NIWI
UMUKE[1]
Leonor Zalabata[2]
La característica central de la ecorregión
de la Sierra Nevada de Santa Marta, es ser una montaña aislada, separada de la
cadena de los Andes que recorre Colombia. Alcanza una altitud de 5.684 metros a
sólo 46 kilómetros de la costa caribe; la Sierra Nevada es la cumbre costera
más alta del mundo y abarca un área de unos 12.600 kilómetros cuadrados (el 60%
del área total de la ecorregión). Gracias a su
variabilidad altitudinal, como a su localización,
ubicada a 11 grados de latitud norte, la Sierra Nevada contiene un mosaico de
biomas de trascendencia global, (posee casi todas las zonas climáticas que pueden
darse en la América tropical).
Pueblos Indígenas:
Arhuacos, Kogui, Kankuamo
y Wiwas.
La civilización Tairona estaba
bien establecida y desarrollada mucho antes de la llegada de los españoles a
las costas de Santa Marta en el año de 1.502. Estaba integrada por pueblos que
practicaban una agricultura altamente extensiva, y se movían entre las
diferentes altitudes desde el nivel del mar hasta las tierras altas de acuerdo
con un calendario ritual, que les permitía tener gran variedad de productos.
La Conquista destruyó gran parte de esta civilización
indígena y obligó a los pueblos que quedaron a sobrevivir solamente en las
áreas más altas de la Sierra, lo que rompió con el equilibrio del sistema
productivo.
Los indígenas vivimos en relativo aislamiento hasta que
varias oleadas de migración a finales del siglo XX trajeron colonos a los
territorios indígenas tradicionales, y nos alejaron progresivamente de las
partes más cálidas cercanas a la costa. Esta situación ha afectado no solo
nuestros niveles de vida, sino también equilibrio ambiental, social y
espiritual como pueblo indígena.
Los pueblos indígenas tradicionales
mantenemos en general un uso adecuado de los recursos naturales con base en
nuestro conocimiento particular de la calidad del suelo, del clima y de los
ecosistemas. Sin embargo, la producción mercantil ha ido en aumento en algunas
áreas, principalmente la ganadería y el cultivo del café y ha dado lugar a
cambios en los enfoques rituales tradicionales del uso de la tierra.
Nuestra organización
Los pueblos indígenas de la Sierra, debido al mantenimiento
de nuestra cohesión social y valores tradicionales, hemos sobrevivido
quinientos años de violencia social. El poder moral y espiritual del grupo sobre
los factores económicos y sociales ha sido una fortaleza. Más recientemente,
bajo las presiones de la vida moderna, cada grupo étnico ha desarrollado una
organización política que se encarga de manejar las relaciones con el mundo
exterior, incluyendo al gobierno, las ONG y otras organizaciones sociales.
Actualmente hay cuatro organizadas: (i) Los Arhuacos,
en la Confederación Indígena Tairona (CIT); (ii) Los Koguis, Arhuacos y Wiwas en la
Organización Gonawindua Tayrona;
(iii) Los Wiwas en la
Organización Wiwa Yugunaiun
Bunkwanarwa Tairona; y (iv) Los Kankuamos en la
Organización Indígena Kankuama. En noviembre de 1999,
los Cabildos Gobernadores de las cuatro organizaciones indígenas acordaron
establecer el Consejo Territorial de Cabildos, CTC, en busca de consolidar un
cuerpo unificado para hablar a una voz con el gobierno y con las organizaciones
exteriores sobre asuntos que les concierne a ellos. Este es un gran logro.
La noción de territorio
En el mundo Arhuaco pensar o
hablar del territorio nos remite a la Ley de Origen, la cual explica la razón y
existencia de nuestro pueblo, así como el tipo de relación que tenemos con la
naturaleza que rodea a nuestras etnias y al resto de pueblos del mundo. En el
universo Arhuaco el territorio es un símbolo, cuyo
contenido invoca nuestra identidad, sabiduría, conocimientos sobre diferentes
sistemas vivos y no vivos, y técnicas para el uso del suelo, agua, plantas y
animales. El territorio invoca también nuestra historia y el cambio y modalidad
al que nos enfrentamos para garantizar nuestra continuidad y supervivencia. Los
Arhuacos y Arhuacas somos
uno con nuestro territorio y nuestra cultura tiene raíz en su definición.
