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Conversaciones de Paz:
Cultivos ilícitos, narcotráfico
y agenda de paz
Ed. Indepaz – Mandato Ciudadano por
la paz, junio de 2000
Fenómeno y efecto del Capitalismo Salvaje:
El narcotráfico
Iván Ríos*
El narcotráfico representa un grave problema mundial y nacional. Hay una gran insensatez en su apreciación: un ladrón gritando: "al ladrón!!!, ...cójanlo, cójanlo!". Esa palabra representa falsas ilusiones de cientos de miles de marginados de la ciudad y el campo, doble moral de los negociantes capitalistas, de los gobernantes corruptos, de los militares y sus paramilitares.
Permite recordar la olla podrida del "8.000", tan representativa a su vez de la clase dirigente, empresarial y politiquera que tenemos en Colombia. El cartel azul, el embajador gringo que impuso el término "narcoguerrilla", y luego fue pillado financiando a los contras centroamericanos con dineros narcos, y recientemente a la Miss Narcotic de la Embajada de los Estados Unidos que pagó su fianza y está libre, mientras decenas de latinos se pudren allá en las cárceles de alta seguridad, en fin, tantas infamias, tanto oprobio...!!!
El narcotráfico mueve entre un 20 y un 30 por ciento de la economía mundial. El valor de su comercio ha superado al del petróleo y sólo es superado por el de las armas. Es un fenómeno puramente capitalista en el que tienen que ver fuertes intereses macroeconómicos en todo el mundo, en los niveles del comercio, de las finanzas y de la política: Se habla de un gran mercado de 20 millones de consumidores de marihuana, entre 10 y 20 millones de cocainómanos, y aproximádamente 500 mil demandantes de heroína en el mundo.
Se dice, por ejemplo, que en ese "modelo" de sociedad, que son los Estados Unidos, el consumo de cocaína sigue aumentando incluso en los jóvenes entre 12 y 17 años, y que hay 75 millones de personas que la han consumido mínimo una vez, y 5 millones de adictos. Allí la campaña de prevención (Dare) es absolutamente ridícula: unas charlas de policías armados en las escuelas y unos buzones para la denuncia de sospechosos de consumo.
En dicho país, la marihuana, a la que tanto fumigaron en estos países, es hoy el principal cultivo comercial (tienen técnicas para sembrarlo hasta en los armarios), y genera ingresos por 32 mil millones de dólares. En la marihuana también se ha cumplido su meta imperial de ser potencia agrícola a costa del atraso de nuestras periféricas y pobres economías.
Buena parte de los gringos y de los europeos, en ultimas, son los que "se traban", los que venden los precursores químicos para el proceso, los que se llevan las mayores ganancias del narcomercado, los que venden los químicos para fumigar, los aviones, las balas y hasta los sombreros de los antinarcóticos. Son entonces, los que en perverso círculo vicioso crean el problema para justificar su múltiple negocio y su descarada intervención como si fuera la solución. Es así como hacen negocio con el mal y con el supuesto remedio.
Mientras que a la prevención del consumo el Gobierno norteamericano sólo dedicó 250 millones de dólares, al combate antinarcóticos en el tercer mundo se dedicaron 21.000 millones de dólares, desde 1981. Mejor dicho: ganan por todos los lados, porque además nos imponen a nosotros, los latinoamericanos, el sambenito, la guerra, la destrucción ecológica, la humillante extradición, y pare de contar males.
Para la muestra un botón de indignidad: en pleno proceso de paz, han creado un batallón de mil hombres para combatir a la Insurgencia legítima en Colombia, con el cuento de perseguir a los narcotraficantes, y a esto ni corto ni perezoso se prestó con alma, vida y sombrero el Señor Presidente que dice estársela „jugando toda por la paz“.
En Colombia el narcotráfico se entronca con el paramilitarismo del Estado, con los latifundistas y con la clase polítiquera liberal conservadora tradicional. Son perfectos aliados de la llamada "contrareforma agraria". Los capos se han adueñado violenta y suciamente, de mas de 4 millones de hectáreas de las mejores tierras, agravando la injusta distribución de los recursos productivos rurales que tiene a 7 millones de campesinos colombianos sobreviviendo en la miseria. Han hecho importante aporte a la dramática cifra de un millón y medio de compatriotas desplazados, para no hablar de los desaparecidos, de los masacrados, de los mutilados con motosierra.
