogatoria deL Decreto Ley 22095 de febrero de 1978 aún vigente, por obsoleta y por promover el TID más que combatirlo. Implica también derogar sus disposiciones complementarias y modificatorias, sobre todo las que se promulgaron durante la dictadura de Fujimori y Montesinos. Esto debe llevarse a cabo en el marco de una campaña permanente nacional e internacional por la despenalización de la hoja de coca y su retiro de la Lista 1 de estupefacientes de la ONU apoyando la reivindicación boliviana.

 

Esta es, palabras más palabras menos, la misma estrategia de “domesticación de las drogas” que planteaba hace más de 15 años la jurista venezolana Rosa del Olmo y recoge en buena parte de sus escritos Ethan Nadelman desde la Drug Policy Alliance[7] y, por cierto el TNI de Holanda, WOLA de Estados Unidos y el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC)[8]. Lo propuesto no es algo nuevo, salvo insistir que hay que impulsar la estrategia no sólo por el lado del consumo, sino simultáneamente por el de la producción y el tráfico ilícito de drogas.

 

Hoja de ruta y viraje radical

 

Constatado lo anterior, debe impulsarse una estrategia RID cuya hoja de ruta mínima debería ser la siguiente: 1) evaluar seriamente las políticas impulsadas hasta ahora; 2) revisar los tratados internacionales sobre drogas, especialmente en lo relativo a la ubicación de la hoja de coca en la lista i de estupefacientes; 3) desechar la satanización mundial que existe contra consumidores y productores, y respetar a los que las producen y consumen tradicionalmente o por razones culturales; y, 4) promover los cambios necesarios a nivel de la producción, el tráfico y el consumo de drogas

 

Una nueva estrategia como la que está implícita en esta hoja de ruta, implica abordar integralmente el tema y dar por lo menos seis virajes radicales en el caso del Perú, viraje que intentó impulsar Ricardo Soberón desde DEVIDA en aplicación del Programa de La Gran Transformación:

 

1)    Primero, cambiar la actual política sobre drogas ofertista, prohibicionista y militarista que impulsa para todo el mundo el gobierno de los Estados Unidos y elaborar, consensualmente, una Política de Estado Propia (PEP) sobre drogas y sobre coca.

2)    Segundo, desarrollar, discutir y aprobar un marco legislativo e institucional nuevo que reemplace el del vigente decreto ley 22095 y sus dispositivos ampliatorios y modificatorios.

3)    Tercero, sistematizar y recoger los planteamientos reivindicativos y propositivos que han formulado los agricultores cocaleros en las más de 50 actas que han firmado desde 1999 con autoridades gubernamentales.

4)    Cuarto, diseñar e impulsar una estrategia de desatanización y revalorización nacional e internacional de la hoja de coca para su uso tradicional e industrial benéfico.

5)    Quinto, construir una base de datos realista y propia sobre extensión de cultivos de hoja de coca, productividades, calidades, precios, volúmenes y usos legales e ilegales.

6)    Sexto, cambiar la estrategia de «desarrollo alternativo» y «sustitución de cultivos» por una de desarrollo rural integral sostenible y sustentable orientada a la construcción de mercados locales, regionales y nacionales.

 

 Lima, 17 de Agosto 2012

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[1] Economista, coordinador del Área de Desarrollo Sostenible, Cambio Climático y Derechos Indígenas del CIDDH,  investigador asociado del Transnacional Institute (TNI) de Amsterdam y ex -Viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del MINAM.

[2] Véase de John Walsh “Ya llegamos? Midiendo el progreso obtenido en la guerra contra las drogas en Latinoamérica; WOLA, marzo 2005: http://www.wola.org/media/ya_llegamos.pdf

[3] Véase la Nota de Prensa en: http://www.unodc.org/unodc/es/press/releases/2012/June/unodc-chief-calls-for-health-development-and-rights-based-approach-to-drug-problem.html.

[4]  Véase el más reciente World Drug Report 2012 en : http://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/WDR2012/Executive_summary_spanish.pdf.

[5] Ello implica rechazar las confusas y satanizadoras campañas del tipo «Coca igual corrupción y violencia» o «A la droga dile no», permitidas por DEVIDA y promovidas por CEDRO y la Alianza para un Perú sin Drogas.

[6] La disminución de cultivos con fines ilícitos sin erradicación y fumigación debe ser una consecuencia y no una precondición para el desarrollo. O, como sostiene la misma UNODC en un  informe: La erradicación de los cultivos de drogas ilícitas en los establecimientos de los campesinos que carecen de alternativas viables socava el desarrollo.” (p. vii): http://www.unodc.org/pdf/Alternative_Development_Evaluation_Dec-05_S.pdf. .

[7] Véase: http://www.drugpolicy.org/about/keystaff/ethannadelma/

[8] Véase: http://www.idpc.info/php-bin/documents/IDPC_UngassNews_v6_Jan09_EN.pdf