En nuestro
IDEARIO DE UNIDAD, (numeral 6) Política Nacional de Drogas, quedó consignado
como punto fundamental de la unidad de nuestro partido, el
tener
una visión compartida para impulsar una política contra los
estupefacientes y su tráfico[1].
No estábamos equivocados al seleccionar este tema como uno de los siete puntos
del ideario. Hoy ratificamos nuestra propuesta y la complementamos; nos sentimos obligados a ser más
determinantes en nuestra tesis, porque el fenómeno se ha vuelto mucho más grande
y complejo. El problema de las drogas en Colombia requiere de medidas radicales
y futuristas, porque el desgaste de nuestra sociedad en la actual lucha, no ha
podido doblegar este flagelo y por el contrario, la política actual no tiene un
futuro conveniente para el conjunto de nuestra ciudadanía, aunque existen
algunos pequeños grupos de la población muy altamente beneficiados con ella.
Naturalmente, a ellos no les conviene un cambio de paradigma, son defensores del
statu quo actual y harán lo que consideren necesario para mantenerlo, utilizando
todos los instrumentos, medios y recursos que tengan a su alcance, los cuales,
por el lugar privilegiado que ocupan en
la estructura de nuestra sociedad son definitivamente muy poderosos.
En los
Estados Unidos fueron necesarios tan solo 13 años para entender que el
prohibicionismo al alcohol como remedio a la adicción terminó
siendo peor que la enfermedad y lo acabaron en 1933.El mundo por el contrario
lleva 47 años desde 1961, con
Ha llegado el
momento de dilucidar el gran dilema de la droga y de tomar una posición
democrática pero agresiva al respecto. La población colombiana, los actores
directos e indirectos, deben estar
involucrados en la elaboración e
implementación de una propuesta para que
se adopte una política de estado coherente con los tiempos que vivimos y con los
que están por venir en el futuro próximo
y lejano.
El gran
dilema de la droga es un compuesto de muchos dilemas particulares con vida
propia, que se interrelacionan, se condicionan mutuamente, se retroalimentan, se
interfieren y se impulsan al mismo tiempo. Puede verse como una
red o sistema
autopoiésico, altamente dinámico y peligroso, enquistado en la estructura y en la superestructura
de nuestra sociedad: en el corazón mismo de nuestras relaciones sociales, en
nuestra frágil economía, en nuestras instituciones democrático-burguesas y en
nuestra inteligencia colectiva.
Las cifras
relacionadas con el negocio de las drogas son imprecisas y dependen de la
fuente, podríamos decir de las percepciones e intereses de las fuentes. Las
imprecisiones no son gratuitas y tienen un carácter ideológico.
De acuerdo con la información oficial, la erradicación de coca y amapola ha ido
en aumento, año tras año, gracias a los grupos móviles de erradicación (GME). Se
afirma que en 2004 fueron arrancadas
Sin embargo,
aunque el Gobierno le aseguro al país que no quedaba ni una mata de coca en el
Departamento del Putumayo, según F.
Thoumi,
las últimas estimaciones del área cultivada con coca en Colombia ha tenido
repercusiones políticas importantes. A pesar de la intensa campaña de fumigación
y erradicación manual adelantada por el gobierno durante el último año, el
sistema integrado de monitoreo de cultivos ilícitos (SIMCI) administrado por la
oficina de las ONUDD, estimó que en el 2007 había 99 mil hectáreas cultivadas
con coca, cifra que implica un aumento del 27% con relación a las 78 mil
hectáreas estimadas por el año anterior. De acuerdo con la serie del SIMCI, éste
fue el primer aumento sustancial en el área cultivada desde 1999. Sin embargo,
el presidente Uribe estuvo en desacuerdo con estos resultados y decidió que
El fracaso de
la política impuesta por los Estados Unidos tiene expresiones inequívocas en
nuestras relaciones sociales. En el proceso de producción, distribución,
redistribución y consumo de las drogas
en Colombia, se reflejan las condiciones laborales extremas de nuestra
cotidianidad, una gran apropiación de riqueza por unos pocos poderosos
y una extremada explotación de grandes cantidades de trabajadores
dependientes e independientes, que se ven obligados por las condiciones de vida
que tienen a desempeñar diversos y
no tan santos oficios. En días pasados pudimos leer[7]
que se dio una reorganización al poder de los narcotraficantes que hace más de
una década se estableció en el Urabá antioqueño. Alias Don Mario, “paga el mejor
sueldo de la guerra. A los patrulleros 700.000. Al trabajo político en un
pueblo, dos millones. Y si dirigen las finanzas de la organización, llámese
manejo de lanchas rápidas, el sueldo puede llegar a los 10 millones”. Los
habitantes de la región no tienen mejor opción de ingresos. Lo mismo sucede en
muchas otras áreas rurales y barrios marginales del país, donde la calidad de
vida y las políticas sociales nos les deja otra alternativa, así la esperanza de
vida de la población vinculada a esas actividades sea de las más cortas del
mundo. Los personajes como Don Mario se repiten a lo largo y a lo ancho del
territorio colombiano y son la mejor alternativa de ingresos para una parte
importante de ciudadanos. Pero ese tipo de trabajo, independientemente de los
beneficios personales de los trabajadores, genera riquezas difícilmente
cuantificables para los capos y las élites.
