La transición de Jibina*, de sujeto a objeto

Apreciaciones de un nuevo producto


Javier Sosa RUIZ [1]

 

 

 

Para el pueblo uitoto, jibina es sinónimo de fuerza, es medicina. La hoja de coca es la materia prima del mambe, que se puede elaborar al interior del hogar para los hombres de la familia, o en la maloka para toda la comunidad donde es parte fundamental de la celebración de fiestas. El mambe es alimento, es vida; mambeando se planifica la chagra, que es la porción de la selva destinada a los cultivos de consumo familiar y el mambeadero, ubicado en el costado sur oriental de la maloka; un lugar de reflexión y enseñanza.

 

El presente ensayo recoge algunas apreciaciones en torno al significado de la coca para los uitotos y de sus posibles transformaciones en el momento de entrar en colisión con una economía de mercado; las ideas que siguen a continuación son fruto de la investigación realizada para la elaboración de mi trabajo de grado[2]. En una de las entrevistas realizadas, me sorprendió este testimonio: “yo estoy hecho de mambe...”; una frase que para mí es un claro reflejo del valor simbólico que le asigna el pueblo Uitoto a la planta de coca. Sin embargo, poco antes de terminar mi fase de campo observé en repetidas ocasiones que el mambe se vendía; incluso yo compré una cantidad equivalente a 5.000 pesos colombianos para mostrarlo en la sustentación del trabajo de grado. Este hecho hizo que, al finalizar mi tesis, me quedara la sensación incipiente de haberme concentrado demasiado en algunos aspectos macro-culturales y ecosistémicos del problema, descuidando la cotidianidad de una comunidad.

 

La venta de mambe hace parte de esa cotidianidad, y este ensayo es para mí la mejor manera de entender y describir cómo una planta sagrada se comercializa y se convierte en un producto. Pretendo entonces presentar un análisis, dentro del marco de la ecología política, sobre la venta del mambe en la comunidad Uitoto que habita en el Kilómetro 11 de la vía Leticia - Tarapacá. Para este fin es prioritario presentar un marco teórico referenciado a la zona de estudio y buscar en la historia antecedentes que contribuyan a la explicación de este tipo de manifestaciones.

 

 

Antecedentes: síntesis histórica del comercio de coca .

 

En la investigación realizada por Hermes Tovar Pinzón en 1994[3] se demuestra que el comercio de la hoja de coca no es nuevo, ni es una inquietud que surja simplemente como respuesta a la cercanía a un centro urbano. Esta historia se remonta al siglo XIII cuando la coca cultivada en las zonas bajas de los trópicos, especialmente en las selvas del Amazonas, era un articulador de estructuras de intercambio entre comunidades de selva y señoríos que dominaban las alturas.

 

Según Tovar[4] la historia de la coca inicia con los incas, cuando éstos decidieron expandir los cultivos y asumir el control y manejo de su producción (entre 1250 y 1315). Así, Inca-Roca envió un contingente de 15 mil guerreros a ocupar tierras aptas para el cultivo de la coca. La expansión continuó en 1471 con Tupac Inca, y de 1493 a 1525 en cabeza de Huayna Cápac. La coca se constituyó en el principal proyecto tributario del imperio del Cuzco. Entre tanto, otros pueblos como los chibchas, habían convertido a la coca en un producto importante de intercambio y tributo.

La misma investigación describe cómo durante la conquista de América, los españoles reorganizaron la economía indígena y ampliaron el mercado de la hoja de coca, especialmente después de 1545, cuando descubrieron las minas de plata de Potosí (Ecuador) y los trabajadores demandaban las propiedades de la planta. A mediados del siglo XVI, en el Nuevo Reino de Granada, Soatá (Boyacá) era la capital de la coca y lugar de intermediación para su comercio. Posteriormente, a finales del siglo XVIII enormes haciendas azucareras entraron en crisis y optaron por cultivar coca; por la misma época, en las yungas de Bolivia (tierras calientes) había 345 haciendas dedicadas a cultivar este producto para Potosí, con producciones de 2 a 3 mil toneladas. Otro ámbito de la economía generada por la coca eran los “cocatakis”, personajes que iban desde el altiplano hasta las yungas y recogían coca para venderla en las minas; este tipo de intermediación fue aprovechado por los terratenientes en los periodos de ausencia de los “cocatakis” para apropiarse de las yungas y configurar –como en el caso de Bolivia–, lo que hasta el siglo XIX ha sido uno de los centros más importante de la producción de coca. En las yungas bolivianas, especialmente en Coripata surgió una de las fuerzas políticas más importantes: los terratenientes coqueros, con un poderío reconocido entre los siglos XVIII y XX.

 

La coca entonces pasó de ser un eje articulador de estado en culturas como la Inca, a un elemento bien aprovechado por los españoles para diezmar los pueblos a través del control de la producción y beneficiarse de la productividad que generaba como suplemento alimenticio en las labores de minería; finalmente decantó en una figura de poder legitimado en las altas esferas de la política pública.    

