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Bibliografía temática Red de 'Cultivos de uso ilícito BÚSQUEDA |
¿Se está ganando la “guerra contra las drogas”? Un
balance[i]
Gustavo
De Greif:
La política frente a las drogas narcotizantes y psicotrópicas ha estado
influenciada – o, mejor, ha sido impuesta - por la concepción
prohibicionista del gobierno de los Estados Unidos de América y en 1966
bajo el gobierno del Presidente de los Estados Unidos de América Sr.
Richard Nixon comenzó la mal llamada Guerra contra las Drogas con un
presupuesto federal de seis millones quinientos mil dólares, hoy, ese
mismo presupuesto asciende a doce mil doscientos millones.[1].
En Inglaterra, en el año 2004 el total empleado en el combate a las
drogas ascendió a 1.300 millones de libras esterlinas.
Han pasado pues cerca de 40 años y pienso que se debe realizar un
balance sobre sus resultados y según las conclusiones que resulten
determinar si se impone un cambio de curso o, por el contrario si lo que
conviene es persistir en la estrategia vigente. Para esto nada mejor,
sin anticipar lo que de él pueda deducirse,
que tener en cuenta lo dicho por el Colegio de Abogados del
Condado de Nueva York (New
York County Lawyers' Association)
cuando en un estudio sobre el problema, publicado en octubre de 1996,
dijo: “El fin apropiado de cualquier política sobre las drogas debe ser
la reducción de la prevalencia y la propagación del uso dañino de la
droga y de su abuso y minimizar los daños asociados a tales problemas
cuando se encuentra que existen. Adicionalmente, cualquier política que
crea resultados más dañinos que los problemas sociales que se propone
resolver, debe ser revaluada en cuando a la conveniencia de proseguir
con esa política. Además, para que se justifique la continuación de
cualquier política pública, los costos incurridos deben siempre pesarse
contra los beneficios que se deriven de ella. Es dentro de este contexto
y con este criterio en la mente, como los actuales enfoques de la
política sobre las drogas deben ser objetivamente evaluados y, si fuere
apropiado, se deben considerar otros modelos de política”[2].
Creo que una de las tareas que debe imponerse un movimiento como el de
Reforma es la confección de ese balance. Un estudio como el que sugiero
deberá ser multidisciplinario, comprometiendo a científicos, médicos,
economistas, sociólogos, abogados y miembros de otras profesiones, como
lo hizo la mencionada asociación y para el cual me atrevo a adelantar
las siguientes consideraciones, que pueden contribuir a su confección y
a las conclusiones que se derivarían.
En primer lugar debemos preguntarnos cuál es la concepción que la
política prohibicionista tiene acerca de las drogas citadas y en segundo
término cuál el raciocinio que la justifica. Para responder lo primero
nada más apropiado que citar lo que a este propósito ha venido
exponiéndose en los documentos anuales que bajo el título “Estrategia
para el control de las drogas”[3],
publica
En cuanto al argumento que justifica la prohibición, él se formula así:
Si
no entran drogas a los Estados Unidos de América, no hay problema de
drogas.[6]
Para evitar la entrada de drogas, en unión con los gobiernos y otras
instituciones de los Estados de los países donde se producen, se
adelantarán acciones represivas para la erradicación o destrucción de
cultivos, laboratorios, pistas de aterrizaje de aviones, interdicción de
cargamentos y bienes, captura y encarcelamiento de traficantes y otras
medidas semejantes. Todo esto deberá dar lugar a una reducción de las
drogas disponibles en el mercado lo que a su vez resultará en un aumento
en los precios de las drogas que lleguen al mercado, lo cual, a su vez,
contribuirá a disuadir del
consumo a potenciales compradores, así como a los actuales consumidores,
inclinando a los adictos, además, a buscar tratamiento o a dejar de
consumir.