Según
Esta
percepción sobre los volúmenes de
producción, comercialización e ingresos no es nueva. Hace treinta años el diario
El Tiempo, advertía que hasta finales de 1978 se habrían capturado 50.00
millones de pesos en droga[10],
cifra que para entonces era bastante exagerada, cercana al delirio. Desde entonces se manifestaba
claramente, que ese poder económico
clandestino influía significativa pero negativamente en el desarrollo de nuestra
sociedad.
Más
recientemente, en
1995, por ejemplo una publicación de Gestiópolis
nos informa que,
“un subcomité del Senado estadounidense afirmó que el comercio mundial de drogas
asciende a 500.000 millones de
dólares anuales. A principios de los noventa el Grupo de Estudio de Acción
Financiera de
LA DROGA EN NUESTRA ECONOMÍA
Sean cuantos
sean, las hectáreas cultivadas y el precio de las cosechas, el hecho es que la
reproducción de las drogas ilícitas en forma monopólica típica del capitalismo
(carteles), acompañada de muchedumbres de microproductores trashumantes que
abastecen a los grandes comerciantes, interfiere
en el aparato económico nacional: altera
el normal desempeño de las formas de propiedad de tierras, trabajo y capital;
distorsionan la producción de bienes y
servicios, los equilibrios de los mercados, las
pautas del consumo, las tasas de la
ganancia, las finanzas del estado,
los niveles de las divisas y todos los
demás aspectos relacionados con las actividad económica legal, incluyendo la
guerra.
“En el modelo de desarrollo económico colombiano el negocio del tráfico de
narcóticos y todo el submundo que éste genera (ver y vivir la realidad al día,
sicariato, corrupción política) fue contemplado como herramienta eficaz tanto
para el desarrollo de la economía como para ejercer un control social a favor de
las elites en el poder.”[13]
Se entiende sin lugar a dudas, que existen razones de peso y de pesos, para
mantener las políticas actuales del gobierno y del estado colombiano. Esto hace
afirmar que “como el narcotráfico es un negocio prohibido está en manos de los
malos. Es natural y previsible que, gracias a él , los malos vayan ganando.”[14]
No es extraño entonces que al
preguntarle María Isabel Rueda, al general Rosso José Serrano, sobre las
posibilidades de legalizar o despenalizar la droga, haya contestado: “Creo que
eso es una utopía. No lo veo posible. Aquí en Europa, en los años que llevo en
reuniones, en seminarios, nadie se atreve a poner el tema… en Europa hay mucha
coherencia para combatir el terrorismo y la inmigración ilegal, pero nunca he
visto que se organice una reunión para tratar en serio una política coherente
para combatir el consumo de la droga… nosotros tenemos el problema de la mafia,
mientras aquí tienen un problema de salud… el estado(europeo) es indiferente,
porque la persona puede hacer lo que quiera consigo misma si no le hace daño a
un tercero…”[15]
De otra
parte, los inmensos gastos estatales de
la lucha contra el narcotráfico,
aunado a la poca eficacia y eficiencia
en la ejecución de estos recursos, alteran de manera significativa el desarrollo
de la economía y benefician igualmente de manera jugosa a algunos actores, entre
los que cabe resaltar a los productores de armas y elementos de la logística
bélica, que obtienen beneficios de una
guerra permanente. Recursos de los colombianos,
que no tienen un control social riguroso. La ciudadanía no tiene
conocimiento de lo que implica en su calidad de vida el gasto de la lucha contra
el narcotráfico y lo que representa para aquellos que salen beneficiados por mantener dicha política. Hay poco
seguimiento a la ejecución de los programas y proyectos, que deben contar con
indicadores de gestión y de impacto como lo indica la normatividad
administrativa del Modelo Estándar de Control Interno y de
De acuerdo con el ministro de
Estamos de acuerdo con Natalia Springer cuando afirma en su columna de El
Tiempo, de 2 de febrero de 2009 que
“Lo que hay que hacer es desvalorizar el narcotráfico como el negocio que
proporciona los medios que multiplican las fuentes de violencia en Colombia y
ese propósito precisa de un
esfuerzo que supere el enfoque estrictamente militarista.”[17]
Son interesantes los comentarios de
José Fernando Isaza, quien dice
que en el año 2007, el gasto en defensa y seguridad alcanzó el 6,32% del PIB.
Para poner esta cifra en contexto, puede compararse con el valor de la cosecha
cafetera que representa el 1,1% del PIB. Es decir, Colombia no es un país
cafetero, es un país militar. Estados Unidos destina el 4% del PIB al
presupuesto de defensa, incluyendo la guerra de Irak, en los países europeos el
gasto en defensa es del 2% del PIB.[18]
Es necesario recordar que este gasto no es esporádico, sino que es un gasto
permanente. Insistimos además que deja grandes beneficios a los productores y
comercializadores de suministros de guerra, quienes lógicamente no están
interesados en cambiar las condiciones del país.
Respecto al consumo, en un debate
en
Según las
Naciones Unidas el consumo de drogas en Colombia ha venido creciendo, pese a las
medidas y al afán prohibicionista. Y este crecimiento no es de cualquier
magnitud. Con referencia a Colombia – dice
Ultima hora Caracol.com, febrero 20 de 2009.El Gobierno acaba de recibir los
resultados de
Nadie podría
afirmar con certeza y mucho menos con objetividad, que existe alguna Rama del Poder Público
colombiano que no haya sido permeada, de
una u otra manera, por el narcotráfico. Los
aparatos Legislativo, Ejecutivo y Judicial, a
través de sus diferentes instituciones nos ofrecen, con una frecuencia nada
deseada, noticias relacionadas con la corrupción en donde los narcotraficantes
son actores de primera línea. El poder del narcotráfico llega inclusive a los
mismos órganos de control.