Los gobernantes siempre han permitido el narcotráfico y se han beneficiado de éste. Algunos expertos calculan un punto y medio, o dos de aumento del PIB, gracias a este negocio.
Pero aquí valen por igual las leyes del capitalismo: los beneficiados son unos cuantos, mientras ese perverso círculo vicioso y violento tiene a 400.000 compatriotas vinculados al sólo cultivo de la coca, quienes como dijo el Pleno del Estado Mayor Central de las FARC EP en noviembre de 1997, "...son víctimas de una situación social injusta pues en su mayoría son desplazados por la violencia en otras áreas del país, a quienes se les niega el derecho al trabajo, a la salud, al techo y a la educación obligándolos a la siembra de ilícitos, como única alternativa de subsistencia. Ellos son parte del campesinado víctima del abandono y la explotación estatal". Y por eso mismo es que los jóvenes de las zonas cocaleras no quieren que los confundan con los narcos. Para ellos esta palabra es sinónimo de ladrón, tramposo, asesino, mafioso.
Y por todo eso, la solución a este grave problema social de nuestra Colombia de hoy y de la humanidad, no puede ser mas destrucción ecológica con las fumigaciones y el desplazamiento forzado que lleva a seguir rompiendo más la frontera agrícola y destruyendo los bosques. No es por la vía militar. Y tampoco la solución está en los países productores solamente. En primer lugar, hay que disminuir de manera sustancial el consumo de los países ricos y controlar decididamente la venta de precursores.
A través de nuestra Plataforma para un Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional, las FARC-EP planteamos que la solución debe ser concertada a nivel internacional entre las comunidades, con un respeto a la soberanía de cada país.
En lo que concierne a nosotros, los colombianos y latinoamericanos, necesariamente tenemos que hacer en serio una radical redistribución de la tierra y demás recursos, y elaborar planes concertados con las comunidades a nivel de las regiones, hacia un desarrollo alternativo, sostenido, sustentable y que permita un adecuado aprovechamiento autónomo de los recursos ambientales, uno de cuyos efectos ha de ser la sustitución de cultivos ilícitos por explotaciones productivas beneficiosas para toda la sociedad.
En esa dirección va la propuesta de despejar el municipio de Cartagena del Chairá, cuya economía depende fundamentalmente de la coca, para que bajo nuestra rectoría, la comunidad elabore y ejecute un plan de desarrollo alternativo, contando con el apoyo financiero de la comunidad internacional interesada en justas soluciones.
Esta propuesta se hace con la convicción de que las soluciones urgentes que hay que emprender no debieran depender de los avances de la mesa de conversaciones, aunque sí pueden ser un gran impulso para esta, si se demuestra que hay alternativas que benefician a la comunidad y que realmente empiezan a disminuir los cultivos ilícitos, pues de todas las personas medianamente informadas es sabido que las fumigaciones tienen efecto contrario ya que por cada hectárea de coca destruida, los cocaleros siembran una y media más; ese es un fenómeno socieconómico apabullante, imparable mientras a la gente no se le brinden otras opciones rentables y dignas.
Estamos abiertos a un debate para que los colombianos vayamos al grano en este importante asunto. Hay otras propuestas muy respetables y bien sustentadas como la de la legalización, promovida con mucha fuerza por el periodista Antonio Caballero.
En diversos sectores sociales y en la Academia se mueven muchas críticas y propuestas que los Colombianos debemos abordar en serio. Para esa discusión nacional hay un buen espacio en la zona del despeje, que para eso es, si el Gobierno Nacional decide mantenerla, pese a la agresiva campaña de los enemigos de la paz, que a través de los grandes medios de comunicación tratan de desvirtuar y desprestigiar todo lo que es ganancia para la sensatez, como lo es el despeje y como son las propuestas de la gente que pone su inteligencia al servicio de la brega por una Colombia Nueva.
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