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Conversaciones de Paz:
Cultivos ilícitos, narcotráfico
y agenda de paz
Ed. Indepaz – Mandato Ciudadano por
la paz, junio de 2000
"La comunidad internacional y nosotros debemos responder"
Fernando Devis Morales
Presidente de la SAC
Entrevistamos el 21 de marzo del 2000 al Dr. Fernado Devis Morales, Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, en relación con las alternativas para superar el narcotráfico y los cultivos ilícitos. Según Devis, "Ya sabemos quiénes son los culpables, nosotros mismos y la comunidad internacional ¿cómo se resuelven los problemas? dotando al país de justicia eficiente, de capacitación para el futuro, de formación para el respeto, finalmente entregándole al país la infraestructura necesaria". Sostuvo que el Gobierno debe emprender ya estas transformaciones sin pedirle permiso a nadie. Afirmó también que no se requieren cambios constitucionales, que en la mesa de negociación del Gobierno con las guerrillas no es dónde se podrán buscar estas alternativas, ni en las propuestas de un pueblo carente de educación por causa de la misma guerrilla. A continuación se transcriben sus declaraciones.
Partimos de un diagnóstico. En Colombia en un principio no se cultivaba coca y amapola, solamente había pequeñas extensiones, a diferencia de la marihuana. Colombia era básicamente un punto de tránsito del proceso de la coca hacia los Estados Unidos. Pero en la medida que Bolivia y Perú, dos de los principales productores de coca, desplazaron a sus cultivadores y marcaron la división entre el cultivo y el narcotráfico, los cultivos se incrementaron en nuestro país.
Colombia ha luchado mucho contra el trafico de estupefacientes, el cultivo, el procesamiento, la exportación y la distribución de estos productos. Ha muerto la mayoría de los integrantes del "Cartel de Medellín", los integrantes del "Cartel de Cali" están presos y los de la Costa extraditados. Pero los resultados han sido precarios. Los esfuerzos que hemos hecho, la sangre que ha derramado nuestro país en la batalla contra el narcotráfico y hoy en día contra la narcoguerrilla, no han servido, porque el consumo en los Estados Unidos no se ha disminuido, por el contrario ha aumentado. En una conferencia dictada por el General McAfree sostenía que la edad de iniciación de los consumidores en los Estados Unidos pasó de los 16 a los 12 años.
Por otra parte, de 60.000 hectáreas en cultivos ilícitos, se ha pasado a 120.000, calculadas por el General Rozo José Serrano en una reunión en Medellín. Muchos colombianos han sido asesinados o han dado la vida, en la lucha contra el tráfico en nuestro país, periodistas, jueces, políticos, personas inocentes, niños, mujeres. Se ha derramado sangre y manchado nuestra geografía, por cuenta del narcotráfico, y los resultados no sirven. El Estado ha combatido a los narcotraficantes con éxito y los tiene presos, pero parece que este mecanismo de combate no es el indicado, pues a pesar de todos los esfuerzos y recursos, millones y millones de dólares que se han invertido para combatir el narcotráfico no ha habido resultados, el consumo sigue aumentando en EE.UU. y en Europa y las áreas cultivadas siguen creciendo en nuestro país.
En las áreas cultivadas de coca y amapola, las mayores extensiones no son de los campesinos oriundos de esas regiones. Estos quizás cultivan pequeñas extensiones de coca, pero siguen siendo ganaderos, agricultores de pancoger, que trabajan, en unas zonas abandonadas por el Estado, con medios de subsistencia basados en una agricultura y una ganadería precarias, por falta de infraestructura de producción, de ciencia con investigación y de tecnologías adecuadas para mejorar su situación. Hay en esas zonas atraso de infraestructura social, no hay escuelas, hospitales, centros de capacitación. Tampoco hay infraestructura productiva, centros de acopio, canales de riego, sistemas de drenaje. Se carece de infraestructura de desarrollo, carreteras, electrificación. Esas zonas abandonadas por el Estado son los sitios donde se cultiva la coca.
Pero no han sido las personas tradicionalmente ubicadas en estas zonas quienes han expandido los cultivos de coca. Los raspachines y los dueños de las plantaciones son oriundos de Antioquía, Boyacá, Valle del Cauca, Cundinamarca, Costa Atlántica. Los habitantes habituales del Putumayo, Guaviare, Caquetá, de las regiones del Vichada donde se cultiva la coca siguen con su economía de ganadería precaria, agricultura de pancoger, siembra tradicional de maíz o de yuca, sin atención del Estado.
