Tomado de greitd.free.fr/communicationscolloque/Gonzalezresume.doc


 Colloque organisé par le GREITD, l’IRD

       et les Universités de Paris I (IEDES), Paris 8 et Paris 13  

«Mondialisation économique et gouvernement des sociétés :

l’Amérique latine, un laboratoire ? »

Paris, 7-8 juin 2000

 Session IV : Corruption , criminalisation des pouvoirs , et  illégalismes

                          (8 juin, 13 h.30 -16 h.30)


Narcotráfico, economía especulativa y violencia El caso colombiano durante los noventa

Jorge Iván González

Profesor U. Nacional

jigonza[at]cable.net.co

7-jun-11

Resumen 

Durante los noventa el crecimiento de la economía colombiana fue de naturaleza especulativa.  La burbuja se reventó en el 98.  De este proceso se benefició el sector financiero y los capitales que pudieron centrarse en las actividades de intermediación y de comercialización.  El creciente déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos estuvo acompañado de un flujo continuo de capitales internacionales.  El peso se revalúo y las importaciones se aceleraron.  La industria y la agricultura nacionales perdieron competitividad.  La política monetaria aplicada por el Banco de la República, basada en la liberación de capitales y en la reducción de la inflación agravó el panorama.  Mientras que las autoridades monetarias afirmaban que la “tasa de sacrificio” de la política monetaria era cercana a cero, el desempleo aumentaba y la inversión productiva caía. 

Los dólares provenientes del narcotráfico no han sido la causa última de la especulación pero sí la han estimulado.  En medio de esta bonanza especulativa prosperó el contrabando y el lavado de los dólares se hizo más expedito.  El narcotráfico contribuyó a fortalecer la dinámica especulativa.  La lucha contra los carteles de Medellín y Cali cambió el panorama de la producción y de la distribución.  Los carteles se habían especializado en actividades de intermediación: compraban la pasta proveniente de Bolivia y Perú y colocaban la cocaína en Estados Unidos.  El debilitamiento de los carteles llevó al fortalecimiento de los grupos armados (guerrilla y paramilitares) y a un aumento considerable del área cultivada (cuadro 4 y figura 9).  La guerra se agudizó.  De alguna manera, todos los grupos insurgentes tienen relación con los cultivos ilícitos.  Los ingresos de la droga han favorecido la intensificación del conflicto armado. 

No obstante el crecimiento del área cultivada, los dólares que entran al país por narcotráfico tienden a disminuir (cuadro 1) A comienzos de los años noventa, los narcotraficantes Colombianos eran intermediarios: compraban la pasta en Bolivia y Perú y colocaban la cocaína en Estados Unidos.  El fortalecimiento de los grupos armados ha estado acompañado de una ampliación del área sembrada.  Colombia se ha convertido en el principal productor de cocaína y los narcotraficantes mantienen las funciones de intermediación. 

Economía especulativa y dólares del narcotráfico

 

Cuadro 1

Ingresos del narcotráfico
Millones de dólares

 

Total

Coca US

Coca Eur.

Marih

Heroína

 

 

 

 

 

 

76

1.520

1.120

 

400

 

77

2.180

1.680

 

500

 

78

2.560

1.960

 

600

 

79

2.130

2.080

 

50

 

80

2.800

2.400

 

400

 

81

3.660

3.360

 

300

 

82

4.520

4.320

 

200

 

83

4.170

4.000

 

170

 

84

4.490

4.320

 

170

 

85

4.270

4.160

 

110

 

86

3.875

3.840

 

35

 

87

5.270

5.200

 

70

 

88

3.655

2.090

1.400

165

 

89

4.170

2.240

1.750

180

 

90

3.756

2.016

1.540

200

 

91

3.360

1.760

1.350

250

 

92

3.728

1.668

1.260

300

500

93

3.393

 

 

 

 

94

3.393

 

 

 

 

95-98

2.219

 

 

 

 


Fuente: 76-92, Kalmanovitz (1992, p. 5).
93-94, Rocha (1995)
95-98, promedio estimado a partir de Rocha (2000)

 

Durante los noventa la economía colombiana atravesó por una fase especulativa [1]/.  La forma como se conjugó la independencia de la autoridad monetaria con la apertura cambiaria desencadenó una dinámica perversa, que repercutió de manera negativa en el balance fiscal, la producción, la competitividad  y el empleo.  Los dólares del narcotráfico no fueron los causantes de la especulación financiera, aunque sí contribuyeron a agudizarla. 

Durante los noventa se observa un notable incremento de la entrada de dólares a América Latina, así que la llegada de divisas es un fenómeno generalizado y no es exclusivo de Colombia [2]/.  Los ciclos de la afluencia y salida de capitales no guardan relación con los ingresos provenientes del narcotráfico. 

