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EL PAPEL DE LA COCA


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¿Se está ganando la “guerra contra las drogas”? Un balance[i]

Gustavo De Greif: La política frente a las drogas narcotizantes y psicotrópicas ha estado influenciada – o, mejor, ha sido impuesta - por la concepción prohibicionista del gobierno de los Estados Unidos de América y en 1966 bajo el gobierno del Presidente de los Estados Unidos de América Sr. Richard Nixon comenzó la mal llamada Guerra contra las Drogas con un presupuesto federal de seis millones quinientos mil dólares, hoy, ese mismo presupuesto asciende a doce mil doscientos millones.[1]. En Inglaterra, en el año 2004 el total empleado en el combate a las drogas ascendió a 1.300 millones de libras esterlinas.

 

Han pasado pues cerca de 40 años y pienso que se debe realizar un balance sobre sus resultados y según las conclusiones que resulten determinar si se impone un cambio de curso o, por el contrario si lo que conviene es persistir en la estrategia vigente. Para esto nada mejor, sin anticipar lo que de él pueda deducirse,  que tener en cuenta lo dicho por el Colegio de Abogados del Condado de Nueva York (New York County Lawyers' Association) cuando en un estudio sobre el problema, publicado en octubre de 1996, dijo: “El fin apropiado de cualquier política sobre las drogas debe ser la reducción de la prevalencia y la propagación del uso dañino de la droga y de su abuso y minimizar los daños asociados a tales problemas cuando se encuentra que existen. Adicionalmente, cualquier política que crea resultados más dañinos que los problemas sociales que se propone resolver, debe ser revaluada en cuando a la conveniencia de proseguir con esa política. Además, para que se justifique la continuación de cualquier política pública, los costos incurridos deben siempre pesarse contra los beneficios que se deriven de ella. Es dentro de este contexto y con este criterio en la mente, como los actuales enfoques de la política sobre las drogas deben ser objetivamente evaluados y, si fuere apropiado, se deben considerar otros modelos de política”[2].

 

Creo que una de las tareas que debe imponerse un movimiento como el de Reforma es la confección de ese balance. Un estudio como el que sugiero deberá ser multidisciplinario, comprometiendo a científicos, médicos, economistas, sociólogos, abogados y miembros de otras profesiones, como lo hizo la mencionada asociación y para el cual me atrevo a adelantar las siguientes consideraciones, que pueden contribuir a su confección y a las conclusiones que se derivarían.

 

En primer lugar debemos preguntarnos cuál es la concepción que la política prohibicionista tiene acerca de las drogas citadas y en segundo término cuál el raciocinio que la justifica. Para responder lo primero nada más apropiado que citar lo que a este propósito ha venido exponiéndose en los documentos anuales que bajo el título “Estrategia para el control de las drogas”[3], publica la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas (Office of National Drug Control Policy - ONDCP) así: En 1997 se dijo: “El primer deber del gobierno es la protección de sus ciudadanos- La constitución de los Estados Unidos – tal como se ha interpretado por más de 208 años – expresa la obligación del gobierno federal de defender el bien común, suministrando una salvaguarda contra todas las amenazas, extranjeras o domésticas. Las drogas ilegales constituyen una de esas amenazas- Las sustancias tóxicas, aditivas presentan un peligro para toda la sociedad. Como el cáncer corrosivo e insidioso, el abuso de la droga disminuye el potencial de nuestros ciudadanos para su crecimiento y desarrollo”[4] Y el mismo documento para el año 2002 repitió el mismo concepto con estas palabras agregándole el ingrediente de las amenazas a la democracia y el combate al terrorismo, como es la moda: “La droga ilegal amenaza todo lo que es bueno sobre nuestro país. Puede romper los vínculos entre padres e hijos. Puede volver a los ciudadanos productivos en adictos y puede transformar las escuelas en lugares de violencia y caos. Internacionalmente, financia el trabajo de los terroristas que usan las utilidades que provienen de las drogas para financiar su sangriento trabajo. Nuestra lucha contra el uso de la droga ilícita es una lucha por el futuro de nuestros hijos, por las democracias en problemas y contra el terrorismo”[5] .

 

En cuanto al argumento que justifica la prohibición, él se formula así: Si no entran drogas a los Estados Unidos de América, no hay problema de drogas.[6] Para evitar la entrada de drogas, en unión con los gobiernos y otras instituciones de los Estados de los países donde se producen, se adelantarán acciones represivas para la erradicación o destrucción de cultivos, laboratorios, pistas de aterrizaje de aviones, interdicción de cargamentos y bienes, captura y encarcelamiento de traficantes y otras medidas semejantes. Todo esto deberá dar lugar a una reducción de las drogas disponibles en el mercado lo que a su vez resultará en un aumento en los precios de las drogas que lleguen al mercado, lo cual, a su vez, contribuirá a disuadir  del consumo a potenciales compradores, así como a los actuales consumidores, inclinando a los adictos, además, a buscar tratamiento o a dejar de consumir.

