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Las ideas aquí 
expuestas tienen el propósito de aportar al debate sobre la verdad de la guerra 
sucia en Colombia y su relación con la actual coyuntura política. Este debate 
está en el centro de la agenda nacional y puede transformarse desde la discusión 
de la parapolítica hacia la discusión sobre el paraestado. Su dinámica la ha 
colocado por fuera de control de sus principales protagonistas; del palacio 
Presidencial, el Congreso, la justicia, 
1 - DE 
El tema de la 
verdad sobre el paramilitarismo en Colombia está en 
el centro del debate político nacional. En torno a éste debate se ha 
entablado un pulso entre los partidarios del Gobierno de Uribe por un lado, y 
una franja de opinión  muy amplia, 
nacional e internacional, que se encuentra horrorizada con el destape de la 
tenebrosa y estrecha relación existente entre la cúpula paramilitar y sectores 
de las élites políticas, económicas, gremiales, militares y de inteligencia.
 
El tema de la 
verdad se le salió de las manos al Gobierno. No estaba en su 
agenda de negociación. Recordemos que en el segundo proyecto de Ley de 
Justicia y Paz presentado por el gobierno se propuso una confesión
opcional de los delitos cometidos 
por los desmovilizados, que conducía, entre otras normas, a la impunidad, a la 
no reparación y al desconocimiento de la verdad. De ahí las divergencias
 con el proyecto de ley presentado por 
los senadores Rafael Pardo, Gina Parody y Wilson Borja que proponían una 
confesión plena de delitos cometidos 
por los victimarios. Y las contradicciones mayúsculas con el propuesto por 
Hoy el Gobierno 
afirma que el destape de los nexos existentes detrás 
del proyecto paramilitar se debe a su política de negociación con los 
paras. Nada más incierto. Ha sido a pesar suyo y contra su voluntad. Fue 
Fueron los 
debates y las denuncias realizados en el Senado por diferentes sectores de la 
oposición, especialmente los desarrollados recientemente por el Senador del PDA 
Gustavo Petro, lo que catalizó el potencial de declaraciones, confesiones, 
investigaciones, detenciones y evidencias  que 
colocaron el tema de la  parapolítica en 
el centro del debate nacional y convocaron la atención internacional, incluyendo 
la de sectores influyentes en los Estados Unidos.
  
Entre éstos 
hechos vale la pena destacar la inculpación y detención de Jorge Noguera, nada 
menos que Director de la  agencia de 
seguridad del Estado, DAS, por pertenecer a la estructura paramilitar de Jorge 
40 y colaborar en los crímenes de sindicalistas de 
Se ha conocido 
además, que algunas multinacionales norteamericanas, 
 A éstos se le suman estudios, informes y 
declaraciones que revelan la coacción al electorado y el fraude electoral que 
acompañó a las elecciones del 2002 que eligieron a Álvaro Uribe a 
El clima se 
calentó aun mas con las nuevas detenciones de parlamentarios uribistas, que ya 
completan la primera treintena; la renuncia de 12 Generales de 
Todo éste 
panorama camina hacia una seria crisis 
de legitimidad del actual gobierno 
e introduce un nuevo nivel en la discusión sobre el paramilitarismo, 
cuando comienza a ser ubicado por sus jefes  como
una política de estado. Ambos 
asuntos tienen una influencia profunda en la actual crisis política y su 
desenlace va a determinar el rumbo inmediato y mediato del acontecer nacional. 
Lo que comenzó como un proceso de denuncias políticas sobre la conformación de 
poderes mafiosos en muchas regiones de Colombia y en algunas instancias del 
gobierno Nacional, toca ahora la almendra misma del bloque de poder del Gobierno 
de Uribe que, bajo el pretexto de la defensa de la seguridad del 
establecimiento, acudió a los métodos ilegales y criminales aplicados por los 
paramilitares durante mas de tres décadas de guerra sucia, en las cuales se 
intimidó la sociedad, se desvertebró la democracia y se entronizó en el poder el 
actual proyecto autoritario.