El cuadro 1 muestra la evolución que han tenido los ingresos por narcotráfico en los últimos 30 años [3]/.  Actualmente representan un 2.3% del PIB.  El año de mayor auge fue 1987.  Durante los noventa la tendencia de los ingresos por narcotráfico fue muy diferente a la del saldo neto de la cuenta de capitales (cuadro 2 y figura 1).  Mientras que desde comienzo de la década del noventa los narcodólares perdían importancia (cuadro 1), el saldo positivo de la cuenta de capitales aumentaba de manera acelerada (cuadro 2 y figura 1).  Ambas tendencias van en direcciones opuestas, así que el narcotráfico está lejos de ser el único causante de la afluencia de divisas.  Los ingresos de la cuenta de capitales únicamente empezaron a disminuir en el 98.

Figura 1

Balanza de pagos
Saldo neto de las transferencias de la cuenta corriente y saldo de la cuenta de capitales.
Millones de dólares


El eje izquierdo corresponde a los valores de la transferencias.  El eje derecho a los de la cuenta de capitales.

Fuente: Cuadro 2.

Cuadro 2

Balanza de pagos.
Saldo de las transferencias y de la cuenta de capitales.
Millones de dólares

 

Transf.

Capit.

 

 

 

70

26

334

71

34

345

72

35

227

73

35

215

74

55

283

75

48

112

76

51

203

77

46

-25

78

73

140

79

102

983

80

165

945

81

242

2041

82

169

2231

83

164

1436

84

299

944

85

461

2220

86

785

1079

87

1000

-9.2

88

963

937.8

89

898

478.6

90

1026

-1.3

91

1697

-782

92

1733

6.9

93

1138

2695

94

862

2999

95

694

5021

96

495

6518

97

611.8

6463

98

479

-4713

99

544

-330


Fuente: Banco de la República

 

Para entender mejor el impacto macroeconómico del narcotráfico debe tenerse en cuenta que no todos los dólares provenientes de la droga entran como dinero líquido.  Hay otras prácticas de lavado como el contrabando, la subfacturación de importaciones, etc.  La comparación de la evolución de las transferencias y de la cuenta de capitales es interesante porque refleja modalidades diferentes de lavado.  En los ochenta el rubro transferencias de la cuenta corriente se utilizó para este propósito.  También se lavó a través de la cuenta de servicios (Urrutia y Pontón 1993) [4]/.  En los noventa los mecanismos de lavado se modificaron.  La liberación cambiaria que se realizó a comienzos de la década, facilitó la entrada de narcodólares utilizando la cuenta de capitales.  El ascenso de la cuenta de capitales contrasta con la disminución del saldo de las transferencias.  En los noventa era más expedito lavar dólares vía cuenta de capitales o mediante el contrabando directo, que recurriendo a la subfacturación, los servicios o las transferencias [5]/.  En los noventa la subfacturación de importaciones disminuyó porque los dólares podían entrar directamente a través de la cuenta de capitales (Uribe 1995; Piedrahíta 1996; González y Jiménez 1999). 

Colombia tuvo control de cambios entre 1967 y 1991.  En el 91 se liberó la cuenta de capitales y, con el fin de estimular la repatriación de los dineros que los colombianos tenían en el exterior, se otorgó amnistía tributaria y cambiaria.  Se eliminaron las barreras a la remisión de capital y dividendos.  Ex-post y después de analizar lo sucedido con la producción y el empleo, hay suficientes elementos para afirmar que la liberación cambiaria fue el mayor error de política económica que se cometió durante los noventa. 

Los años setenta y noventa tienen un rasgo común: a los dólares del narcotráfico se les suma la afluencia de capitales provenientes de los países con excedentes de liquidez.   A diferencia de lo que sucedió en los setenta y en los noventa, en los ochenta los capitales internacionales fueron reacios a venir a América Latina.

 

Figura 2

Saldo de reservas netas
Millones de dólares


Fuente: Banco de la República.

En Colombia, en la segunda mitad de los años setenta se tomaron medidas muy severas para evitar la entrada de capitales.  Se restringió el endeudamiento externo privado, se aumentó el encaje sobre las exigibilidades externas de los bancos y se fijaron plazos máximos a los giros.  Sin embargo, estas medidas fueron parcialmente contrarrestadas por el bajo nivel de la devaluación nominal, por las expectativas de una mayor apreciación cambiaria y por el relajamiento de las restricciones administrativas al crédito.  Las restricciones no lograron impedir que el saldo de la deuda externa se elevara de 4.060 millones de dólares en 1978 a 10.000 millones de dólares en 1982 (Uribe 1995).  El principal determinante de la expansión de la base monetaria fue el aumento de las reservas internacionales.  De acuerdo con los cálculos de Figueroa, Urdinola y Vélez (1979) entre 1975 y 1979 el porcentaje de expansión de la base atribuible al sector externo pasó de 58% en 1975 a 113% en 1979 
[6]/. 