Si
la estrategia represiva hubiera dado resultado tendríamos: a) Menos
áreas cultivadas con plantas de donde se extraen las tres grandes drogas
hoy prohibidas, a saber: cocaína, heroína y marihuana; b) Menor
disponibilidad de esas drogas en los mercados consumidores; c) Precios
de cada una de esas drogas más altos; y d) Menor número de consumidores,
tanto habituales o fuertes (hardcore) como ocasionales. Infortunadamente
en ninguno de estos rubros se registra alguna mejoría cierta, como
pasamos a verlo.
a)
Menos áreas cultivadas. En los numerosos y recientes reportes que
produce periódicamente
Si bien es cierto que se han erradicado más de cien mil hectáreas de
sembradíos de plantas de coca, lo cierto es que la producción de cocaína
no se ha reducido – y, al contrario ha aumentado – por un incremento de
cultivos en Perú y Bolivia, y un traslado de ellos en Colombia a otras
áreas[7].
Tan cierto es esto que
En cuanto a la erradicación, lo que se califica como éxito es siempre
relativo pues cuando se trata por ejemplo de erradicación por aspersión
aérea (glifosato) hay que tener en cuenta que las matas de coca producen
tres y hasta cuatro cosechas de hoja al año y cuando desaparecen los
efectos de la fumigación el cultivador aun puede recoger entre dos y
tres cosechas.[9]
Aparte de lo anterior, hay que anotar que el “éxito” en la erradicación
no tiene en cuenta el inmenso daño que se está causando a la sociedad
colombiana con esa política, que ha dado lugar a un masivo
desplazamiento de personas, campesinos que terminan de mendigos en las
calles de las ciudades o cometiendo delitos ante la falta de trabajo[10].
Uno se pregunta qué clase de exitosa es una política que ocasiona una
catástrofe social como la que padece Colombia. Aquí cabría decir que se
impone modificar una política que cause más daños que los beneficios que
pretende.
b) La política represiva tampoco ha logrado disminuir de manera
sustancial la disponibilidad de las drogas en el mercado. La producción
mundial de cocaína ascendió en el año 2003 (último dato
disponible) a aproximadamente 800 ttm, según Reporte de
Cuando decimos que de manera sustancial queremos significar de manera
que una menor disponibilidad en el mercado reduzca efectivamente el
número de consumidores. Lo que estamos viendo que ocurre es que en
cuanto a la heroína si bien en 1993 llegaron al mercado 397 ttm. Y en el
año 2003 367 ttm. es decir 30 toneladas menos, sin embargo el número de
consumidores no disminuyó sino que por el contrario aumentó, lo que
puede haberse debido a que la llegada en el año 2003 fue mucho más pura
que la llegada en 1993[12].
c) Precios. La aparente racionalidad de la política represiva suponía
que si se disminuían las áreas cultivadas, se apresaba a productores,
traficantes y consumidores, se les incautaban bienes y cargamentos, la
droga disponible en el mercado sería menor, los precios aumentarían y
decrecerían los consumidores. En relación con los precios esto no ha
sido así.
Cocaína: El precio en el mercado estadounidense al por menor
(consumidor) por gramo de cocaína fue en 1988 de US $177 y en el año
2003 de US $114[13]
Heroína: El precio en el mercado estadounidense al por menor
(consumidor) por gramo fue en 1988 US $1.655 y en el año 2003 de US $407[14]
Marihuana: El precio en el mercado estadounidense al por menor
(consumidor) por onza fue en 1988 de US $385 y en el año 2003 de US $323[15]
d) Consumidores. Los reportes del gobierno americano y de
En el resto del mundo el
Reporte Sobre las Drogas correspondiente al año 2005 de
Todas las
cifras anteriores muestran que quince años después (1988-2005) y luego
de ingentes esfuerzos de erradicación, embargo de cargamentos,
encarcelación de narcotraficantes, destrucción de laboratorios,
confiscación de bienes y aumento considerable en los presupuestos de
todas las naciones dedicadas a la “guerra contra las drogas” la
situación permanece prácticamente idéntica.