 

 

La Ecología Política

 

Como se advierte en esta síntesis histórica, las relaciones entre un producto como la coca, con una dimensión ritual y simbólica indiscutible, y el mercado o el intercambio comercial, no son nuevas, ni tampoco lo es la problemática suscitada por esta relación. De ahí que, para abordar esta cuestión, se requiera de un enfoque que integre estas perspectivas. 

 

Autores como Arturo Escobar son reiterativos en el énfasis que hace la ecología política en las condiciones sociales; se trata de una crítica política a la economía, destacando el hecho de que los procesos globales afectan las economías regionales, lo cual pone en evidencia cada vez más el vínculo entre las sociedades menos favorecidas económicamente y los problemas ambientales[5]. Por ejemplo, la relación entre el crecimiento demográfico y el deterioro ambiental se justifica en políticas de crecimiento económico que expulsan a las poblaciones pobres a zonas ecológicas frágiles[6].

 

La ecología política es de gran pertinencia como marco de análisis de la comercialización del mambe, en tanto ahonda en las diferentes maneras de concebir los recursos naturales; así, además de proponer una interpretación de su producción y distribución, la ecología política se ocupa del significado de los mismos para las diferentes partes[7]; en este caso, los que elaboran el mambe y los que lo compran.

 

 

Amazonas: lugar de origen fragmentado.

 

Si bien la Amazonía es la cuna de varios pueblos, los procesos de desarrollo de la sociedad occidental y especialmente los auges económicos relacionados con productos como el caucho, han obligado a estos pueblos a dispersarse. Sin embargo, al desarrollar mi trabajo de grado con una comunidad producto de estos procesos y  condiciones, se hizo evidente la importancia que se le sigue asignando al saber tradicional, perpetuado a través de la tradición oral. Esto se verificó al observar similitudes entre los uitoto que habitan su lugar de origen (en inmediaciones del río Napo y el Caquetá) y los que habitan los resguardos de la zona rural del municipio de Leticia: el manejo de las chagras, la preparación del mambe y los relatos que se narran en la maloka del kilómetro 11, son similares a los que describen investigadores como Fernando Urbina y Juan Álvaro Echeverry, en sus trabajos sobre la dimensión cultural de la coca. En este sentido, el conflicto entre tradición cultural y comercialización del mambe ha de ser replanteado.

 

En la constitución política colombiana (Decreto No. 2164 de 1995*) los resguardos indígenas se configuran como territorios de propiedad colectiva a título de las comunidades indígenas, de  carácter inalienable, imprescriptible e inembargable. Estos territorios están sujetos al cumplimiento de la función social y ecológica de la propiedad, conforme a los usos, costumbres y cultura de la comunidad. Según el Plan Básico de Ordenamiento Territorial del Municipio de Leticia, este decreto no se está cumpliendo en el caso de los resguardos indígenas ubicados en los kilómetros de la carretera que comunica a Leticia con el lago Tarapacá, debido al crecimiento poblacional y las necesidades básicas insatisfechas, lo que trae como consecuencia el  incremento de la extracción maderera, así como la trasgresión de la zona predial de los resguardos para continuar con el sistema de chagras.

 

 

El mambe: Negocio sagrado.

 

Tras el proceso de investigación, una de mis apreciaciones más fuertes es que la venta del mambe en el resguardo Tikuna-Uitoto Km. 6 y Km. 11 responde a la redefinición de los procesos de producción de esta comunidad, debido a su continua interacción con el mercado y con otras culturas. Para la ecología política, que aborda este tipo de fenómenos en su ámbito “micro” [8] (cuando se refiere a una comunidad), es necesario establecer la incidencia de factores externos en las actividades del resguardo, como el hecho de estar en una zona fronteriza, en la que la competencia con otros productos del mercado ocasiona la disminución de los precios finales y desmotiva la venta de excedentes de la chagra.

 

Estos factores son identificados por los integrantes de la comunidad y son fácilmente apreciables en casos como el del tabaco para la elaboración del ambil, que ya no es cultivado en la chagra sino que se compra procesado de fabricación brasileña. La incorporación del ecosistema amazónico al mercado internacional es notoria incluso desde las expectativas generadas en el campo del turismo, lo que lleva a un sinnúmero de extranjeros a buscar en las malokas cercanas a Leticia elementos rituales como el yagé, el mambe, el rape, etcétera, y motiva la comercialización de los mismos. 

 

Por otro lado, la venta del mambe también puede ser una respuesta a la demanda, pues en algunos casos se paga un alto valor monetario que, en las condiciones anteriormente descritas, neutraliza cualquier argumento basado en la identidad y el recelo de las tradiciones. El nicho de mercado que se ha constituido en torno al mambe: turistas, estudiantes y profesores locales, es estable y, según parece, fácil de suplir.