En los noventa la globalización financiera fue más intensa que en los setenta.  En los noventa Colombia hizo la apertura cambiaria antes que la apertura comercial.  Se eliminó la banca especializada y se le dio mayor flexibilidad al funcionamiento del sistema financiero [7]/.  Se facilitó el acceso de los intermediarios financieros a los flujos externos de financiación.  Por el lado fiscal, se disminuyó la tasa de tributación a la inversión extranjera, y se les dio el mismo tratamiento impositivo que a los nacionales.  Los movimientos especulativos se acentuaron a partir de 1991.  El diferencial de tasas de interés y las expectativas de revaluación del peso estimularon la entrada de capitales [8]/.  El saldo de las reservas creció de manera sostenida hasta 1997 (figura 2).

 

Figura 3

Indice de la tasa de cambio real (pesos por dólar)


La pendiente negativa significa revaluación del peso y la positiva devaluación.

Fuente: Banco de la República

La afluencia de dólares se tradujo en una revaluación del peso (figura 3).  La política monetaria restrictiva redujo el circulante y estimuló el alza de las tasas de interés, lo que a su vez estimuló una mayor afluencia de divisas.  La figura 4 muestra que desde  1993 la tasa de interés real ha estado por encima de la Libor.  En 1991 y 1992 la política monetaria fue laxa y la oferta monetaria (M1) creció, 32.4% y  41%, respectivamente.  No obstante este aumento de la cantidad de moneda, los precios bajaron gracias a la revaluación del peso y al crecimiento de las importaciones.  A partir de 1993 la política monetaria ha estimulado el alza de las tasas de interés de dos maneras.  En un primer momento, hasta comienzos de 1997, la política monetaria combinó medidas esterilizadoras con restricciones a la oferta: entre 1993 y 1996 la tasa de crecimiento de M1 cada vez fue menor.  La autoridad monetaria fue exitosa en el control de los medios de pago, pero tuvo que pagar un alto costo, expresado en el aumento de las tasas de interés.  A finales de 1997 disminuyeron las presiones hacia la revaluación, y con el fin de detener la pérdida de reservas, la autoridad monetaria tuvo que aumentar la tasa de interés.  El encarecimiento de los créditos evitó que las personas se endeudaran en pesos para adquirir dólares. 


Figura 4

Tasa de interés real de los CDT y Libor



La línea continua representa la tasa de interés real de los Certificados de Depósito a Término (CDT).  La línea punteada corresponde a la Libor nominal.

La tasa de interés real de los CDTs es igual a la tasa de interés nominal (promedio mensual) menos la inflación.

Fuente: Cálculos del autor a partir de Banco de la República.


Especulación financiera, deuda pública y crecimiento económico 

 

Figura 5

Tasa de crecimiento del PIB


Fuente: DANE

 

La figura 5 presenta las tasas de crecimiento del PIB.  La caída del 99 no tiene precedentes recientes.  La última vez que Colombia tuvo una tasa de crecimiento del PIB negativa fue en 1930-1931.  En el 99 la tasa de desempleo también llegó a un récord histórico (21%).  Los últimos estudios sobre industria y agricultura evidencia la pérdida de productividad y de competitividad [9]/.  La bonanza de los años noventa y la revaluación del peso no se reflejaron en una modernización del aparato productivo, sino en un incremento notable de la demanda de bienes de consumo.  La figura 5 muestra claramente el boom 91-97.  Esta bonanza fue de naturaleza especulativa.  El consumo creció y el ahorro se deterioró.  La tasa de ahorro privado pasó de 12.7% del PIB en 1990 a 6.8% en 1997.  El ahorro se destinó al consumo y no la inversión.  Entre 1990 y 1996 el consumo, como porcentaje del PIB, creció de 76% a 83%, mientras que la formación bruta de capital fijo se mantuvo constante en el 17%.  Así que la bonanza de los noventa no se tradujo en inversión productiva.  El crecimiento del consumo es consistente con el aumento persistente del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos (cuadro 3 y figura 8).  Una expresión clara de este menor ahorro es el notable incremento de la deuda externa privada, que a finales de 1997 llegó a 15.378 millones de dólares, equivalente a un 16% del PIB (Alonso y Olaya 1998).  En 1991 la deuda externa privada representaba el 6% del PIB.  En seis años aumentó 10 puntos del PIB.