 

Si la estrategia represiva hubiera dado resultado tendríamos: a) Menos áreas cultivadas con plantas de donde se extraen las tres grandes drogas hoy prohibidas, a saber: cocaína, heroína y marihuana; b) Menor disponibilidad de esas drogas en los mercados consumidores; c) Precios de cada una de esas drogas más altos; y d) Menor número de consumidores, tanto habituales o fuertes (hardcore) como ocasionales. Infortunadamente en ninguno de estos rubros se registra alguna mejoría cierta, como pasamos a verlo.

 

a) Menos áreas cultivadas. En los numerosos y recientes reportes que produce periódicamente la Oficina Para el Control de las Drogas, de la Casa Blanca, se ha vuelto común señalar como un éxito de la política represiva la disminución de áreas cultivadas con plantas de coca en Colombia, gracias a los apoyos del gobierno estadounidense.

 

Si bien es cierto que se han erradicado más de cien mil hectáreas de sembradíos de plantas de coca, lo cierto es que la producción de cocaína no se ha reducido – y, al contrario ha aumentado – por un incremento de cultivos en Perú y Bolivia, y un traslado de ellos en Colombia a otras áreas[7]. Tan cierto es esto que la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Droga y el Crimen (United Nations Office on Drug and Crime, UNODC), en su Reporte hecho público el 16 de junio del año en curso anota: “Aun cuando la producción de cocaína continúa disminuyendo en Colombia, en un 7% desde el año 2003 al año 2004, ese descenso más que se compensó por incrementos en la producción del 23% en Perú y del 35% en Bolivia, indicando un incremento en conjunto del 3% en la producción de cocaína en la región”[8]. Además, otro factor que ha incidido en la no reducción de la producción es la existencia de plantas de rendimiento más alto y de métodos más sofisticados de procesamiento.

 

En cuanto a la erradicación, lo que se califica como éxito es siempre relativo pues cuando se trata por ejemplo de erradicación por aspersión aérea (glifosato) hay que tener en cuenta que las matas de coca producen tres y hasta cuatro cosechas de hoja al año y cuando desaparecen los efectos de la fumigación el cultivador aun puede recoger entre dos y tres cosechas.[9]

 

Aparte de lo anterior, hay que anotar que el “éxito” en la erradicación no tiene en cuenta el inmenso daño que se está causando a la sociedad colombiana con esa política, que ha dado lugar a un masivo desplazamiento de personas, campesinos que terminan de mendigos en las calles de las ciudades o cometiendo delitos ante la falta de trabajo[10].

 

Uno se pregunta qué clase de exitosa es una política que ocasiona una catástrofe social como la que padece Colombia. Aquí cabría decir que se impone modificar una política que cause más daños que los beneficios que pretende.

 

b) La política represiva tampoco ha logrado disminuir de manera sustancial la disponibilidad de las drogas en el mercado. La producción mundial de cocaína ascendió en el año 2003 (último dato disponible) a aproximadamente 800 ttm, según Reporte de la Oficina contra la Droga y el Delito titulado Tendencias Mundiales de las Drogas Ilícitas (655 toneladas métricas, según Reporte de la misma Oficina titulado Drug World Report 2004), habiendo llegado al mercado de los Estados Unidos de América cerca de 300 toneladas métricas (En 1996, 288 ttm). La heroína llegada al mercado (descontada la interceptada) para el mismo año (2003) fue de 367 ttm (en 1993 fue de 397), habiendo llegado al mercado estadounidense unas 13 ttm (en 1997, 12.4 ttm).  Y la de marihuana (la droga de mayor consumo en el mundo) fue de 32.000 ttm. de hierba de cannabis, de las cuales se consumieron en los Estados Unidos de América, ya como marihuana,  aproximadamente 1.200 ttm. (en 1996, 874 ttm)[11]

 

Cuando decimos que de manera sustancial queremos significar de manera que una menor disponibilidad en el mercado reduzca efectivamente el número de consumidores. Lo que estamos viendo que ocurre es que en cuanto a la heroína si bien en 1993 llegaron al mercado 397 ttm. Y en el año 2003 367 ttm. es decir 30 toneladas menos, sin embargo el número de consumidores no disminuyó sino que por el contrario aumentó, lo que puede haberse debido a que la llegada en el año 2003 fue mucho más pura que la llegada en 1993[12].