El
supuestamente difunto Carlos Castaño, uno
de los más sanguinarios paramilitares de todos los tiempos, en su momento
celebró "con sentimiento patrio" el
"triunfo democrático de las elecciones", y sobre las mismas, el temible Mancuso,
uno de los grandes capos del paramilitarismo colombiano, hoy extraditado por
narcotraficante a Estados Unidos, reclamó
la victoria de la tercera parte del Congreso y la "liberación de media
Colombia". De manera similar, Báez
de perfil idéntico a Mancuso, reconoció
La droga, como objeto dinamizador
de las relaciones ilícitas entre los órganos del poder estatal y los
narcotraficantes tienen un canal expedito para vincularse, la corrupción.
La
corrupción, sin duda alguna, existía desde antes del auge del narcotráfico, pero
los niveles tan elevados de los años recientes pueden explicarse
fundamentalmente como una consecuencia de las oportunidades ofrecidas por la
droga. El pago de elevados sobornos para mirar en otra dirección, la
infiltración de los servicios de inteligencia y los contactos y apoyos mutuos en
la lucha contra la guerrilla y sus aliados fueron elementos de un proceso que
convirtió a importantes sectores dentro de la policía y el ejército en aliados
de los traficantes de drogas, al mismo tiempo que otros sectores de estas
instituciones se les oponían con firmeza.[28]
En las épocas de Al Capone, el prohibicionismo generaba este mismo fenómeno.
La moral y la
cultura social prevalecientes, los conceptos políticos, las ideas de lo que es
legal y de lo que es legítimo, los
valores y los principios, en resumen la conciencia
social colombiana se ha venido narcotizando. En el imaginario colectivo de
manera consciente o inconsciente se ha generado una cultura que crece día a día
y que está influenciada por el narcotráfico. Cultura que además ha sido
propiciada como nos lo advertía,
desde el año 1979 un íntimo aliado de los Estados Unidos al contarnos que “ El informe de ´Time´ sobre ´The Colombian Connection
´en el cual se nos concede el dudoso honor de estar narcotizando, envenenando y
corrompiendo a millones de norteamericanos ya va a camino de los archivos; todos
los computadores especializados, todas las fuentes de información sobre nuestro
país y
La sociedad
neoliberal, con su dogmas de las manos invisibles del mercado como regulador de
la felicidad humana, con su propuesta de vender más incrementando el fetichismo
de la mercancía para obtener altas ganancias, incentivando el individualismo por
encima de la solidaridad y del bienestar colectivo, impulsando la importancia de
la forma sobre la esencia, la imagen sobre el contenido, las mercancías de marca
como símbolos de prestancia social y tantos otros artilugios para lograr altas
ganancias, aunado a las posibilidades de obtener dinero fácil (?) mediante la
participación en la cadena de producción y mercadeo de las drogas, ha convertido
a este negocio ilícito en una opción de escalamiento social. No son pocos los
jóvenes de todos los estratos que miran de reojo, con envidia y sin
recriminación, la riqueza y el bienestar de los llamados narcos o mágicos.
Nuestra literatura y nuestro cine contemporáneos más exitosos en el ámbito
cultural nacional, reflejando la realidad social de nuestros tiempos muestran
este fenómeno.
Pero al mismo
tiempo, por el otro extremo, un número no determinado de trabajadores
trashumantes, del campo en especial y de varias áreas urbanas, buscan la opción
de subsistencia digna en la participación del negocio. La sustitución de
cultivos propuesta por el gobierno se ha convertido en una sustitución de
productores, porque los que se retiran de la producción para otros menesteres,
son remplazados por nuevos trabajadores y por otros que regresan en busca de
mejores ingresos, que la economía licita no les proporciona.
En estos
grupos poblacionales, los primeros y los segundos, el solo instinto de
conservación en principio, les hace crear y justificar sus propios valores y
conceptos sobre sus formas de actuar.
No se puede vivir con la conciencia
intranquila, siempre tendemos a justificar nuestras formas de vida, entonces se
recurre a crear nuevas escalas de principios éticos y morales, que les facilita
realizarse como mejor puedan.
En la
formación de la conciencia social indudablemente influyen las políticas
gubernamentales, que en su afán represivo, y aún en su esfuerzo de prevenir la
producción y el consumo, utilizan todos los medios a su alcance para difundir
ideas, las más de la veces equivocadas (“la mata que mata”) y por lo tanto poco
eficaces.
LAS FALACIAS DEL PROHIBICIONISMO[30]
La droga
mata, dice el clásico slogan prohibicionista con el cual se pretende acabar con
el consumo. Recientemente surgió en Colombia otro: arranca la mata que mata,
refiriéndose a la mata de coca[31].
Lo que debería decirse, sin embargo, no se dice: El cigarrillo mata, arranca la
mata que mata, que en este caso sería el tabaco. Como también el alcohol mata,
arranca la mata que mata que en este caso sería la vid y la caña de azúcar. Pero
en ningún caso hay espacio para esta propaganda, que estaría más cercana a la
realidad. Solo en Estados Unidos mueren anualmente 400.000 fumadores y 50.000
personas fallecen adicionalmente como fumadores pasivos. El alcohol mata en el
año unas 80.000 personas, mientras que la inofensiva aspirina, por sobredosis,
genera en el mismo país y en el mismo año unas 2000 victimas. En contraste con
estos guarismos francamente alarmantes, tenemos que el número de victimas
causada por la cocaína en el mismo año es de 2.200 personas, a la par que la
heroína causa 2.000 defunciones y la marihuana no registra, como el hachís,
ninguna victima[32].