Las consecuencias 
mas significativas de ésta gran discusión pública son las tensiones del gobierno 
Colombiano con Washington y la crisis interna que se insinúa en el bloque de 
gobierno. La reciente negativa a compartir escenario con Uribe del ex 
Vicepresidente Al  Gore, posible 
candidato a suceder a Bush en 
En éste marco, 
las condiciones han mejorado para avanzar en el tema de la verdad. Razones 
tendrán los Jefes paramilitares cuando señalan que la verdad pone en peligro la 
gobernabilidad, que es como decir que la gobernabilidad
 se basa en la mentira.
La verdad 
histórica es condición 
indispensable para erradicar el paramilitarismo y va más allá de la confesión de 
los victimarios y las denuncias de las víctimas directas. Tratándose de delitos 
de lesa humanidad, las víctimas somos 
todos los colombianos. Por esto se necesita la participación de la sociedad 
afectada en su conjunto y de los representantes de la comunidad internacional. 
No se trata solamente de buscar justicia sino 
de conocer a fondo las causas, las doctrinas, los intereses, los autores 
intelectuales, los financiadotes, los beneficiarios, los agentes económicos, 
sociales y políticos, nacionales e internacionales, que fueron determinantes del 
proyecto paramilitar, para poderlo erradicar e impedir que se repita. Sin el 
conocimiento de las causas de ésta grave enfermedad nacional no es posible 
superarla. La tarea es desmontar, no legalizar, el proyecto paramilitar. 
Esto implica 
construir un punto de vista propio y ajustado a la realidad histórica. Tomar 
distancia de los discursos justificatorios –hoy hegemónicos- de las fuerzas 
defensoras del paramilitarismo que lo explican y justifican como una acción 
espontánea, defensiva y legítima de ganaderos y empresarios aliados al 
narcotráfico y al margen del estado. Si ésta fuera la discusión, quedaría 
reducida a los excesos y a los delitos de lesa humanidad cometidos por las 
fuerzas paramilitares y a la alianza con la mafia. El problema de fondo surge 
cuando se señala que la guerra sucia no se ha realizado al margen del estado 
sino que se construyó como un proyecto contrainsurgente apoyado desde sectores 
estatales y desde las élites políticas y económicas que han detentado el poder 
durante las administraciones de las últimas décadas. En éste caso no hay 
justificación posible, pues el Estado no 
puede, bajo ninguna circunstancia ni justificación, acudir a la ilegalidad y al 
crimen para defenderse. Esto lo hace ilegítimo.
Por esto, las 
verdades a medias que señalan al paramilitarismo como un producto exclusivo o 
principal del narcotráfico, elude la responsabilidad del estado y las élites y 
quiere ubicarla en cabeza de conocidos delincuentes del narcotráfico como los 
Gachas, los Escobares, los Castaño, los Arrollave, los Bernas, hoy muertos o en 
trance de ser extraditados hacia los Estados Unidos. El balance de la guerra 
sucia quedaría como un problema de delincuentes sin ninguna connotación 
política. Y el Gobierno y el Estado colombiano pasaría como
 un juez imparcial y justiciero acosado 
por los “dos demonios” violentos de derecha y de izquierda. Esto hace que la 
lucha por la verdad se convierta en un escenario de confrontación de la lucha 
política. Y valida un Gran Acuerdo por 
La primera tarea 
que se nos impone es impedir que se cambie la agenda de discusión pública y no 
caer en las innumerables trampas mediáticas y políticas que se cocinan desde 
palacio para lograrlo. Hay que insistir en el tema y ponernos a tono con el 
nuevo nivel que ha adquirido la discusión. Su desenlace no se puede diferir al 
escenario electoral del 2010. Sería perder un tiempo precioso y dejar la 
iniciativa a sectores del establecimiento que pueden cocinar un recambio del 
actual régimen mafioso a favor de las élites tradicionales “limpias” de 
paramilitarismo. 