 

c) Precios. La aparente racionalidad de la política represiva suponía que si se disminuían las áreas cultivadas, se apresaba a productores, traficantes y consumidores, se les incautaban bienes y cargamentos, la droga disponible en el mercado sería menor, los precios aumentarían y decrecerían los consumidores. En relación con los precios esto no ha sido así.

 

Cocaína: El precio en el mercado estadounidense al por menor (consumidor) por gramo de cocaína fue en 1988 de US $177 y en el año 2003 de US $114[13]

 

Heroína: El precio en el mercado estadounidense al por menor (consumidor) por gramo fue en 1988 US $1.655 y en el año 2003 de US $407[14]

 

Marihuana: El precio en el mercado estadounidense al por menor (consumidor) por onza fue en 1988 de US $385 y en el año 2003 de US $323[15]

 

d) Consumidores. Los reportes del gobierno americano y de la Organización de las Naciones Unidas suelen vanagloriarse porque según se dice, ha habido una disminución en el número de consumidores ocasionales que bajaron de 6’ en 1988 a 2’155 en el año 2000[16]. Pero se crean o no esos datos las estadísticas más recientes muestran un aumento en el número de consumidores en los Estados Unidos de América. Así lo revelan los datos suministrados por el National Household Survey on Drug Abuse (NHSDA)  de la Agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos (Department of Health and Human Services – Samhsa) del gobierno de aquel país, cuya última encuesta muestra que el número de consumidores de marihuana y hachís por personas a partir de los 12 años durante toda su vida fue en el año 2002, de 94.946 millones y en el año 2003 el número ascendió a 96.611 millones. El de consumidores de cocaína fue en el año 2000 de 33.910 millones y al año siguiente bajó levemente a 34.891.000. El de consumidores de heroína fue en el año 2002 de 3.668.000 y en el año siguiente subió a 3.744 millones.[17]

En el resto del mundo  el Reporte Sobre las Drogas correspondiente al año 2005 de la UNODC señala que “Un total de 16 millones de personas a nivel mundial usan opiatos, incluyendo 10.6 millones de personas que abusan de la heroína” y que en el año 2003 los niveles de uso permanecieron estables globalmente, pero algunos incrementos podrían estar relacionados con la producción de Afganistán en ascenso”. Sobre el consumo de cocaína dice: “Se estima que hay 14 millones de usuarios [habituales] de cocaína mundialmente, con dos terceras partes residiendo en las Américas. Globalmente, parece que el uso de la cocaína se ha estabilizado, después de años de fuertes incrementos, aun cuando encuestas en las escuelas sugieren una tendencia alcista en Europa Occidental”. Y sobre el consumo de marihuana y hachís se lee: “La marihuana es por mucho la droga usada más comúnmente en las calles del mundo. Un estimado de 161 millones de personas consumieron marihuana en el año 2003, equivalente al 4% de la población global con edades entre 15 y 64 años”, “El uso entre estudiantes parece estar incrementándose en Europa, aun cuando no en los Estados Unidos o Australia”[18].

 

Todas las cifras anteriores muestran que quince años después (1988-2005) y luego de ingentes esfuerzos de erradicación, embargo de cargamentos, encarcelación de narcotraficantes, destrucción de laboratorios, confiscación de bienes y aumento considerable en los presupuestos de todas las naciones dedicadas a la “guerra contra las drogas” la situación permanece prácticamente idéntica.

 

Los dos documentos que hemos citado, explicablemente, por tener su origen en entidades que siguen los dictados de la política prohibicionista prohijada e impuesta por el gobierno estadounidense, pretenden vendernos la idea de una política que está teniendo éxito dizque por la reducción en áreas cultivadas con plantas de coca y amapola y por incrementos en las confiscaciones de drogas. Sobre lo primero ya hemos visto que las disminuciones de cultivos en unos países -  y especialmente en Colombia – han sido compensadas por aumentos en otros y por plantas más productivas o por métodos mejorados de laboratorio, y, sobre lo segundo, al no haber disminución sensible en la droga disponible en los mercados, el aumento en los decomisos indica que hay mayor producción y trafico[19]

 

Hasta aquí un balance fundado en los documentos mismos que producen las agencias partidarias de la política represiva muestran que la llamada “guerra contra las drogas” está bien lejos de remediar el problema que se propuso solucionar. Si llegara a tener acogida la propuesta de la confección de un balance más profundo que involucre todos los aspectos del problema de las drogas, en el que intervengan científicos, médicos, abogados, economistas, sociólogos, educadores etc., ese balance deberá contemplar otros temas adicionales a los aquí tratados como podrían ser las consecuencias para la economía de los países productores y de tránsito, para la salud pública, para la ecología, para la administración de justicia, contribución a la corrupción en la administración pública en particular y en la sociedad en general, la eficacia o no de las extradiciones, el respeto o no de la soberanía de los países, etc.