Es común
escuchar a los padres de familias, a pedagogos y sicólogos y aún a las mismas
autoridades encargadas de perseguir la producción, consumo y tenencia de drogas
ilícitas, acerca de la necesidad de apartar a los jóvenes y adolescentes de
Una adecuada
información es lo que precisan los ciudadanos para orientarse en el mundo de las
drogas. Información que desde luego debe puntualizar en el grado de
peligrosidad, pero a la vez, ver este fenómeno en función de la dosis que se
ingiere, en la tolerancia, los niveles abstinenciales, los márgenes de seguridad
y otros aspectos de singular importancia. La velocidad mata, el colesterol
conduce a la morgue anualmente a
millones de ciudadanos que no aprendieron a darle el tratamiento
correspondiente. En el caso de las drogas, especialmente las consideradas
ilícitas, hay que recabar la importancia de no consumirlas por los efectos que
unas determinadas dosis puedan tener sobre los individuos. La peligrosidad con
respecto a la sociedad está en función directa de la dificultad de adquirirlas
cuando se presenta el síndrome abstinencial. Es ahí donde, sobre todo para el
caso de la heroína, el individuo adicto se torna peligroso y actúa en función de
dotarse de las dosis necesarias aún recurriendo a acciones delincuenciales. A
las drogas hay que mirarlas desde el punto de vista de sus orígenes, de sus
dosis, el modo de empleo, y el por qué se usan, sobre todo porqué se usan unas y
no otras, e informarles a los ciudadanos cuales son las drogas cuyo uso es más
generalizado y la real o supuesta relación entre ellas. Sobre éste último caso
también existen especulaciones sin criterios objetivos: por ejemplo, se dice a
menudo, que una droga conduce inexorablemente al consumo de las otras.
Se ha
recurrido con insistencia al carácter violento de quienes consumen drogas, por
las drogas mismas, como si sus propias sustancias indujeran a este estado
emocional. Cuando se asocia las drogas con violencias puede ser por la que ellas
mismas, como sustancias, generan de manera intrínseca a su composición química o
la violencia que crea el entorno de las drogas ilícitas, ( incluyendo la
violencia que acompaña a los adictos cuando tratan de conseguir la dosis, asunto
más frecuente en el heroinómano) donde
participan las bandas de narcotraficantes que manejan el negocio, ilícito y
terriblemente ganancioso, la fuerza pública que las combate, las vendetta
frecuentes entre ellas, el gran poder intimidatorio que le sobreviene al
conjunto de la sociedad y la gran grieta de corrupción que abre, permeando todos
los niveles de la institucionalidad, los sectores privados influyentes y la
sociedad en general.
Con respecto
al primer caso hay que considerar la existencia de entornos económicos, sociales
y culturales que predispone a la violencia úsese o no drogas. Y que existe
también una predisposición en la estructura cerebral y síquica de muchas
personas orientadas a favorecer los actos violentos, que algunas drogas lícitas
o ilícitas pueden potenciar. No puede desconocerse que drogas como el alcohol,
muy seguramente, van a desinhibir a individuos con predisposiciones hacia la
violencia, pero no lo vuelve más, o menos violento. Igualmente, puede suceder
con ciertas drogas ilícitas. Sin embargo, si se observa el comportamiento de las
drogas en relación con sus impactos en el organismo vamos a encontrar que la
heroína duerme, la marihuana genera estados de contemplación y que incluso en
altas dosis “reduce los efectos agresivos”, en contraposición del alcohol cuyo
abuso puede generar mayor predisposición hacia la violencia. En todo caso,
ninguna droga de las denominadas prohibidas convierte al ciudadano en un
“terminator”. En resumen, vistas las cosas en su conjunto, se tendría que
concluir que tanto las drogas, como la configuración síquica del individuo y los entornos socioculturales inciden,
al tiempo, en el cuadro de violencia que pueda demostrar bajo los efectos de
estas sustancias y que no son patrimonio exclusivo de las mismas, llámese
alcohol, ansiolíticos, antidepresivos, barbitúricos, éxtasis, meta dona, LSD,
marihuana, cocaína, morfina, heroína y pare de contar.
En cuanto al
segundo caso, para nadie es un secreto las connotaciones violentas de las
drogas, la estela trágica de muertos, heridos, zozobras de toda índole, que
causa el negocio criminal. Hospitales, morgue, cárceles, juzgados se
congestionan a diarios por la horripilante agresividad de las mafias por
controlar el negocio del narcotráfico, muchas veces con la complicidad de los
poderes del Estado y siempre a costa de la sociedad que mayoritariamente están
por fuera del circulo siniestro, pero terminan poniendo los muertos y heridos en
el fuego cruzado entre las distintas bandas y entre éstas y los aparatos de
represión del propio Estado. Esta es la verdadera violencia que genera las
drogas.
Las drogas
conducen a la violencia, es el icono sobre el cual se basa gran parte de la
propaganda oficial y privada para combatirla. En verdad, en la medida en que el
negocio criminal permea casi todos los estamentos de la vida social y en que
está asociado a las más diversas variedades de las violencias que se exhibe en
Colombia, se puede afirmar, sin recato, que la droga conduce a la violencia.