2. DE
Un breve repaso 
de los hitos que ha tenido el proyecto paramilitar, nos permite examinar su 
evolución y los cambios de composición y naturaleza. Fueron 
cinco los momentos claves de la metamorfosis paramilitar:
 1). 
La creación de las Autodefensas. (Diciembre de1965). 
Las autodefensas fueron creadas como parte de las recomendaciones contenidas     
en el informe secreto de la visita del general Yarborough, Director de  
investigaciones de 
Tres años 
después, el presidente Guillermo León Valencia expidió el día de Nochebuena de 
1965 el decreto 3398 Por el cual se 
organiza la defensa nacional, que legalizó los grupos de autodefensa, 
embrión de los paramilitares. Este decreto fue convertido en legislación 
permanente mediante 
Al amparo de 
éstas normas se conformaron los grupos de autodefensa con el patrocinio de la 
fuerza pública y con ellos se le abrió paso a la participación de civiles 
armados en la confrontación interna. 
Fue la época de 
2) La 
formación del MAS, 
(Diciembre de 1981). La primera alianza de la contrainsurgencia con el 
narcotráfico.
Diez y 
seis (16) años después de su creación, las autodefensas establecieron la primera 
alianza con el narcotráfico alrededor del MAS, donde participaron según la 
investigación del Procurador Carlos Jiménez Gómez, miembros de la fuerza 
pública, el narcotráfico, los ganaderos y las Autodefensas del Magdalena Medio, 
aprovechando la reacción del Cartel de Medellín contra el secuestro de Martha 
Nieves Ochoa. 
Esta 
sigla fue utilizada en la década del 80 el Magdalena Medio, en una primera 
campaña de terror basada en masacres asesinatos y desapariciones que registraron 
las crónicas del Nóbel Gabriel García Márquez sobre el peligro de la 
“salvadorización del Magdalena Medio”. El centro de operaciones se trasladó a 
Puerto Boyacá y a las Brigadas Militares de ésta zona. Ahí se armaron, 
entrenaron y actuaron los primeros paramilitares bajo la orientación de 
miembros de la fuerza pública. Ahí comenzó la intervención de Agencias de 
inteligencia internacionales como 
La 
dirección de las Fuerzas armadas, bajo el mando de los Generales Landazábal y 
Samudio, ministros de defensa de los Gobiernos de Betancur y Barco, acudieron a 
la solidaridad de cuerpo con los miembros de las fuerzas militares investigados 
por pertenecer al MAS, hasta el punto que el 
  General 
Landazábal, pidió a los integrantes de las Fuerzas Armadas que donaran un día de 
salario para financiar la defensa de los inculpados. Años 
mas tarde, a raíz de la masacre de 
3) El 
engendro de los Pepes, 
(Noviembre de 1992). La segunda alianza con el narcotráfico.
Con la 
creación del grupo Perseguidos por Pablo Escobar, PEPES, se estableció una 
alianza entre Agencias del Estado, contrainsurgentes y narcotraficantes, donde 
actuaron Cartel de Cali, el Bloque de Búsqueda de 
4) La fundación de las AUC. 
(18 de abril de 1997). La tercera alianza con el narcotráfico.
Marca el período 
de mayor crecimiento y expansión del paramilitarismo cuando logra unir en una 
sola y poderosa organización confederada a todas las autodefensas del país (14), 
con todos los carteles de la mafia. En cinco años los 6 mil efectivos de las AUC 
se triplicaron. Se extendieron a todo el territorio nacional. Construyeron una 
economía de guerra basada principalmente en el narcotráfico. Adquirieron 
personería nacional y controlaron la política y las finanzas públicas en 
extensas regiones. Construyeron una dirección centralizada y adquirieron unidad 
de mando en manos de Carlos Castaño quién tenía asignado, por estatutos, la 
mitad de los votos del Estado Mayor.