 

Es que la “guerra contra las drogas”, aparte de fracasar en disminuir el acceso de los consumidores a las drogas prohibidas, ha dado lugar a consecuencias no pretendidas -a lo que los americanos llaman “unintended consequences”-, tales como:

 

Corrupción en la administración pública tanto en los países productores como en los de tráfico y consumidores.[20] Y es que no se requiere ser muy perspicaz para comprender que si la droga sale de los países donde se produce, pasa por los de tráfico y llega a los consumidores necesita haber contado con la complicidad de por lo menos policías, inspectores de aduana, controladores de puertos marítimos y aéreos que miran para otro lado mientras los cargamentos pasan. Y se trata de cargamentos de varias toneladas y no simplemente de kilos transportados por patéticas y pobres “mulas”.

 

Distorsiones en las economías de los países donde se desarrolla la prohibición. No hay certeza sobre los dólares provenientes del narcotráfico que entran en la economía colombiana y mexicana, por ejemplo, pero sobre lo que sí hay certeza es que esos dólares distorsionan la economía de dichos país pues las inversiones que suelen realizar los narcotraficantes se encaminan a actividades poco productivas como acaparamiento de tierras que dedican a la ganadería extensiva, que requiere escasa mano de obra, a casas de habitación lujosas y a compras de joyería y vehículos importados de altos precios.

 

Balaceras entre bandas de narcotraficantes y muerte de inocentes en el fuego cruzado.

 

Congestión en cárceles debida especialmente a que se encarcelan más consumidores que traficantes y entre estos más a pequeños vendedores que a jefes de carteles y bandas.[21]

 

Descrédito del sistema penal de los países como consecuencia de su inefectividad en evitar el tráfico de las drogas prohibidas.

 

Daños a la salud de los consumidores por drogas que no llenan requisitos sanitarios. Expertos piensan que posiblemente más daños causan las sustancias que añaden los traficantes para aumentar el volumen del producto que la droga misma que se consume.

 

Destrucción sistemática de bosques en lugares selváticos para establecer plantaciones y daños ecológicos ligados a la fumigación de los cultivos ilícitos con daño a cultivos lícitos adyacentes.

 

Intervenciones en la política interna de un país por parte del gobierno estadounidense bajo el pretexto de la lucha contra las drogas.

 

Como lo anotan serios tratadistas sobre el problema de las drogas, un estudio como el que propongo mostrará que la mayoría de los problemas atribuidos a las drogas son el resultado de la prohibición más que del uso de las drogas.[22]

 

Guerra contra la “guerra contra las drogas”. Otro balance

 

Fracasada la “Guerra contra las Drogas” qué hacer?

 

Pienso que una mejor estrategia sería la regulación legal de la producción y el comercio de las drogas a que me he venido refiriendo, acompañada de campañas educativas disuasorias del abuso del consumo y del suministro de tratamientos médicos a los adictos, que es lo que entiendo por legalización.[23] En el Encuentro Latinoamericano Antiprohibicionista por la Reforma de las Políticas de Drogas, que debe reunirse en Buenos Aires durante los días 7, 8 y 9 del mes de septiembre del año en curso (2005), encuentro organizado por Reforma, la Red Latinoamericana para la Reforma de las Políticas de Drogas, se estudiará esta materia y espero participar en los debates correspondientes.

 

Cuando amablemente se me invitó a participar en el citado encuentro sugerí que otro balance que conviene hacer es el que podría llamarse sobre la guerra contra la “guerra contra las drogas”, pues ante el fracaso de la “guerra contra las drogas” habría uno de preguntarse por qué no ha sido posible que la opinión pública acepte – e influya sobre los gobiernos – para que se reconozca que la derrota de la política actual es cierta y que el camino a seguir es el de la regulación, la educación y el suministro de tratamiento a los adictos.

 

Cada vez que en México he tenido ocasión de exponer mis ideas sobre el tema en presencia de padres de familia he encontrado que a pesar de reconocer el fracaso de la guerra no se muestran partidarios de un cambio de estrategia ante el temor – dicen – de una aumento en el consumo en un ambiente de legalización. Me pregunto si será porque hemos hecho mucho énfasis en los errores de la política prohibicionista y poco en cómo sería la reglamentación.