Pero cual es la violencia de la drogas? Son las vendetta entre narcotraficantes,
por el control del negocio, lo que permanentemente está dejando muertos en
nuestras calles y en los parajes rurales. Son los ajusticiamientos entre ellos,
donde desafortunadamente, por estar metidos en el negocios, caen oficiales de
fuerza publica y policías, como también servidores rasos. Es la violencia que
desataron las fuerzas paramilitares financiadas con dineros del narcotráfico, de
los contratos, del saqueo a la salud. Es la violencia contra los que se tuercen,
según los capos, sobre las mulas, sobre los sicarios. Esa es la violencia de las
drogas y en verdad cuantificarla es pavorosa: son 100 muertos diarios, 3000 al
mes y 36.000 personas asesinadas por efecto de la prohibición, que es en última
quien sostienen a los carteles de
las drogas. Esta violencia le ha costado la vida a candidatos presidenciales,
aquí recordamos a Jaime Pardo Leal,
Luís Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, Directores de medios
como Guillermo Cano, lo mismo que senadores, representantes, policías honestos
que las combaten, Obispos, oficiales,
procuradores, magistrados, jueces, fiscales, a la par que su gran poder
intimidador, es decir, violento, doblega a funcionarios públicos y agentes del
sector privado y los coloca a su servicio, muchas, pero muchísimas veces como un
acto consciente y libre de quienes deciden por traicionar los ideales que están
llamados a defender. ¿Puede ser comparada esta violencia con aquella procedente
del consumo de las drogas prohibidas? El solo hecho de pensarlo es un absurdo.
Pero veamos. Se ha dicho que los consumidores son violentos, No. Violento es el
adicto, cuando no tiene para la dosis. Por lo general este adicto se confunde
con los cientos de ciudadanos que deambulan por las calles cometiendo fechorías
casi siempre ligada a proporcionarse la dosis. Porque hay otro adicto que nadie
conoce, tiene los recursos para proveerse las drogas y pasa desapercibido. Se
visibiliza al pobre, al llevado. Y cuántas muertes produce la adicción? Los
reportes de medicina legal indican que en Bogotá el número de fallecimiento por
sobredosis está en 200 personas al año; en Medellín han calculado unas 150
defunciones, y en Cali se estima en unos 170 ciudadanos. Como se puede observar
el número de fallecimientos por exceso de drogas es ínfimo, comparados con el
número de asesinatos que a diario ocurren en calles y veredas de Colombia. Lo
que conduce a la violencia y a la muerte, entonces, es el negocio criminal de
las drogas, incluyendo la cantidad de ciudadanos, que se ven así, igualmente
afectados por la actual política prohibicionista, sin haber consumido ni
traficado nunca sustancias ilícitas.
Se ha
demostrado científicamente que el nivel de seguridad del LSD es superior al de
la aspirina y que la cocaína tiene mayor margen de seguridad que este famoso e
inofensivo analgésico. Expertos en el
tema consideran que es imposible, técnicamente, una defunción a causa del
consumo de marihuana, a menos que esté asociada a dosis extravagantes o
relacionadas con combinaciones médicas inapropiadas. Lo que puede suceder con
cualquier tipo de drogas e inclusive de sustancias medicinales y alimenticias.
Ahora bien, no hay que descartar que enfermedades orgánicas puedan conducir al
deceso del individuo, en la medida en que se pongan en contacto con cierto tipo
de sustancias médicas o de drogas legales e ilegales. Esta situación es
importante tenerla en cuenta porque la desinformación es tal que se ve asociado,
el consumo de drogas, directamente a la muerte y se acuñó hace mucho tiempo, en
los medios propagandísticos del prohibicionismo, que la droga mata. Desde luego
que puede matar. Como puede acontecer con una ingesta inapropiada de alcohol,
café, ansiolíticos, o cualquier otra sustancia legal o ilegal. La velocidad
mata, como también mata cualquier actividad realizada por los seres humanos
donde no se tomen medidas conducentes para potenciar los riesgos, que pueden
conducir a la muerte. Es escalofriante que todavía en el mundo, por asuntos
relacionados con el parto, mueran más de 500.000 mujeres al año.
La imagen más
acabada de lo que representa la droga como factor de muerte, es decir, como
destino final de quien consume sustancias prohibidas es la del heroinómano. En
efecto, es mundialmente conocida la foto del individuo pinchado con una
jeringuilla, tirado muerto en cualquier lugar: una calle, un salón de fiesta,
una oficina. Nada más desajustado a la realidad. “La heroína como la morfina, la
codeína y el opio no adulterado producen una depresión respiratoria que conduce
a un coma de varias horas… jamás puede atribuirse a la heroína una muerte casi
instantánea o consumada en minutos[33]”.
Entonces que es lo que mata? Sencillamente el hecho de estar prohibida. Esta
situación evita que el consumidor conozca que clase de sustancia esta
ingiriendo, sus niveles de pureza, las adulteraciones a la que ha sido sometida
y, desde luego, las sustancias utilizadas. De ésta manera, una droga como la
heroína, que en condiciones de pureza, no podría, su uso crónico, generar males
mayores que fuerte estreñimiento – la pureza es por lo general entre un 5 y 10%
- conduce a miles de consumidores a la muerte por causa de la estricnina,
quinina y otras sustancias adulterantes igualmente nocivas para el caso.
EL PLAN
COLOMBIA Y
Por supuesto
que tienen diferencias. Sería una explosión de sectarismo hacer equivalencias e
igualdades entre uno y otra. Todo indicaría que el Plan Colombia fue ideado por
Bush y por Uribe. Pero no. Ellos lo utilizaron. Fueron Pastrana y Clinton los
progenitores de esta expresión militarista y neo colonial.