Mirando esos aspectos del problema, la solución para evitar que se sigan propagando los cultivos de coca o de amapola no está tanto en la represión, como a veces la gente cree. La sola represión, constituida por la fumigación y la persecución a los narcotraficantes, no le va a dar al país una disminución en las áreas cultivadas, hasta tanto no se generen oportunidades a los colombianos. No me refiero solamente a oportunidades a los colombianos que están en esas zonas abandonadas, sino a los habitantes de todo el país. Los colombianos no tienen oportunidades, ni en el trabajo, ni en el estudio, ni en la recreación, de tal forma que al no encontrarse ocupados y al engrosar las listas de desempleados, terminan buscando negocios rápidamente lucrativos.
La guerrilla es consciente de esta situación y se aprovecha de ella. Tenemos perfectamente claro que la guerrilla es el principal enemigo del pueblo colombiano y que su objetivo es mantener al país atrasado, al pueblo pobre, ignorante y carente de oportunidades, porque así generando un caos se convierte en una alternativa de solución para los pobres más pobres, que la misma guerrilla genera. La guerrilla está creando a través del caos el camino para ascender al poder, por tal razón ataca la infraestructura productiva, secuestra e impide la libre locomoción de los ciudadanos, ataca las poblaciones pobres y todo amparado en un ideario político o un ideario económico que nadie conoce y que ellos mismos no han sido capaces de plantear ni siquiera durante este proceso de paz. Habla de cambiar un modelo político y económico, pero no propone la alternativa. Dice que están en contra de la apertura, pero la guerrilla existe hace más de diez años y la apertura comenzó hace diez años, hablan de la corrupción cuando ellos son los mayores generadores de corrupción dentro del país, porque amedrentan el ejercicio de la democracia, amenazan a los candidatos y a las personas que se desplazan a los sitios para votar, mantienen bajo presión y bajo terror al pueblo colombiano. El pueblo está aterrorizado. No sólo el rico o medianamente rico, sino también el pobre y el más pobre de los pobres viven aterrorizados, por cuenta de la guerrilla que tiene como interés acabar con las pocas oportunidades que tiene el pueblo colombiano.
Dentro de ese ideario político, de esa manera de ver las cosas, cuyo objetivo es mantener al país atrasado, al pueblo pobre, ignorante y carente de oportunidades, entonces la guerrilla se ha vinculado íntimamente con el narcotráfico. Con esa moral ridícula que cobija a la gran mayoría de los colombianos, dicen que ellos no son narcotraficantes, que ellos solamente reciben dinero del narcotráfico. Yo creo que narcotraficante es todo aquel que se beneficia en cualquier medida del dinero del narcotráfico. De tal manera que si ellos se benefician cobrando "gramaje"[1], cobrando por cuidar los cultivos o por proteger los aviones y los distintos desplazamientos, son narcotraficantes. La guerrilla está metida dentro de los negocios del narcotráfico y recibe dineros inmensamente grandes por este concepto. A su vez es terrorista porque mantiene, mediante sus acciones, aterrorizado al pueblo, de tal forma que lo que tenemos es una guerrilla narcoterrorista.
¿Qué le interesa por su parte a los narcotraficantes del país que no hacen parte de la guerrilla? Pues alimentar la guerrilla que es finalmente la garantía de que su negocio sea exitoso porque van a ser protegidos y ayudados por ella. Pero al mismo tiempo los narcotraficantes mantienen a las autodefensas, sostienen a los paramilitares, porque les interesa que el país este en caos, que haya ejército, guerrilla, paramilitares y autodefensas combatiendo, que la gente tenga una permanente zozobra, que no haya tranquilidad ni estabilidad, porque en ese país de caos el narcotraficante es el rey. Ya el Estado no puede desarrollar una actividad dirigida a combatir el narcotráfico porque tiene que atender los atentados y voladuras de la guerrilla, no puede combatir eficientemente a los paramilitares por que los paramilitares están en ese momento atacando a la guerrilla. De tal forma que nuestro Estado no puede desplegar una acción eficiente para reprimir el delito.