La noción no indígena de territorio, definido, según un
criterio físico, como una extensión de tierra habitada y demarcada por
fronteras naturales o políticas, difiere de lo que nosotros pensamos y sentimos
frente al territorio que cada día, al mismo tiempo, nos habita. En un pacto
sagrado, que refrendamos Arhuacos y Arhuacas en compañía de los Mamus,
mantenemos vivo el territorio para garantizar una identidad cultural propia,
así como nuestras autoridades tradicionales, cosmovisión y usos y costumbres.
Al garantizar nuestro territorio garantizamos la vida. Lejos de pensar que el
territorio se reduce a su dimensión física y a sus recursos naturales, los Arhuacos, como pueblo, sabemos que éste tiene significados
tan importantes y diversos como los medios de subsistencia.
El territorio es también identidad cultural y vida política
y económica. El territorio nos garantiza el ser Arhuacos
en todos los ámbitos sociales, para poder pensar y nombrar el mundo a nuestro
modo.
Desde el punto de vista Arhuaco,
la integralidad del territorio se palpa al pensar en
el significado que guarda la Sierra Nevada de Santa Marta, nuestro territorio
ancestral. Al pensar en la Sierra Nevada se piensa en la vida. No solo en su vida
física y naturalmente diversa, la Sierra nos contiene a Arhuacos
y Arhuacas. Sus atributos y espacios simbolizan cada
órgano y sistema que en nuestros cuerpos son vitales. Es así como los ríos
proporcionan el necesario y vital recurso del agua y representan las venas de
nuestro cuerpo; los árboles y sus frutos garantizan el pancoger
diario y a su vez representan los montes, las montañas, los hombres, los
nevados y los lugares sagrados en donde descansan los espíritus de nuestros
padres y madres; el subsuelo representa los huesos de la tierra, necesarios
para mantener el espíritu del equilibrio. No existe elemento que se encuentre
en nuestro cuerpo que no esté en la tierra.
Como ejemplo: Cuando me enfermo, para curarme curo la
tierra, por eso cuando está enferma la tierra me enferma a mí, cuando está sana
la tierra, estoy sana también.
De igual manera, los animales que cohabitan en nuestro
territorio tienen un lugar especial en nuestra cosmovisión. No están allí
solamente para ofrecer beneficios materiales. Sabemos que su necesaria
presencia para guardar el equilibrio entre los demás sistemas vivos que tenemos
la responsabilidad de guardar y mantener. A través de una interacción
respetuosa, su vida y la nuestra se conjugan y se retroalimentan. Por el canto
de las aves sabemos de nuestras sorpresas, alegrías, tristezas, o de la
presencia de algunas personas; hay insectos que nos anuncian entierros o donde
se va a hacer la sepultura de alguien que va a morir; el grillo nos anuncia las
enfermedades, la ausencia o el próximo abandono de los dueños de la casa. En
fin, el intercambio y cohabitación con los demás seres de la naturaleza nos
permite convivir a personas y animales.
Gracias al territorio, las autoridades políticas de nuestro
pueblo subsisten y contribuyen a la regeneración permanente de nuestra cultura.
Nuestros Mamus viven y hacen vivir la Sierra,
y la Sierra hace vivir a los Mamus. Sus
conocimientos íntimos sobre la vida y sus necesidades materiales y espirituales
han cumplido una función histórica a lo largo del tiempo desde que Serankua creó el universo. Cada Mamu
instruye, cuida, y ejerce su autoridad en la comunidad, haciendo siempre el
adecuado balance para la reproducción de la vida colectiva. Su mayor riqueza,
los conocimientos otorgados por su territorio, les permite dar sentido a su
actividad social, pedagógica y de justicia. Cada Mamu
conoce en detalle todos los aspectos vitales como son la vida de la gente de la
comunidad, el agua, el suelo, los animales, las plantas, la luna, las estrellas,
los truenos, el colorido de las nubes, el reconocimiento de gente de otras
culturas, etc., que dan sentido a sus prácticas sagradas y a la dirección por
él impartida al resto de la comunidad. De no ser por la íntima relación que
nuestros Mamus mantienen con el territorio, no
solo su sabiduría se esfumaría, también lo haría un pueblo y su complejo
cultural, necesario para garantizar la vida del territorio y sus funciones
esenciales. Es que hay una estrecha relación entre la autoridad, los Mamus y el territorio, no son posibles el uno sin el
otro…
Para el pueblo Arhuaco y sus
autoridades, la Sierra Nevada es su hogar y cada organismo vivo y no vivo,
tiene una función reproductora de nuestro pueblo, una función biológica,
cultural, política o económica. Por esta razón pensamos que la idea de
territorio debe ser concebida y escuchada desde una visión más amplia e
integral donde se incluyan otras dimensiones propias de cualquier pueblo del
mundo.