No se trata
ahora de exhaustivos análisis y conclusiones del Plan Colombia, cuando toda la
exposición recoge sus agresiones y sus fracasos. Pero es completamente imposible pasar por
alto una mención que remitimos al Internet para precisar definiciones que los
entendidos extenderán y perfeccionarán y los recién iniciados tendrán como base de
posteriores profundizaciones.
“Plan
Colombia es un proyecto internacional constituido entre los gobiernos de
Colombia y los Estados Unidos. Su objetivo principal es disminuir el tráfico de
estupefacientes y resolver el actual conflicto armado…se concibió en 1999…El
elemento mas controvertido de este plan ha sido la estrategia de fumigaciones
aéreas para erradicar los cultivos de coca…Según investigaciones científicas en
Francia, el uso del glifosato formulado en aspersiones aéreas provoca las
primeras etapas de la cancerización en las células… (El Plan Colombia) también
ha llegado a elementos de las fuerzas de seguridad que están comprometidos con
grupos paramilitares en abusos contra sectores de la población y organizaciones
de izquierda.”[34]
De manera mas
contundente y dura se pronuncia otra opinión desde Caracas, Venezuela: “Este
Plan es presentado como un plan
para la paz y contra el narcotráfico, cuando en realidad es un plan de guerra y
un plan que no ataca el narcotráfico, por el contrario lo protege…el Plan
Colombia es el pretexto con el cual, los Estados Unidos justifican su intervención en Colombia y
la región que les interesa. La lucha antinarcóticos es un pretexto para acabar
las resistencias a su política hegemónica”[35]
El perdiódico
del PDA, “POLO”, en edición del 5 al 12 de diciembre pasado, publica un muy
completo análisis del Plan Colombia, que lo recomendamos, por su seriedad y
rigurosidad científica y periodística. Así comenta las relaciones con USA en
relación al Plan Colombia y las posibilidades de cambio en ese país.”EE.UU. no
saldrá de Colombia. El Plan
Colombia no solo ha sido ideado como una manera de enfrentar la guerra
colombiana, que el gobierno de los EE.UU. ha considerado una amenaza a su
seguridad nacional, sino como una forma de asegurar territorios, recursos y
corredores geográficos. Hoy, cuando una lectura juiciosa de los resultados de
casi de casi 9 años de intervención sobre nuestro país demuestra el fracaso de
las iniciativas militares y sociales en la reducción del narcotráfico, argumento
inicial en la formulación del plan, el gobierno entrante a
Y se escuchan
diferentes voces que presagian modificaciones-desde luego no sustanciales- de la
actitud política del gobierno estadounidense en relación con la política anti
drogas. Enrique Santos Calderón que hace parte de
Una
información del mismo diario nos
dice que Obama durante su campaña repetía sobre este asunto de las drogas: “
Tenemos que construir un nuevo paradigma.”
[38] Amanecerá y veremos. En todo caso lo que
no hagamos nosotros mismos nadie nos lo hará por nosotros.
En
Se trata de
un documento que juzgamos positivo pero bastante incompleto. Positivo porque
cuestiona al Plan Colombia, condena el prohibicionismo, responsabiliza a los
Estados Unidos y a Europa. Pero incompleto porque se limita a plantear la
despenalización solamente de la marihuana y en el área de los consumos.
Proponen
fórmulas para que los estados creen leyes que saquen a los adictos de ese
mercado ilegal para convertirse en pacientes del sistema de salud. Para ellos esto generaría un desplome de los
precios de las drogas que afectaría el ilícito negocio.
Critican muy
seriamente a los Estados Unidos y recalcan que la estrategia de Europa de
descriminalizar y despenalizar el consumo, en el tratamiento de las personas dependientes y en la prevención de los efectos
secundarios extremadamente maléficos, ha sido muy eficaz.
Pero nosotros
nos preguntamos: ¿Pero si el expendedor no es legal, entonces en que quedamos?
Y señalamos
que este expendedor no solo debe ser legal e institucional sino que debe ser
regulado o reglamentado por el Estado.
1998-2008 : EL COLAPSO DE
Las Naciones
Unidas con su política conservadora en materia de Drogas disponen igualmente de
serias responsabilidades en la crisis mundial que padecemos y que en Colombia es
una cuestión de vida o muerte. Pero no es solamente una posición de principios o
teórica lo que sustenta la estulticia. La frondosa burocracia de
Hace diez
años (1998) en
“De acuerdo
con Luiz Paulo Guanabara, director de
“Consumo en
los Estados Unidos: en el 2007: 35.7 millones de personas mayores de 12 años, es
decir el 14.4 por ciento, había usado drogas ilícitas.
4% de la
población mundial es adicta.
Los cultivos
de coca crecieron en Colombia en el 2007 el 27%
Producción
mundial de hoja de coca:
Colombia 57%
Perú 29%
Bolivia 16%
Droga ilícita
de mayor consumo en Argentina,
Bolivia, Chile, el Ecuador, el Perú
y el Uruguay: la marihuana.
La marihuana
es también campeona en Estados Unidos que dispone de producción criolla de esta
droga: El consumo de esta planta supera
al consumo de cocaína, heroína, alucinógenos, éxtasis, y sustancias
inhalables.”[40]
Podríamos continuar infinitamente con más datos. Es no solo la hora de la
reflexión sino también la hora de la decisión.