Después de este rápido diagnóstico, la pregunta es ¿qué se puede hacer? No se puede trabajar exclusivamente en un frente, decir solamente que vamos a reprimir, a combatir, a juzgar o a crear cultivos sustitutos. Lo primero es concientizar a la comunidad internacional de la responsabilidad que le corresponde por lo que en Colombia sucede y en esto hay que hacer un reconocimiento al Presidente de la República.
Es culpable la comunidad internacional de lo que pasa en Colombia, por el consumo de los estupefacientes producidos en Colombia, el envío de los precursores químicos para la fabricación de la coca y de bienes de contrabando, a sabiendas de que estos son una fuente de lavado de dinero. Además, de allá nos envían las armas para que nos asesinemos. Eso los hace culpables y tienen que responder. La comunidad internacional es responsable de la violencia y del atraso de nuestro país, porque la violencia ha sido la causa del atraso; no el fruto del atraso, como sostienen nuestros guerrilleros. En otras épocas, aún con la presencia de una guerrilla que todavía tenía un ideario político, mientras no hubo un matrimonio tan unido como el narcotráfico, nuestro país demostró un progreso en la calidad de vida del pueblo.
Por lo tanto, no es sólo reprimir, es necesario decirle a la comunidad internacional: Usted tiene que asumir la responsabilidad y responder por los daños que ocasionó!
Nosotros también hemos sido responsables: el pueblo colombiano fue complaciente con el negocio de las drogas y con el dinero que éstas producían y se narcotizo el país. Cuando los gringos dijeron que ésta era una "narcodemocracia" quisimos tapar el sol con las manos. Resulta que nos estaban diciendo la verdad. Nosotros teníamos una democracia totalmente narcotizada, senadores y representantes metidos en la cárcel por haber recibido dinero de los narcos para financiar sus campañas, se probó claramente que a la campaña del señor Ernesto Samper ingresaron dineros del narcotráfico, la misma Iglesia también recibió dineros, todos los negocios en nuestro país estuvieron salpicados por el narcotráfico, la agricultura, la ganadería, la industria, el turismo, la recreación.
En términos generales los dineros del narcotráfico nos inundaron por culpa de la comunidad internacional, pero también por culpa nuestra, de los colombianos, que fuimos complacientes con el dinero producido por el narcotráfico y optamos por un dinero fácil, bien sea vendiendo y comprando propiedad raíz, especulando con ella para lograr buenos precios y vender a los narcotraficantes finca raíz urbana o rural. Uno ve a muchos en el país detrás de los narcotraficantes para venderles sus fincas, o las casas del barrio El Chicó, de San Fernando, del Poblado, los apartamentos que construían. La gente produjo artículos suntuarios para venderlos a los narcotraficantes.
Fuimos complacientes con los narcotraficantes y eso deterioró nuestra moral, hasta que un día perdimos la ética. La ética la perdimos cuando la moral empezó a relajarse hasta tal punto que el tema del narcotráfico era un tema secundario. Gracias a algunos mártires, Colombia se dio cuenta que teníamos que recuperar la ética. Allí están Guillermo Cano, jueces de la República, Luis Carlos Galán, el Ministro de Justicia Lara Bonilla y muchos otros más que dieron su vida para tratar de recuperar la ética, ni siquiera para luchar contra el narcotráfico, para tratar de recuperar la ética, herramienta necesaria que tiene que tener un país para derrotar al narcotráfico.
La comunidad internacional es culpable y responsable de lo que pasa en Colombia, también los colombianos. Por tanto nos toca pagar a ambos los daños ocasionados. Empresas inmensamente grandes de grupos económicos que cerraron los ojos, aun a sabiendas que los dineros de sus clientes venían del narcotráfico. Como ganaban dinero cerraban los ojos. Las compañías internacionales, criticadas por la Dra Fanny Kerman, como la Philipps Morris, un montón de empresas internacionales, envían mercancías de contrabando y saben que ese envío se los pagan con dólares del narcotráfico y hay empresas colombianas que hacen lo propio, empresas financieras, de seguros, empresas industriales y comerciales de grupos económicos grandes, medianos, pequeños. Los colombianos les vendíamos a los narcotraficantes más caro y éramos responsables o somos responsables de los que estaba pasando. Tenemos dos culpables, por tanto dos entidades que debe responder por lo que pasó.