Durante éstos 
cinco años de barbarie se realizaron el mayor número de asesinatos selectivos, 
masacres, desapariciones, desplazamientos y otras violaciones de derechos 
humanos. Se opusieron al proceso de paz con las FARC y sabotearon las 
conversaciones con el ELN. Participaron activamente en la política electoral en 
el 2002, conquistaron importantes alcaldías, 
gobernaciones y la tercera parte del Congreso y apoyaron la elección a 
En la interpretación de éste período es clave establecer el papel que jugaron 
los pactos en la sombra del departamento de Justicia de Washington y 
5) La legalización de 
El primero en 
plantear la negociación con los paramilitares fue Phil Chicola, encargado de 
Asuntos Andinos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, en octubre del 
2.000. Luego, en los primeros meses 
del 2002, lo propuso Otto Reich, Subsecretario de Estado. De acuerdo con esto, 
antes de entregar el mando el Presidente Pastrana, aprobó las salvedades a 
Los cambios 
internacionales y nacionales impusieron ésta negociación. Después del 11 de 
septiembre de 2001, las AUC fueron declaradas organizaciones terroristas. El 
incremento de la barbarie paramilitar y el reconocimiento hecho por Carlos 
Castaño de que el 70% de sus ingresos provenían del narcotráfico, aumentó la 
presión internacional. En los primeros meses del 2003, las AUC perdieron cerca 
de 1500 hombres en enfrentamientos militares con la guerrilla. La reingeniería y 
el fortalecimiento del ejército, y el triunfo electoral de Álvaro Uribe y su 
política de Seguridad Democrática, hicieron innecesario e inconveniente el 
mantenimiento de una fuerza contrainsurgente de carácter ilegal que involucra 
costos internacionales e internos muy elevados.
Todo ello
condujo al proceso de desmovilización
 del sector contrainsurgente del 
paramilitarismo.
En el proceso de 
las AUC, el ala narcotraficante de los paramilitares aprendió a construir 
ejércitos privados afianzados en el campo, aprendió las técnicas de la guerra 
irregular y a controlar mediante el terror zonas rurales claves para la 
seguridad y el negocio del narcotráfico. En la fase final de las AUC, la fuerza 
mas fuerte y hegemónica es el ala
narcotraficante. Hoy
se encuentra por fuera del 
control institucional, aislada internacionalmente, con una capacidad de 
interlocución disminuida y en manos de
Aunque el 
paramilitarismo actual no está en la cruzada contrainsurgente de los años 
anteriores, hay que decir que sigue siendo una fuerza represiva e intimidatorio 
del movimiento popular, con una fuerte conexidad con la fuerza pública, con mas 
de 6.000 hombres armados y control de importantes regiones, con grandes reservas 
de armamento, con buena parte de sus comandantes libres y con su base económica 
intacta. El esfuerzo del Presidente Uribe por declararlos una fuerza sediciosa, 
en abierta contradicción con las altas cortes, está orientada a legalizar su 
fuerza económica, política y militar. En el fondo, es el tercer intento de 
legalización después de la creación de las autodefensas y de las convivir.
Este es el marco 
en que se desarrolla hoy la lucha por la verdad, lo que nos permite desarrollar 
y recomendar una política muy amplia de acuerdos y alianzas con todos los 
sectores nacionales e internacionales interesados en el esclarecimiento de la 
verdad y en acabar con éste flagelo como una condición indispensable para 
construir democracia en Colombia. 
3. EL PRECIO 
DEL PODER PARAMILITAR
El precio pagado 
por la sociedad colombiana por el proyecto paramilitar es incalculable. Algunas 
cifras y datos nos dan una idea de ésta calamidad social. Alrededor de tres 
millones y medio de víctimas produjeron cuatro décadas de guerra sucia en 
Colombia, las cuales incluyen los 3 millones de desplazados, 
los miles de exilados políticos; los 90.000 asesinados en forma selectiva 
y en 7.500 masacres; los 8.000 desaparecidos, los 10.000 torturados. Cifras 
descomunales si la comparamos con el número de víctimas que produjeron todas las 
dictaduras del cono sur.