En este proceso los dólares del narcotráfico no han jugado el papel determinante, aunque sí han contribuido a echarle leña al fuego.  Pero muchos de los efectos son indirectos y no pueden ser explicados por fuera de la dimensión política.  El contrabando, la importación de bienes de consumo, la especulación con las propiedades urbana y rural [10]/, la ampliación de la ganadería en contra de los cultivos, el fortalecimiento de grupos de defensa privados (paramilitares) en el campo, el secuestro, etc., han agravado la situación.  La guerra que se vive ahora en Colombia también se alimenta de los cultivos ilícitos y del narcotráfico.  Los principales grupos armados (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC -, Ejército de Liberación Nacional - ELN -, y paramilitares) cubren zonas en las que hay cultivos ilícitos. 

La política macroeconómica que se ha aplicado en Colombia durante los noventa ha estado muy marcada por dos hechos que se presentaron a comienzos de la década: la autonomía del Banco de la República y la apertura de la cuenta de capitales.  Al destacar su relevancia, no niego que durante la década tuvieron lugar otros eventos importantes: la liberación comercial, el aumento del gasto público, la ampliación de la brecha fiscal, el boom del consumo, la especulación financiera, la desindustrialización y la desagrarización, la agudización del desempleo, el crecimiento de la deuda externa privada y de la deuda interna pública, etc.  No obstante su pertinencia, estos hechos no alcanzan a tener tanta fuerza explicativa como la autonomía del Banco de la República y la apertura de la cuenta de capitales que, además, ofrecen un marco de análisis suficientemente amplio para interpretar los demás acontecimientos.  La forma como se conjugó la independencia de la autoridad monetaria con la apertura cambiaria desencadenó una dinámica perversa, que repercutió de manera negativa en el balance fiscal, la producción, la competitividad  y el empleo. 

A finales del año 99, el gobierno firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (Banco de la República y Ministerio de Hacienda 1999).  En este diagnóstico se desconoce el vínculo el impacto negativo que tuvo la política monetaria y cambiaria en la actividad económica real.  Se parte del supuesto de que la tasa de sacrificio ha sido cero.  En el texto de acuerdo con el FMI se dice: 

“... el deterioro del desempeño [de la economía colombiana] ha sido resultado de choques externos, de la incertidumbre política, de la intensificación del conflicto armado interno, y de los crecientes desequilibrios fiscales que han impuesto una pesada carga a las políticas monetaria y cambiaria” (Banco de la República y Ministerio de Hacienda -BR-MH-FMI- 1999, p. 7).

Es cierto que los choques externos, especialmente los financieros, han tenido repercusiones negativas en la actividad económica interna.  Pero en el examen del BR-MH-FMI se olvida que el impacto de los golpes externos se intensificó porque el país renunció al control de cambios.  La apertura de la cuenta de capitales dejó a la economía colombiana sin protecciones.  Mientras que otros países, como Chile, mantuvieron los controles de capitales, la administración Gaviria (1990-1994) tomó la decisión radical de eliminar las regulaciones cambiarias.  El diagnóstico BR-MH-FMI exonera de toda responsabilidad a las políticas monetaria y cambiaria.  Le atribuye el origen de los males a la crisis política, a la guerra interna y al déficit fiscal.  De acuerdo con esta lectura, la autoridad monetaria y cambiaria sólo ha sido una pobre víctima, que ha tratado de responder de la mejor manera posible a los impactos de la crisis asiática, a los excesos de la guerra y al irresponsable manejo que han hecho los políticos del gasto público. 

Es curioso que el informe del BR-MH-FMI apenas haga comentarios marginales sobre deuda pública.  En su último informe sobre la situación de las finanzas del Estado, la Contraloría General de la República (CGR 1999) reitera la preocupación, expresada años atrás (CGR 1995), porque la deuda pública, especialmente la interna, está creciendo a ritmos acelerados.  El más reciente documento de la Contraloría (CGR 1999) tiene dos características relevantes.  De un lado, evidencia el vínculo que existió durante los noventa entre la política monetaria restrictiva y el aumento de la deuda pública interna.  Y, de otra parte, muestra que la deuda pública interna ha contribuido a la agudización del problema fiscal. 

Figura 6

Saldo de la deuda (interna y externa) del Gobierno Nacional, como porcentaje del PIB


Fuente: Cálculos del autor a partir de CGR (1999, p. 50).