Ahora miremos las consecuencias de ese matrimonio guerrilla-narcotráfico y narcotráfico-autodefensas, de ese caos en que vive el país, que genera zozobra y aleja a los inversionistas. Los pocos colombianos de bien se van porque no quieren vivir más en este país caótico donde uno esta secuestrado y amenazado permanentemente, tiene que andar en carro blindado, con escoltas, cambiando de residencia, como si fuera el delincuente, cuando uno jamas ha delinquido.
Hoy tenemos un país atrasado, con las infraestructuras productiva, de desarrollo y social atrasadas, un país corrupto como consecuencia de todo lo que he tratado de explicar en esta conversación. Y esa corrupción es producto de la impunidad. El principal problema que tiene nuestro país es que no existe un concepto claro de lo que es la justicia, porque carecemos de ética, apenas estamos recuperando la ética. Pero no me refiero al concepto de justicia en relación exclusiva con el aparato jurisdiccional de las ramas del poder público. Me refiero al concepto integral de justicia, al concepto que debe tener cada colombiano de saber que es su obligación denunciar al delincuente. No denunciamos al delincuente, aquí uno ve que le roban el espejo a alguien en un carro y no decimos nada a las autoridades, uno ve como llega la guerrilla a una finca y el dueño le dice al mayordomo: “No cuente. Si le preguntan, diga que aquí no ha venido nadie”. Lo mismo pasa con los paramilitares. Nosotros no tenemos un concepto de colaboración con la justicia.
Tres elementos son fundamentales para que una justicia prospere: apoyo, respaldo y colaboración con las autoridades. Si no hay apoyo, respaldo y colaboración, no puede haber una justicia eficiente. Entonces, se debe partir del ciudadano, de la obligación que éste tiene de denunciar el delito, así sea cometido por la misma autoridad, porque hay que denunciar al delincuente y a la misma autoridad por sus excesos o por sus defectos.
A pesar de haber invertido muchos esfuerzos y millones de dinero en mejorar a nuestra policía y a nuestro ejercito, no los hemos capacitado, ni los hemos dotado de los elementos necesarios para la situación de delincuencia que vive el país. Gastamos mucho dinero en la policía y en el ejército, pero gastamos inadecuadamente.
Un ejemplo de ello es el irracional y estúpido sistema de prestación de servicio militar que tenemos, que por ley prohibe que los hijos de los ricos vayan a combatir, entonces lo que tenemos es una guerra de pobres. No podemos seguir aceptando un sistema de fuerzas armadas en el cual el gobierno gasta sumas inmensas en el servicio militar obligatorio, pero las personas que lo prestan tienen prohibido por ley ir al combate. Para qué los tenemos prestando servicio militar si no pueden ir al combate, estamos botando unos recursos capacitando a unos muchachos que jamas los vamos a meter en la guerra, cuando son los que más tienen qué perder, son los hijos de los que más tienen que perder. Aquí le dejamos la guerra a los pobres, para que se maten entre ellos, que no pudieron terminar bachillerato y se fueron unos para la guerrilla y otros fueron reclutados en el ejército. Esto no es sano para una democracia. O tenemos un ejército profesional, o todos los colombianos que están en edad prestan servicio militar, para combatir. Pero no podemos seguir en una ambigüedad ridícula como la del servicio milita obligatorio en nuestro país.
El gobierno del doctor Pastrana ha venido disminuyendo el número de personas del servicio militar obligatorio y aumentando el número de soldados profesionales, pero es una actitud que hay que tomar de un día para otro, hay que profesionalizar a nuestro ejército, capacitarlo, dotarlo y pagarle bien para que pueda ser eficiente. Así, es menos propenso para la violación de los derechos humanos y mucho más eficiente en el respeto del Derecho Internacional Humanitario.
Se han aumentado los salarios de los jueces y su número, pero tenemos atiborrados los despachos judiciales de expedientes, los fallos se producen con una lentitud impresionante y esto genera que la gente termine tomando la justicia por mano propia. El tema de la justicia y del aparato jurisdiccional se ha trabajado mucho, se creó la Fiscalía, la Defensoría del pueblo, las personerías, las contralorías, las procuradurías, pero continúa agravándose la impunidad.