 Así se redujo al movimiento social y en 
especial al sindicalismo a su mínima expresión. El movimiento campesino fue 
desmantelado. La oposición reducida a sangre y fuego. La opinión democrática fue 
intimidada y los derechos  humanos 
entraron en una crisis profunda. Cuatro candidatos presidenciales, Luis Carlos 
Galán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, fueron, al lado de 
muchos colombianos ilustres, víctimas de quienes utilizaron el magnicidio como 
arma política. Los tres movimientos políticos de izquierda y renovación más 
importantes de las dos últimas décadas: el Galanismo, 
 
El amordazamiento 
de la democracia mediante el terror dio sus frutos. Las alianzas regionales 
entre paramilitares y el clientelismo político regional permitió su control en 
la mayoría del territorio nacional. Y le abrió el espacio al régimen autoritario 
que hoy nos gobierna, construido desde la ilegalidad, sobre la violencia,
 la violación de los derechos humanos, la 
corrupción política y el mas impresionante apoyo mediático de los medios de 
comunicación.  Así se construyó el Bloque 
del actual Gobierno, es una alianza entre los fundamentalistas de la autoridad y 
los fundamentalistas del mercado.
4)    
EL PAPEL DE 
Es 
necesario poner al descubierto el papel que ha desempeñado y desempeña la 
“Doctrina de Seguridad Nacional” impulsada por los Estados Unidos bajo las 
cuales se sustentaron las autodefensas, las convivir, y hoy, la política de 
seguridad democrática. En ella se sustentan los manuales y reglamentos de 
combate de 1962, 1963, 1969, 1987, 1979, 1990, 
los cuales 
orientan las operaciones del Ejército Colombiano a vincular a la población civil 
como actor o como blanco en la lucha contrainsurgente, en operaciones de 
inteligencia, sabotajes, contra-propaganda, acciones encubiertas, guerra 
sicológica y seguridad.
Bajo esa doctrina se han  entrenado 
10.000 militares entre los años 1956 y el 2003, en 
Recientemente, en 
el libro 
Esquilando al Lobo[2], 
producido por el Cuerpo de Generales y Almirantes 
en retiro que inspira a buena parte del estamento militar Colombiano, 
sostiene una versión moderna de la doctrina de Seguridad Nacional. En él se
acusa a la oposición política, al movimiento social y a los defensores 
del Estado Social de Derecho y de los Derechos Humanos, de desarrollar 
una “guerra política” y una “guerra jurídica” como parte de una acción 
soterrada de la lucha guerrillera contra el Estado. 
Se les señala  como el instrumento 
“mas eficaz” de la insurgencia, sin cuya derrota “no es posible conseguir la 
paz”. Tal tesis, de nuevo sataniza y socava cualquier posibilidad de lucha 
social o política de inspiración civilista, es fundamento del Estado Autoritario 
y alimenta la guerra sucia contra la población civil.
En estos temas 
debe establecerse un sistema de 
vigilancia y control nacional e internacional sobre la fuerza pública que 
puede tener como base las recomendaciones hechas por Human Rights Waths, en su 
informe de 2002.
5.-
El país debe 
conocer la verdad sobre la participación de las agencias de inteligencia 
nacionales e internacionales involucradas en el apoyo al paramilitarismo 
colombiano en tareas de capacitación, preparación, logística, información y 
venta de armas, y apoyar las iniciativas en curso tendientes a exigir la 
desclasificación de los archivos secretos de las agencias involucradas. Conocer 
la verdad sobre el papel de los cursos de adiestramiento militar realizados, con 
el aval de los comandos militares de Colombia e Israel, dentro y fuera de 
nuestro territorio, por oficiales de ejércitos extranjeros a
 dirigentes paramilitares de primera 
línea. Deben conocerse las investigaciones de las armas introducidas con destino 
a las AUC del caso Oterloo y otros. Debe conocer la verdad en torno a las 
relaciones de 
6.-  
Una política 
definitiva contra el paramilitarismo implica asumir la responsabilidad del 
Estado sobre éste flagelo. Esto no se puede diferir a las condenas que 
La fuerza pública 
tiene que asumir su responsabilidad y no ampararse en la poca convincente 
explicación de “los casos aislados”. El informe de Human Rights Waths del año 
2000 encuentra que casi la mitad de las 18 Brigadas del ejército colombiano 
estaban relacionadas con la actividad paramilitar, lo cual los llevó a declarar 
a los paramilitares como la “Sexta división de Ejército Colombiano”.