 

En la reunión de Mérida, México, que con el título Saliendo de la Sombra, se llevó a cabo en el año de .... presenté cinco argumentos que me han convencido que la regulación de la producción y el comercio, acompañada de campañas educativas disuasorias y de su ministro de tratamiento a los adictos, no daría lugar como se teme por algunos al aumento en el consumo. Estos argumentos esquemáticamente expuestos son: 1°. Lo ocurrido en los Estados Unidos de América cuando se levantó la prohibición a las bebidas alcohólicas sin que se presentara un incremento en su consumo. Inclusive, para algunos observadores las leyes prohibicionistas constituyen un factor significativo conductivo a un aumento en el uso de las drogas y como causantes de un mayor numero de adictos de los que en otro caso habría.[24]; 2°. En diez estados de la Unión Americana, que despenalizaron la posesión de pequeñas cantidades de marihuana para el consumo personal en los años 70, no se presentó ninguna variación en los volúmenes de uso de la marihuana.[25]; 3°. La experiencia holandesa; 4°. De acuerdo con las evidencias disponibles, las recientes disminuciones en el consumo del alcohol y del tabaco se atribuye por los expertos a factores tales como la educación, la salud y el deseo de estar bien físicamente, y con las campañas educativas disuasorias que deberían acompañar a la legalización, en nuestra concepción, se lograrían unas disminuciones similares; y 5°. Finalmente, un argumento de autoridad,  lo encontramos en lo expuesto por el  Dr. Michael S. Gazzaniga, neurocientífico profesor de la Universidad de Dartmouth en entrevista publicada en la National Review del 5 de febrero de 1990 (págs.  34-41) y reproducida en el libro,  Drug Legalization, For and Against.[26] De acuerdo con el destacado profesional, el ser humano está poseído de un poderoso instinto de conservación que lo rehuye de asumir conductas que lo puedan perjudicar. Por esto, cuando va a cruzar una calle mira a todos lados para evitar ser arrollado por algún vehículo y cuando ejercita un deporte que asume como peligroso toma toda clase de precauciones para disminuir el riesgo, y esto mismo lo impulsa a ser cuidadoso en el consumo de sustancias que pudieran perjudicarlo. La inmensa mayoría de los seres humanos consume alcohol socialmente y sólo una minoría lo hace abusivamente y de éstos otra minoría se vuelve adicta y lo mismo sucede con la cocaína, sin que en un caso la legalización y en el otro la prohibición, influyan. Y quienes hacen parte de esa minoría es porque algún problema genético, fisiológico o psicológico hace que ese instinto de conservación los abandone.

 

Otro obstáculo que se tiene que salvar por parte de los partidarios de la regulación está representado por los variados intereses políticos, económicos y personales que se oponen a ella. También aquí se ha fallado y es necesario enfrentar ese obstáculo  con argumentaciones válidas y de manera oportuna. No ha sido así hasta el momento y cada vez que la Oficina de Política Nacional para el Control de las Drogas (Office of National Drug Control Policy - ONDCP) y la Organización de las Naciones Unidas, o los gobiernos de los países producen algún documento proclamando éxitos en la “guerra contra las drogas” se debería responder con prontitud mostrando la falacia de los pretendidos logros. No se hace así con la asiduidad deseada y solemos permanecer silencioso dejando la impresión de que los reportes que se expiden son ciertos.

 

Además debe hacerse un mayor énfasis en que la regulación no es una invitación a consumir ni mucho menos constituye una invitación al consumo de las drogas narcotizantes y psicotrópicas.

 

Me parece que muchas veces los partidarios de la política de regulación nos limitamos a hablar de legalización sin una explicación detallada sobre en qué consiste y cuáles salvaguardas implicaría en relación con el consumo. Aspiro a que de esta reunión convocada por Reforma salga algo positivo sobre este punto y aspiro a participar activamente en las discusiones programadas sobre esta materia.

 

En este campo de la guerra contra la droga me parece que el balance es negativo.[27]

 

Muchas gracias.

 

Gustavo de Greiff R.

 

México D.F., agosto del año 2005.



[1] Y la administración actual ha solicitado al Congreso para el año 2006 una apropiación de doce mil seiscientos millones, lo que representa un aumento de 566-3 millones. Para qué más se preguntaría uno, si la política actual, fuera tan exitosa como la pintan?

 

[2] The appropriate goal of any drug policy must be to decrease the prevalence and spread of harmful drug use and substance abuse, and to minimize the harms associated with such problems where they are found to exist . Additionally, any policy which creates more harmful results than the societal problems it proposes to solve, must be re-evaluated in terms of the advisability of further pursuit of such policy. Further, to justify continuation of any public policy, the costs incurred must always be weighed against the benefits derived. It is within this context, and with these criteria in mind, that present approaches to drug policy must be objectively assessed and, where appropriate, alternative models for future policy evaluated and considered.