La emisión de títulos de deuda interna fue el mecanismo privilegiado que se utilizó para disminuir el circulante.  La figura 6 muestra la evolución de los saldos de la deuda (interna y externa) del Gobierno Nacional.  Entre 1991 y 1998 el saldo de la deuda interna creció de manera continua: pasó de 0.8 billones de pesos a 15.5 billones de pesos.  La deuda pública externa se reduce en la primera mitad de los noventa porque se hicieron muchos prepagos. 

A medida que el saldo de la deuda aumenta, también crecen los intereses y las nuevas emisiones se destinan a pagar los intereses de las antiguas.  Según estimaciones de la CGR (1999, p. 81), en el 96 cerca del 94% del valor de las nuevas emisiones de TES (Títulos de Tesorería) se destinó al pago del servicio de la deuda.  Así que los recursos que el gobierno obtuvo a través de la emisión de bonos de deuda interna no se dedicaron a la inversión sino al pago de intereses.  El crecimiento de la deuda crea una bola de nieve que obliga a emitir para pagar deudas anteriores, con el agravante de que el objetivo de reducir circulante mediante la emisión de deuda pública interna únicamente tiene validez en el corto plazo.  El mecanismo fracasa en el mediano plazo porque cuando los títulos se van madurando, el gobierno tiene que pagarle a los tenedores, lo que lleva a incrementar la masa monetaria en una cantidad superior a la inicial: además del capital deben reconocerse los intereses.  La deuda interna ha agudizado el desequilibrio fiscal [11]/.  En el 97 y 98 el costo del servicio de la deuda interna del Gobierno Nacional es similar al de los servicios personales.  Ambos rubros oscilan alrededor del 3.2% del PIB.


Figura 7

Ingresos corrientes y desembolsos del crédito interno como porcentaje de los pagos totales del Gobierno Nacional


El eje vertical izquierdo corresponde a los ingresos corrientes y el eje vertical derecho a los desembolsos del crédito interno.

Fuente: Cálculos del autor a partir de CGR (1999).
 

La situación de las finanzas públicas es dramática porque la deuda interna, como fuente de financiación, está desplazando a los ingresos corrientes.  La fragilidad estructural de las finanzas públicas que ya había sido señalada por la Comisión de Racionalización del Gasto (1997) se ha agravado.  Las curvas de la figura 7 indican el peso que tienen los desembolsos del crédito interno y de los ingresos corrientes en los pagos totales del Gobierno Nacional.  Las tendencias son elocuentes.  En el período considerado (1990-1998) la importancia relativa del crédito interno en la financiación de los pagos totales pasó del 8.4% al 30.2%.  Mientras tanto, la de los ingresos corrientes bajó de 84.9% a 63.7%.  La situación es insostenible.  Pero obsérvese que este diagnóstico, a diferencia del que ha propuesto el BR-MH-FMI, no centra la atención en las transferencias o en los servicios personales, sino en el manejo que se le ha dado a la deuda pública interna.  Y, por tanto, ubica el origen de los males fiscales en la forma como la política monetaria restrictiva trató de responder a las inestabilidades causadas por la afluencia de capitales.  Comparados con los desembolsos del crédito interno, los incrementos de los servicios personales y de las transferencias han sido menos rápidos.  Entre el 90 y el 98 los desembolsos del crédito interno, como porcentaje del PIB, pasaron del 1% al 5.5%.  Las cifras correspondientes para los servicios personales fueron 2.2% y 3.3%.  Las transferencias subieron, también como porcentaje del PIB, del 4.9% al 8.3% [12]/.  Por consiguiente, la principal causa del deterioro de las finanzas públicas no han sido los servicios personales y las transferencias, sino la deuda pública interna.

Equilibrio macroeconómico

 

 

Cuadro 3

Balance macroeconómico

 

 Sec. Púb

Sec.Ext

Bal Priv

91

0.2

5.5

5.3

92

-0.2

1.8

2.0

93

0.3

-4.0

-4.3

94

0.2

-4.4

-4.6

95

-0.6

-5.4

-4.8

96

-2.0

-5.6

-3.6

97

-3.1

-6.2

-3.1

98

-3.7

-5.7

-2.0

99

-4.6

-1.3

3.3


Fuente: Banco de la República.

El cuadro 3 y la  figura 8 presentan la evolución de los tres equilibrios macroeconómicos entre 1991 y 1999.  La situación es muy distinta antes y después de 1995.  Entre 1991 y 1995, el saldo de la cuenta corriente pasó de +5.5%  del PIB a –5.4% del PIB.  Y, entre tanto, hubo equilibrio fiscal.  En este período el ahorro privado compensó la evolución de la cuenta corriente.  El cambio que tiene lugar en el 95 es importante porque el desahorro privado llega a un límite y el desequilibrio externo tiene que comenzar a ser compensado con el desahorro público.  El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos fue estimulado por la revaluación del peso, consecuencia de la abundancia de dólares.  Una vez que el déficit fiscal comienza a intensificarse, los dólares también han sido utilizados para solucionar los problemas financieros del Estado.  A diferencia del diagnóstico del BR-MH-FMI, el desbalance fiscal no antecede sino que es consecuencia de los problemas originados en el frente externo. 