Los dos documentos que hemos citado, explicablemente, por tener su
origen en entidades que siguen los dictados de la política
prohibicionista prohijada e impuesta por el gobierno estadounidense,
pretenden vendernos la idea de una política que está teniendo éxito
dizque por la reducción en áreas cultivadas con plantas de coca y
amapola y por incrementos en las confiscaciones de drogas. Sobre lo
primero ya hemos visto que las disminuciones de cultivos en unos países
- y especialmente en
Colombia – han sido compensadas por aumentos en otros y por plantas más
productivas o por métodos mejorados de laboratorio, y, sobre lo segundo,
al no haber disminución sensible en la droga disponible en los mercados,
el aumento en los decomisos indica que hay mayor producción y trafico[19]
Hasta aquí un balance fundado en los documentos mismos que producen las
agencias partidarias de la política represiva muestran que la llamada
“guerra contra las drogas” está bien lejos de remediar el problema que
se propuso solucionar. Si llegara a tener acogida la propuesta de la
confección de un balance más profundo que involucre todos los aspectos
del problema de las drogas, en el que intervengan científicos, médicos,
abogados, economistas, sociólogos, educadores etc., ese balance deberá
contemplar otros temas adicionales a los aquí tratados como podrían ser
las consecuencias para la economía de los países productores y de
tránsito, para la salud pública, para la ecología, para la
administración de justicia, contribución a la corrupción en la
administración pública en particular y en la sociedad en general, la
eficacia o no de las extradiciones, el respeto o no de la soberanía de
los países, etc.
Es que la “guerra contra las drogas”, aparte de fracasar en disminuir el
acceso de los consumidores a las drogas prohibidas, ha dado lugar a
consecuencias no pretendidas -a lo que los americanos llaman “unintended
consequences”-, tales como:
Corrupción en la administración pública tanto en los países productores
como en los de tráfico y consumidores.[20]
Y es que no se requiere ser muy perspicaz para comprender que si la
droga sale de los países donde se produce, pasa por los de tráfico y
llega a los consumidores necesita haber contado con la complicidad de
por lo menos policías, inspectores de aduana, controladores de puertos
marítimos y aéreos que miran para otro lado mientras los cargamentos
pasan. Y se trata de cargamentos de varias toneladas y no simplemente de
kilos transportados por patéticas y pobres “mulas”.
Distorsiones en las economías de los países donde se desarrolla la
prohibición. No hay certeza sobre los dólares provenientes del
narcotráfico que entran en la economía colombiana y mexicana, por
ejemplo, pero sobre lo que sí hay certeza es que esos dólares
distorsionan la economía de dichos país pues las inversiones que suelen
realizar los narcotraficantes se encaminan a actividades poco
productivas como acaparamiento de tierras que dedican a la ganadería
extensiva, que requiere escasa mano de obra, a casas de habitación
lujosas y a compras de joyería y vehículos importados de altos precios.
Balaceras entre bandas de narcotraficantes y muerte de inocentes en el
fuego cruzado.
Congestión en cárceles debida especialmente a que se encarcelan más
consumidores que traficantes y entre estos más a pequeños vendedores que
a jefes de carteles y bandas.[21]
Descrédito del sistema penal de los países como consecuencia de su
inefectividad en evitar el tráfico de las drogas prohibidas.
Daños a la salud de los consumidores por drogas que no llenan requisitos
sanitarios. Expertos piensan que posiblemente más daños causan las
sustancias que añaden los traficantes para aumentar el volumen del
producto que la droga misma que se consume.
Destrucción sistemática de bosques en lugares selváticos para establecer
plantaciones y daños ecológicos ligados a la fumigación de los cultivos
ilícitos con daño a cultivos lícitos adyacentes.
Intervenciones en la política interna de un país por parte del gobierno
estadounidense bajo el pretexto de la lucha contra las drogas.
Como lo anotan serios tratadistas sobre el problema de las drogas, un
estudio como el que propongo mostrará que la mayoría de los problemas
atribuidos a las drogas son el resultado de la prohibición más que del
uso de las drogas.[22]
Guerra contra la “guerra contra las drogas”. Otro balance
Fracasada la “Guerra contra las Drogas” qué hacer?