PROPUESTA
Nuestra
propuesta tiene antecedentes. El profesor Carlos Gaviria, actual Presidente del
Partido, retando al atraso, sustentó la ponencia C -221 de 1994 que despenalizó
la dosis personal. Como dato curioso el entonces presidente de
El Presidente
Álvaro Uribe el 6 de junio de 2008, preparando otra de las inútiles cumbres
antidrogas, amenazó con la presentación nuevamente del proyecto de Reforma
Constitucional para penalizar la dosis personal; proyecto que por cuarta vez se
hundió en el parlamento colombiano, según da cuenta de ello el diario El Tiempo en su edición
del 3 de diciembre del 2008.
Tomando en
consideración que la actual política prohibicionista y represiva del gobierno
colombiano contra las drogas, ha sido un fracaso en el logro de sus propósitos,
al igual que a nivel mundial, y que por el contrario ha perjudicado a grandes
grupos poblacionales en beneficio incalculable de unos pocos, que está afectando
de manera considerable el desenvolvimiento de nuestras relaciones
sociales, de nuestra economía, de nuestras instituciones y de nuestra
inteligencia y cultura colectiva, que dichos efectos negativos son crecientes
mientras que los logros de la política antidrogas son decrecientes y cada vez
más costosos en detrimento de las ramas de la economía legal y de la calidad de
vida de la ciudadanía, que así mismo aceleran el proceso de
desinstitucionalización del estado a través de la corrupción y el
amedrantamiento, el Polo Democrático Alternativo ratifica que se hace necesario un cambio radical en
varios aspectos relacionados con la política contra las drogas.
En primer
lugar es necesario cambiar la forma de observar el fenómeno, cambiar la
percepción superficial, lineal y dogmática que se viene utilizando por parte del
gobierno y modernizarla con una visión sistémica y profunda, con cientificidad
objetiva y análisis cuantitativo y cualitativo de los aspectos determinantes del
proceso de producción, distribución y consumo de la drogas ilícitas. Solo una
visión así puede acercarnos a los verdaderos inconvenientes de la ilegalidad del
negocio y puede ofrecernos en consecuencia la posibilidad de crear los
verdaderos mecanismos e instrumentos administrativos, jurídicos y fiscales para
afrontar el tema que se nos bien saliendo cada vez más de las manos.
No podemos quedarnos a la orilla de los
acontecimientos que se vienen registrando a nivel mundial respecto a los cambios
paradigmáticos en el tratamiento de las drogas. Es necesario que como partido
progresista vayamos a la vanguardia de una nueva política en la lucha contra el
narcotráfico y todas sus nefastas secuelas. La defensa de la dosis personal en
tan solo un paso, importante si en la concepción de libertad y democracia, pero
no es suficiente. La nueva política tiene que enfrentar de manera coherente cada
una de las fases de la cadena del negocio, teniendo presente que esta no es una
lucha aislada del resto del mundo, sino que por lo contrario para poder tener
éxito es necesario encontrar el consenso de muchos otros países democráticos.
En
Para esta
consulta deberíamos tener en cuenta las siguientes consideraciones: Podríamos
decir que existe una visión amplia y otra restrictiva de lo que se entiende por
despenalización. Según Raúl Cervini, quien fue citado en la reciente declaración
de
Esta
afirmación, sobre que despenalizar no significa descriminalizar, no nos aporta
nada práctico al debate de fondo. Por ello creo que la despenalización debe
entenderse en un sentido amplio, esto es, que una conducta despenalizada
significa, no solo que no habrá sanción con privación de la libertad, sino que
tampoco hay la configuración de un ilícito civil, el cual puede acarrear
sanciones administrativas como multas. Es decir, que desde el lado de la
demanda, el consumidor que porte su dosis personal está ejecutando una acción
tan normal como el que porta un paquete de cigarrillos.
En Colombia
como ya lo señalamos la dosis personal fue
despenalizada por sentencia de
En la
legislación internacional, concentrada en tres convenciones, que dispone de
vigencia para las drogas ilícitas se experimentó ya una penalización y una despenalización. Se trata que las
convención de 1961 pretendió prohibir inclusive el uso tradicional de la hoja de
coca de los pueblos indígenas dándoles un plazo de 25 años para hacerlo, lo cual
era un verdadero atentado colonialista contra esta impronta cultural.
Afortunadamente 27 años mas tarde
Sin embargo
la despenalización de toda la cadena de la producción y tráfico de lasa drogas,
a pesar de ser parte de la misma ecuación de la oferta y la demanda, se
encuentra rezagada y apenas
se comienza a mencionar para la
marihuana.
La dificultad
de la despenalización de la oferta
radica en que Colombia no lo puede
hacer de manera solitaria sino que
esta debe ser el resultado de una decisión de la comunidad internacional en la
que el país puede jugar un honroso y merecido papel de catalizador. La fórmula
correcta sería entonces, la despenalización de toda la cadena, que acabaría de
manera inmediata con el narcotráfico y todas sus perversas secuelas. Se tendría
que expedir en forma inmediata una plataforma, es decir, una reglamentación que
discipline la producción y el consumo, pero ya en un contexto por fuera del
código penal.
A pesar que
el horizonte ideal de la despenalización a través de una reglamentación es aún
incierto, hay pasos intermedios que se deben implementar de manera urgente como
son el de la reducción del daño en el caso de la demanda-políticas de salud
pública-y oportunidades concretas de desarrollo para quienes participan de la
primera etapa de la producción, y los cultivadores, hoy estigmatizados como
narcocultivadores.