Hay que ver cómo le devolvemos la dignidad a la justicia. Los ciudadanos tienen que cambiar de actitud y apoyar a la justicia. Por otra parte, necesitamos jueces que tengan acceso a estudios, a bibliotecas, que permanentemente se estén actualizando en la investigación, para que puedan ser jueces respetables con la dignidad que corresponde a la justicia.
El último punto relacionado con la justicia, tiene que ver con las cárceles. Un muchacho que entra a una cárcel por girar un cheque sin fondos sale convertido en un criminal. Nuestras cárceles son unos antros, que no cumplen los requisitos de las cárceles modernas. En las cárceles colombianas no existe un proceso de rehabilitación. Además, a las penas se le debe tener miedo, aquí no ocurre porque con "la colaboración a la justicia" se rebaja la tercera parte y mitades y más mitades y jamas se cumple la pena que debe ser. A las penas hay que tenerles miedo. No hay que cometer el delito, por convicción y por temor a la justicia.
La justicia empieza con el ciudadano. Al adulto en Colombia hay que reformarlo y a los jóvenes hay que educarlos para que todos vivamos dentro de una justicia inspirada en la ética del respeto. Respeto de los hijos por sus padres, de los padres por sus hijos, del obrero por el patrono por que este también lo respeta, del marido por la esposa porque ella también lo respeta, respeto por la autoridad porque la autoridad lo respeta a uno.
Mientras no recuperemos la justicia en nuestro país es muy poco lo que podemos hacer para combatir al narcotráfico.
Miremos el tema de los cultivos ilícitos. Voy a poner un ejemplo, Colombia tiene 42 millones de habitantes y 3.600.000 hectáreas en producción. Argentina tiene 26 millones de hectáreas produciendo alimentos y materias primas para 37 millones de habitantes, porque tiene infraestructura. Es un país que ha tenido altibajos democráticos, mucho más graves que los nuestros. Ha tenido dictaduras, problemas de estabilidad política, social y económica, pero tiene algo perfectamente claro: la agricultura es la base de la sociedad actual, que le da soporte a la clase media. Entre más grande sea la clase media es mucho más estable una democracia. Hay menos ricos, claro, pero también menos pobres, hay una mayor clase media.
Ya sabemos quiénes son los culpables, nosotros mismos y la comunidad internacional. ¿Cómo se resuelven los problemas? Dotando al país de justicia eficiente, de capacitación, de educación para el respeto, finalmente entregándole al país la infraestructura necesaria.
Nosotros podemos entregar todos los auxilios directos que quieran a los productores para que dejen de cultivar coca y seguirán cultivando coca. La única forma es carreteras, puentes, puertos, aeropuertos, centros de electrificación, agua potable, alcantarillado, infraestructura de desarrollo. Eso necesita en primera instancia el país ¿Infraestructura de desarrollo para qué? Para que la logística de comercialización de los productos sea mucho más eficiente y podamos tener acceso a los mercados nacionales e internacionales, que los productores agropecuarios tengan facilidad de acceso a los mercados. Requerimos infraestructura productiva, centros de investigación, articular la investigación con la ciencia y la tecnología, para tener resultados de tecnología aplicada; programa de adecuación de tierras, pero un programa importante, no los estúpidos resultados que ha obtenido en su historia nuestro país. Necesitamos silos para guardar nuestros alimentos. También es indispensable mejorar nuestra infraestructura social, hospitales, colegios, esa infraestructura que podemos definir como el mejor estar de los ciudadanos colombianos.
Si partimos de una buena infraestructura en salud, vivienda educación, con una buena infraestructura para producir eficientemente con ciencia y tecnología, electrificación, si podemos acceder a los mercados con buenas vías, tendremos una agricultura productiva, competitiva y rentable. Sólo así reduciremos las áreas de cultivos ilícitos, dotando al país de infraestructura, justicia y educación. Sin embargo, estamos en este momento sentados esperando que dice la guerrilla, esperando a que ésta siga destruyendo la infraestructura, a que nos diga qué modelo económico debemos optar, qué tipo de país podemos tener. Definitivamente es muy triste.