Pienso que una mejor estrategia sería la regulación legal de la
producción y el comercio de las drogas a que me he venido refiriendo,
acompañada de campañas educativas disuasorias del abuso del consumo y
del suministro de tratamientos médicos a los adictos, que es lo que
entiendo por legalización.[23]
En el Encuentro Latinoamericano Antiprohibicionista por
Cuando amablemente se me invitó a participar en el citado encuentro
sugerí que otro balance que conviene hacer es el que podría llamarse
sobre la guerra contra la “guerra contra las drogas”, pues ante el
fracaso de la “guerra contra las drogas” habría uno de preguntarse por
qué no ha sido posible que la opinión pública acepte – e influya sobre
los gobiernos – para que se reconozca que la derrota de la política
actual es cierta y que el camino a seguir es el de la regulación, la
educación y el suministro de tratamiento a los adictos.
Cada vez que en México he tenido ocasión de exponer mis ideas sobre el
tema en presencia de padres de familia he encontrado que a pesar de
reconocer el fracaso de la guerra no se muestran partidarios de un
cambio de estrategia ante el temor – dicen – de una aumento en el
consumo en un ambiente de legalización. Me pregunto si será porque hemos
hecho mucho énfasis en los errores de la política prohibicionista y poco
en cómo sería la reglamentación.
En la reunión de Mérida, México, que con el título Saliendo de
Otro obstáculo que se tiene que salvar por parte de los partidarios de
la regulación está representado por los variados intereses políticos,
económicos y personales que se oponen a ella. También aquí se ha fallado
y es necesario enfrentar ese obstáculo
con argumentaciones válidas y de manera oportuna. No ha sido así
hasta el momento y cada vez que
Además debe hacerse un mayor énfasis en que la regulación no es una
invitación a consumir ni mucho menos constituye una invitación al
consumo de las drogas narcotizantes y psicotrópicas.
Me parece que muchas veces los partidarios de la política de regulación
nos limitamos a hablar de legalización sin una explicación detallada
sobre en qué consiste y cuáles salvaguardas implicaría en relación con
el consumo. Aspiro a que de esta reunión convocada por Reforma salga
algo positivo sobre este punto y aspiro a participar activamente en las
discusiones programadas sobre esta materia.
En este campo de la guerra contra la droga me parece que el balance es
negativo.[27]
Muchas gracias.
Gustavo de Greiff R.
México D.F., agosto del año 2005.
[1]
Y la administración actual ha solicitado al Congreso para el año
2006 una apropiación de doce mil seiscientos millones, lo que
representa un aumento de 566-3 millones. Para qué más se
preguntaría uno, si la política actual, fuera tan exitosa como
la pintan?
[2]
The appropriate goal of any drug policy must be to decrease the
prevalence and spread of harmful drug use and substance abuse,
and to minimize the harms associated with such problems where
they are found to exist .
Additionally, any policy which creates more harmful results than
the societal problems it proposes to solve, must be re-evaluated
in terms of the advisability of further pursuit of such policy.
Further, to justify continuation of any public policy, the costs
incurred must always be weighed against the benefits derived. It
is within this context, and with these criteria in mind, that
present approaches to drug policy must be objectively assessed
and, where appropriate, alternative models for future policy
evaluated and considered.
[3]
The Drug Control Strategy.
Estos documentos se pueden consultar a través de Internet en la
dirección www.whitehousedrugpolicy.gov.
[4]
The first duty of government is to protect its citizens. The
Constitution of the
[5]
Illegal drug use threatens everything that is good about our
country. It can break the bonds between parents and children. It
can turn productive citizens into addicts, and it can transform
schools into places of violence and chaos. Internationally, it
finances the work of terrorists who use drug profits to fund
their murderous work. Our fight against illegal drug use is a
fight for our children’s future, for struggling democracies and
against terrorism.
[6]
Esta lógica no tiene en cuenta que existe una producción ilegal
al interior de los Estados Unidos de América y se achaca el
problema a la sola entrada de drogas, olvidándose que gran parte
de la marihuana y de las drogas químicas o de diseño se produce
internamente.
[7]
En el Reporte que se cita a continuación, se anota por ejemplo
que mientras en algunos lugares de Colombia la erradicación de
plantas mediante fumigación y la manual ha disminuido las áreas
con cultivo de plantas de coca.