 

La microforma de organización establecida en el negocio del mambe comprende una zona de cultivo que, según las conclusiones del trabajo de grado, es la chagra del Cacique[9]. Por otra parte, al preguntar en la fase de campo el por qué de dicha producción, la respuesta fue que el mambe era para la comunidad, para la celebración de fiestas, pero en realidad se recogía hoja de coca a diario y se preparaban grandes cantidades. En la elaboración del mismo participaban varios integrantes de la comunidad y si bien no quedó claro el mecanismo para repartir las ganancias económicas, cada uno recibía una cuota equitativa en mambe sin importar la labor realizada.     

 

De este modo, la redefinición del proceso productivo del mambe, del estilo de vida –en cuanto a las posibilidades de tenencia de tierras para trabajar en chagras y del sentido de existencia de la comunidad uitoto–, se ha producido por el cruce con la visión “occidental” de consumo, por sus necesidades creadas y por la relación costo-beneficio. Y aunque los Uitotos del kilómetro 11 argumenten que la venta de mambe es un nuevo tipo de trueque, donde se recibe dinero para comprar bienes de la canasta básica, no hay que olvidar el significado y el sentido de la moneda como icono del poder adquisitivo propio de nuestra sociedad, que ya permea la suya. 

 

Por otro lado, la historia de la hoja de coca como objeto de comercio me hace pensar que las economías exportadoras amerindias, similares a las economías exportadoras de ciclo corto de nuestra sociedad “occidental”, son modelos aprovechados por el mejor “tercero” y conllevan por lo general un deterioro de las igualdades sociales, pues se nutren de la mano de obra mal paga, causantes a su vez de una baja calidad de vida. Ejemplo de ello son las bonanzas de varios productos como el tabaco en Ambalema (Tolima) y el caucho en la Amazonía y en la Ceja (Antioquia), resultantes de un efecto del mercado que eleva la demanda de un producto, hasta que éste encuentra nuevas condiciones para mejorar la eficiencia en sus procesos de producción y por ende las ganancias, o hasta que aparece un nuevo producto que lo desplaza.

 

La comercialización de la jibina y del mambe forma parte hoy en día de las prácticas cotidianas de la comunidad Uitoto. De ahí que se hace necesario tener en cuenta las circunstancias económicas y políticas más arriba descritas, antes de emitir cualquier juicio de valor en torno al desdibujamiento de las tradiciones o la pérdida de identidad si es que la hay. De pronto lo que existe es más un afán de parte de nuestra sociedad occidental por encontrar y conservar condiciones teóricamente prístinas en los pueblos indígenas, en una admiración de sus tradiciones o idealización de sus conocimientos, que contrasta con la crisis de identidad y de valores que ha significado hacer del mambe un negocio. 

 

Bibliografía Citada

 

Constitución Política de Colombia de 1991.

 

Escobar, A. 1996, El Final del Salvaje: Cultura, Desarrollo y Naturaleza en la Antropología Contemporánea, ICANH/CEREC

 

Leal, C. 2002, “La naturaleza en los estudios sociales”, en Repensando la naturaleza. IMANI, ICANH, Colciencias.

 

Leff, E 1995 ¿De quién es la naturaleza?, sobre la reapropiación social de los recursos naturales. Gaceta Ecológica. México

 

Paul. L, 1993. Ecología política de cuyabeno : el desarrollo no sostenible de la Amazonía. ILDIS. Quito.

 

Tovar H, “La coca y las economías exportadoras en América Latina”, en: Revista de la Dirección Nacional de Estupefacientes, año 2 No 2, 1994.

 



* Significa coca en lengua Nepode de los Uitoto Muina

[1] Por:, Ecólogo de la Pontificia Universidad Javeriana.

[2] “Aspectos etnobotánicos de la coca (Erythroxylum coca) en las chagras de la comunidad Uitoto del kilómetro 11 de la carretera Leticia – Tarapacá. Amazonía colombiana”, 2004  

[3] Cfr Tovar H,  La coca y las economías exportadoras en América Latina, 1994

[4] Ibidem

[5] Cfr; Escobar, A, El Final del Salvaje: Cultura, Desarrollo y Naturaleza en la Antropologia Contemporánea, ICANH/CEREC, 1996

[6] Cfr; Leff, E, ¿De quién es la naturaleza?, sobre la reapropiación social de los recursos naturales, 1995

[7] Op. cit., Leal, C. La naturaleza en los estudios sociales, 2002

* Por lo cual se reglamenta parcialmente el Capítulo XIV de la Ley 160 de 1994 en lo relacionado con la dotación y titulación de tierras a las comunidades indígenas para la constitución, reestructuración, ampliación y saneamiento de los Resguardos Indígenas en el Territorio Nacional.

[8] Sugeridos por Paul E, 2001. en “Ecología política de Cuyabeno : el desarrollo no sostenible de la Amazonía”, el otro ámbito es el “macro”, referente a los estudios del Estado-Nación

[9] Capitulo 6 de la tesis de grado  “Aspectos etnobotánicos de la coca (Erythroxylum coca) en las chagras de la comunidad Uitoto del kilómetro 11 de la carretera Leticia – Tarapacá. Amazonía colombiana”, 2004  

 

 


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