Figura 8

Componentes del equilibrio macroeconómico




“Fiscal” es el balance del sector público, “Extern” es el saldo en cuenta corriente, “Privad” es el balance del sector privado.

Fuente: DANE y Banco de la República

A pesar de que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se intensificó hasta 1998 (pasó de 2 mil millones de dólares en 1993 a 5.8 mil millones en 1998) la dinámica de la cuenta capitales compensó los faltantes de la cuenta corriente.  Así que el crecimiento en el déficit de la cuenta corriente estuvo acompañado de un aumento de las reservas internacionales (figura 2).  El aumento de las reservas acompañado de un crecimiento del déficit en cuenta corriente crea una situación explosiva.  En el 99, como consecuencia de la recesión, las importaciones han disminuido.  Este ajuste del sector externo, por la vía de la recesión, muestra el debilitamiento de la demanda interna.  Se trata de un ajuste pasivo.  El panorama hubiera sido muy distinto con un ajuste activo, conseguido a través de un aumento de las exportaciones.  Además de la revaluación, el bajo dinamismo de las exportaciones se explica por el deterioro de los términos de intercambio y por los problemas económicos de los vecinos, Ecuador y Venezuela. 

El área cultivada 

El área de los cultivos ilícitos ha aumentado.  El cuadro 4 y la figura 9 presentan las cifras correspondientes a cocaína en Colombia [13]/.  El DANE (1998) estima que en el 94 los cultivos ilícitos equivalían al 6.9% de la producción agropecuaria total.  El cuadro 4 y la figura 9 plantean dos problemas diferentes: la extensión del área cultivada y las limitaciones de la política de erradicación.

 

Cuadro 4

Hectáreas de producción de coca y hectáreas erradicadas

 

Producc.

Erradic.

%

 

1

2

2/1

 

 

 

 

92

41206

944

2.3

93

49787

846

1.7

94

46400

1420

3.1

95

53200

25402

47.7

96

69200

23025

33.3

97

79100

41797

52.8

98

101800

49527

48.7

99

122000

44195

36.2


Fuente: Vargas (2000, p. 23)

No hay un vínculo claro entre las variaciones del área cultivada y las fluctuaciones de los narcodólares (cuadro 1).  A partir de la segunda mitad de los noventa se observa un notable aumento de las hectáreas de cocaína cultivada en Colombia.  La producción nacional ha ido sustituyendo a las plantaciones de Bolivia y Perú.  Desde la perspectiva del narcotraficante colombiano, la mayor cercanía de la hoja y de la pasta debería traducirse en un aumento de la ganancia.  Pero, en contra de lo esperado, el crecimiento del área cultivada ha estado acompañado de una disminución de los ingresos provenientes del narcotráfico.  Esta falta de simetría podría explicarse por diversas razones: el desmantelamiento de los carteles de Cali y Medellín, el desarrollo de nuevas formas de lavado y las fluctuaciones de la demanda. 

El desmantelamiento de los carteles de Cali y Medellín, que tuvo lugar en la primera mitad de los noventa, podría estar incidiendo en una reducción de los ingresos originados en la etapa de comercialización.  Kopp (1997, p. 45) desagrega la importancia relativa que tiene cada una de las etapas de la producción y de la distribución en el precio final de la cocaína.  Los costos asociados al cultivo representan el 0.5% del precio final.  Al exportar la cocaína de Colombia, se agrega un 1% adicional.  Al recibir la droga en Miami el porcentaje sube a 9.5%.  Así que entre el cultivo, la exportación de Colombia y la recepción en Miami, apenas se ha formado un 11% del precio final de la cocaína al detal.  Es claro, entonces, que al intensificar la producción y disminuir la comercialización, se reduce el monto global de los ingresos provenientes de la droga.


Figura 9

Hectáreas de cultivo de coca y hectáreas erradicadas


La línea superior continua es el área cultivada y la línea punteada inferior representa el área erradicada.

Fuente: Cuadro
4.

El desarrollo de nuevas formas de lavado también explica la asimetría.  La forma y las razones que inducen al lavado no es un problema únicamente técnico (Salama 1999).  Los aspectos éticos y las motivaciones subyacentes a lo que Veblen (1899) llamaba el consumo conspicuo, inciden en las modalidades de lavado.