No es posible 
combatir el paramilitarismo sino se condena la impunidad y se robustece la 
independencia de la justicia. Casos como los de los Generales del Ejército Faruk 
Yanine Días, Rito Alejo del Río, Alvaro Velandia, Rodrigo Quiñónez, Fredy 
Padilla, Gabriel Díaz, Jaime Alberto Uzcátegui, Mario
 Montoya, Martín orlando Carreño, Alfonso 
Manosalva y de centenares de oficiales y suboficiales de la fuerza pública, no 
se pueden despachar a base de preclusiones y malabarismos jurídicos.
Es claro que no 
se puede acusar al conjunto de 
7. 
La existencia del 
conflicto interno en Colombia no se puede utilizar como argumento ningún 
representante del estado para justificar el accionar paramilitar, pues el estado 
está obligado a defenderse con los instrumentos de fuerza y de legalidad que le 
confiere 
El reconocimiento 
de la existencia del conflicto armado, nos lleva a las fuerzas democráticas de 
vocación civilistas a pugnar por la solución política y negociada del conflicto 
y a la aplicación del D.I.H. Esto no nos impide señalar que a la insurgencia 
armada colombiana le cabe una buena porción de responsabilidad en el desarrollo 
del paramilitarismo. Buena parte de la base social y de la simpatía que despertó 
el paramilitarismo en algunas regiones estuvo afianzada en errores y políticas 
que han afectado profundamente a la población civil. 
Nos referimos 
concretamente a la aplicación de una justicia arbitraria y operaciones de 
limpieza en zonas controladas por sectores de la guerrilla. Los ataques y la 
destrucción de poblaciones con “cilindros bombas” con enormes pérdidas para la 
población civil. Las llamadas “pescas milagrosas” que generalizaron el miedo 
entre la clase media urbana, y las “retenciones” y vacunas contra pequeños y 
medianos agricultores, comerciantes y productores, son hechos que produjeron tan 
grande efecto entre las clases medias urbanas y rurales que Carlos Castaño, en 
forma muy habilidosa definió su movimiento como “la expresión de la clase media 
colombiana”. Esto debe motivar una gran discusión en el seno de las fuerzas 
insurgentes y sus relaciones con la población civil. 
8. EL PARAMILITARISMO, LOS MONOPOLIOS 
Y LOS MACROPROYECTOS
Es necesario 
desentrañar de qué manera el paramilitarismo ha sido funcional y se beneficia de 
la actividad y los macroproyectos desarrollados por monopolios nacionales y 
extranjeros. Los enclaves paramilitares mas fuertes se dan en 
zonas mineras de oro,  
petróleo y de tránsito de oleoductos, del oriente de Antioquia, sur de Bolívar, 
medio magdalena, Arauca, Norte de Santander, y Sucre. En el carbón de 
9. ALGUNAS CONCLUSIONES.
Hoy, el 
Presidente Uribe identifica el desarme –por demás inflado y ficticio- de tropas 
paramilitares como un proceso de paz que llevó a su desmonte total. Nada más 
alejado de la realidad. Todavía no se ha desmontado un proyecto que comenzó como 
un instrumento de la contrainsurgencia y se convirtió en un proyecto de poder de 
la extrema derecha mafiosa que pretende perpetuarse en el Gobierno con la 
legalización de sus estructuras militares, el blanqueo de sus capitales, y el 
control político regional y nacional. 