La Sierra Nevada, territorio que hemos heredado y mantenido
desde la Ley de Origen en contra de adversidades históricas, nos ha dado la
vida y nos ha representado milenariamente. Nuestro hogar ha sido llamado por la
sociedad mayoritaria de diferentes formas, que representan figuras jurídicas y
territoriales ajenas a nuestra cultura. Los resguardos, reservas y la figura
del cabildo impuesta desde la colonia, aun persisten y cumplen funciones
legales. Estas figuras que responden a intereses políticos y económicos de
sociedades que no han considerado nuestra igualdad y diferencia, han sido
acogidas por nuestros pueblos y sabiamente utilizadas para defender nuestra
cultura. Hemos generado a lo largo de la historia y el conflicto varios mecanismos
de reproducción que, pacíficamente, nos han garantizado la vida.
Sin utilizar nunca un medio violento y solo valiéndonos de
nuestra sabiduría, constancia, tradición, dignidad, valentía y respeto a
nuestros mayores, hemos defendido nuestra cultura, nuestro territorio.
Una de las principales formas de subsistencia cultural de
los Arhuacos ha sido garantizar históricamente un
gobierno tradicional con bases culturales. En acciones coordinadas de gobierno,
el cabildo actúa con base en los derechos establecidos legalmente y en las
decisiones de los Mamus de la comunidad,
quienes colaboran con funciones administrativas, de justicia, mantenimiento
ambiental, de salud, de producción y de relación con otras culturas.
Esta forma de gobierno ha permitido, también, el cambio
cultural mediante el cual hemos integrado y asimilado diferentes prácticas
ajenas a nosotros. La medicina no indígena y las técnicas externas de cultivo
son ejemplos que ilustran este aspecto. Estas prácticas, aunque difieren de
nuestro entorno cultural, son hoy aceptadas por nosotros y resimbolizadas
de tal manera que permiten a nuestro pueblo beneficiarse de ellas sin que sean
factor de desintegración. Por otra parte, las prácticas organizativas
colectivas también han contribuido a nuestra subsistencia.
Las luchas políticas de nuestros líderes y la permanencia y
esfuerzo de nuestro pueblo por mantenernos del lado de la identidad propia, hoy
permiten que sigamos de pie, defendiendo un destino para nosotros y para
nuestros hijos; una vida digna, equitativa y justa para el pueblo Arhuaco.
Concepto tradicional de la ubicación
Al principio de los tiempos, Kaku
Serankua creó la tierra, la hizo fértil y la
estimó como esposa.
Cuatro y cuatro hilos de oro que se entrecruzan y se apoyan
en los cuatro puntos cardinales sostienen el mundo; la Intersección de estos
ocho hilos forma el corazón del mundo que es la Sierra Nevada, donde habita Kaku Serankua y
vela por su creación. Este territorio está delimitado por la Línea Negra.
Así como creó el mundo, Kaku Serankua creó las aguas que, como las venas por las que
corre la sangre de los hombres, alimentan la tierra. Creó también las
estrellas, el sol y la luna.
Al crear los seres vivientes, dictó leyes a todos los
hombres: blancos, amarillos, rojos, y negros, cuyos colores son los mismos que
tienen las cuatro capas de la tierra: Bunekän:
la tierra blanca; Ninekän: La tierra amarilla;
Gunnekän: La tierra roja; Seinekän:
La tierra negra.
Estas leyes están representadas en las ciencias de los Mamu, transmitidas desde la antigüedad de generación
en generación. La sabiduría de los Manu
está puesta al servicio de los hombres: conocen y controlan las enfermedades,
las lluvias, los veranos, y todos los fenómenos de la naturaleza en beneficio
de los hombres. Según las enseñanzas de Kaku
Serankua, la naturaleza es nuestra madre, y como
tal ha de ser respetada, así como sus leyes. Las relaciones entre todos los
hombres deben ser de comprensión, justicia e igualdad. Así era siempre, así lo
hemos visto siempre, al respetarnos unos a otros y al seguir las enseñanzas de
nuestro padre.