En síntesis,
Colombia a través de algún mecanismo multilateral latinoamericano, debe proponer
a las Naciones Unidas, la apertura del debate inmediato sobre el tema y en
conjunto con nuestros países hermanos proponer en dicho foro la despenalización.
Por último es
importante señalar que la legalización o liberalización absoluta deja abierta a
la iniciativa privada el mercado de las drogas. La despenalización provocaría el
control monopólico del Estado sobre su producción. Nos pronunciamos entonces por
esta segunda alternativa.
El ex
presidente Cesar Gaviria en reciente entrevista con Yamid Amat en El Tiempo
simplifica la diferencia entre legalización y despenalización. Se le
pregunta:”¿Qué diferencia hay entre legalizar y despenalizar? No estamos
deslegitimando la lucha contra la droga, sino proponiendo que se trate a los
consumidores como enfermos, no como delincuentes”[43]
Realmente muy insuficiente.
En Colombia
esperamos la aprobación de este II Congreso Nacional del PDA a la tesis de la
despenalización. Deseamos coordinar nuestro trabajo con múltiples organizaciones
nacionales e internacionales.
Bogotá DC
ColoGmbia 26 de febrero de 2009
Favor
dirigirse a Carlos Bula.
sdi_carlosbula[at]yahoo.com
[1]Estatutos e Ideario de Unidad, serie documentos del POLO – Junio 2007, No. 2, p.46 y 47.
[2] La
política represiva contra diferentes tipos de drogas ha existido desde
hace siglos, El primer
intento de prohibir una droga popular,
el vino, lo realizó Mahoma (hace
[3] La dosis máxima de glifosato, una política de daños. María Mercedes Moreno. Agosto de 2008
[4]
Documento para el Temario Preliminar Ampliado de
[5]
EL ESPECTADOR.COM, 26 Ene 2009 - 4:01 pm,
El año pasado se erradicaron manualmente
[6]
1970-2009, conferencia,
enero 30, d. 7
[7] El Espectador, Domingo 8 de Febrero de 2009, p. 2 – 5
[8]
ONU/ONUDD,
citado por Nicolás Valencia, APUNTES SOBRE EL
PROBLEMA DE LAS DROGAS ILÍCITAS, 2009, p. 2
[9] ELTIEMPO.COM, Uno de cada tres kilos de coca colombiana se va por la ruta africana, el tiempo.com, Martes 10 de febrero de 2009
[10] El Tiempo, febrero 8 de 1978, Citado por Alvaro Camacho Guizado, Droga y sociedad en Colombia – El poder y el Estigma, CIDSE, Universidad del Valle, 1988, p. 19
[11] Gestiopolis.com, La comunidad latina de estudiantes de negocios, EL NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA, 01 – 2001, Aportado por: Anónimo, p.5
[12] Nicolás Valencia, APUNTES SOBRE EL PROBLEMA DE LAS DROGAS ILÍCITAS, 2009, p. 3
[13]
PUEBLOS ESPECIAL AMÉRICA LATINA - LOS ACUERDOS DE LIBRE COMERCIO,
Colombia: Narcotráfico y finanzas mundiales, Luis Alfredo
Burbano, Lunes 16 de julio de 2007
[14] CONTROL TOTAL Antonio Caballero. Revista Semana. Septiembre 8 de 2008
[15] General Rosso José Serrano, Cara a Cara,
El Tiempo, 19 de Agosto de 2008, entrevista con María Isabel Rueda. P. 1- 6
[16]
En 40% por ciento aumenta pie de fuerza de Ejército y Policía,
Lily Montes, CM& la noticia, Miércoles, 11 de Febrero de 2009 21:21
|
[17] Narcotizar la agenda. El Tiempo. Natalia Springer. 2 de febrero de 2009
[18] Hablar de plata, ¡qué pena!, José Fernando Isaza, EL ESPECTADOR .COM, 22 Jul. 2008 - 9:01 pm
[19]
Diana Carolina Jiménez,
La lucha antidrogas preocupa a América,
[20]
Preocupante cifra de consumidores de droga en el país, revela
[21]
ONU/ONUDD
[22] Citado por Nicolás Valencia,
[23] Camilo Uribe. Vicepresidente de
[24]Una guerra perdida, ELTIEMPO.COM, viernes 13 de febrero de 2009.
[25] Rafael Ballen, Poder político, narcotráfico y paramilitarismo. Colombia pasado y presente. Desde Abajo, agosto 19 de 2004, edición 93.
[27] ¿Cuáles son los desafíos en la lucha contra la corrupción en Colombia?, Corporación Transparencia por Colombia, Capitulo Transparencia Internacional, 15 de febrero de 2009
[28]NARCOTRÁFICO Y DEMOCRACIA:
[29] Alberto Lleras, THE COLOMBIAN CONNECTION, Credencial historia, 1990
[30] Nicolás Valencia, Oc.
[31]
Propaganda
Institucional Gobierno Colombiano
[32]
Jordi Cebrián. Un ensayo sobre las drogas, la
prohibición y los delirios colectivos
[33]
Jordi Cebrián
[34]
Wikipedia,
[35] www.soberania.org
[36] Periódico POLO.5 a 12 de Diciembre de 2008
[37] Enrique Santos Calderón. Contraescape. El Tiempo.22 de febrero de 2009
[38] El Tiempo.22 de febrero de 2009
[39] www.comunidadesegura.org
[40] Revista Semana.com.
34
[42]
Declaración final de
[43] Cesar Gaviria. El Tiempo.22 de febrero de 2009
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Coca.
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