El paramilitarismo es hoy un proyecto de acumulación de poder político y 
de riquezas económicas a través de las armas del cual no se han desmovilizado y 
no pretenden hacerlo. El paramilitarismo sigue siendo el principal factor de 
exportación de drogas ilícitas hacia Norteamérica y Europa. Mantienen el dominio 
de al menos 300 municipios y varias  
gobernaciones. Tienen el control de cerca de 5 millones de hectáreas conseguidas 
a base del terror, el genocidio y el desplazamiento. Han confesado 
controlar la tercera parte del Congreso de 
Su desmonte es un 
trabajo de mediano y largo plazo e implica cambios sustanciales en la conducción 
del país. Hoy estamos en el destape de la parapolítica, pero hay que encontrar 
la caja negra que establezca las razones del desastre nacional y avanzar hacia 
la construcción de 
Los cambios 
nacionales ocasionados por el destape de la política son vertiginosos. El 
rompimiento del bloque de Gobierno es una posibilidad en la medida en que se 
profundice el debate. Nuestro objetivo debe estar orientado a aislar del poder a 
los sectores de la extrema derecha que lo detentan, y ganar espacios para la 
democracia. La denuncia política sigue siendo un arma efectiva pero hay que 
pasar a otro estadio que incluya mayores niveles de movilización de sectores 
(como el movimiento estudiantil) que hoy recobran confianza en el ejercicio de 
la denuncia abierta y pública. Pero sobre todo, hay que producir
hechos políticos concretos que 
pongan sobre el tapete el cuestionamiento de la ilegitimidad del gobierno. Se 
necesita una acción integral que desenmascare el paramilitarismo como una 
política de estado y ubique la responsabilidad del Presidente Uribe. Involucrar 
al desarrollo de las acciones al movimiento de víctimas y apoyar su proceso de 
organización. Hay que apoyar la construcción del informe sobre impunidad para 
presentarlo a los tribunales internacionales. Convocar un gran movimiento por la 
verdad nacional e internacional, que articule 
todas las fuerzas interesadas en éste propósito; en el desarrollo de éste 
gran movimiento debe explorarse y crear las condiciones para un acuerdo nacional 
por la verdad. Debe levantarse una consigna dentro y fuera del país que oriente 
el boicot a la compra de productos y a los negocios con las empresas que han 
apoyado el paramilitarismo, especialmente a la empresa Chiquita Brand bajo el 
lema: “no compre paramilitarismo”. Y El llamamiento a
nuevas  elecciones 
generales, con financiación estatal y veeduría internacional, que permita 
poner en cuestión la legitimidad de éste gobierno, elegido fraudulentamente y 
bajo la presión armada de los paramilitares. Esto puede ser el camino hacia un 
nuevo pacto nacional bajo la forma de una Constituyente Nacional por la verdad, 
la justicia, la reparación y
Documento 
presentado al segundo seminario por la construcción de la tendencia socialista 
del PDA.   
OMAR ÑAÑEZ CAMACHO                    
                            ALFONSO R. CERA 
CÍRCULOS NUESTRAMÉRICA
Bogotá, 15 de 
mayo de 2007.
	
		
		
		
		
		[1]Cuartel 
		General, Escuela de Guerra Especial del Ejército de Estados Unidos, 
		tema: Visita a Colombia, Sur América, por el Equipo de Guerra Especial, 
		Fort Bragh, Carolina del Norte, 26 de febrero de 1962, Biblioteca 
		Kennedy, Casilla 319, Archivos de Seguridad Nacional. Grupo Especial, 
		Suplemento Secreto, Informe de Investigación en Colombia, citado por Mc 
		Clintock, o. C., p. 222. Referencia citada por Iván Forero en
		Voces del exilio (Carmen 
		Lydia Cáceres y Ana María Guerrero, Ediciones del Centro de Estudios 
		Políticos y Sociales, 2006).
[2] CUERPO DE GENERALES Y ALMIRANTES EN RETIRO DE LAS FF.MM., Esquilando al Lobo. Panamericana Formas e impresos. Bogotá, 2002.
©2011 Mama Coca. Favor compartir esta información y ayudarnos a divulgarla citando a Mama Coca