 

[3] The Drug Control Strategy. Estos documentos se pueden consultar a través de Internet en la dirección www.whitehousedrugpolicy.gov.

 

[4] The first duty of government is to protect its citizens. The Constitution of the United States -- as interpreted over 208 years -- articulates the obligation of the federal government to uphold the public good, providing a bulwark against all threats, foreign and domestic. Illegal drugs constitute one such threat. Toxic, addictive substances present a hazard to society as a whole. Like a corrosive, insidious cancer, drug abuse diminishes the potential of our citizens for full growth and development.

 

[5] Illegal drug use threatens everything that is good about our country. It can break the bonds between parents and children. It can turn productive citizens into addicts, and it can transform schools into places of violence and chaos. Internationally, it finances the work of terrorists who use drug profits to fund their murderous work. Our fight against illegal drug use is a fight for our children’s future, for struggling democracies and against terrorism.

 

[6] Esta lógica no tiene en cuenta que existe una producción ilegal al interior de los Estados Unidos de América y se achaca el problema a la sola entrada de drogas, olvidándose que gran parte de la marihuana y de las drogas químicas o de diseño se produce internamente.

 

[7] En el Reporte que se cita a continuación, se anota por ejemplo que mientras en algunos lugares de Colombia la erradicación de plantas mediante fumigación y la manual ha disminuido las áreas con cultivo de plantas de coca. En otros ha aumentado: “[I]n in Colombia cultivation in Narino and Meta increased 17% and 38% respectively” Ob. Cit. Vol. I, pág. 44. El Reporte puede consultarse en Internet en la dirección www.unodc.or.

 

[8] Although cocaine production continued to diminish in Colombia, down 7% from 2003 to 2004, that decline was more than offset by increases in production of 23% in Peru and 35% in Bolivia, marking a 3% overall increase in cocaine production in the region.

 

[9] El New York Times en publicación del 17 de abril del año en curso anota: “A principios de este año, el Departamento de Estado reportó que el año 2004 había sido otro ‘año de bandera’. Los aviones de fumigación habían erradicado 336.248 acres de plantas de coca. Pero pareció un logro pírrico. Para la misma época, la oficina de política sobre la droga de la Casa Blanca reportó que continuaban 281.000 acres de plantas de coca, un área ‘estadísticamente igual’ a la del año anterior. La razón aparente, dijeron funcionarios americanos y colombianos, es que la mata de coca crece a partir de la semilla hasta ser cosechable en solo cuatro meses. El General Castro [Jefe de la Policía colombiana] dijo que un cultivador de coca cosecha hojas de una planta ‘tres, tal vez, cuatro veces al año’. Si un campesino vuelve a plantar después de que se retira al avión fumigador, él puede perder solamente una cosecha” (La versión original en inglés es: “Earlier this year, the State Department reported that 2004 had been ‘another banner year.’ The spray planes had eradicated 336,248 acres of coca plants. But it seemed a Pyrrhic accomplishment. At about same time, the White House drug policy office reported that 281,000 acres of coca plants remained, an area "statistically unchanged" from the previous year.

The apparent reason, American and Colombian officials said, is that the coca bush can grow from a seedling to a harvestable plant in only four months. General Castro said a coca farmer could harvest leaves from a bush ‘three, maybe four times a year.’ If a farmer replants his bushes after the spray plane leaves, he may miss only one harvest.”)

[10] En el Drug World Report 2004 de la Office on Drugs and Crime (UNODC), se lee a este propósito: “On May 10, 2004, Jan Egeland, the United Nations Under Secretary General for Humanitarian Affairs stated "Colombia is by far the biggest humanitarian catastrophe of the Western hemisphere". (UN Press Briefing 10/5/04.) According to the Colombia coca survey for 2003, over the past 5 years over 1.5 million people are thought to have fled to escape rural violence. The country has the third largest internally displaced population crisis in the world. The level of homicides and kidnappings is extremely high. Internal displacement is one of the most damaging things which can happen from a humanitarian point of view. This level of disenfranchisement leaves the person with no community, no security, often no shelter, food, water, sanitation, healthcare and education. It is one of the most dangerous situations a human being can be in, especially in high conflict areas. While most of Colombia's internally displaced persons end up in the sprawling barrios and shantytowns around large cities, others end up engaged in illicit production activities, putting them at even further risk and perpetuating the displacement cycle. All coca growing areas in Colombia show a high level of forced displacement.” Ob. cit. Vol. I, pág. 45