Sin embargo el bunachu (el
blanco), desconoce todo esto, ha atacado a sus hermanos Iku
y nos ha despojado de la Línea Negra; se ha apartado de la madre
naturaleza y ha utilizado su ciencia para destruirla; se ha apartado de sus
semejantes, no respeta sus propios hermanos y dicta leyes en su contra; los
despoja de su tierra y los persigue. Si el blanco continúa empeñado en vivir
así, se autodestruirá. Desde el momento que apareció el blanco, su ambición ha
sido desposeernos de nuestra tierra y privarnos de nuestras verdaderas leyes
tradicionales y creencias para imponernos las suyas.
El tiempo pasa y a pesar de las promesas del hombre blanco,
todo sigue igual y aún peor. Por eso nos hemos convencido de que debemos ser
nosotros mismos quienes dirijamos nuestros destinos. Desde hace varios años nos
viene prometiendo que será respetada la tierra de nuestros mayores y que nos
será devuelto lo que se nos ha arrebatado; pero hoy es el día en que aún no se
ha hecho nada. Nosotros debemos recuperar la tierra que nos dejó Kaku Serankua, pues
es nuestra madre, que nos da la vida y alimento y que ha sido profanada e
irrespetada por el blanco.
Debemos recuperar nuestra tierra porque de ella dependemos
para vivir, porque es sagrada y en ella los Mamu
mantienen el orden del universo, la igualdad y la vida de todos los hombres.
Por eso ya no creemos en las leyes del blanco, ya no esperamos
nada de él; todo lo que nos ha dado ha sido engaños y falsas promesas; nos
considera menores de edad, pisotea nuestros derechos y sólo se acuerda de
nosotros cuando nos necesita, para que votemos por unos políticos que, a pesar
de prometer mucho, aún no han cumplido nada.
El blanco ha introducido en nuestra sociedad su modo de
pensar, que no es bueno, ya que hace que algunos de nosotros lleguemos hasta
avergonzarnos de ser indígenas, de ser raíz de todo, a sentir vergüenza de algo
que debe ser nuestro mayor orgullo. Nos ha creado necesidades extrañas, nos ha
hecho apartarnos poco a poco de nuestra tradición y de nuestra antigua forma de
producir lo necesario para subsistir. Muchos Iku
que han sido engañados por falsas promesas de "progreso" e
"integración", se han apartado de sus hermanos, se han vendido a
políticos y a terratenientes que "buscan el bien para nosotros" y,
además, han querido vender a sus propios hermanos. Pero nosotros, los Iku tradicionales, hemos comprendido que cuando el
blanco habla de "progreso" e "integración", significa
miseria y despojo para nosotros, porque en esa integración los indígenas no
tenemos ninguna participación, porque no se nos oye, ni se nos ha permitido ser
quienes decidamos cuál es el camino que hemos de seguir, porque
"integrarnos" a la sociedad del blanco es perder todo lo que es
nuestro.
Tampoco se ha respetado nuestro gobierno interno. Así como
nosotros hemos respetado siempre el gobierno nacional, exigimos que éste haga
lo mismo con nuestro gobierno. Que las disposiciones del gobierno colombiano,
con respecto a nosotros, sean conocidas por toda la comunidad para ser
aceptadas o rechazadas. Que nuestras autoridades internas sólo puedan ser
nombradas por nosotros mismos, según la tradición. Que la autorización para que
cualquier persona que no sea miembro de la comunidad entre a nuestra tierra,
sea consultada con nosotros. No queremos que vengan más blancos a profanar
nuestros lugares sagrados, a vernos como atracción turística y a trabajar aquí
sin nuestro consentimiento.
Nosotros siempre hemos querido vivir en paz, como lo enseña
nuestra tradición. Hemos esperado siempre que los blancos, nuestros hermanos
menores, se acuerden de nosotros y ayuden a solucionar nuestros problemas. Pero
han pasado muchos años y todo lo que ellos han hablado ha sido engaños.