En otros
ha aumentado: “[I]n
in
[8]
Although cocaine production continued to diminish in
[9]
El New York Times en publicación del 17 de
abril del año en curso anota: “A principios de este año, el
Departamento de Estado reportó que el año 2004 había sido otro
‘año de bandera’. Los aviones de fumigación habían erradicado
The apparent
reason, American and Colombian officials said, is that the coca
bush can grow from a seedling to a harvestable plant in only
four months. General Castro said a coca farmer could harvest
leaves from a bush ‘three, maybe four times a year.’ If a farmer
replants his bushes after the spray plane leaves, he may miss
only one harvest.”)
[10]
En el Drug World Report 2004 de
[11]
De las 32.00 ttm de hierba, 10.000 se produjeron en los Estados
Unidos de América. Esto de acuerdo con el Reporte de
If available estimates from various sources are combined, data
show a strong decline of cannabis herb production over the
1989-1992 period, followed by an increase over the subsequent
decade so that global cannabis herb production in 2002 has again
reached
levels similar to the late 1980s. It may also be interesting to
note that the trend of global cannabis herb seizures exhibits a
very similar pattern over the same period.
A global production of 32,000 tons of cannabis herb would result
in a global interception rate of 15%. An estimate of 32,000 tons
is thus probably a minimum estimate. A production any lower than
this would mean
an even higher interception rate - which does not seem to be
very likely in the case of cannabis. An estimate of 32,000 tons
would be equivalent to an average annual
consumption of around
It should be noted that the current
production estimates do not tally with consumption estimates for
individual countries. Supply side estimates for the
market of around 1,000 tons for the
[12]
En los Estados Unidos de América, por ejemplo, el contenido de
THC en la marihuana subió de menos de un 2% en
[13]
Según datos, el primero en el estudio titulado What America’s
User Spend on Illegal Drugs 1988-2000, pág. 19 de
[16]
Los consumidores habituales (hard core) permanecen más o menos
invariables. ‘Según se dice’ pues los autores de los estudios
titulados What America’s Users Spend on Illegal
Drugs realizados por
[17]
Esta encuesta junto con datos estadísticos discriminados por
edad, raza, educación y empleo, puede consultarse en Internet en
la dirección www.samhsa,gov.
[18]
Págs. 11, 13 y 23 del World Drug Report 2005 de
[19]
Esto lo confirma
[20]
Recientemente se descubrió en Colombia a soldados americanos
envueltos en el tráfico de cocaína, según publicación del diario
El Tiempo de abril 1° del año en curso, y a la esposa de un
funcionario de
investigados
[21]
En el año 2.002 por ejemplo, el total de arrestos en los Estados
Unidos de América por casos relacionados con las drogas ascendió
a 1.538.813 de los cuales más de la mitad fueron por consumo y
el resto se trató de vendedores en las calles.
Esto de acuerdo con FBI Uniform Crime Reports 2002, Government
Printing Office, Washington, 2003, cuadro 4.1, pág. 234.
[22]
Sobre este aspecto de los daños que ocasiona la prohibición
recomiendo la lectura del libro Drogas y Derechos, del Profesor
de
[23]
Sobre esta materia recomiendo la lectura
de un excelente trabajo intitulado
After the War on Drugs. Options for
Control, elaborado y publicado por Transform Drug Policy
Foundation de Inglaterra y que puede consultarse en Internet en
la dirección
www.tdpf.org.uk.
[24]
El autor de este artículo, por ejemplo, ha recibido el
testimonio de algunos exadictos quienes le han manifestado que
posiblemente en un ambiente de legalización o no hubieran
incurrido en el vicio o hubieran podido rehabilitarse más
rápido; a ellos, el ambiente prohibicionista los condujo a una
situación de rebeldía y ya metidos en el consumo les impidió
buscar ayuda ante la vergüenza de ser identificados como
viciosos y luego por el temor de ser llevados a la cárcel por
violar esas leyes prohibicionistas.
[25]
Grinspoon & Balakar, The War on Drugs. A
Peace Proposal,
N°. 330, New England J. Med, pág.
358; véase también a Steve France, Should We Fight or Switch?,
[26]
Edited by Rod L. Evans and Irwin M. Berent,
[27]
Recomiendo en relación con este tema la lectura del Reporte de
[i]
Documento preparado por Gustavo de Greiff R., para ser presentado en
el
Encuentro Latinoamericano Antiprohibicionista
por
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