 

[11] De las 32.00 ttm de hierba, 10.000 se produjeron en los Estados Unidos de América. Esto de acuerdo con el Reporte de la UNODC. Sobre estas cifras el Reporte anota: “According to US government estimates cannabis herb production outside the USA was around 15,400 tons in 2002, up from 11,200 tons in 1999s. Annual production of marijuana in the USA was estimated by the US authorities to amount to more than 10,000 tons in 2001/2002. This would result in a global cannabis herb production of more than 25,000 tons. This includes an estimate for cannabis herb production of 3,500 tons for countries other than the USA, Mexico and Colombia. The latter estimate, however, appears to be rather conservative. US authorities also reckon that "there may be considerable amounts of undetected cannabis cultivation in Central and East Asia, and on the African continent." Estimates provided by member states over the last few years to UNODC suggest that the latter figure could be substantially higher, probably close to 9,000 tons (still conservatively estimated). Global cannabis herb production could thus amount to some 32,000 tons. (This is a tentative estimate which could change substantially as more information becomes available).

If available estimates from various sources are combined, data show a strong decline of cannabis herb production over the 1989-1992 period, followed by an increase over the subsequent decade so that global cannabis herb production in 2002 has again reached

levels similar to the late 1980s. It may also be interesting to note that the trend of global cannabis herb seizures exhibits a very similar pattern over the same period.

A global production of 32,000 tons of cannabis herb would result in a global interception rate of 15%. An estimate of 32,000 tons is thus probably a minimum estimate. A production any lower than this would mean an even higher interception rate - which does not seem to be very likely in the case of cannabis. An estimate of 32,000 tons would be equivalent to an average annual

consumption of around 220 grams of cannabis herb per cannabis user.

It should be noted that the current production estimates do not tally with consumption estimates for individual countries. Supply side estimates for the USA, for instance, see a cannabis herb market (including imports) of close to 18,000 tons (range: 10,000 to 24,000 tons) for 2001/2002, consisting of a domestic production of more than 10,000 tons and imports of more than 7,000 tons. Consumption based estimates see a cannabis herb

market of around 1,000 tons for the USA. Thus far, this discrepancy has not been resolved.” Como se puede advertir – y como ocurre con todas las cifras relativas a las drogas – los datos son muy inciertos y contradictorios, lo que es resultado de un negocio que se desarrolla en la clandestinidad por razón de la política prohibicionista, en el cual no existen registros confiables.

 

[12] En los Estados Unidos de América, por ejemplo, el contenido de THC en la marihuana subió de menos de un 2% en 1979 a 6.3% en el año 2003, según el World Drugs Report 2005, pág. 82

 

[13] Según datos, el primero en el estudio titulado What America’s  User Spend on Illegal Drugs 1988-2000, pág. 19 de la Office of National Drug Control de la Casa Blanca,  y el segundo del World Drug Report 2005, Vol. 2, pág. 352. Ambos documentos pueden consultarse en Internet en las direcciones www.whitehousedrugpolicy.gov y www.unodc.org, respectivamente.

 

[14] Obras citadas, págs. 19 y 342, respectivamente

 

[15] Obras citadas, págs. 26 y 352 respectivamente

 

[16] Los consumidores habituales (hard core) permanecen más o menos invariables. ‘Según se dice’ pues los autores de los estudios titulados What America’s Users Spend on Illegal  Drugs realizados por la Oficina Nacional de Política de Control de Drogas (ONDCP, por sus siglas en inglés) de la Casa Blanca, hablan de “estimaciones sujetas a una significativa inexactitud,” de “diferencias tan grandes que carecen de credulidad”,  “parece plausible que los gastos en cocaína y heroína podrían ser casi más del doble o más de la mitad de nuestras estimaciones” , “Basados en estas asunciones admitidamente imperfectas, nosotros estimamos que entre aproximadamente 372 y 458 toneladas métricas de cocaína fueron despachadas a los Estados Unidos en 1994”, “Indudablemente hay lagunas en las actividades de investigación (o inteligencia) que impiden conocer todos los despachos de cocaína, y no hay manera de estimar la cantidad de la cocaína que en su totalidad resulta no ser detectada,”, “Debido a la calidad de los datos disponibles, hay una considerable imprecisión en las estimaciones del número de usuarios fuertes y ocasionales de drogas, la cantidad que ellos consumen y el valor al detalle de esas drogas.” . El estudio correspondiente a 1988-2000, aun cuando menos explícito que el anterior (que abarca el período 1988-1998), también señala las inconsistencias en las cifras, como puede leerse a las páginas 5, y 11 a 16. Parece que existe un estudio similar adiciona comprendiendo el período 1988-2004 cuya publicación no ha sido autorizada por la ONDCP, debido a que presenta cifras ¿inconvenientes’ para el pretendido éxito de la política represiva.