Si la comunidad internacional asume la responsabilidad económica que le corresponde por lo que pasa en Colombia y entrega los dineros que justamente debe compensar, esta no es ayuda, regalos, ni cooperación. Es responder por los daños. Si mi hijo rompe un vidrio yo voy al vecino y le pago el vidrio que mi hijo rompió y además hago que mi hijo le pida excusas, porque hace parte de la educación. Aquí ellos tienen que venir, pedir excusas por lo que ha pasado en Colombia, pagar por los daños que causaron y ese dinero tiene que invertirse en infraestructura social, productiva y de desarrollo, en fortalecimiento de la justicia y de la capacidad educacional de nuestros establecimientos. Esta sería para mi una formulación. ¿De donde se sacan los recursos? De la comunidad internacional. ¿Prestados? NO! Tienen que responder.
Yo creo que no hay necesidad de esperar que la mesa de negociación con la guerrilla aborde el problema y lo implemente. Yo creo que el país debe iniciar ya, sin necesidad de llevar a mesas de negociación y sin negociar nada, los programas de fortalecimiento de la justicia, de educación, de construcción de una infraestructura adecuada, aunque siempre existirá el riesgo de que ésta sea saboteada por la guerrilla. Independientemente de la mesa de negociación, donde se tiene que negociar es la paz.
El gobierno debe adquirir un compromiso, con su pueblo, de mejorar estos tres temas y decir a la guerrilla, bueno señores la cabida de ustedes dentro de este país es esto, pero no podemos pretender negociar dentro de la mesa todo lo divino y lo humano, hacer el país con aquellos que han asesinado mujeres embarazadas, ancianos, niños que mandan de carne de cañón, muchachitos de quince años a combatir por unos ideales de unos ancianos dementes, que generan actos de terrorismo. Esas personas no son las indicadas para diseñar nuestro país. A punta de fuego, de armas, de violencia, de terrorismo, nos tienen arrodillados y le tenemos miedo. Yo le tengo miedo a la guerrilla, no a las ideas de la guerrilla, sino a sus acciones. Entonces abrimos una agenda inmensamente grande para negociar, una mesa tan amplia como quieran los negociadores. Lo que el gobierno tiene que hacer es empezar a desarrollar una política de recuperación del prestigio de la justicia, acabar con la corrupción que genera violencia, que nos tiene sumidos en un país atrasado, con un pueblo pobre, ignorante y carente de oportunidades.
¿Esto requiere modificaciones constitucionales o legales en el país? Para nada, yo creo que la constitución del 91, que es una colcha de retazos, tiene todos los espacios legales suficiente para desarrollar una política de reconciliación nacional. Hay que dotarla de los instrumentos necesarios para desarrollarla. Existe una Fiscalía, sí, a pesar de los esfuerzos de los fiscales no es una fiscalía eficiente, porque el concepto de justicia no lo tenemos claro. No es la Fiscalía, podemos crear 100 fiscalías, procuradurías, contralorías, todo eso se debería acabar para tener una sola fiscalía muy fuerte, bien dotada y capacitada con computadores, sistemas de investigación modernos, sistemas de comunicación, con muy buenos apoyos logísticos para perseguir a los corruptos y a los delincuentes que son la misma cosa.
No veo en qué le pueda aportar las FARC al Gobierno nacional en el manejo económico, político, social. La Agenda Común del Gobierno con las FARC yo la miro como un ejercicio sano de una democracia en reconstrucción. No veo que en las guerrillas vayamos a encontrar las respuestas, la solución a nuestros problemas, ni siquiera en las propuestas que va a realizar el pueblo colombiano, porque la guerrilla se ha encargado de mantenerlo ignorante, asesinado profesores, quemado escuelas, ha sacado corriendo a la gente del campo. Qué profesor se quiere ir a dictar clases a una escuela rural, lo secuestran, lo asesinan, lo boletean. Entonces nuestro pueblo es ignorante y no tiene capacidad para proponer soluciones a los problemas del mismo pueblo ¿Porque? Porque la guerrilla es la interesada de que el pueblo sea ignorante, pobre; un pueblo culto, rico, con oportunidades de trabajo, no acepta la existencia de una guerrilla, la guerrilla crea su propio ambiente para convertirse en una alternativa. Eso no lo digo yo, eso está en los textos escritos por los comunistas: deben crear su propio ambiente para convertirse en una alternativa.
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