La noción de lavado establece a-priori una distinción entre el origen del activo y la legitimación del activo.  Esta es una distinción fundamental.  El lavado ataca los procesos relacionados con la legitimación del activo con la idea implícita de que por esta vía se combaten, de manera indirecta, las actividades ilícitas que dieron origen al activo.  Este planteamiento da pie para distinguir dos lógicas diferentes que llamaré, por falta de un mejor término: “hacia adelante” y “hacia atrás”.  La lógica hacia adelante central a atención en los procedimientos de lavado.  La lógica hacia atrás examina si las cortapisas que se imponen al lavado están obstaculizando la actividad ilícita que origina el activo.  Lo ideal sería buscar complementariedad entre ambas.  Pero ello no siempre es posible.  Piénsese, por ejemplo, en el caso de los activos de un dictador colocados en uno de los paraísos fiscales.  Supongamos un caso extremo en el que se lograra eliminar toda posibilidad de que los dictadores laven sus activos a través del sistema financiero internacional.  Esta lucha radical contra el lavado no implica, ipso facto, la eliminación de la práctica ilegítima que originó el activo: la extorsión realizada por el gobierno dictatorial.  De este ejemplo se sigue que el éxito de la lucha contra el lavado “hacia adelante” no garantiza un triunfo “hacia atrás”. 

La lógica “hacia adelante ofrece tres opciones: i) lavado a través de instrumentos y organizaciones legales, ii) lavado a través de instrumentos y organizaciones que sin ser legales son reconocidas y estimuladas por la sociedad y, iii) no lavado y reciclaje del activo en otras actividades criminales. 

Hay activos que se lavan a través de procesos legales.  El ejemplo más común es el lavado vía la intermediación financiera formal.  Pero hay numerosos ejemplos más: la compra del billete de una lotería que cumple todos los requisitos legales, la donación de dinero al párroco de la localidad, la financiación de campañas políticas, etc.  En estos casos el dinero estimula actividades legales.  Sin examinar de manera detallada los numerosos problemas éticos que plantean estas dinámicas de lavado a través de canales legales.  Los capos de la mafia en algunas zonas de Colombia y en regiones de Italia despiertan simpatía porque destinan sus excedentes a crear fuentes de trabajo o a mejorar el bienestar de la población.  Reacciona de la misma manera la empresa legal que ante un problema de liquidez acepta que sus acciones sean compradas con recursos provenientes de actividades ilegales.  Este fenómeno se presentó en Cali y Medellín.  Corresponde al mismo esquema la colusión que se crea entre las organizaciones criminales y los políticos.  Las dificultades que plantean estas acciones de lavado son más relevantes cuando se introduce en el debate las otras dos opciones en la vía hacia adelante. 

El lavado a través de instrumentos y de organizaciones que sin ser legales son reconocidas y estimuladas por la sociedad, plantea un problema adicional: el de la represión o el del reconocimiento de dichos instrumentos y organizaciones.  El caso más claro es el de los sanandresitos en Colombia (González y Jiménez 1999) [14]/.  Los sanandresitos son aceptados por la sociedad y tolerados por el gobierno, así haya pleno conocimiento de que la mayor parte de los artículos extranjeros llegan mediante contrabando abierto. 

La tercera opción es el no lavado, o del reciclaje a través de otras actividades ilegales.  Esta situación se presenta, por ejemplo, cuando se compra armamento en el mercado negro con dólares provenientes del narcotráfico.  Si, además, este armamento termina en manos de uno de los grupos insurgentes, el dinero ilegal nunca se lava.  El vínculo que se ha presentado los últimos años entre los grupos armados y la producción de cocaína podría estar impulsado esta forma de lavado.  Y como todos los procesos son ilegales, los indicios se pierden. 

Finalmente, la relación entre el área plantada y la dinámica de la demanda no es directa ni proporcional.  Kopp (1997) muestra que los determinantes de la demanda de drogas ilícitas es complejo y que no puede afirmarse que la curva que relaciona la utilidad del drogadicto con la cantidad consumida (x) sea convexa, u’(x) > 0, u’’(x) > 0.  Si ello fuera así, la demanda de droga aumentaría de manera exponencial.  La demanda de droga, concluye Kopp, tiene una serie de características que no niegan la concavidad propia de las funciones de utilidad convencionales u’(x) > 0, u’’(x) < 0. 

La política de erradicación continúa mostrando sus fracasos.  El área cultivada aumenta en lugar de disminuir.  El llamado Plan Colombia, que discute actualmente el Congreso norteamericano, busca intensificar la guerra e incrementar las acciones de destrucción de cultivos.  La droga se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación de los grupos armados colombianos, así que la búsqueda de la paz tiene que pasar por alternativas de despenalización y legalización. 