 

[17] Esta encuesta junto con datos estadísticos discriminados por edad, raza, educación y empleo, puede consultarse en Internet en la dirección www.samhsa,gov.

 

[18] Págs. 11, 13 y 23 del World Drug Report 2005 de la United Nations Office on Drugs and Crime – UNODC)

 

[19] Esto lo confirma la Oficina Contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas (UNODC) en su Reporte correspondiente al año 2004, donde dice: “Aunque la labor de represión encaminada a hacer cumplir la ley puede influir en el nivel de decomisos efectuados en cada uno de los países, sean cuales fueren el nivel y la evolución reales del problema de las drogas en dichos países, la evolución de los decomisos ha estado generalmente en consonancia con las tendencias de la producción y el consumo de drogas en los países para los que se dispone de esos datos.”, pág. 40.

 

[20] Recientemente se descubrió en Colombia a soldados americanos envueltos en el tráfico de cocaína, según publicación del diario El Tiempo de abril 1° del año en curso, y a la esposa de un funcionario de la Embajada de los EE.UU. se la descubrió exportando cocaína, y encubierta por su esposo, a quien se aplicó una pena de sólo cinco meses de cárcel, noticia también publica por El Tiempo en su edición del 14 de julio del año 2.000. La ONG estadounidense, Stop de Drug War Organization, periódicamente publica casos de corrupción en la policía y en las aduanas americanas. Sus boletines pueden consultarse en Internet en la dirección www.stopthedrugwar.org. En octubre 25 del año 2003 el mismo diario El Tiempo informó que veinte carabineros de fuerzas elite serán llamados a juicio. Un general, el jefe del servicio secreto y un juez antimafia están siendo investigados por la Fiscalía de Milán por haber inducido una operación de tráfico de drogas. Y estos son apenas unos pequeños ejemplos de un fenómeno, la corrupción, provocado por la prohibición.

investigados

 

[21] En el año 2.002 por ejemplo, el total de arrestos en los Estados Unidos de América por casos relacionados con las drogas ascendió a 1.538.813 de los cuales más de la mitad fueron por consumo y el resto se trató de vendedores en las calles. Esto de acuerdo con FBI Uniform Crime Reports 2002, Government Printing Office, Washington, 2003, cuadro 4.1, pág. 234.

 

[22] Sobre este aspecto de los daños que ocasiona la prohibición recomiendo la lectura del libro Drogas y Derechos, del Profesor de la Universidad de Rutgers, N.J., EE.UU, editado por el Fondo de Cultura económica en México en el año 2001. Esos daños no han desaparecido en los años subsiguientes a dicha publicación sino que, al contrario, han aumentado.

 

[23] Sobre esta materia recomiendo la lectura  de un excelente trabajo intitulado After the War on Drugs. Options for Control, elaborado y publicado por Transform Drug Policy Foundation de Inglaterra y que puede consultarse en Internet en la dirección www.tdpf.org.uk.

 

[24] El autor de este artículo, por ejemplo, ha recibido el testimonio de algunos exadictos quienes le han manifestado que posiblemente en un ambiente de legalización o no hubieran incurrido en el vicio o hubieran podido rehabilitarse más rápido; a ellos, el ambiente prohibicionista los condujo a una situación de rebeldía y ya metidos en el consumo les impidió buscar ayuda ante la vergüenza de ser identificados como viciosos y luego por el temor de ser llevados a la cárcel por violar esas leyes prohibicionistas.

 

[25] Grinspoon & Balakar, The War on Drugs. A Peace Proposal,  N°. 330, New England J. Med, pág. 358; véase también a Steve France, Should We Fight or Switch?, 76 A.B.A.J. págs. 42, 45 (1990).

 

[26] Edited by Rod L. Evans and Irwin M. Berent, Open Court, La Salle, Ill, USA, págs. 231 a 246

 

[27] Recomiendo en relación con este tema la lectura del Reporte de la Transform Drug Policy Foundation citado en la nota 23 precedente, en el capítulo intitulado Responding to concerns about legalisation and regulation.


[i] Documento preparado por Gustavo de Greiff R., para ser presentado en el Encuentro Latinoamericano Antiprohibicionista por la Reforma de las Políticas de Drogas, que debe reunirse en Buenos Aires durante los días 7, 8 y 9 del mes de septiembre del año en curso (2005), encuentro organizado por Reforma, la Red Latinoamericana para la Reforma de las Políticas de Drogas.

 

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