Los territorios traslapados
Las áreas naturales protegidas de la Sierra Nevada se
establecieron en 1959, mediante la Ley 2 que declaró una gran parte de la
Sierra como reserva forestal. En 1964, se crearon dos parques nacionales que
representan e1 20% del área de la ecorregión y e134%
del área de las tierras altas. El Parque Nacional Sierra Nevada comprende
actualmente 383.000 hectáreas (incluyendo el área añadida en 1977) y se
extiende desde el nivel del mar hasta los picos Colón y Bolívar, a más de 4.500
metros de altura. El Parque Nacional Tairona tiene
15.000 hectáreas que incluyen una línea costera de 55 kilómetros.
La oficina nacional de la Unidad Administrativa Especial de
Parques Nacionales (la Unidad de Parques) del Ministerio del Medio Ambiente
tiene a su cargo el manejo de ambos parques.
De acuerdo con los decretos que crearon ambos parques, no se
permite ninguna actividad económica dentro de sus límites (Decreto Ley 2811 de
1974); bajo el artículo 67 de la Ley 160 de 1994, también está prohibida la titulación
de tierra dentro de los parques y una zona de amortiguamiento de cinco
kilómetros. Sin embargo, esta restricción no aplica para los indígenas, cuya
forma de vida es considerada compatible con los parques nacionales (Artículo 7
del decreto Reglamentario 622 de 1977).
Los principales resguardos indígenas se traslapan casi
completamente con los parques nacionales. Sin embargo esto no ha sido una gran
fuente de conflicto porque legalmente los parques nacionales y los resguardos
indígenas son compatibles, y porque en la práctica, los indígenas de la Sierra
han estado manejando esas tierras, en parte debido a los recursos limitados de
la Unidad de Parques y porque se reconoce que el manejo indígena puede
contribuir a la conservación. No obstante, ha habido tensiones crecientes sobre
quién es la máxima autoridad y qué es lo mejor para manejar estos extensos
territorios.
En mayo de 1999, la Unidad de Parques y la organización
Indígena Gonawindua Tairona
acordaron iniciar un proceso para preparar un plan de manejo colaborativo para el Parque Nacional y su resguardo. Este
proceso culminó, en una primera fase, en noviembre de 1999, con la presentación
de un documento que resumía los acuerdos hechos por la unidad de Parques y la
organización indígena Gonawindua Tairona,
con relación a los principios que guiarían la preparación del plan de manejo,
en el cual es fundamental el respeto por el conocimiento y la cultura indígena.
Más tarde, en una reunión en Valledupar, las otras tres organizaciones de la
Sierra, avalaron estos principios y estuvieron de acuerdo en unirse al proceso
de preparación del plan de manejo para los territorios traslapados.
Nuestra propuesta territorial
Años de trabajo y experiencia en la lucha por una vida
indígena digna y justa, nos ha llevado a propuestas políticas que hoy, después
de más de diez años de expedida la Constitución Nacional, aún buscamos
consolidar. Hija de largos y duros procesos de concertación con las distintas
autoridades de los diferentes pueblos, esta propuesta significa salvaguardar la
diversidad cultural y la vida de más de un millón de indígenas que hoy no
contamos con las condiciones necesarias para nuestro propio desarrollo y el de
nuestras culturas. La Constitución Nacional, nos reconoció, después de 500
años, nuestro derecho a tenar territorios propios, autoridades propias, lenguas
propias, sistemas de educación propios y vivir bajo nuestros usos y costumbres.
El pueblo colombiano aceptó jurídicamente la existencia de la diferencia y de
los derechos que como pueblos tenemos y debemos ejercer responsablemente. Este
reconocimiento, que toda democracia debe tener para con los valores indígenas,
refleja un proceso de concertación pacífica que necesita ser formalizado y
materializado.
Los territorios indígenas que llevamos proponiendo por más
de diez años, contienen la definición que defendemos hoy de territorio holístico, ya que contemplan todos los aspectos que van más
allá de la demarcación geográfica.
Por territorio entendemos al hombre en la naturaleza y a la
naturaleza en el hombre, con límites definidos como el cuerpo humano.
La creación de nuestros territorios nos permitirá garantizar
al mundo indígena y no indígena colombiano, condiciones de igualdad y la vida
de la diferencia.
[Documento tomado de: Revista Semillas No. 19, marzo de 2003].
[1] Nuestra Tierra, en la tradición Arhuaca
[2] Líder indígena Arhuaca.
Inicio
Iniciativas
Ponencias
Documentos
Mama Coca
©2003
Mama Coca. Favor compartir esta información y ayudarnos a divulgarla
citando a Mama Coca.