 

Conclusiones 

Desde el punto de vista macroeconómico los dólares del narcotráfico no fueron la causa de la burbuja especulativa de los años noventa, aunque sí contribuyeron a agudizarla. 

La liberación cambiaria realizada a comienzos de los noventa, en un momento de gran afluencia de capitales internacionales, desencadenó un círculo perverso que alimentó la especulación y golpeó al sector real de la economía.  La revaluación del peso unida a las altos intereses, estimuló la entrada de capitales que, a su vez, generaron nuevos desequilibrios.  La lucha anti-inflacionaria del Banco de la República tuvo enormes costos.  La tasa de sacrificio de la política monetaria fue muy elevada.  A medida que se iban destruyendo el tejido industrial y agropecuario, el sector financiero incrementaba sus ganancias.  La concentración del poder financiero se consolidó y el margen de intermediación se mantuvo alrededor de 11 puntos.  La burbuja se reventó en el 98 y ahora la economía pasa por el peor momento de los últimos 60 años. 

La lucha contra los carteles colombianos de la droga y las políticas de sustitución y erradicación de cultivos aplicadas en Bolivia y Perú, le abrió espacio a los grupos armados, que poco a poco han ido vinculando la financiación de la guerra a la protección de las plantaciones ilegales.  La desconfianza que causa la guerra en los mercados internacionales ya es evidente.  El spread de los papeles colombianos se ha ido ampliando y la inversión extranjera ha caído.  Es urgente que Colombia insista en una agenda internacional en la que se incluya el debate sobre la despenalización y la legalización de la producción, la distribución y el consumo de las drogas.

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[1]/ La especulación se presenta como financiarización (Giraldo, Salama, González y Mora 1998).

 

[2]/ Ver, Calvo, Leiderman y Reinhart (1993, 1994).

 

[3]/ ANIF (1980, p. 32) estima que en los setenta Colombia recibía anualmente 2.200 millones de dólares por marihuana.  La cifra de Junguito y Caballero (1978) era de 500 millones de dólares.  Por el lado de la cocaína el valor calculado era de 154 millones de dólares.  En el caso de la marihuana, los cálculos de Kalmanovitz (1992), cuadro 1, son menores que los de ANIF y más cercanos a los de Junguito y Caballero.  Ver, también, Anif (1980 b); Kalmanovitz (1990); Salama (1999).

 

[4]/ Tiene razón Steiner (1997, pp. 56-59) cuando afirma que no se cuenta con la información necesaria para saber exactamente cómo se descomponen las cuentas de transferencias y servicios.  No es posible determinar con precisión qué parte de estas cuentas corresponde a lavado.

 

[5]/ En Colombia, durante 1996, el contrabando abierto vía los “sanandresitos” permitió lavar 878 millones de dólares (González y Jiménez 1999).

 

[6]/ Ruíz y López (1980, p. 3) calculan que entre 1967 y 1978 el sector externo explicó el 50% del crecimiento de la oferta monetaria.

 

[7]/ Para un análisis de los primeros resultados de estas medidas, véase Banco de la República (1996).

 

[8]/ La causalidad que existe entre el diferencial de rentabilidades y la afluencia de capitales ha sido un tema muy discutido en la literatura.  Junto con la brecha de rentabilidades, la afluencia de capitales también está asociada a la disminución del “riesgo país” y a la relocalización de las inversiones.  Sobre la interacción entre las causalidades, ver Cárdenas y Barrera (1994, p. 192); Herrera (1993); Cárdenas (1993); Calvo, Leiderman y Reinhart (1993, p. 37); Posada y Misas (1995).

 

[9]/ Ver, por ejemplo, Chica (1996); Garay (1998); Echeverri y Ribero (1998).

 

[10]/ Castelli (1999) presenta cifras sobre la especulación inmobiliaria en 11 ciudades de Colombia y en Quito.

 

[11]/ “... parte de la crisis fiscal del país en los últimos años guardó íntima relación con la evolución de la deuda pública interna y especialmente con el servicio de la misma” (CGR 1999, p. 83).

 

[12]/ Entre 1990 y 1998, la participación de los servicios personales en los pagos totales del Gobierno Nacional se mantuvo alrededor del 18% y la participación de las transferencias en los pagos totales aumentó del 41% al 45%.

 

[13]/ Salama (1999, p. 323) presenta un cuadro comparativo de la producción de cocaína en Bolivia, Perú y Colombia, en el período 1980-1995.

 

[14]/ Los sanandresitos son centros comerciales.